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martes, 17 de abril de 2018

Homenaje a Tita Merello y Guillermo Battaglia en Bahía Blanca.

El jueves 19 de abril a las 17hs en “Historia y tango en el cine” del Ciclo cultural Bahía Blanca NO Olvida, se proyectará "Filomena Marturano"en el Centro Cultural de la Cooperativa Obrera (Zelarrayán 560) de Bahía Blanca.
Bajo producción de José Valle quien, como de costumbre, presentará la película y a los homenajeados de turno; en este caso Tita Merello y Guillermo Battaglia.
Filomena Marturano es una película argentina en blanco y negro dirigida por Luis Mottura según el guion escrito por Ariel Cortazzo y María Luz Regás basado en la obra teatral homónima de Eduardo De Filippo que se estrenó el 20 de enero de 1950 y que tuvo como actores principales a Tita Merello, Guillermo Battaglia, Gloria Ferrandiz, Alberto de Mendoza y Tito Alonso.
Tita Merello (11 de octubre de 1904, Buenos Aires, Argentina - 24 de diciembre de 2002, Argentina), fue una reconocida actriz y cantante de tango . Considerada por muchos especialistas, la mejor actriz dramática del país, trabajó en Argentina y durante un largo exilio, en México, donde filmó Cinco rostros de mujer, por la cual recibió el premio Ariel. Participó de la época de oro, consagrándose en películas de los años 40 y 50 como Mercado de abasto, Deshonra, La morocha o Filomena Marturano. Con 33 títulos en su haber, ha recibido una gran cantidad de premios. Una de las más grandes estrellas del cine argentino, incursionó en todos los medios: televisión, radio, cine y teatro, donde se destacó. Fue declarada "Ciudadana Ilustre de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires" a pricipios de los 90.
Guillermo Battaglia fue un actor y director de cine y de teatro y actor de radio y televisión que nació en Buenos Aires el 7 de diciembre de 1899 y falleció en la misma ciudad por un paro cardíaco el 26 de septiembre de 1988. Al morir estaba casado con la actriz Nora Cullen.
En cine protagonizó más de 100 películas. Su versatilidad le permitió encarnar a los más diversos personajes, desde el actor supuestamente ruso Boris Andreieff en la policial La muerte camina en la lluvia o el abuelo en Miss Mary hasta los realizados en comedias como El hombre invisible ataca o Patapúfete. Durante muchos años, además, transmitió su experiencia como docente de actuación.

sábado, 6 de diciembre de 2014

DÍA NACIONAL DEL TANGO Y CENTENARIO ALBERTO CASTILLO EN BAHÍA BLANCA.

El jueves 11 a las 16,00 hs en la fachada del Café Histórico de Av. Colón 602 Dandy Producciones junto con el Centro de Estudios y Difusión de la Cultura Popular Argentina y el Instituto Cultural de Bahía Blanca, colocarán una plaqueta fileteada realizada por el afamado pintor PEDRO ARAYA, con la imagen del cantor de los cien barrios porteños, ALBERTO CASTILLO, en el centenario de su nacimiento.
El mismo día a las 18 hs en el Centro Cultural de la Cooperativa Obrera de Bahía Blanca (Zelarrayán 560) celebrando el Día Nacional del Tango la cantante bahiense Gaby “La voz sensual del tango”, interpretará piezas popularizadas por este artista, lo propio hará el cantor Miguel Angel Baggio como invitado especial.
Asimismo, se exhibirá la película "Tango", primera película sonora filmada en la Argentina, lo que la convierte en una invalorable joya del Cine Nacional, con grandes estrellas como Libertad Lamarque, Pepe Arias, Tita Merello y Alberto Gómez.
Gaby

Se trata de una cabalgata musical en la que interpretes populares de la música ciudadana de los años treinta, muestran sus condiciones para la canción. Una muchacha del arrabal abandona a su novio cantor de tangos por un malevo; es entonces cuando comienza para el joven músico un desesperado recorrido que culminara en la cárcel. Al recuperar su libertad, triunfa como cantante y el éxito lo lleva a París, donde lo espera una nueva vida y un nuevo amor.
El Centro de Estudios y Difusión de la Cultura Popular Argentina (CEDICUPO) distinguirá a Mariel Estrada y a su programa radial "CITA A MEDIA TARDE" por sus 25 años ininterrumpidos al aire, actualmente en Radio Mitre Bahía Blanca.

