Mostrando entradas con la etiqueta Enrique Cadícamo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Enrique Cadícamo. Mostrar todas las entradas

martes, 11 de septiembre de 2018

Murió el cantor de tangos Horacio Molina

Fue la propia Juana la que confirmó la noticia en su cuenta de Facebook. "Hoy se murió papá. Justo el día del maestro", lamentó la artista. "Papá, además de enseñarme el amor por la música y el consecuente baile, me enseñó a observar y asimilar, a criticar, viendo primero la viga en el propio ojo, a leer entre líneas, a ver más allá de lo que se ve y a desarrollar la intuición, la mejor manera de conocer el mundo".
H. Molina y el polaco Goyeneche
Horacio Manuel Molina había nacido el 2 de septiembre de 1935, y comenzó a cantar tangos en la década del ´60 cuando en Buenos Aires estallaba el rock nacional.Sobresalió por su delicadeza de su voz para entonar, y decir cada estrofa, y lo hizo de otra manera e impuso su estilo.
"Me parece original, de insuperable afinación y de una sensibilidad especial. Si bien, como dice un amigo, después de Gardel todo es un problema de gustos, yo me permito definir a Horacio, como un intérprete distinguido, sobrio, elegante, que canta como hay que cantar el tango, a media voz, sin estridencias", lo definió el historiador tanguero Ricardo García Blaya.
El escritor y productor cultural José Valle lo definió " un cantor intimista, notable, exquisito. Su interpretación de Rubí de Enrique Cadícamo y Juan Carlos Cobián, es magnífica"
"Tenía cinco años y ya entonaba Sueños del pibe —contó en una entrevista de 2004— En mi casa había tres radios… era una escucha de radios que sintonizadas los cuatro programas donde pasaban a Gardel. Aprendía las canciones como un chico estudia un idioma".
R.Gropo, E. Riera, Gaby, H.Molina y J. Valle

Confeso gardeliano fue coleccionista y estudiosos del Zorzal porteño. "Gardel abrió una llave en mi alma, por eso guardo tanta información sobre él. Conozco sus versiones, sus fraseos, cómo respira y hasta cuando se equivoca", aseguró .
Nacido en Necochea , fue hincha de San Lorenzo y solía visitar las tribunas los domingos y cuando alguna señorita le quitaba el sueño no dudaba en pararse en una esquina y expresar su amor interpretando boleros.
Cuando joven iba a divertirse a los carnavales, pero no bailaba porque se sentía "pata dura" y se autodefinía como "tímido y un romántico total".
Conoció a la actriz Chunchuna Villafañe cuando estudiaba arquitectura, nació el amor entre ellos y tuvieron dos hijas, las actrices Juana Molina e Inés Molina.
Grabó más de doscientos títulos y compuso obras en colaboración con Eladia Bláquez (Lo vivido), Carlos Barocela (Nuestro refugio, Mi ciudad), Albino Gómez (Quiero contarle al viento)y Teresa Parodi (Corazón de pájaro).
Su primer disco fue Te esperaré mañana (CBS – 1967), siguió Por los amigos (CBS-1976), siguieron Volver para el mismo sello en 1977, Tangos (1984) y
Hoy (1987).
En la era digital quince CD, entre ellos una exquisita interpretación de Alfredo Le Pera, Alfredo Le Pera por Horacio Molina (2010) e impactó con Nosotros: En vivo, un trabajo invaluable en dupla con Amelita Baltar, en el mismo año, solo por citar algunos.
Fue miembro de la Academia Nacional del Tango.



