lunes, 27 de febrero de 2017

Osmar Maderna

El café Marzotto de calle Corrientes fue el escenario de grandes orquestas y cantores de los años cuarenta. En el palco ubicado al fondo del salón, actuaron Troilo, Caló y debutó Floreal Ruiz. Fue allí donde se presentó por primera vez Osmar Maderna con su flamante orquesta constituida poco tiempo después de que se separara de Miguel Caló, con quien había conformado la célebre “orquesta de las estrellas” a la que había ingresado en 1939 en reemplazo de Héctor Stamponi.
Para 1946 Maderna ya era una personalidad artística reconocida por los mejores músicos de su tiempo. El fraseo de su piano, sus clásicas notas agudas en los acordes finales, sus fantaseos solos, fueron la marca distintiva de un estilo elegante, sugestivo y discreto, un estilo ubicado en las antípodas del de Juan D’Arienzo o Alfredo De Angelis, pero también ajeno a cualquier aspiración sinfónica .
Osmar Maderna nació en la localidad bonaerense de Pehuajó en 1918. Su padre tocaba el acordeón y siempre apoyó las aspiraciones musicales de su hijo.
Maderna dirigió su propia orquesta durante cinco años. Grabó 56 temas y allí está lo más representativo y original de su obra. Entre esos temas merecen destacarse entre otros: “Fantasías en tiempo de tango”, “Lluvia de estrellas”, “Concierto a la luna”, “El elegante”, “Loca bohemia”, “Qué noche”, “En tus ojos el cielo”, “Escalas en azul”, “La noche que te fuiste”, “Volvió a llover”, “Rincón de París”, “Cuento azul”, “Lirio”, “Amor sin adiós” y “Rouge”. El primer tema grabado por la flamante orquesta es “Margó”, el poema de Homero Expósito interpretado por Verri. También de Expósito es “Te llaman pequeña” su tema fetiche, con el que iniciaba y concluía sus presentaciones. Otro de los temas destacados es “Tarde gris”, un tango que Gardel había interpretado en 1930 y que Maderna graba en 1946 acompañado por la voz afinada de Pedro Dátila.
Como todo vanguardista, Maderna no fue un músico de multitudes, pero fue muy respetado por sus colegas y muy considerado por la crítica especializada. Los temas que impuso adquirieron fama internacional. “Te llaman pequeña” fue cantado, entre otros, por Pedro Vargas. “Lluvia de estrellas”, figuró en una película de Walt Disney. Y “Concierto a la luna” fue interpretado, entre otros, por Paul Whiteman.
Maderna murió a los 33 años en un accidente de avión. Como Gardel, ganó la inmortalidad en una tragedia aérea. En marzo de 1951 había obtenido el brevet de aviador. Un mes después se mató junto con su acompañante Ernesto Rodríguez en el límite de Lomas de Zamora. Ya se retiraba del aeródromo cuando un amigo lo desafió para hacer unas pruebas en el aire. Su esposa -Olga Mazzei- intentó disuadirlo, pero fue en vano.
Osmar Maderna murió en su hora de esplendor, cuando el futuro se abría generoso a su talento e inspiración.

martes, 21 de febrero de 2017

Gaby cerró el 4to Festival Nacional de Tango de Monte Hermoso

Tras tres jornadas a puro tango en la ciudad balnearia de Monte Hermoso, Gaby "la voz sensual del tango" fue la encargada de poner broche de oro a un Festival que crece año a año. “La voz sensual del tango” ofreció su espectáculo “La morocha”, el mismo que llevó con gran éxito a diferentes ciudades de la costa atlántica durante esta temporada estival: Villa Gesell, mar del Plata, Necochea y Pinamar.
Tras la particiáción de los grupos de danza Tango Monte Baila y Tango Dorrego Baila, Gaby alternó sus canciones con historias personales y anécdotas relacionadas con el surgimiento de los tangos: sus comienzos, los primeros pasos en Buenos Aires, su trabajo con el humorista Calígula, historias de Enrique Cadícamo, Juan Carlos Cobián, Alberto Morán, Edmundo Rivero, Juan Domingo Perón, José María Contursi, Argentino Ledesma y Facundo Cabral son algunas de las temáticas que cautivaron al público. En absoluto silencio la gente acompañó cada historia; festejó cada tango con fervoroso aplauso y coreó los clásicos del género para finalizar en un estruendoso “¡Viva!” cuando la morocha gritó: “¡Viva Monte Hermoso y Viva el tango!”.