lunes, 24 de diciembre de 2012

TITA DE BUENOS AIRES


Tita Merello vivió intensamente cada momento de su vida, fue una gran artista y una consejera. Solitaria, de humor punzante y temperamento fuerte, supo generar odios y amores, opiniones a favor y en contra.En su cumpleaños número 95 le dejó un mensaje a la gente: “A todos, gracias por creer que yo fui algo más de lo que soy”. Es de suponer que, aún hoy, el agradecimiento a su público sigue tan vigente como está ella en los corazones de todos los argentinos.
Nació el 11 de octubre de 1904 en el barrio de San Telmo, en un conventillo ubicado en la esquina de Balcarce y San Lorenzo. Hija de madre uruguaya y padre argentino, fue bautizada como Ana Laura, pero siempre se la conoció como “Tita”.
A los 4 años fue abandonada en un asilo donde estuvo hasta los 10. Después marchó a Montevideo y más tarde vivió en Magdalena, hasta que volvió a la Capital Federal y se instaló en una pensión de la calle Corrientes.
De sus comienzos dijo: “Llegué al cine y al teatro por unas palabras que me ofendieron. Alguien me dijo ´Me voy a tener que desprender de los caballos o de las queridas´. Entonces yo le respondí: ´Despréndete de mí porque mañana yo me voy´. Y me fui a la Capital, de bataclana. Así empecé”.
A los 20 años entró al mundo del teatro, en coros de revista. Y de allí pasó a la comedia y al drama, con obras como “La mala ley”, de Manuel Linares Rivas, “La propia estimación”, de Jacinto Benavente, “Santa María del Buen Aires”, de Enrique Larreta y “La tigra”, de Florencio Sánchez.
A fines de los años 30, comenzó a compartir los escenarios y las cámaras con figuras como Hugo del Carril, Tito Lusiardo, Pepa Arias, Angel Magaña y Santiago Arrieta.
Vivió su consagración como actriz con las películas “Filomena Marturano”, de Luis Mottura y “Los Isleros”, de Lucas Demare.
En 1933 protagonizó “Tango”, la primera película sonora argentina, junto con Luis Sandrini, Libertad Lamarque y Pepa Arias.
Debutó en televisión en 1962 con “Tangos en mi recuerdo por orden de aparición”, y posteriormente realizó “Vivimos así”, bajo la dirección de David Stivel, programa que debió abandonar por problemas de salud.
Además, escribió las letras de los tangos “Llamarada pasional”, “Decime Dios dónde estás” y “Muchacha rana” y, en 1972, publicó su libro “La calle y yo”, con cuentos relatos y reflexiones.
En 1976, se incorporó al elenco de teatro Astros, en la revista que encabezaba Adolfo Stray y Thelma Tixou. Ese mismo verano participó de la temporada marplatense en un show que contaba con figuras como Mariano Mores, Los Chalchaleros y Héctor Gagliardi. Actuó en varias temporadas en Mar del Plata junto con Hugo del Carril y Enrique Dumas.
Retornó al cine de la mano de Alejandro Doria, en su película “Los miedos” en 1980.
Tita recibió varios premios y menciones, en 1987 fue nombrada “vecina honorable” de la ciudad de Villa Gesell y, algunos meses después, “ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, por ser un “mito viviente de la iconografía porteña”. Además, la Asociación Argentina de Actores le otorga el Premio Pablo Podestá en 1991.
Por otra parte, la actriz también recibió distinciones de parte de los vecinos de la ciudad. En 1993, la Asociación Amigos de la Avenida Corrientes descubrió un monumento construido frente a su antigua casa y, en 1999, la Asociación Vecinal de San Cristóbal inauguró una plaza con su nombre, en la cortada de Jenner y Combate de los Pozos.
SUS AMORES
Su gran amor fue el actor Luis Sandrini, el hombre que la marcó eternamente y con quien compartió diez años de su vida. A ese amor, que fue público, se comenta que le escribió el tango “Llamarada pasional”. Cuentan sus allegados que en su casa había una silla vacía que pertenecía a Sandrini y que nadie volvió a utilizar después de él.
En 1992, Tita se encontró con Malvina Pastorino, el otro amor de Luis Sandrini, frente a las cámaras. Susana Giménez fue quien logró unir en su programa sobre el Día del Amigo a las dos mujeres que amaron al mismo actor.
Merello también se refirió públicamente a otro de sus hombres, cuando, en 1997, llamó sorpresivamente por teléfono al programa de Mirtha Legrand y le aclaró que no tenía nada contra ella y que el amor que existió entre su fallecido esposo y ella había terminado cuando Tinayre conoció a “Chiquita”. “Se enamoró de mí, pero se casó con ella”, aclaró.
Sobre su estado civil, declaró que el único traje blanco que usará “será el que me pondrán cuando muera, pues no tomé la comunión ni me casé”.
EN LA FUNDACIÓN FAVALORO
Tita Merello pasó los últimos años de su vida en la fundación del Dr. René Favaloro.
Ingresó en abril de 1998, pero cuando le dieron el alta siete meses después, dijo que debía quedarse allí. “Estoy bajo control. No estoy enferma, pero me tienen que controlar esas arterias del corazón. Eso pasa por haber amado tanto”, declaró la actriz.
Tras el trágico suicidio del Dr. Favaloro en septiembre de 2000, Tita se mostró muy conmovida y reflexionó sobre la gran pérdida: “Los hombres y mujeres de la Fundación nos quedamos sin padre. Tengo un retrato de él en mi altar”.
ENSEÑANZAS
Además de haber demostrado que fue una de las mejores artistas argentina de todos los tiempos, “Tita de Buenos Aires” enseñó con sus palabras y reflexiones.
Examen ginecológico. Siempre se preocupó por la salud de los demás y, tras una internación en el servicio de Ginecología del Hospital de Clínicas, comenzó a popularizarse por aconsejar, por televisión, a todas las mujeres que se hicieran el Papanicolau.
Amistad. Sobre los amigos, confesó que cambian con los años. “Hay gente que, hace veinte años, te decía “te quiero”, y hoy no te saluda. No te mira. No sé si es el apuro por vivir o el miedo de tropezar en la calle. Vivimos una apatía por la amistad”, reflexionó.
Economía personal. Cuando se le preguntó si le importaba el dinero, dijo: “Me preocupa tener lo justo para vivir. A mi edad, ¿para qué voy a juntar plata?”
Admiración. Alguna vez confesó que admira y respeta a Victoria Ocampo: “Yo siempre respeto a las mujeres que hacen cosas, no a las superficiales que se quieren a sí mismas.
Actitud positiva. “Lo negativo es tenerle miedo a la muerte y yo estoy contenta de haber vivido, pienso que cada día que pasa para mí es un regalo del cielo. Le doy las gracias a Dios”, confesó Tita, la “Tita del Pueblo”.