martes, 17 de febrero de 2015

La legendaria actriz y cantante Tania

 La cantante –cuyo nombre era Ana Luciano Divis: su apodo era el anagrama del diminutivo “Anita”– nació en Toledo, España, el 13 de octubre de 1900 y llegó a la Argentina en 1924. Se definía entonces como una “decidora” de la música rioplatense. Luego de su arribo con la Troupe Ibérica, contratada por el Teatro Casino, decidió quedarse.
Su carrera había comenzado mucho antes. A los 12 años, y como su hermana era cantante de operetas, se entusiasmó en seguirla, por lo que estudió canto y baile. A los 18 ya tenía su compañía de varieté, con la que recorrió Barcelona, Alicante y Madrid. Entonces le decían “la Lucianito” y su nombre artístico se fue modificando a Tania Visdi, luego Tania Mexican y finalmente Tania, cuando ya caminaba las calles porteñas y el destino la había enfrentado con Discépolo. Sin embargo, Tania no pasó de canciones como “La violetera” y “Agua que no has de beber” al tango por influencia de Discepolín. Un tiempo antes, de gira por Brasil, fue animada por el guitarrista Mario Pardo: su debut con la música ciudadana se llamó “Fumando espero”. Tanto éxito tuvo con ese tango que volvió a Buenos Aires para actuar en el Chantecler. 
Su consagración como artista y su gran amor le llegaron cuando cantaba en el Follies Bergère porteño “Esta noche me emborracho”, con la orquesta de Roberto Firpo. El autor, Discépolo, fue a escucharla por curiosidad: no se imaginaba a aquella gallega entonando sus estrofas. Los presentó José Razzano, el compañero de Carlos Gardel: ella recordaba que el compositor “era diferente de los ricachones que poblaban las noches de champán y caviar de los cabarets”. En su departamento de Córdoba y Callao, donde recibían a Aníbal Troilo, Osvaldo Miranda, Enrique Cadícamo, Homero Manzi, Pepe Arias y Francisco Canaro, Discépolo dio vida a “Yira Yira”, “Cambalache”, “Uno” y “Alma de bandoneón”. Mientras, actuaba en las radios Del Pueblo, París y Belgrano, de las que pasó a El Mundo, como solista de Mariano Mores en 1945. En 1947, Discépolo la incluyó en el ciclo “Así nacieron mis anciones”, por Belgrano. Un trajinar que quedó registrado en discos de Columbia, Víctor, Odeón, Music Hall y Magenta.
A sus dotes de cantante, Tania agregó la de comediante, tanto en cine como en teatro. Filmó tres películas: El pobre Pérez (Luis César Amadori, 1937), Cuatro corazones (1939) y Caprichosa y millonaria (1940), ambas realizadas por Discépolo. La relación amor-trabajo entre ambos era tan fuerte que él siempre la incluyó en sus temporadas teatrales. Así interpretó La perrichona y Mis canciones en 1932, en 1933 actuó en Wunder Bar y en 1935 en Winter garden. Sus personajes livianos y encantadoramente distraídos, se prolongaron en otras piezas de su marido como Blum (1949) y luego en 1950 y 1951 en el Teatro Gran Splendid. Ese fue el año que concluyó la etapa junto a Discépolo, el hombre que la acercó por primera vez a los problemas sociales. Tania compartió la adhesión de su marido al peronismo y la atención a la gente desprotegida. Sufrió a su lado la persecución de la que fue objeto por sus “Mordisquitos” radiales –duras respuestas al “gorilismo” de la época– y el desprecio del que fue víctima Discépolo por su militancia justicialista. “Se desmoronó de amargura, no se alimentó más, se encerró y se dejó morir”, recordaba Tania, que asistió impotente al final del genial artista, el 23 de diciembre de 1951. La muerte de Enrique y la caída del gobierno peronista fueron golpes tremendos. Las giras por Europa y América latina la mantuvieron lejos del país hasta 1959, cuando inauguró un local al que llamó Cambalache, que sería el origen de muchos otros. En una época en que el tango no tenía un lugar privilegiado, Tania lo albergó en su reducto. Sus memorias quedaron plasmadas en un libro que escribió Jorge Miguel Couselo en 1973, pero ella transitó etapas importantes más allá de esa fecha. A partir de 1983 realizó cinco temporadas en el Teatro de la Ribera, mientras actuaba en “Botica de tango” por Canal 11. En 1998, en su cumpleaños, se le tributó un homenaje en la sede de la Asociación de Periodistas de Radio y Televisión (Aptra), donde actuó en un sketch que se llamó “El descubrimiento de América”, una alusión humorística a su longevidad, tema que la divertía. Unos meses antes había sido una de las protagonistas de un homenaje a Aníbal Troilo, cuando junto a Fito Páez y frente a casi un millar de jóvenes cantó “Uno” y “Cambalache”. 