Juanita Larrauri

Nació en el barrio porteño de Floresta el 12 de marzo de 1910. A los veinte años debutó en Radio Nacional conocida después como Radio Belgrano. Larrauri fue por sobre todas las cosas una cantante de radio, de la formidable radio de la década del treinta. Es así como después de su performance en Radio Nacional, al año siguiente participó en los programas de Radio Mayo y Radio Rivadavia. Lo hacía acompañada de guitarras y en el caso que nos ocupa, las templadas por Humberto Carretero y Marcos Pedretti.
En 1934 está con la orquesta de Alberto Gambino y en 1935 es la artista de Radio Prieto, acompañada por músicos de la talla de Minotto Di Cicco y Francisco Tropoli. En 1936 entra a Radio del Pueblo. Lo hace por la puerta grande. Radio del Pueblo en esos años disponía de una audiencia masiva y popular. Sus radioteatros hacen lagrimear a jóvenes y viejas, a hombres y mujeres. Es el mismo público que ahora disfruta de los tangos interpretados por la ya popular Juanita. Son tango sentimentales, tal vez algo cursis, pero de gran recepción popular. Para ese año graba su primer disco. Lo hace con el sello Odeón. Son dos los temas que allí se registran: “Castigo” y “Sueño fue”. Después de su temporada en Radio el Pueblo, pasa a cantar en Radio Mitre. Lo hace acompañada por la orquesta de Horacio Pettorossi.
O sea que en los umbrales de la década del cuarenta, Larrauri es una de las mujeres más populares del tango, una cantante a la altura de Nelly Omar, Mercedes Simone o Ada Falcón. Sin embargo, cuando se inicia la década del cuarenta ella decide dejar su carrera artística para comprometerse con el peronismo. No fue la única cantante que se identificó con el general Perón, pero fue la única que dejó su carrera artística para volcarse de lleno a la política.
Hugo del Carril, Héctor Mauré, Oscar Alonso, Alberto Castillo, Jorge Vidal, por citar algunos de los más conocidos, grabaron himnos y marchitas en alabanza al nuevo movimiento político, pero todos siguieron cantando. Tita Merello, Nelly Omar, Mercedes Simone, también se identificaron con el peronismo, pero Juanita a diferencia de todas ellas y ellos, lisa y llanamente abandonó los escenarios. Y su exclusivo y apasionado testimonio musical a la causa peronista, fue la grabación del tema “Evita capitana”.

Su entrega a la causa fue generosa y definitiva. Evita le encomendó organizar la rama femenina del peronismo y en 1952 fue la primera senadora mujer en nuestra historia. El mandato era hasta 1958, pero el 16 de septiembre de 1955, los militares derrocaron a Perón.
Abandonó los escenarios y los micrófonos, pero alguna relación íntima mantenía con el tango porque en 1949 se casó con el pianista Francisco Rotundo, uno de las grandes orquestas de los cuarenta y los cincuenta, la orquesta que contó con cantores de la calidad de Floreal Ruiz, Enrique Campos, Julio Sosa y ese sugestivo y exquisito cantante que fue Alfredo del Río. Como su esposa, Rotundo era peronista y a partir de 1955 sufrió las humillaciones de la censura y las persecuciones.
Juanita Larrauri en 1973 fue otra vez elegida senadora y otra vez su mandato no lo pudo concluir porque el 24 de marzo de 1976 los militares interrumpieron el proceso institucional. “La piba de mano a mano” murió el 21 de febrero de 1990.