"Como los criminales, como los novios y como los cobradores, yo regreso siempre". Enrique Santos Discépolo


Fuiste lo único en la vida que se pareció a mi vieja", se atrevió a agradecer el compositor Enrique Santos Discépolo, de cuya muerte se cumplen 61 años, al café de las-mesas-que-nunca-preguntan y un país coreó la imagen. No dijo, en cambio —es posible que no lo haya sabido— que Juan Domingo Perón asomó como la figura paterna más fuerte que se le acercara, ya adulto.

Profunda y compleja relación la de Discépolo y Perón, que se extendería a Eva Duarte y Ana Luciano (alias Tania). Con ellas conformaron las parejas amorosas más populares de la Argentina entre los años 30 y 1952, aunque la que condujo la nación excede toda frontera temporal. Ranking facilitado, claro, por el crónico celibato de Carlos Gardel. A Discépolo lo uniría con Perón y Evita una estrecha amistad, trazada por vías paralelas y discretamente boicoteada por Tania.

Nacido el 23 de marzo de 1901, Discépolo tuvo una niñez realmente dura que marcó lo que serían su poética, su metafísica, su vida. En 1906 falleció el padre, Santo, violinista italiano que llegó a dirigir bandas y orquestas, y a garabatear un par de tangos. Y en 1910 murió la madre, Luisa Deluchi. El chico de cuerpecito esmirriado debió irse a vivir con sus tíos: "Al acostarme me ubicaba en una posición fija y me exigía no moverme durante el sueño, tenía miedo de hacer algún ruido y que me echaran"— recordaría. A partir de 1913 vivió en la casa de su hermano el dramaturgo Armando Discépolo, donde se reunían escritores, plásticos y músicos socialistas y anarcos: Benito Quinquela Martín, Juan de Dios Filiberto, el escultor Agustín Riganelli y el dibujante Guillermo Facio Hebecquer.

El encuentro con Tania

El humilde, callado muchacho sabía escuchar. Pronto comenzó a escribir teatro, influido por la lectura de Luigi Pirandello. Enrolado en el grotesco, luego del éxito de El organito (1925), Enrique se volcó al tango. "Componer un tango no es cosa de payadores. He perseguido la idea madre de un tango con el rigor de los poetas clásicos. Tuve que rumiar, madurarla, darle vueltas y vueltas en el ventilador del mate antes de conseguir lo que buscaba", dijo alguna vez. Con tamaña entrega y su talento se convirtió en poeta mayor del tango, "un sentimiento triste que se baila", según su lúcida definición.

Fue Discépolo quien impuso imágenes de cruda violencia en los versos, los "desfranelizó" y desterró la cursilería con sus hallazgos de poeta entre maldito y mesiánico. Faltaba aggiornar melodía y armonía, y Astor Piazzolla le contó al tango cómo sonaba la música del mundo después de Hiroshima. Y hubo que hablar de música de Buenos Aires.