TEXTUAL DE TANIA: “Discépolo me hacía oír lo que componía. ‘Sos pura intuición, sos como el público’, decía. Pero yo no sabía cuándo escribía sus canciones. Cuando quería componer solo me decía ‘Mami, por qué no te vas a dar una vuelta? Pero tardá, ¿eh?’.” “Ser la viuda de una leyenda es algo tremendo. Al principio es algo que comienza por halagar, pero después se torna pesado, se apodera de todo lo que hago, me ahoga. Será porque interiormente siempre tuve bien claro que antes que nada yo era Tania, y lo sigo siendo, aún con el orgullo de haber sido la mujer de Enrique Santos Discépolo.”
“Si inevitablemente se me asocia al recuerdo de Discépolo, trato de que la nostalgia no invada esos momentos. Prefiero sentirlo como una presencia, como una compañía eterna que aún está a mi lado. Será porque nos amamos, y el amor transforma todo. Por él me metí en el corazón de Buenos Aires, con el tango como excusa y telón de fondo.”
“Escribía las letras de sus tangos una y otra vez. Se paseaba por la habitación y me las leía, después casi siempre las destruía. Los únicos tangos que escribió rápidamente fueron ‘Cafetín de Buenos Aires’ y ‘Uno’, en tres o cuatro meses. Para él eso era una velocidad increíble.”
“Un día me dijo: ‘Me gustaría ser linyera, para no hacer nada’. Muchos dicen que si viviera, estaría lleno de plata. ¡Qué equivocados están! No tendría
un peso, porque no le gustaba trabajar.”
“A Gardel apenas lo conocí. Dos cositas puedo evocar. Una, su atención al acercarse al Folies Bergère para oírme cantar. Otra, una expresión que le escuché y me dejó estupefacta. Nos cruzamos en un festival: él estaba con sus guitarristas, y cuando los llamaron a escena les dijo: ‘Después de la ovación nos vamos’. Nunca volví a escuchar tal exabrupto de seguridad.”
“Al llegar acá noté que los cambios que me exigía el tango se prestaban a mi personalidad. Pero uno de aquellos señores de la sociedad porteña le dijo al empresario: ‘Si esta mina canta tangos, ¡yo me hago obispo!’. Cada vez que me encuentro con este abuelo le echo en cara su falta de palabra.”

sábado, 31 de mayo de 2014

JUAN CARLOS COBIAN “EL ARISTOCRATA DEL TANGO”

Hay, entre tantas casas perdidas en el tiempo, una que en Bahía Blanca adquiere una dimensión singular.
Estaba ubicada en calle Moreno al 300, a pocos metros de la esquina con calle Castelli, y en ella vivía, desde fines del siglo XIX, la familia de los Cobián. En ella vivió, llegado junto con su familia desde Pigué cuando tenía 3 años de edad, quien sería uno de los grandes compositores y ejecutantes más destacados del tango: Juan Carlos Cobián. Luego de completar la escuela primaria y estudiar música en el Conservatorio Williams, Cobián se marchó a la Capital Federal, para probar suerte con su pasión musical. Era apenas un adolescente, pero su nombre se grabaría para siempre entre los grandes creadores del tango. Luego de mucho trajinar, Cobián encontró un ladero de lujo en Enrique Cadícamo, con quien compuso, entre otros temas, los tangos Los Maredos, Nostalgias y La Casita de Mis viejos. Precisamente este último tema da cuenta a esta historia. Porque la letra de La Casita...fue escrita por Cadícamo en referencia a la particular historia de Cobián, quien tras alejarse de Bahía Blanca en 1913 no regresó sino luego de 22 años , para visitar a sus padres, en 1935. La historia recién se hizo pública en 1976, cuando en una nota en TV el propio Cadícamo señaló que la letra del tango estaba inspirada en ese hecho. Ese mismo año, un periodista de La Nueva Provincia se acercó al lugar para conocer la de pronto "singular" casona y solo encontró...escombros: había sido demolida unas semanas antes para dar lugar a la construcción de un edificio en altura. Para la historia, la modesta referencia histórica que al menos da cuenta al ocasional transeúnte de tan  trascendente circunstancia.

"Vuelvo vencido a la casita de mis viejos,
cada cosa es un recuerdo que se agita en mi memoria,
mis veinte abriles me llevaron lejos...
locuras juveniles, la falta de consejo.
Hay en la casa un hondo y cruel silencio huraño,
y al golpear, como un extraño,me recibe el viejo criado...
Habré cambiado totalmente, que el anciano por la voz
tan sólo me reconoció.Pobre viejita la encontré
enfermita; yo le hablé
y me miró con unos ojos...Con esos ojos
nublados por el llanto
como diciéndome porqué tardaste tanto...
Ya nunca más he de partir
y a tu lado he de sentirel calor de un gran cariño...
Sólo una madre nos perdona en esta vida,
es la única verdad,
es mentira lo demás"
(De La Casita de mis Viejos, fragmento, 1932, Cobián y Cadícamo)