Jorge Valdez

 Nació en Buenos Aires, en el barrio de Villa Urquiza, el 27 de enero de 1932. Desde muy pibe se interesó por la música y sus primeros lucimientos en la radio no fueron como cantor sino como pianista, Sin embargo, a principios de los años cincuenta, el muchacho ya sabe que su destino será el canto. Es afinado, tiene muy buen gusto y empieza a ensayar en esos años lo que luego serán sus célebres “fiattos falseteados”, un recurso que transformará en una marca registrada.
Ingresa a la orquesta de Juan D’Arienzo en 1957 con Mario Bustos y en reemplazo de Alberto Echagüe y Armando Laborde. En mayo de ese año, graba algunos de sus éxitos, como son “Andate por Dios”, “La calesita” y el bolero “Reloj”. Valdez va a estar casi ocho años con D’Arienzo. En ese período, grabará alrededor de ciento veinte temas, entre los que merecen destacarse algunos tangos que hoy son clásicos de su repertorio: “Marinera”, “Hasta siempre amor”, “Remembranzas” o “Estrella”. Con Mario Bustos, interpreta uno de los grandes éxitos de ese tiempo: “Baldosa floja”, la milonga de Julio Bocazzi, Dante Gilardoni y Florindo Sassone.
“Amor de verano”, grabado en 1964, será su último tango en su ciclo con el Rey del Compás, para muchos su momento de oro como artista. A partir de esa fecha, iniciará su ciclo de solista acompañado por diferentes orquestas, entre las que merecen destacarse la del maestro Osvaldo Requena, con quien graba, entre otros temas, “Gricel”, “En esta tarde gris”, “Carrillón de la Merced”, “Verdemar” o “Nubes de humo”. Otros de sus momentos significativos transcurrirán con Alberto di Paulo. “Barrio de tango”, “Fuimos”, “La vi llegar” o “Mimí Pinsón” son algunos de los temas interpretados en ese período.
Con Jorge Ragone integró la troupe de embajadores del tango y recorrió América Latina. En Bogotá, el cantante Raúl Iriarte, devenido en empresario de la noche, lo convoca una temporada junto con Juan Carlos Godoy, Oscar Larroca y Jorge Ortiz. No es el cantor de los mejores tiempos de D’Arienzo, pero lo que le empieza a fallar de voz le sobra en cancha para lucir su talento. A las giras por Latinoamérica, se suman las excursiones a Europa y luego a Australia, donde será aclamado de pie en los escenarios de Sydney y Melbourne.
En abril de 1990, después de una actuación en La Plata, sufre un accidente en la autopista. Fue a la madrugada y seguramente el que manejaba tenía unas cuantas copas de más. Se llevaron por delante un guardarrail a la altura de Dock Sud. Valdez ingresó desvanecido al hospital, pero en la ocasión murieron dos de sus amigos. Él no sufrió heridas graves, salvo un corte profundo en la lengua, por lo que su carrera de cantor en ese momento pareció llegar a su fin.
Amigos y admiradores manifestaron la solidaridad con su desgracia y lo estimularon para que se recuperara. Le costó mucho hacerlo. Ejercicios vocales, cursos de reeducación de la voz, sesiones interminables con especialistas. No le resultó fácil recobrarla, pero finalmente lo hizo. A mediados de los noventa reapareció en “El rincón de los artistas” ese templo del tango ubicado en Álvarez Jonte y Boyacá. Una multitud de seguidores se hizo presente esa noche para hacerle el aguante al ídolo.
A sus condiciones de cantante, Valdez le sumó las de compositor. Dos temas grabados en su momento por D’Arienzo merecen destacarse: “Por favor no vuelvas” y el tango escrito por Santiago Odamini, “Olvidemos todo”.
La muerte de su mujer lo hundió en un pozo depresivo del que nunca pudo reponerse. Seguía siendo convocado por los empresarios de la noche y asistía a las citas, pero ya no era el de antes, su tristeza era profunda y persistente. Una dolencia hepática obligó a internarlo en el sanatorio de Colegiales, donde falleció el 21 de febrero de 2002. Tenía setenta años y medio siglo en los escenarios. Su última actuación la realizó en Tucumán, pocas semanas antes de su muerte. Jorge Valdez descansa en el panteón de Sadaic en el cementerio de la Chacarita. Yo por lo pronto sigo disfrutando con “Adiós Chantecler” y con ese tango bello y triste que se llama “No llores por favor”, de José Luis Ricardi y Alberto Longo, grabado con D’Arienzo en 1961.

