sábado, 25 de abril de 2015

La biografía de Carlos Di Sarli se presentará en la 41 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires

El recuerdo de CARLOS DI SARLI estará presente en la 41 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, a realizarse en La Rural, Predio Ferial del barrio de Palermo desde el jueves 23 de abril hasta el lunes 11 de mayo.
El 01 de mayo a las 14 hs en el Stand N° 1502 (PABELLÓN AMARILLO) de la Sociedad Argentina de Escritores, los autores firmarán ejemplares de la segunda edición de la biografía “CARLOS DI SARLI, El Señor con Alma de Niño” de Eduardo Giorlandini, Gabriela Biondo y José Valle, editada por "En un feca" en el año 2012. Este ejemplar ha sido récord de ventas de la editorial y sigue proyectándose como un libro que todos los tangueros querrán tener en su biblioteca.
Hubo un hombre nacido en Bahía Blanca que trascendió todas las fronteras geográficas y temporales con su forma de hacer tango.
Un hombre como cualquier otro que sin embargo fue merecedor de apodos envidiables como “Señor”, “Don” o “Maestro”. Un hombre exitoso que por su gran talento sufrió el agravio de los ineptos. Un hombre conocido por todos pero comprendido por pocos que guardó en lo más profundo de su alma los dolores del mundo y se reservó íntegro para entregarse a sus afectos más preciados.
Todos conocemos su nombre y su obra, pocos conocemos que se ocultaba detrás de sus infaltables anteojos oscuros.
Este libro intenta develar al hombre con alma de niño que habitaba en el cuerpo de Don Carlos Di Sarli, el eterno Señor del Tango.
La Feria estará abierta para todo público hasta el lunes 11 de mayo, feriados inclusive, de lunes a viernes de 14:00 a 22.00 y sábados, domingos y feriados de 13:00 a 22:00. De lunes a jueves la entrada tendrá un valor de $35; viernes, sábados, domingos y feriados $50.

ANGEL "EL PAYA" DIAZ

Fue un gran cantor que, curiosamente, tuvo su principal hinchada entre los propios colegas. Un poco lo que le pasaba a Salgán, con quien estuvo desde fines de 1950 hasta 1956. Las discográficas no creían en esta formación, la tildaban de antipopular y poco atractiva para los bailarines, y por eso se perdieron de grabar con ella, cantores como Edmundo Rivero y Carlos Bermúdez.
Precisamente fue Ángel Díaz el primero que registraría su voz con la orquesta, en el tango de Rafael Rossi y Antonio Miguel Podestá: Como abrazado a un rencor.
Anteriormente, había debutado con Florindo Sassone, donde Jorge Casal era patrón y soto del momento por sus cualidades canoras. Díaz, que apenas contaba 19 años, sólo dejó grabado el tango Quimera.
En 1949 da un paso gigantesco en su carrera cuando ingresa en la formación de Alfredo Gobbi, haciendo yunta con Jorge Maciel. Tuvo muchos roces por motivos que nunca pude averiguar e incluso le pregunté alguna vez a Gobbi qué había pasado con Ángel Díaz, pero, muy caballesco como siempre, no quiso ahondar en las mismas. Por eso sólo dejó dos grabaciones, aunque antológicas: ¿Por qué soy reo? y No la traigas. Y a dúo con Maciel, el vals Tu amargura.
Lo apodaron el Paya debido a la condición de payador de su padre, como herencia apocopada de un destino de trovador. Nació y vivió en la calle Traful, de su barrio de Nueva Pompeya, donde supo hacerse de una fervorosa barra de amigos que lo siguieron a todas partes y lo alentaron en todo momento. Y donde lo crucé algunas veces cuando visitaba el negocio de un amigo en la zona.
Él fue uno de los impulsores para que Salgán incorporara a Roberto Goyeneche a su orquesta, donde fueron compañeros e intimaron en trasnoches de vino y rosas. El Polaco no se cansó nunca de alabarlo y reconocer su débito con el Paya, por los lazos fraternos que les unieron y los consejos jóvenes que supo recoger del mismo. Me decía un día Antonio Carrizo que Ángel Díaz fue el maestro del Polaco, pero nunca me afilié a esa teoría, porque Goyeneche ya traía en sus entrañas el bagaje que lo convertiría en maestro total. Pero evidentemente El Paya lo ayudó a subir un escalón.  Lo cierto es que ambos destilaban perfume de tango y produjeron altos dividendos estéticos.
Como un final de tragedia griega, mientras ensayaba su inminente actuación en los camarines de la Sala Casacuberta del Teatro General San Martín, murió ayer, a las dos de la tarde, dell 11 de diciembre de 1998Angel Paya Díaz, un cantor de rancia estirpe tanguera. Lo derrumbó un infarto, instantes antes de subir al escenario, para sumarse a los festejos del Día Nacional del Tango. Formal, prolijo, profesionalizado hasta la obsesión, ensayaba como si se tratara de un debut y era una despedida.A ese hombre menudo y ascético, generoso hasta el desborde, le sobraron los éxitos, las penas y los amigos. En la pesada siesta de ayer hubiera cantado Ventarrón, uno de los tangos al que impuso sello propio, con la decoración de la pareja de baile Angel-Micaela. Precisamente el bailarín y el cantante Norberto Roldán, que integraban el cuadro, intentaron auxiliarlo cuando su caliente corazón había dado el basta.En l945, Angel Díaz, un muchacho de barrio, cumplimentaba su sueño de cantor, integrándose a la orquesta de Florindo Sasone. De allí, rebautizado ya como Paya, parte hacia la formación de Alfredo Gobbi, pero su consagración definitiva la conseguiría en l950, con la mítica orquesta de Horacio Salgán. Conoce allí a quien sería compañero inseparable de la vida nochera, Roberto Goyeneche: innumerables testimonios dejó el Polaco de su admiración por su maestría para los fraseos. Fue un personaje entrañable, dueño de antiguas costumbres de barrio que abrían puertas al afecto. Coleccionó amigos, algunos de larga fama, como Vittorio Gassman, Omar Sharif o Marcelo Mastroiani, infaltables en el abrazo en cada paso por Buenos Aires.