Juan Carlos Cobián :fue un auténtico evolucionista del tango, tanto en su calidad de
ejecutante como de compositor. Como pianista, fue el primero en llenar con adornos en los bajos de los silencios de la melodía –procedimiento que sería luego sistematizado por Francisco De Caro-, además de su delicadeza en la interpretación.
Como compositor es, junto con Enrique Delfino, el creador del denominado "tango-romanza"; en 1917 este último produjo "Sans Souci", y Cobián, "Salomé", con los que abrieron el camino para el tango de avanzada. A tal punto fue un evolucionista Cobián que las editoriales le rechazaban sus tangos iniciales por considerarlos "mal compuestos". La realidad es que estaban muy por encima de la música popular de la época.
Nació lejos de la ciudad que lo consagró, en Pigüe (provincia de Buenos Aires), el 31 de mayo de 1896 –hijo de Manuel Cobián, español, y Silvana Coria, argentina- y ya de pequeño se sintió irresistiblemente atraído por el piano de su casa, que tocaba su hermana Dolores, cuando ya la familia estaba radicada en Bahía Blanca. Admirada por lo que los dedos del pequeño conseguían arrancarle al teclado, Dolores influyó con los padres para que lo hicieran estudiar música. Así ingresó Juan Carlos en el Coservatorio Williams de esa ciudad, donde tuvo como profesor a Numa Rossotti, quien a su vez, fue alumno de Vincent d'Indy, en París, donde llegó a estrenar la "Berceuse heroïque", de Debussy.
En 1913, ya recibido, Cobián arribaba a la ciudad de Buenos Aires, y se ganaba sus primeros pesitos como pianista en un oscuro trajín por una cervecería alemana y varios cines, en los que ponía la cuota de música al silencio de las películas.
De allí pasó a tocar con uno de los más cotizados bandoneonistas del momento, Genaro Espósito, en un trío que completaba el violinista Ernesto Zambonini, autor de "La clavada" y hombre de facón al cinto. Juan Carlos estaba en la vereda opuesta de este músico: era el típico "cajetilla" al que le bastaban sus certeras trompadas, generalmente por cuestiones de polleras, ya que siempre fue un mujeriego empedernido.
En 1916, integró un trío con Eduardo Arolas en bandoneón y Tito Roccatagliatta en violín, en el escenario del cabaret "Montmartre", que compartían con Pepita Avellaneda, la primera mujer que cantó tangos en público.
Ese mismo año era el de su servicio militar, que postergó por decisión propia y que debió cumplir forzosamente tres años más tarde, generalmente bajo arresto; no por nada compuso entonces su luego famoso "A pan y agua". Pero para entonces ya eran conocidos sus tangos iniciales: "Salomé", "El motivo", "Mano a mano" (que luego, a raíz del éxito del homónimo escrito por Gardel, Razzano y Flores, retituló "Viejo bandoneón"), "El orejano", "El botija", "La catanga", "Sea breve", "El trino", "El gaucho" y quizá algún otro.
Posteriormente, pasó a la orquesta de Arolas y luego formó trío con Ricardo González "Muchila" (bandoneón) y Julio Doutry (violín).
Gaby,Galo y J. Valle homenaje en Pigüé
Después de algo más de un año bajo bandera en el Regimiento 2 de Infantería, obtuvo la ansiada baja y continuó con su vida normal, es decir, la que ocurría al amparo de las sombras nocturnas, entre buenos tangos, buen whisky y buenas minas.