martes, 31 de enero de 2017

Sol, playa, y mucho tango en Monte Hermoso


Gaby 
El 17 de febrero comenzará la cuarta edición del Festival Nacional de Tango de Monte Hermoso con el auspicio de la Municipalidad de Monte Hermoso, la coordinación de la Secretaría de Tercera Edad a cargo de José Abraham y la dirección del escritor y productor cultural José Valle.
Las actividades iniciarán el viernes 17 a las 18 hs en el Centro de Convenciones donde tendrá lugar la Apertura Oficial con palabras del Intendente Marcos Fernández. Se ofrecerá la charla “Mitos y leyendas” sobre Carlos Gardel y Alfredo Le Pera por Carlos Benítez, Presidente del Círculo Gardeliano de Bahía Blanca, Francisco Cabeza (miembro del CGB) y José Valle (Presidente del Centro de Estudios y Difusión de la Cultura Popular Argentina). Asimismo, actuará Rodolfo Behrens interpretando temas de su último disco Tributo a Carlos Gardel.
Trío Polizzi
El mismo viernes, a las 19.15 se reemplazará la plaqueta Centenario Aníbal Troilo, sita en Peatonal Dufaur y Costanera, y desde las 20 hs habrá una clase de baile gratuita y exhibición por Corrie Marcone y Enzo Somoza en Peatronal Dorrego.
Concluyendo la jornada inaugural, en la misma peatonal y a partir de las 21 hs podrá disfrutarse de Show y Milonga con el Trío de Juan Carlos Polizzi, «Los purretes de Dorrego» grupo de Danza Tango Municipal de Coronel Dorrego y el cantante Jorge Nacud, ganador del Certamen Roberto Achával 2016. Al promediar la milonga se hará entrega de premios a las parejas de baile más sobresalientes de la pista.
El sábado 18 a las 19 hs en Peatonal Dorrego habrá exposición de monedas antiguas del coleccionista Juan Cruz Rodríguez, miembro del Centro Numismático Bahiense. Desde las 20 hs, en el escenario de la misma peatonal, Suma y Sigue presentará «Tanguera», obra de teatro a cargo de la Directora Flavia Majluf. Seguidamente, a las 21,30 hs, la Orquesta Bahía Blanca Tango con la voz de Pablo Gibelli, el ballet dirigido por Ana Benozzi y el Coro de la Universidad Nacional del Sur ofrecerán un show homenaje a Mariano Mores.
Corrie Marcone y Enzo Somoza 
Como broche de oro para estas tres jornadas tangueras teñidas de sol y mar, el domingo 19 a las 21 hs en Peatonal Dorrego el grupo de Tango Monte Hermoso Baila y Tango Dorrego Baila presentarán «Cabaret» a cargo de los profesores Corrie Marcone y Enzo Somoza. La cantante Gaby “La voz sensual del tango” presentará su exitoso espectáculo “La morocha” de gran repercusión en la costa atlántica durante su gira estival 2017. Y, finalmente, habrá milonga popular hasta que las velas no ardan.
En caso de lluvia las actividades programadas al aire libre se realizarán en el Centro Cultural Monte Hermoso.
Monte Hermoso se ubica en la zona sur de la costa atlántica bonaerense. El balneario se encuentra a 105 km. de Bahía Blanca y a 630 km. de Buenos Aires.
Destino veraniego por excelencia, la ciudad de Monte Hermoso explota en propuestas y satisfacciones cada temporada. Extensas playas de arenas doradas preludiando la inmensidad de las aguas aturquezadas, sombrillas y reposeras por doquier, y espacios propicios para el desarrollo de los más apasionantes deportes, le dan ese toque juvenil y divertido que absorbe incluso familias.
Las playas constituyen el principal atractivo turístico de Monte Hermoso, destacándose por su extensión de 32Kms.-limitada a un lado por el Partido de Coronel Rosales y al otro por la desembocadura del Río Sauce Grande en el Océano Atlántico-, y por sus corrientes carentes de aguas contaminadas y declives pronunciados. Pero si hay algo característico de estas playas paradisíacas, eso es la orientación geográfica de su tendido, la cual permite que el sol salga y se ponga sobre el mar.Debido a su ubicación geográfica Monte Hermoso tiene la característica de ser uno de los pocos puntos de la costa donde el sol sale y se pone sobre el mar.