viernes, 24 de abril de 2015

HOMENAJE A MARCELO GUAITA EN EL PORTEÑISIMO BARRIO DE FLORES

M. Guaita
El próximo viernes 01 de Mayo a las 20 hs en el Bar Cultural Criterio de la calle Varela 503 (Varela y Tandil) del porteñísimo barrio de Flores de la Ciudad de Buenos Aires, el reconocido Ciclo “Bahía Blanca No Olvida” entregará una distinción a la trayectoria al destacado periodista y conductor radial Marcelo Guaita, en el marco del espectáculo “Mujeres de Tango” con producción y dirección del pianista Mario Valdéz en el que intervendrán Luz Cubillas, Claudia Scilingo, Beatriz Gabet, Carina Galé, Gabriela Di Salvo, Rita Parodi y Gaby “La Voz Sensual del Tango” como invitada especial. La distinción será entregada por José Valle, coordinador del Ciclo cultural bahiense y Director del Festival Nacional de Tango Carlos Di Sarli de Bahía Blanca.
Marcelo Guaita 
 nació en Buenos Aires el 19 de Noviembre de 1938, es creador y responsable de “La Fonola”, programa de radio que se emite por radio de la Ciudad de Buenos Aires FM 92.7 “La 2×4”. En la misma emisora conduce de lunes a viernes el ciclo “2xGuaita”. Desde 1973 ha recorrido Latinoamérica llevando espectáculos de tango de jerarquía por distintos países y ciudades, interviniendo en programas de radio y TV y obteniendo diversas distinciones en ciudades como Bogotá, Medellín, Caracas, Quito, La Habana, Lima, Santiago de Chile, Guayaquil, Washington y Japón. Fue productor de Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Horacio Deval, Floreal Ruiz, Hugo del Carril, Alberto Marino, Nelly Vázquez, Roberto Goyeneche, Alberto Podestá, Virginia Luque, Roberto Pansera, Carlos Marzán, Dany Martin, Juan Verdaguer, Suma Paz, entre otros. Fue convocado por Leonardo Favio para su película “Aniceto” y participó, además, en las películas “Los guardianes del ángel” y “Pichuco”.
Gaby

Produjo diez discos compactos con “Las joyas de la Fonola” que reúnen verdaderos hallazgos del género y tomas radiales. Realizó doce especiales de “La Fonola TV” por el año del Bicentenario emitidos por Crónica TV y canal “Sólo Tango” y presentó su libro “Mis historias con el tango y otras macanas” con gran éxito y actualmente está escribiendo su segundo libro;
M.Valdéz
A a lo largo de su trayectoria ha obtenido en Argentina los siguientes galardones: “Estrella de mar” a Mejor Show Musical durante siete temporadas consecutivas (1989-1996) por sus espectáculos de temporada alta en Mar del Plata. “Martín Fierro” 2001, 2004, 2007 y 2009 en Radio Nacional. “Martín Fierro” 2010 por su programa “La Fonola” en “La 2×4”, radio de la Ciudad de Bs. As. Distinción de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (2004) Distinción al quehacer cultural de la Academia Nacional del Tango (2005) Premio “Raíces” a la Trayectoria (2007) Distinción de Radio Nacional por el Programa “La Fonola” (2008) Premio otorgado por Argentores “Telémaco Susini” (2009) Distinción “Orden del Porteño” otorgado por la Asociación Gardeliana (2010) “Orden del Buzón” otorgado por el Museo Manoblanca Distinción del Ciclo “Generaciones” 2012 Distinción “Tangomanías” a la trayectoria (Rosario) Reconocimiento a la Trayectoria extendida por el Centro de Estudios de la Cultura Popular Argentina (CEDICUPO) en el Congreso de la Nación Argentina (2013);