En 1922, integró el sexteto de Osvaldo Fresedo, con el que estrenó su bellísimo "Mi refugio", en el "Abdullah Club". Meses más tarde, al retirarse Fresedo de ese escenario, el gerente de la casa le propuso formar su propio sexteto. Y así lo hizo, con Pedro Maffia y Luis Petrucelli (bandoneones), Julio De Caro y Agesilao Ferrazzano (violines), Humberto Constanzo (contrabajo) y, por supuesto, él en el piano. No le duró demasiado tiempo: en 1923 dejó todo y corrió detrás de una dama hacia los Estados Unidos.
Poco antes, Julio De Caro se había alejado del conjunto por un malentendido con el director, y se llevó a Maffia y Petrucelli, es decir, la mitad de la formación. De Caro sumó a sus hermanos Francisco (piano) y Emilio (violín) y a Leopoldo Thompson (contrabajo) para constituir el famoso sexteto que revolucionaría definitivamente la ejecución del tango.
En el país del norte, se vio obligado a tocar jazz –alternando con alguno que otro tanguito– con su "Argenine Band"; secundó al "crooner" Rudy Vallée y puso música a los sofisticado cortes –o lo que fueran– de Rodolfo Valentino.
Fue en esas latitudes donde compuso los tangos "¿Me querés?", "Ladrón", "Vení... vení" –los tres con letra del mexicano Luis Spúlveda–, el célebre "Nostalgias" y el son "Yes or no?" ("¿Sí o no?"), con versos de Al Stillman.
Otros de sus tangos son "Biscuit" (letra de F. Warley), "Los dopados" (Raúl Doblas y Alberto Weisbach, luego retitulado "Los mareados", con letra de Enrique Cadícamo), "La casita de mis viejos", "Gitana", "El cantor de Buenos Aires", "Shusheta", "Dolor milonguero", "Piropos", "Pico de oro", "Niebla del Riachuelo", "Hambre", "Rubí" (los diez con letra de Cadícamo), "Es preciso que te vayas" (Celedonio Flores), "Volvé a mi lado", "No me cortes las alas", "Has cambiado por completo" (los tres con Enrique Dizeo), "La noche de los dos", "Monedita de plomo" (ambos con letra propia) y muchos otros.
Además, Cadícamo versificó los ya mencionados "Salomé", "Viejo bandoneón", "Nostalgias" y "A pan y agua"; Pedro Numa Córdoba, "Mi refugio" y Pascual Contursi, "El motivo" (que también llevó unos versos no divulgados de Cadícamo).
Harto del whisky falsificado de los gángsters y de tener que alternar el jazz con el tango, regresó de los Estados Unidos en 1928.
Formó una orquesta que tuvo como vocalista a Francisco Fiorentino; dirigió luego, una agrupación de jazz; tocó en el Trío Nº 1, con Ciriaco Ortiz (bandoneón) y Cayetano Puglisi (violín); volvió a organizar su típica; regresó a los Estados Unidos –donde permaneció hasta 1943– y continuó, aquí al frente de su orquesta, con la que actuó en Radio El Mundo.
Luego, "se alejó de la actividad musical voluntariamente, recluyéndose en su modesto departamentito de la calle Montevideo", según recordaba ese maestro de historiadores que fue Luis Adolfo Sierra.
El 10 de diciembre de 1953, dejaba este mundo. Tenía 57 años, pero había conocido la vida como si acabara de cumplir un siglo. "¿Había algo que hacer en la tierra después de haberlo conocido todo?", dijo al respecto Enrique Cadícamo, su colaborador de siempre.