viernes, 20 de enero de 2017

Hoy, Elías Alippi cumpliría 134 años

Fue un reconocido dramaturgo, empresario teatral, actor, director de cine y teatro argentino. Se le recuerda asimismo como un excelente bailarín de tango. Tenía el apodo de "el Flaco".
Alippi -en verdad se llamaba Isaías- era hijo de un talabartero italiano, de origen sefardí, que ansiaba verlo abogado. Pero al muchacho lo atraía más el escenario. Se presentó a Jerónimo Podestá y cuando éste le preguntó qué sabía hacer, contestó: "Bailar tango". Y fue en ese carácter que dos días después se floreaba con cortes y quebradas en "Justicia criolla", una "zarzuela porteña" de Ezequiel Soria. Durante cinco años trabajó sin cobrar sueldo y tan sólo cuando por casualidad debió reemplazar de apuro al protagonista de "Caín", de García Velloso, empezaron a pagarle sesenta pesos por mes.
Se inició en el teatro en 1903 en el teatro Comedia de Buenos Aires con la compañía del gran actor Jerónimo Podestá. Formó su propia compañía a la que se integraron Francisco Ducasse, José González Castillo, Miguel Ligero Rodríguez, Héctor Quiroga, Carlos Morganti entre otros con los cuales había interpretado sainetes como, por ejemplo, El camarín de Bermúdez de Roberto Cayol en el teatro Moderno en junio de 1915.
Fue con Carlos Gardel al Brasil en 1915, fracasó y volvió sin dinero.
Formó la "Compañía Tradicionista Argentina" que con la dirección de José González Castillo representó en el teatro San Martín, a fines de 1915, Juan Moreira, Santos Vega y Martín Fierro con el aporte del dúo Gardel—Razzano y sus canciones y el mismo Alippi que escribió varios tangos.
En 1916 se le unió Enrique Muiño con el que forma la compañía Muiño-Alippi que se convertiría en uno de los rubros más importantes del teatro popular.
Entre las piezas que representaron pueden citarse los sainetes La taba del querer de Carlos Schaeffer Gallo en el teatro Nuevo durante la temporada de 1916, Las entrañas del lobo de Carlos De Paoli el 28 de enero de 1916, Los novios de Genoveva de Alberto Vacarezza en el teatro Nuevo el 10 de noviembre de 1916, El candidato del pueblo de José Antonio Saldías el 5 de julio de 1917 y Avanti Foot-ball club de Juan Fernando Camilo Darthés y Carlos Santiago Daniel el 22 de marzo de 1918.
En 1918 Elías Alippi, que tenía a su cargo la puesta en escena del sainete Los dientes del perro de José González Castillo y Alberto T. Weisbach tuvo la idea de presentar en escena un cabaret con la actuación en vivo de la mejor orquesta del momento, la de Roberto Firpo, ejecutando tangos y a propuesta de Gardel, de quien era muy amigo, incluyó el tango Mi noche triste de Samuel Castriota y Pascual Contursi para que lo cantara Manolita Poli, una actriz de 19 años, hija de padres zarzueleros. La pieza se estrenó el 20 de abril de 1918 en el teatro Esmeralda (llamado luego teatro Maipo), se mantuvo toda la temporada y fue repuesta al año siguiente. El factor principal de tal éxito fue la incorporación del tango a la pieza teatral y, en especial, el aplauso que el público brindó a Mi noche triste.
La compañía también representó el 26 de abril de 1918, Premios a la virtud de Ulises Favaro el 30 de 30 de julio de 1920, El testamento de Fausto de Miguel Escuder el 23 de diciembre de 1921, Pepita de oro de Roberto Cayol el 15 de mayo de 1924. También El debut de la piba de Roberto Cayol en 1916, Los bailes de la famosa de Roberto Cayol en 1917, Chacarita de Alberto Vacarezza en 1924, La familia de don Giacumín de Alberto Novión en 1924, entre otros.
Produjo muchas piezas, entre las cuales se cuentan El Indio Rubio; El Dolor Ajeno, con José de Lara; ¡Viva la República!, con Maroni y Sanromá; Hay que hacer algo por la revista con Maroni y Alberti; Mi mujer quiere casarse, El conventillo de las catorce provincias, El cantar de los tangos, La borrachera del tango, Tarantini y Cía., con Antonio Botta; Con esta... sí, Atención al fogonazo, Hasta el San Martín no para, con Pascual Contursi, Telones y Bambalinas y Del tango al Charleston.
Debutó en el cine mudo actuando en Tierra baja (1912) y Mariano Moreno y la Revolución de Mayo (1915). Ya en el cine sonoro o hizo en varias películas, entre ellas Cadetes de San Martín (1936), Viento Norte y Así es la vida. También en El mejor papá del mundo; Medio millón por una mujer, con Eva Franco y Callejón sin salida, con Maruja Gil Quesada.
En la película Se llamaba Carlos Gardel rodada en 1949 o sea después de la muerte de Alippi se insertaron escenas que había filmado el mismo.
En 1941 un grupo de artistas se reunía habitualmente en el café El Ateneo ubicado en Carlos Pellegrini y Cangallo (hoy Teniente General Juan D. Perón) de la ciudad de Buenos Aires que estaba desocupado, integrado por Enrique Muiño, Elías Alippi, Francisco Petrone y Ángel Magaña así como el director Lucas Demare.
Enrique Faustín (h), que trabajaba en una empresa cinematográfica, que también concurría a las reuniones trajo el proyecto de formar una productora que trabajara en cooperativa al estilo de los Artistas Unidos de los Estados Unidos y al ser concretada fundaron la misma el 26 de septiembre de 1941 con el nombre de Artistas Argentinos Asociados Sociedad Cinematográfica de Responsabilidad Limitada.
Proyectaron filmar La Guerra Gaucha en la cual Elías Alippi iba a actuar en el papel del capitán Del Carril pero como enfermó de cáncer y no estaba en condiciones de sobrevivir a las duras condiciones de la filmación sus compañeros, no queriendo reemplazarlo en vida, postergaron la filmación con una excusa y recién la hicieron luego de su muerte, ocurrida el 3 de mayo de 1942. En su homenaje en la ciudad de Buenos Aires lleva el nombre de “Elías Alippi” la plazoleta ubicada en Av. Estado de Israel, Lambaré y Guardia Vieja, así como una calle de la misma ciudad