Discépolo conoció a Tania en 1931 la primera noche que pisó un cabaret: el Folies Bergere porteño. Acababa de escribir Esta noche me emborracho y ella lo cantó sin desprenderse de su estilo de cupletista. "Yo era la Madonna del año 30. Manejaba mi cupé y mi ambiente era el de grandes apellidos: Alzaga Unzué, Basavilbaso, Basualdo. Enrique tenía amigos intelectuales, aburridos y secos, no se salían del cafecito y el puchero. Era culto él, sí, pero en el fondo para mí era un actorcito. Me besaba la mano y mandaba flores, tantos ramos tiraba yo cada noche... Lo fui arrimando a mi gente, o sea que lo llevé por mal camino. Le enseñé a vivir a Chachi", evocaba Tania en una charla con este cronista, en 1995. Detrás de las veleidades de soberbia desilustrada surgió una confesión contradictoria. "Aprendí todo de él, creí en su talento, y cuando hubo que poner el hombro, empeñé mis joyas. Qué no hice por él. Le compraba dátiles, nueces, para que engordara, pero no había caso. Me arrancaba una protección casi maternal. Chachi —yo le puse el sobrenombre de un chico— me decía: ''Antes de ir a bombardear Japón los aviadores yanquis apenas comen un chocolatín; como yo no pienso bombardear a nadie, ¿para qué voy a comer?''".
La vida por Perón

En 1938, siendo Perón agregado militar a la Embajada Argentina en Chile, quiso conocer a Discépolo, de paso por Santiago. Perón había bailado tango con su primera esposa, María Tizón, placer que —quizá porque Perón nunca fue menemista— no se permitiría lucir en público. Se dice, además, que a solas tarareaba letras discepoleanas con un registro que orillaba el de Edmundo Rivero. Recíprocamente cautivados, tardarían en reencontrarse.

A mediados de 1944 el gobierno militar lanzó una campaña de censura de las letras de tango más desnudas y las lunfardescas. Delegados de SADAIC, Homero Manzi y Discépolo entrevistaron a Perón, entonces secretario de Trabajo y Previsión. "Si lo dejan, el lunfardo se va a morfar a la academia, coronel" —deslizó Enrique. Risotada de Perón y sentencia: "Van a tener que convivir". Ahí renació la amistad abierta en Chile y como eco inmediato Discépolo se mudó de su casa en La Lucila al departamento de Callao al 700.

El matrimonio con Tania mostraba en ese punto serias fisuras. A La Gallega se le atribuían furtivas relaciones paralelas. Ella pretendía explicar sus salidas: "Venían amigos a comer y cuando se iban, por ahí Chachi decía: ''Andá a dar una vuelta con los señores''. Entonces yo iba. Cosas de él...". Cuesta creer el chisme. El amor no era un juego para Discépolo, aterrorizado por la menor deslealtad y capaz de proclamar "soñé que era Jesús y te salvaba". "Actitud puramente creadora, nada era tan negro en su vida"—juzgaba Enrique Cadícamo. Tampoco Mariano Mores comulga con la imagen de fragilidad afectiva: "Uno se sentía tan seguro al lado de Enrique; yo lo escuchaba religiosamente, me enseñó todo lo que soy".

"Con sus amigos era otro tipo, ella no estaba a su altura" —separaba tantos Tita Merello. En el 45 Discépolo viaja a México en un barco de carga "para estar solo, pensar y probarme a mí mismo, apartado de todo". En el D.F. vive en el edificio donde se alojan Luis Sandrini y la Merello, por entonces, sólida pareja. En seguida crece un encendido romance con una mujer mexicana y casi todas las noches los cuatro comparten la cena.

Fue precisamente Tita quien confirmó que habían tenido un niño que posteriormente, ya adolescente, pretendería en vano —Tania contrató un ejército de abogados— ser reconocido como hijo de Discépolo.

Truco y política

En febrero de 1946 Perón es elegido presidente y Enrique Santos Discépolo regresó al país. Se hacen frecuentes las charlas y también se trenzan, mano a mano, en interminables, alegóricas partidas de truco. "Un día Perón cantó envido, Chachi grito real envido con un 6. Hasta el gato supo que mentía. Perón tenía 31, lo miró a los ojos y dijo no quiero. Nunca se lo conté, pero me reventaba eso de sobrar a Chachi", refería Tania un episodio del juego. ¿Lo sobraría Perón, o se limitaba a complacer, rasgo de ese paternalismo que no cesaba de ejercer hacia el rival truquero y también los 100.000 descamisados que encendían la plaza de Mayo?
Más allá del naipe, Perón escuchaba a Discépolo y esencialmente había medido con precisión la honda llegada al pueblo de su bronca, su humor, su poesía, la certeza con que siempre rescataba las palabras justas, ésas que el pueblo consideraba suyas. "Usted es un visionario. En 1932 escribió ''cachá el bufoso y chau, vamo a dormir'' y en el 34 en Buenos Aires se batió el récord de suicidios: 627 certeros y 355 que fallaron" —elogiaba Perón a un Enrique incrédulo de las estadísticas, no del arrugue ante el real envido.