lunes, 3 de diciembre de 2012

ENRIQUE CADÍCAMO, UNO DE LOS GRANDES POETAS QUE DIO EL TANGO


Escribió las letras de unos 300 tangos, muchos de ellos famosísimos, desde "Nostalgias" hasta "Los mareados", pasando por "Garúa", "Che Papusa oí", "Anclao en París", "La casita de mis viejos", "Nieblas del Riachuelo", "Madame Ivonne" y "Al mundo le falta un tornillo", entre otros no menos famosos.
 La sola mención de estos títulos deja entrever la diversidad de su universo poético, que deambuló por un Buenos Aires épico, romántico y luminoso, pero también, al mismo tiempo, decadente y sombrío. Su origen y su educación tal vez marquen los contornos de ese eclecticismo. Nació cerca de Luján, en 1900, hijo de un mayordomo italiano. Cuando tenía 6 años, la familia --tenía 9 hermanos-- se mudó al barrio de Floresta, donde pronto comenzó a codearse con un porteñismo de arrabal (por entonces Floresta era suburbio, pero progresista) y le tomó el gusto al circo, al cine Pardal de la calle Rivadavia y al tranvía 43, que lo acercaba a sus fantasías. De adolescente consiguió un trabajo en la Dirección de Alumbrado y más tarde en el Archivo del Consejo Nacional de Educación. Era un simple escribiente, pero frecuentaban el lugar poetas como Leopoldo Lugones y Enrique Banchs, quienes --además de un compañero de oficina-- lo alentaron para que leyera a Virgilio, Horacio, Baudelaire, D'Annunzio, Stendhal y Rubén Darío.
Cuando creció, su espíritu aventurero lo llevó a las cantinas del Abasto, donde entró en contacto con otra bohemia, la de ese notable poeta lunfardo que fue Carlos de la Púa. El talento y la suerte se confabularon para alimentar estas dicotomías. Gardel le grabó "Pompas", que fue un éxito, y luego 22 canciones más. Estuvo con Carlitos el día de 1928 en que éste debutó en París, vestido de gaucho. La poética de Cadícamo tenía, por entonces, un tono similar al de otro grande, Celedonio Flores, con su mirada de crítica social y tono moralizador. Ganó mucho dinero, se hizo amigo de Juan Carlos Cobián, con quien compuso varias de sus mejores creaciones. En lugar de ir a ganar dinero a New York, se fue a gastarlo. Cuando volvió, compró una voiture de seis cilindros, empezó a vestirse con el sastre más caro de Buenos Aires, al que le hacía confeccionar cinco trajes a la vez. Fue su período "letrísticamente" romántico, el de "Nostalgias", que poco tenía que ver con sus anteriores ligeros escarceos con el lunfardo. La versatilidad de su lenguaje comenzó a disparar en nuevas direcciones, buceando en tonos evocativos a lo Homero Manzi, o en amarga melancolía como Cátulo Castillo, estéticas más acordes a la evolución del género en los años '40. Sus necesidades expresivas, no obstante, no se limitaron a la creación de letras para tango sino que, desde 1926, cuando editó su primer libro de poesías Canciones grises, comenzó a buscar otros espacios donde decir lo suyo. En la esfera literaria, la obra de don Enrique se desplegó en los títulos Los inquilinos de la noche, Luna del bajo fondo, Viento que lleva y trae, Café de camareras y Gardel en París, entre otros. Como autor teatral escribió obras como La epopeya del tango y La baba del diablo, y en el terreno cinematográfico fue autor del guión del film La historia del tango (1949), de Manuel Romero.
Artísticamente, Cadícamo quedó anclado allí. Se mostró refractario a la vanguardia de Piazzolla. Su mundo era otro, tenía su centro en la bohemia de smoking y camisa de seda que en Buenos Aires comenzaba a escasear. Siguió componiendo, pero en los últimos años su nombre apareció casi siempre ligado a merecidos homenajes. En 1987 fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, en diciembre de 1998 se le entregó el Gran Premio Sadaic de Oro y en abril de 1999 se lo distinguió como Personalidad Emérita de la Cultura Argentina. Entre estos aplausos institucionales, fue Litto Nebbia, para su sello Melopea, quien recuperó artísticamente la memoria de Cadícamo, con una serie de ediciones de discos tributo y canciones inéditas. Los cuatro álbumes, editados en 1995, sucesivamente se titularon Tangos argentinos para bailar (versiones instrumentales que rescatan el estilo de los años '40), Tangos de lengue (canciones escritas en lunfardo e interpretadas por Adriana Varela), Cobián-Cadícamo inédito y Las voces de Cadícamo (clásicos en distintas voces).
En una entrevista concedida al periodista Eduardo Rafael, Cadícamo había dicho: "Mi oficio en esta vida fue hacer cantar al pueblo. Esa es la herencia que le dejo. Lo que hice ya no es mío: es de la gente. Que la gente haga de ella lo que quiera". Es probable que haya escrito su testamento mucho antes, en 1931. Por entonces escribió en Barcelona "Anclao en París". Lo envió a París, donde Gardel lo grabó y lo convirtió en un hit (término que a Cadícamo no le gustaría). El tango decía algo así como: "Tirao por la vida de errante bohemio (...) Curtido de malas, cargado de premios (...) quién sabe una noche, me encane la muerte y chau, Buenos Aires, no te vuelva a ver".