jueves, 19 de enero de 2017

Edmundo Rivero

"Un día cayó en mis manos La Iliada, de Homero; me la leí de un tirón, como una novela de aventuras, y me gustó tanto que decidí trasladar algunos de sus pasajes a las sextinas criollas. Cuando le puse una música de milonga pampeana y se la canté a la barra de la esquina sentado en el cordón de la vereda, mi Homero se parecía terriblemente a José Hernández..."
Apoltronado en un mullido "bergére" de su casa de la calle Bulnes, Edmundo Rivero rememora su infancia en el barrio de Saavedra, mientras se repone de las efusividades recibidas durante su recital de la semana pasada en la sala del Teatro Payró, que convocó a multitudes fervorosas.
El 8 de junio de 1915, en Avellaneda, don Máximo Aníbal Rivero, un jefe ferroviario, escuchó por primera vez la voz ronca de su tercer vástago, Edmundo Leonel, pero no presintió que con el correr de los años habría de transformarse en el último gran intérprete del tango, una especie de puente entre las jóvenes generaciones y aquellas otras que conocieron el suburbio bravo y, tal vez, el mitológico Barrio de las Ranas.
Don Máximo y su mujer, Juana Duró, se marcharon a Moquehuá pocos meses después del nacimiento de Edmundo y regresaron a Buenos Aires cuando éste acababa de cumplir seis años. Por ese entonces la familia contaba con otros dos hijos: Aníbal y Eva.
"Como Belgrano —memora Rivero—, Saavedra en ese entonces era un lugar de veraneo." Por allí vivía también su tío Justo Duarte, un contador general de la Casa de Gobierno, aficionado a la música y al canto, cuyas tertulias reunían a poetas y cantantes. Otro tío materno, Ángel Duró, en cuanto Edmundo supo leer lo puso en contacto con la literatura: Almafuerte, Lugones, Espronceda, Núñez de Arce y, más tarde, Edgar Allan Poe.
"Cuando alargué mis pantalones —dice el cantor, mientras se acaricia su carota de mascarón de proa con una mano terrible—, ya era un consumado guitarrista y comenzaba a hacer mis incursiones por las incipientes radios de entonces," Las radios se llamaban Buenos Aires, Cultura, Brusa y Belgrano, los espacios a duras penas se vendían y los locutores cedían con generosidad los micrófonos a los jóvenes aficionados diciéndoles: "Muchachos, hagan lo que quieran". En retribución, los adolescentes recibían paquetes de cuerdas para sus guitarras u órdenes para retirar mercaderías en los comercios de los contados avisadores. En los comienzos de la década del 30, Rivero había formado un dúo con su hermana Eva y otro con su hermano Aníbal. Con la primera transmitían música popular por los micrófonos de Radio Cultura; con el segundo, interpretaban en guitarra música culta, "sobre todo española", a la hora del té en el Alvear Palace Hotel. Por la mañana, concurría al Conservatorio Nacional donde el maestro Marcelo Urizar le revelaba los secretos de Sor y Tárrega y, de paso, tomaba lecciones de canto. Pero Rivero todavía no era un intérprete sino, bajo su nombre de Leonel, un simple acompañante de Nelly Omar y Francisco Amor.
"La guitarra no me sirvió solamente para ganarme la vida —comenta—, sino que también fue una llave dorada que me abrió las puertas más increíbles." Una de ellas daba a los bajos fondos, a los cafetines y bares dudosos, frecuentados por gente brava, respetada y temida. Allí. aprendió Rivero los secretos del lunfardo, un idioma secreto que se sirve de palabras, gestos y ademanes. Y aclara: no hay que confundir el "lunfardo" con el reo". El "reo" es el idioma del hombre de barrio, del orillero honrado, con el que nombra las cosas de su oficio, sus diversiones. El lunfardo es la jerga del lancero, del escruchante, del punguista; un idioma subyacente que se construye a base de metáforas, por traslaciones llenas de imaginación.