La amistad con Eva

"Nos caímos bien de entrada, ella me gusta porque es auténtica, toda verdad" —celebró Discépolo al conocer a Eva en 1947. "Evita lo quiso a Chachi más que Perón", subrayaba Tania. Solían juntarse dos o tres noches por semana. "Venga a cenar", invitaba ella, pero ninguno de los dos probaba más de un par de bocados. Intercambiaron amarillentas fotos de Los Toldos y Parque Patricios, y descubrieron que de niños él había despreciado el fútbol y las bolitas, pero a ella le había encantado la ceremonia del hoyo y la quema tanto como las muñecas.

Contaba Discépolo que en "la humillante comunidad del conventillo, enmarcando el permanente corso de cucarachas, la lata era un trofeo y la rata, un animal doméstico", su timidez infantil se desangró para cicatrizar en costras de miedo y tristeza. Amargura, dolor, resentimiento, astillas de un odio de clase animaban a los inapetentes. Discépolo los traducía en poemas, Evita quería pelear por una vida mejor para su gente. Podría arriesgarse que la presencia de Perón debía alterar sus diálogos en la vigilia nocturna con escenografía de platos, copas y cubiertos inútiles (Discépolo bebía whisky, pero no estando con ella). Los dos habían padecido tempranamente la ausencia del padre, los dos se amparaban bajo la aureola protectora de Perón.

De todos modos Enrique Santos Discépolo era el único amigo que lograba arrancarle risas al cabo de quince horas de trabajo. Para ensuciar esa amistad se comentó que Eva Perón le había otorgado un permiso de importación de rulemanes, garantía de espléndidas ganancias en tiempos de posguerra. "Qué turro hay que ser para imaginarse a Discépolo metido a importador. Estoy seguro que nunca llegó a pronunciar la palabra rulemanes"— lo defendió José Barcia.

Dudas derrotadas

Enrique y Tania continuaban yendo a la quinta de San Vicente. La visión de esas reuniones de La Gallega era implacable: "Me aburría soberanamente yo. No comían, no tomaban y sólo se hablaba de alta política, todo en serio. De la familia mi único amigo era Juan Duarte, Juancito... Ese loco me divertía. Es que no éramos del palo de los sabihondos. Mire cómo ''lo terminaron'' al pobre Juancito. Lo pasaba regio con él. También con Jorge Antonio. No criticaban mi vida de artista. ¿O quién era yo: Tania de Arco?".

A la luz de la realidad política de 1951, el insistente requerimiento del presidente amigo hizo que Discépolo se entregara, sin plena convicción, a colaborar en la campaña electoral. Dudaba mucho en incorporarse a un partido político, acosado por sus raíces anárquicas que lo llevaban a desconfiar de los militares y su saberse genuina voz del pueblo y rebelde sin incondicionalidades. Mores y Cadícamo estaban de acuerdo: Enrique no era peronista y sí, amigo de Perón. Pero el presidente lo necesitaba y apretó el asedio.

Para servir al movimiento no había otro poeta y dramaturgo de la autoridad de Discépolo. Leopoldo Marechal y Castiñeira de Dios eran demasiado cultos y con cierta veta mística. Manzi venía del radicalismo y FORJA, y estimaba que Perón podía ser un seguidor del primer Yrigoyen, pero su apoyo era reticente. Leónidas Lamborghini aún no tenía 20 años. Enrique aportaba calidez a las charlas con Perón creando cuentos y fábulas.

Cadícamo rescataba una que a Perón le había causado mucha gracia. Un violinista, excéntrico musical, presenta a un empresario de circo su número de excéntrico musical. Coloca una tarima alta sobre una mesa, encima de ésta pone una silla, arriba de la silla, un taburete, y luego, violín en mano, se encarama hasta el último piso y acrobáticamente se para de cabeza abajo en la cima de la peligrosa plataforma. En esa posición comienza a tocar una melodía oriental. Al rato el empresario le dice que era suficiente. El artista le pregunta su opinión, entonces, sin mirarlo, el otro dictamina: "Si no fuera tan desafinado... Una lástima".

Días de radio
Aun sin un sí definitivo empezaron los encargos que él, de ser otro el origen, solía rechazar preservando su autonomía ideológica y literaria. Desde una nueva versión de El choclo a una serie de audiciones radiales para evocar momentos de su vida y su carrera, y de paso arrimar apoyo proselitista. Proyecto que culminaría con la aparición de Mordisquito, figura que representaba a un opositor ("contrera", en el lenguaje oficial), a quien desafía a no trampear en el análisis de la realidad de la "nueva Argentina". En los libretos iniciales colaboraron Abel Santa Cruz y Julio Porter. A Enrique no lo conformaban los textos y decidió meter mano. Con su pluma, lejos de su estilo, puso en acción enconos que no poblaban su alma. Sin odiar, hería a fondo. Había oficio y bronca. La oposición y muchos amigos y camaradas del ambiente artístico lo condenarían a perpetuidad. "La vocecita aguda, chillona, empezó a molestar a la gente decente", ironiza Norberto Galazo. "Enrique fue muy, muy feliz hasta que Perón le encargó lo de la radio. Lo puteaban por teléfono y quiso devolver, pero no estaba hecho para esas peleas, no resistió. Todos los días nos llegaban paquetes, adentro había discos con sus tangos rotos a martillazos y pilas de mierda, eso, mierda todavía caliente. Lo volvieron loco. Perón mandó los mejores médicos, pero Chachi se dejó consumir en su sillón. Murió de tristeza. A mí no me hubiera pasado", perdía la serenidad Tania al evocar aquellos días.