viernes, 3 de agosto de 2012

Celedonio Flores el Poeta de Pugilandia


Junto a los nombres de Enrique Cadícamo, Enrique Santos Discépolo, Pascual Contursi y Gerardo Matos Rodríguez, dio realce a una época en que la poesía popular pasó a ser parte de la cultura ciudadana del Río de la Plata.
Nació en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires, para ser más exactos en la calle Corrientes y Talcahuano, en el año 1896, pero al poco tiempo se mudó al barrio de Villa Crespo, donde vivió gran parte de su vida, y donde desarrolló su gran obra poética.
Era muy común verlo por las madrugadas sentado en una mesa de la famosa lechería “La Pura”, del barrio de Villa Crespo, escribiendo sus poemas o simplemente charlando con sus amigos.
Pero no solamente las letras fueron su pasión, sino que llegó a ser un gran boxeador de la categoría liviano, llegando a disputar la final del campeonato argentino amateur usando el sobrenombre de Kid Cele. Lamentablemente fue derrotado en esa final por el que fuera campeón y cuyo nombre era Mario Reilly.
También el periodismo lo tuvo entre sus filas, ya que Celedonio trabajó en distintas redacciones y revistas, y en una de ellas en el diario “Ultima Hora”, ganó un concurso litarario con un poema denominado “Por la pinta”. Como consecuencia de dicho concurso conoce a Carlos Gardel que le propone ponerle música a sus versos, y es así como nace el tango “Margot”.
Una anécdota muy simpática es que ni Gardel ni su compañero Razzano, creían en la legitimidad de la autoría de los versos de Celedonio ya que éste era muy jovencito, pero cambiaron de parecer cuando vieron que guardaba en sus bolsillos, unos papeles arrugados con unos manuscritos en los que se podían leer la letra del tango “Mano a mano”.-
Además Celedonio Flores, tenía todos sus versos recopilados en un libro que tituló “Flores y yuyos”.-
Fue tanta la aceptación de los tangos de Celedonio por Gardel, que el “divo” le llegó a registrar 21 grabaciones, entre las que podemos destacar “ Mano a mano”, “El bulín de la calle Ayacucho”, “Atenti Pebeta”, “Muchacho”, “Tengo Miedo”, “Viejo Smoking” y varias más.
La mayoría de sus versos reflejan personajes u objetos de la vida cotidiana. Su modo de escribir es recitarle a “alguien”. En “Mano a mano” le canta a la “percanta que me amuraste en lo mejor de mi vida”, en “ Corrientes y Esmeralda” le habla a la famosa esquina de Corrientes angosta, con sus guapos, minas, curdelas y cabarets’; //esquina porteña, vos hiciste escuela///en una mélange, de caña ,gin fizz/// pase inglés y monte, bacará y quiniela/// curdelas de caña y locas de pris////…
En “Muchacho’, lo ataca al niño bien cuando le dice ////muchacho, que por que la suerte quiso, vivís en un primer piso de un palacete central//// que para vicios y placeres, para farras y mujeres, disponés de un capital//////….
En “Viejo Smoking”, lo hace lucir a Gardel cuando dice ////Viejo Smoking de mis tiempos, en que yo tambien tallaba,//// cuantas papusas garabas en tu solapa lloró///..
En fin, Celedonio Flores fué realmente un poeta de su pueblo y para su pueblo, y nunca se apartó de los cánones de la literatura popular, ya que todos sus personajes formaron parte de su vida cotidiana y sus versos fueron abastecidos del idioma “lunfardo”, idioma que él y su entorno practicaban asiduamente. Por eso insisto que Celedonio fué parte de un estilo de vida que ya no se practica más, porque ya no existe nada de lo que él vivió y sintió y se inspiró para escribir, porque eso es solamente historia de una ciudad, sus barrios y sus personajes que nunca más tendrán reposición.
Celedonio Flores, murió en el año 1947, dejando esa preciosa obra inculcada en la lírica porteña. Cuando en un reportaje le preguntaron como creaba sus éxitos, respondió: «Busco un pedazo de vida, la vivo intensamente en mi interior, la tomo en serio y despacito, y con cuidado, y voy haciendo el verso. Como he vivido un poco, como he dado muchas vueltas, como conozco el ambiente canalla, tengo la pretensión de vivir mil personajes. No soy de los que creen que el tango cómico sea la expresión de lo que siente el pueblo; sabemos todos que el tango es triste, como toda la música de nuestra tierra

lunes, 16 de julio de 2012

Enrique Cadícamo

Poeta y compositor. Nació con el siglo, el 15 de julio de 1900, en una estancia de Malcolm, cerca de Luján provincia de Buenos Aires en la que su padre oficiaba de mayordomo. 
Décimo hijo de familia de inmigrantes italianos. a los seis años la familia se traslada a Floresta, tras un fugaz paso por Luján. En su juventud en 1918 trabajó en el Consejo Nacional de Educación junto con Leopoldo Lugones.Compuso con el seudónimo de Rosendo Luna. También compuso en sociedad con Juan Carlos Cobián. Cuando conoce a Gardel, tiene ya toda una obra: Gardel le grabará 23 temas entre 1925 y 1933. Se convertiría en el compositor preferido de Gardel, para resaltar el trato que tuvo con Carlos Gardel basta una frase del propio Cadícamo “No tengo fotos con Gardel. Pero cantó 23 tangos míos, que son como 23 fotos”. Su primer tango fue “Pompas de Jabón”, otras de sus composiciones “Al mundo le falta un tornillo”, “Rubí”, “Tres esquinas”, “Tres amigos “,”La he visto llorar”, “Almitaherida”, Publicó tres poemarios: "Canciones grises" (1926),  "La luna del bajo fondo" (1940), "Viento que lleva y trae" (1945). Libros: "El debut de Gardel en París", "La historia del tango en Paris", "Mis memorias". Como autor teatral: en colaboración con Félix Pelayo: “La epopeya del tango” y “ La baba del diablo” y también “El romance de dos vagos” con Germán Ziclis, “El cantor de Buenos Aires”, con Alberto Ballerini y con Martín Lemos “Los cuentos de un príncipe” En 1987 fue declarado Ciudadano Ilustre de Buenos Aires. En 1996 fue distinguído como Personalidad Emérita de la Cultura Argentina.Falleció en Buenos Aires el 3 de diciembre de 1999, a la edad de 99 años.