"Pocos saben —pontifica Edmundo, con cierto orgullo académico— que la palabra «gayola», con la que se designa la cárcel, proviene del humilde gallo, símbolo de la policía, que todo agente lleva en su chapa." Después, se extiende en consideraciones sobre la morfología lunfarda, la incorporación de términos de otras germanías extranjeras, y la dinámica de la llamada "lengua verde". "Los términos viajan de un país a otro porque los «lunfas» viajan", sentencia. Y expone el caso de "rastacué", una palabra utilizada por Gardel en una de sus milongas, que no es sino el "rastaquouére" de los franceses, el "rastacueros" (arrastra cueros) con que el español denomina al fanfarrón venido a más. La palabra viajó a Francia de ida y vuelta, cambió su ortografía pero no su semántica. Y Rivero propone el estudio de otra semántica lunfarda: la de las señas y los signos. "Hasta ahora mucho se ha hablado del sentido, y evolución de las palabras 'lunfas' pero muy poco se ha dicho del lenguaje silencioso que se habla con las manos, y los ojos", observa, con un dejo de reproche. Y cuenta una anécdota; un día visitaba una cárcel ("siempre voy a cantar a los presidios") y se entretuvo conversando con un veterano del hampa que se quejaba del trato dado a los detenidos en las "leoneras", las celdas colectivas donde llegan a hacinarse hasta más de cien personas, cuando su capacidad es para cincuenta. "En ese instante pasó otro preso —recuerda el cantor— y el viejo «lunfa» farfulló: 'Dequerusa, la prensa'. Yo me pasé el dedo índice por la mejilla derecha y él me contestó 'Isolina'' Y traduce el diálogo: "Atención, que pasa un informante, un soplón; ¿Seguro? Sí, seguro".
El lenguaje de los signos también se basa en un juego de metáforas sobreentendidas: pasar el dorso de la mano por la mejilla es calificar a un tercero de "cafishio", de "cara limpia", o "cara afeitada", un elemento de pulcritud y aliño que distingue a los explotadores de mujeres. "Ropa tendida", es decir un desconocido peligroso, se expresa al recorrer lentamente la solapa con el pulgar y el índice (un extraño se interpone entre los dos interlocutores como la ropa tendida).
"Quizá, alguna vez, cuando quede vacante un sillón en la Academia del Lunfardo, si me eligen, voy a escribir una amplia comunicación acerca del lunfardo de los signos", promete el cantor. Ahora, en el libro que prepara sobre la fisiología de la voz y las técnicas de su emisión aplicadas al canto, ha agregado una tercera parte donde explica muchos giros y términos lunfardos empleados en las 24 canciones que ha grabado en ese dialecto. Pero no quiere decir mucho: "Es peligroso —aclara— porque a la gente del hampa no le gusta que develen sus claves." Y cuenta que varias veces recibió llamados telefónicos advirtiéndole el peligro que significa "avivar a los giles".
Aquí, interrumpe su disertación y prefiere volver a los recuerdos de sus primeros tiempos. "A veces —y entrecierra los ojitos perdidos sobre la vasta nariz—- nos entreteníamos con un amigo de Belgrano, Benjamín Achával, en llamar por teléfono, a un número elegido al azar, y si respondía una voz de mujer le dábamos una serenata." Una tarde, después de la canción, una voz de hombre le propuso a Rivero cantar con su conjunto: era Julio De Caro. "En lugar de levantar una mina me levanté una orquesta", se ríe el cantor, con ecos de gargarismo. Después de narrar sus andanzas con Julio y José De Caro, explica cómo, durante cinco años, se convirtió en un aplicado oficinista del Servicio Administrativo del Arsenal de Guerra, hasta que la tentación de la vida bohemia comenzó de nuevo a rondarlo: Emilio Karstulovic, ex corredor de autos y propietario de la radio La Voz del Aire y de la revista "Sintonía", le propuso un programa.