Discépolo escribe su último tango: Cafetín de Buenos Aires, con música de Mores. En la letra asoma, como si fuese un anuncio, el "me entregué sin luchar". Dato curioso: un verso de la letra, para muchos inolvidable — "de chiquilín te miraba de afuera"— fue aportado por un amigo extranjero de Enrique. El hallazgo fue de Arturo de Córdova, galán de Zully Moreno en el célebre culebrón de la época, Dios se lo pague. Se habían conocido en México, tierra de Arturo, y éste, de sólo escucharlo a Enrique, se trasformó en fervoroso tanguero.

La sentencia de Cafetín no se cumple todavía: antes del final sus enemigos lo van a balear sin asco ni piedad. Cadícamo contaba que Enrique le había dicho: "En media hora liquido cada audición, en una de ésas porque en el fondo me jode hacerlas". Personajes de la talla de Francisco Petrone, Arturo García Buhr y Orestes Caviglia cuestionan su adhesión al peronismo y terminan por negarle el saludo. Perón, además, lo pone al frente del Teatro Cervantes y Enrique admite que no sabe decirle no a su amigo.

A esta altura se dan tres sucesos extrañamente encadenados y con siete meses de distancia entre uno y otro. Acorralado por un cáncer y ya sin esperanzas, Homero Manzi le dedica a Enrique (con música de Troilo) el extraordinario tango Discepolín. En el último verso dice: "No ves que están bailando, no ves que están de fiesta, vamos, que todo duele, viejo Discepolín". Invitación a un encuentro no precisamente terrenal. Manzi muere en mayo de 195l. En diciembre del mismo año se derrumba Discépolo y Eva Perón envía una corona de flores en la que la clásica leyenda en letras doradas sólo dice: "Hasta pronto". Cita con sabor a deseo tan premonitorio como certero. En julio del 52 muere ella.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Tita Merello:Un ejemplo de lucha y de vida.


Laura Ana Merello, conocida en el mundo artístico como “Tita Merello” fue una actriz y cantante argentina de tango y milonga.
Hija de la planchadora Ana Gianelli y del cochero Santiago Merello, Tita nació en Buenos Aires el 11 de octubre de 1904 en un conventillo del barrio porteño de San Telmo. Tita también tuvo un medio hermano menor, de distinto padre, llamado Pascual Anselmi.
La historia cuenta que su padre falleció cuando ella tenía apenas 4 meses de edad, víctima de tuberculosis, una enfermedad corriente a principios del Siglo XX.
Tita pasó su infancia en un asilo de Villa Devoto porque su madre debía trabajar y no podía hacerse cargo de ella. También vivió en Montevideo (Uruguay) y en un campo cerca de Magdalena, donde hacía distintos trabajos como ordeñar vacas, preparar asados y cebar mates
En 1916 se trasladó a una precaria vivienda de la calle Corrientes, en Buenos Aires, donde residió con su madre. Con 12 años, Merello no sabía leer ni escribir, ya que no había podido asistir a la escuela. Sin embargo, en la década de 1920, Simón Yrigoyen Iriondo puso fin a su analfabetismo bajo la guía de Eduardo Borrás.
Para ese entonces, Tita ya había empezado a trabajar como corista en la compañía de Rosita Rodríguez en el Teatro Avenida, en “Las vírgenes de Teres”, la cual no significó una buena experiencia ya que el público la desaprobó con silbidos y abucheos. Eso no le impidió continuar y se dedicó a interpretar el tango “Titina” en las distintas cafeterías de la Avenida de Mayo, popularizándose.
Su carrera fue ascendiendo, hasta que en 1923 se integró como vedette de la revista nacional en el Teatro Maipo, en el espectáculo “Las modernas Scherezadas”, cantando su primer tango: Tango amargo.  Compartió escenario con Pepe Arias, Marcos Caplán y Luis Arata. Además, Merello alternó la actuación con contadas incursiones dentro del género discográfico.
En 1933, Tita hizo su debut cinematográfico en la película sonora “¡Tango!”. Y así comenzó a participar de distintos filmes al mismo tiempo que se presentaba en las distintas compañías de teatro. Pero es en 1937 cuando filma “La fuga” se revela como actriz dramática, desconcertando a productores y directores, por su naturalidad, su expresión y su desenvoltura
Durante años se mantuvo firme en sus producciones cinematográficas y los discos de tango. También escribió artículos para la revista “Voces” y participó como comentarista en “Sábados circulares” de Nicolás Mancera alrededor de 1968, donde cantaba y relataba anécdotas y consejos. En 1972, publicó con la editorial Kier un libro titulado “La calle y yo”, donde redactaba recuerdos, consejos, reflexiones y algunos versos y poemas de su autoría.
Tita Merello se retiró del cine en el año 1985, pero continuó actuando en teatro, tv, y radio; incluso fue distinguida como Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires en el año 1990. Sus cuadros depresivos fueron agravados por su avanzada edad y se alejó totalmente del mundo del espectáculo.
El 24 de diciembre de 2002, Merello con sus 98 años muere en la Fundación Favaloro mientras dormía por un paro cardiorrespiratorio. Antes de morir, Tita pidió que se donara el dinero que se utilizaría para comprar flores a la Fundación.
Al momento de su muerte, contaba con más de treinta películas filmadas, veinte obras teatrales estrenadas, nueve actuaciones televisivas, tres ciclos radiales y varias participaciones en espectáculos de revista.