El poeta Juan Gelman afirmó que los cruces entre sus textos literarios y el tango, condensados en el espectáculo "Del amor", son "naturales" y, al evocar su relación con los más reconocidos autores del género, recordó una anécdota con Enrique Cadícamo.
Gelman señaló  que el autor de tangos célebres como "Madame Ivonne", "Anclao en París" o "Nieblas del Riachuelo", escribió un tango llamativamente similar a una texto del poeta alemán Heinrich Heine.
"En el tango 'Ella se reía', Cadícamo cuenta la historia de un chorro que está enamorado de una mina; cae y lo condenan y el día que se lo llevan a Ushuaia, la mina se levanta otro tipo. En el texto de Heine es la misma historia, aunque ahí le cortan la cabeza. Todas las estrofas, en los dos casos, terminan con la frase 'ella se reía'".
Gelman cuenta que una vez que se cruzó con Cadícamo y le hizo notar la sospechosa similitud. "Enrique, cómo hizo para inspirarse con esa letra, le dije".
"Y él, mirando al horizonte, me dijo: bueno Gelman, usted es poeta, ya sabe como es esto".
Gelman, de alguna manera, justificó el "préstamo" de Cadícamo porque, al cabo, dijo, "ante todo, tenía el mérito de conocer la obra de Heine; y, desde mi punto de vista, la mejoró".
La letra que escribió Cadícamo en el tango "Ella se reía", en clave de lunfardo, es la siguiente:
Ella era un hermosa nami del arroyo.
Él era un troesma pa' usar la ganzúa.
Por eso es que cuando de afanar volvía,
ella en la catrera contenta reía,
contenta de echarse dorima tan púa.
De noche él robaba hasta la alborada.
De día dormían los dos abrazados.
Hasta que la yuta, que lo requería,
lo alzó de su saca... Y ella se reía,
mientras a Devoto iba el desdichado.
Tras la negra reja de la celda, el orre
a su compañera llorando batía:
"¡Por vos me hice chorro! ¡Quereme, paloma!..."
Pero, indiferente al dolor del choma,
alzando los hombros, ella se reía...
Pasaron los meses... Vino la sentencia...
Pa' Tierra del Fuego al punga embarcaban
a las seis en punto de una tarde fría...
A la siete, ella se apiló a otro rufa;
a las ocho, andaba con él de garufa y,
al sonar las nueve, curda se reía ...
ANCLAO EN PARIS:
Enrique Cadícamo estaba en Barcelona, siguiendo al trío Irusta-Fugazot-Demare en esta ciudad a la que muchos apodan desde entonces la tercera patria del tango, cuando se enteró de que Gardel se disponía a cantar en París. Sin dudarlo, viajó especialmente en wagon-lit para presenciar el hecho. Se alojó en el hotel Radio, recibió la visita impertinente de una joven polaca llamada Erika, se deslumbró con la vida nocturna de Montmartre y con la ciudad entera, y hasta llegó a ver cómo Osvaldo Fresedo tocaba durante tres meses en el renovado El Garrón, con Ernesto Famá como cantor. Por entonces, actuaban también en París, entre otros, Enrique Delfino, Mario Melfi o Julio De Caro.
De regreso en Barcelona, alojado en el hotel Oriente y a sabiendas de que Gardel continuaba cantando con éxito en otras ciudades de Francia como Cannes o Niza -en esta última conoció a Chaplin-, Cadícamo recibió del guitarrista Barbieri el pedido de una letra, pidió café doble y coñac, y se puso a escribir "de un tirón, en menos de una hora", el tango que mejor plasma la historia del tango y los argentinos en el París de hace casi ochenta años. "Salí a caminar por la Rambla, me encontré con el actor Arturo García Bur y no pude sustraerme en mostrarle los versos." Había nacido Anclao en París, con ese estribillo que habla de Montmartre, rincón sentimental. Al día siguiente, despachó la letra por correo. "Fue el primer tango escrito por vía aérea", bromearía el autor de Nostalgias, muchas décadas después.
El tango en París llegó a tener sus intérpretes locales: los franceses Georges Caumont y Joseph Colombo o incluso el franco-italiano Tani Scala. Llegó a aplicarse como slogan comercial: té-tangó, champán-tangó, etcétera. Y nació, asimismo, lo que muchos aún denominan tango-musette, adaptación europea en la que el acordeón sustituye al bandoneón y en cuyo dominio se destacaron Gus Viseur, Emile Carrara e Yvette Horner. La Segunda Guerra Mundial, sin embargo, marcó la muerte de toda una época. A fines de los años 40, "el tango argentino en París entró en decadencia -dice Plisson-, ya que no pudo reemplazar el público con el cual había envejecido". La llegada de Piazzolla a Francia, en 1954, para estudiar con Nadia Boulanger fue el primer acto de una lenta resurrección que se hizo más notoria a mediados de los 70. Más que un renacimiento fue, puede decirse, un segundo nacimiento.