El día de su debut recibió una llamada telefónica de una admiradora que le dejó su número: era Carmen Duval, la mujer de Horacio Salgan, y lo invitaba a su casa porque su marido quería escucharlo. "La música de Salgan, sus orquestaciones, en esa época eran revolucionarias —comenta Rivero—, y yo tenía una voz de bajo, cosa inaudita en un tiempo donde todos los cantores de tango exhibían registro de tenor." Las audacias de Salgan y la voz de su cantor impidieron que el conjunto se afincara definitivamente en un local, y tuvieron que ambular por confiterías y cafetines. Casi siempre el dueño del local protestaba luego de la primera noche: "Lo que hace ese director no es tango y para colmo tiene un cantor enfermo del pecho". "A Salgan lo tomaban con la condición de que yo no cantara —se pone nostálgico Rivero—, pero él me defendía."
Por ese entonces las editoras de discos comenzaban a tener ventas masivas y el público terminó por doblegar el empecinamiento de los empresarios: todas las noches, cuando Edmundo cantaba en el Jardín de Flores, ya lo seguía una legión de fieles devotos. Precisamente, una noche de 1947, Aníbal Troilo le propuso ingresar a su orquesta. Allí permaneció hasta 1950.
1953, para Rivero, es el año de su despegue: giras por el interior, suculentos contratos en las radios y en la televisión. En 1959, viaja a Europa y actúa en Madrid durante siete meses. En 1965 forma parte de una embajada artística que recorre los Estados Unidos; hace dos años, visita todas las ciudades importantes de América latina; en enero descubre el Japón.
Cuando habla de las ciudades orientales, el entusiasmo lo multiplica en ademanes exagerados, casi amenazadores para quienes están al alcance de sus manoplas. "En el Japón —cuenta— hay una sociedad, la «Suivu Kai», cuya traducción es, aproximadamente, «La reunión de los miércoles». Sus filiales reúnen a veinte millones y se denominan «Los maniáticos del tango», «Corrientes y Esmeralda», «Los locos del compás», «Buenos Aires». Todas las semanas sus afiliados estudian castellano una hora, para poder comprender las letras de nuestras canciones, discuten sobre estilos porteños de interpretación y hacen fervorosas apologías de nuestros cantores, algo así como lo que, en escala menor, pasa en nuestro país con los fanáticos del jazz."
Para explicar tanto fervor por el tango, Rivero esboza una teoría: la cultura nipona está tan cargada de símbolos, que un arte sencillo y sentimental seduce a los japoneses. Después lanza un amargo reproche: "Si los gobiernos se dieran cuenta de que nuestra música es uno de los medios de penetración más fuertes en el extranjero, quizá nuestras relaciones exteriores se harían en el compás de 2 por 4". A fin de agradecer las abrumadoras atenciones recibidas en el País del Sol Naciente, Rivero acaba de componer un tango titulado "Arigató, Nipón, Arigató" (Gracias, Japón, Gracias), lleno de palabras japonesas.
Pero no sólo en el Extremo Oriente el tango provoca temblores populares; en Bogotá; la capital de Colombia, se inaugurará en breve la plaza Carlos Gardel, y Rivero está invitado. "No podré ir —comenta—, pero enviaré una cinta grabada." En cambio, aceptó la invitación del Embajador argentino en Washington, Alvaro Alsogaray: a partir del 13 de julio, Edmundo ofrecerá allí una serie de recitales.
Pero, a pesar de su popularidad, no cree tener una comunicación directa con su público. "El disco, la radio, la televisión, son formas intermedias. Las actuaciones en clubes nocturnos, en bailes, muchas veces no tienen la continuidad necesaria." Y predica la necesidad de que algunas salas teatrales conviertan en hábito la sana práctica del music-hall, a la manera del Palladium londinense.
Mientras esta práctica, iniciada por el Regina con María Elena Walsh, se vuelva una costumbre, Rivero se propone abrir un local en San Telmo: "Será una galería de arte, una librería y una sala pequeña para un auditorio reducido", anuncia. Pero se niega a servir bebidas y mucho menos comida, no por puritanismo, sino porque "cuando la gente bebe o come no tiene el recogimiento necesario para escuchar a los intérpretes. Es cierto, pero ¿quién se resistiría a oír con atención al último heredero de Bettinoti, de Ezeiza, de Villoldo, al postrer trovador de Buenos Aires?
PRIMERA PLANA
4 de junio de 1968