sábado, 24 de diciembre de 2011

LA INMORTAL TITA MERELLO


Tita Merello vivió intensamente cada momento de su vida, fue una gran artista y una consejera. Solitaria, de humor punzante y temperamento fuerte, supo generar odios y amores, opiniones a favor y en contra.
En su cumpleaños número 95 le dejó un mensaje a la gente: “A todos, gracias por creer que yo fui algo más de lo que soy”. Es de suponer que, aún hoy, el agradecimiento a su público sigue tan vigente como está ella en los corazones de todos los argentinos.
Nació el 11 de octubre de 1904 en el barrio de San Telmo, en un conventillo ubicado en la esquina de Balcarce y San Lorenzo. Hija de madre uruguaya y padre argentino, fue bautizada como Ana Laura, pero siempre se la conoció como “Tita”.
A los 4 años fue abandonada en un asilo donde estuvo hasta los 10. Después marchó a Montevideo y más tarde vivió en Magdalena, hasta que volvió a la Capital Federal y se instaló en una pensión de la calle Corrientes.
De sus comienzos dijo: “Llegué al cine y al teatro por unas palabras que me ofendieron. Alguien me dijo ´Me voy a tener que desprender de los caballos o de las queridas´. Entonces yo le respondí: ´Despréndete de mí porque mañana yo me voy´. Y me fui a la Capital, de bataclana. Así empecé”.
A los 20 años entró al mundo del teatro, en coros de revista. Y de allí pasó a la comedia y al drama, con obras como “La mala ley”, de Manuel Linares Rivas, “La propia estimación”, de Jacinto Benavente, “Santa María del Buen Aires”, de Enrique Larreta y “La tigra”, de Florencio Sánchez.
A fines de los años 30, comenzó a compartir los escenarios y las cámaras con figuras como Hugo del Carril, Tito Lusiardo, Pepa Arias, Angel Magaña y Santiago Arrieta.
Vivió su consagración como actriz con las películas “Filomena Marturano”, de Luis Mottura y “Los Isleros”, de Lucas Demare.
En 1933 protagonizó “Tango”, la primera película sonora argentina, junto con Luis Sandrini, Libertad Lamarque y Pepa Arias.
Debutó en televisión en 1962 con “Tangos en mi recuerdo por orden de aparición”, y posteriormente realizó “Vivimos así”, bajo la dirección de David Stivel, programa que debió abandonar por problemas de salud.
Además, escribió las letras de los tangos “Llamarada pasional”, “Decime Dios dónde estás” y “Muchacha rana” y, en 1972, publicó su libro “La calle y yo”, con cuentos relatos y reflexiones.
En 1976, se incorporó al elenco de teatro Astros, en la revista que encabezaba Adolfo Stray y Thelma Tixou. Ese mismo verano participó de la temporada marplatense en un show que contaba con figuras como Mariano Mores, Los Chalchaleros y Héctor Gagliardi. Actuó en varias temporadas en Mar del Plata junto con Hugo del Carril y Enrique Dumas.
Retornó al cine de la mano de Alejandro Doria, en su película “Los miedos” en 1980.
Tita recibió varios premios y menciones, en 1987 fue nombrada “vecina honorable” de la ciudad de Villa Gesell y, algunos meses después, “ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, por ser un “mito viviente de la iconografía porteña”. Además, la Asociación Argentina de Actores le otorga el Premio Pablo Podestá en 1991.
Por otra parte, la actriz también recibió distinciones de parte de los vecinos de la ciudad. En 1993, la Asociación Amigos de la Avenida Corrientes descubrió un monumento construido frente a su antigua casa y, en 1999, la Asociación Vecinal de San Cristóbal inauguró una plaza con su nombre, en la cortada de Jenner y Combate de los Pozos.
Sus amores
Su gran amor fue el actor Luis Sandrini, el hombre que la marcó eternamente y con quien compartió diez años de su vida. A ese amor, que fue público, se comenta que le escribió el tango “Llamarada pasional”. Cuentan sus allegados que en su casa había una silla vacía que pertenecía a Sandrini y que nadie volvió a utilizar después de él.
En 1992, Tita se encontró con Malvina Pastorino, el otro amor de Luis Sandrini, frente a las cámaras. Susana Giménez fue quien logró unir en su programa sobre el Día del Amigo a las dos mujeres que amaron al mismo actor.
Merello también se refirió públicamente a otro de sus hombres, cuando, en 1997, llamó sorpresivamente por teléfono al programa de Mirtha Legrand y le aclaró que no tenía nada contra ella y que el amor que existió entre su fallecido esposo y ella había terminado cuando Tinayre conoció a “Chiquita”. “Se enamoró de mí, pero se casó con ella”, aclaró.
Sobre su estado civil, declaró que el único traje blanco que usará “será el que me pondrán cuando muera, pues no tomé la comunión ni me casé”.
En la Fundación Favaloro
Tita Merello pasó los últimos años de su vida en la fundación del Dr. René Favaloro.
Ingresó en abril de 1998, pero cuando le dieron el alta siete meses después, dijo que debía quedarse allí. “Estoy bajo control. No estoy enferma, pero me tienen que controlar esas arterias del corazón. Eso pasa por haber amado tanto”, declaró la actriz.
Tras el trágico suicidio del Dr. Favaloro en septiembre de 2000, Tita se mostró muy conmovida y reflexionó sobre la gran pérdida: “Los hombres y mujeres de la Fundación nos quedamos sin padre. Tengo un retrato de él en mi altar”.
Enseñanzas
Además de haber demostrado que fue una de las mejores artistas argentina de todos los tiempos, “Tita de Buenos Aires” enseñó con sus palabras y reflexiones.
Examen ginecológico. Siempre se preocupó por la salud de los demás y, tras una internación en el servicio de Ginecología del Hospital de Clínicas, comenzó a popularizarse por aconsejar, por televisión, a todas las mujeres que se hicieran el Papanicolau.
Amistad. Sobre los amigos, confesó que cambian con los años. “Hay gente que, hace veinte años, te decía “te quiero”, y hoy no te saluda. No te mira. No sé si es el apuro por vivir o el miedo de tropezar en la calle. Vivimos una apatía por la amistad”, reflexionó.
Economía personal. Cuando se le preguntó si le importaba el dinero, dijo: “Me preocupa tener lo justo para vivir. A mi edad, ¿para qué voy a juntar plata?”
Admiración. Alguna vez confesó que admira y respeta a Victoria Ocampo: “Yo siempre respeto a las mujeres que hacen cosas, no a las superficiales que se quieren a sí mismas.
Actitud positiva. “Lo negativo es tenerle miedo a la muerte y yo estoy contenta de haber vivido, pienso que cada día que pasa para mí es un regalo del cielo. Le doy las gracias a Dios”, confesó Tita, la “Tita del Pueblo”.
Filmografía:
1933 - ¡Tango!, de Luis José Moglia Barth
1934 - Idolos de la Radio, de Eduardo Morera. Noches de Buenos Aires, de Manuel Romero
1936 - Así es el tango, de Eduardo Morera
1937 - La Fuga, de Luis Saslavsky
1942 - Ceniza al viento, de Luis Saslavsky. Pal´otro lao (Chile), de José Bohr
1946 - Cinco rostros de mujer (México), de Gilberto Martínez Solares
1948 - Don Juan Tenorio, de Luis César Amadori
1949 - La historia del tango, de Manuel Romero. Morir en su ley, de Manuel Romero. Filomena Marturano, de Luis Mottura. Arrabalera, de Tulio Demicheli
1950 - Los isleros, de Lucas Demare. Vivir un instante, de Julio Demicheli
1951 - Pasó en mi barrio, de mario Soffici. Deshonra, de Daniel Tinayre
1953 - Gaucho, de Lucas Demare
1954 - Mercado de Abasto, de Lucas Demare. Para vestir santos, de Leopoldo Torre Nilsson
1955 - El amor nunca muere, de Luis César Amadori. La morocha, de Ralph Pappier
1960 - Amorina, de Hugo del Carril
1963 - Los Evadidos, de Enrique Carreras
1964 - Los Hipócritas, de Enrique Carreras. Correo Sentimental, de Enrique Carreras
1965 - Vieja Ola, de Enrique Carreras
1966 - El Andador, de Enrique Carreras. Idolos de entrecasa, de Enrique Carreras
1969 - Viva la vida, de Enrique Carreras
1974 - La madre María, de Lucas Demare
1976 - El canto cuenta su historia, de Fernando Ayala y Héctor Olivera
1980 - Los Miedos, de Alejandro Doria