domingo, 12 de abril de 2015

Osvaldo Tarantino

Quienes estudiaron su obra, despareja pero excelente, repiten una de sus frases célebres: “Mi mano izquierda está desarrollada dentro de los conceptos jazzísticos, mientras que con la derecha mantengo la esencia del tango”. Algunos sostienen que lo dijo en broma; otros aseguran que nunca habló con tanta seriedad. Palabras más, palabras menos, lo cierto es que el jazz lo marcó desde muy joven, concretamente a partir de las influencias de Art Tatum, Eddie Duchin y Teddy Wilson, pero algo parecido podría decirse de la música clásica en cuyos acordes se formó en su hogar gracias a las enseñanzas de don José, su padre, que dicho sea de paso, dirigía un conservatorio musical en Valentín Alsina.
Continuando con las referencias personales, todavía guardo en mi discoteca el long play grabado en 1977 acompañado por músicos de jerarquía como fueron, entre otros, Julio Ahumada, José Bragato, Quicho Díaz y Arturo Schneider. En la cara A del disco lo acompaña a Néstor Fabián, mientras que en la otra cara interpreta seis temas instrumentales: “Buenos Aires hora cero”, “Adiós Nonino”, “Demoníaco”, “Atávico”, “Para Gracián” y “Calle rara”, los cuatro últimos de su autoría. También recuerdo su composición de “Madera y cartón”, con letra de su amigo Mario Valdez: “Casitas de chapa, madera y cartón, y un tango en la radio vendiendo emoción”.
Osvaldo Tarantino Irazusta nació en el barrio de Almagro -calle Loria 1969- el 6 de junio de 1927. La música estaba en su casa y alguna vez declaró que primero escuchó a Chopin y después llegó el tango. Al piano se le animó con pantalones cortos y en otro momento se le animó al bandoneón y guitarra. Digamos que la música a Tarantino lo acompañó desde siempre. Su padre lo inició y le dio los primeros consejos respecto a la responsabilidad de un profesional: estudiar en serio. Seguramente ese consejo estuvo presente cuando decidió tomar lecciones de armonía y contrapunto con el maestro Bianchi.
En los años cuarenta el pibe Tarantino se entrevera con algunas de las grandes orquestas de esa década privilegiada del tango. Pedro Maffia, Argentino Galván y Edgardo Donato lo contaron en sus filas. Las crónicas de la época registran su presencia en “Los pregoneros de América”, formación en la que se destacaban los músicos Amílcar Neira y su suegro, Tito Vila.
Digamos que el joven Taranta -como le decían algunos de sus amigos- fue rindiendo en esos años todas las asignaturas que se exigen para consagrarse como un grande en un género competitivo y exigente. Después llegaron las giras por el mundo. A Japón viajó con Juan Canaro y allí se quedaron nueve meses. Con Héctor Varela anduvieron por Estados Unidos, Colombia y Venezuela, donde se quedó una temporada. De regreso a Buenos Aires se relacionó con Piazzolla e integró su sexteto. También estuvo con Alberto Marino, Néstor Marconi, Alfredo Gobbi y grabó con Osvaldo Berlingieri. En algún momento compartió escenarios con Roberto Caló con quien grabó temas como “En Fa menor”, “Sacale chispa”, “Este fiel corazón” y “Si yo pudiera olvidarla”.
En 1962 integra junto con la guitarra de Ernesto Báez y el fueye de Toto Rodríguez, el trío “Los tres ases de Buenos Aires”.
Sus últimas presentaciones las realizó en el célebre café Homero. Según un cronista, en ese templo del tango, y acompañado de café, whisky y cigarrillo, el Taranta dictó cátedra de tango a un público selecto y devoto de sus enseñanzas. En esos años se dio el lujo de ser solicitado como pianista de cantantes como Jorge Sobral, Alba Solís y el gran Alberto Marino
Alguna vez decidirá ser otro y grabará para el sello Cabal tangos con ritmo ligero y vendible bajo el nombre de Pierre Montand. Algunos lo criticaron, otros lo justificaron, pero queda claro que a la hora de hacer concesiones el hombre decidió esconderse detrás de otro apellido. De todos modos, el gran disco testimonial para las nuevas generaciones recién llegará en 1994 gracias a la iniciativa recopiladora del sello Melopea: “Osvaldo Tarantino, solo de piano, tango en vivo”. Sus seguidores pudimos disfrutar de ese disco, pero él no, porque había fallecido el 10 de septiembre de 1991

Jorge Sobral, una de las voces más salientes del tango surgidas en los '60

Dueño de una trayectoria impecable y de una voz grave, varonil y siempre joven, Sobral comenzó a cantar a los ocho años con la orquesta de Fermín Valentín Favero (el padre de Alberto), y su primera actuación fue en el Club San Martín de La Plata, su ciudad natal.
Nacido el 25 de agosto de 1931, Edelmiro Sobredo -su verdadero nombre- fue considerado como uno de los cantores más relevantes de la música ciudadana. Se caracterizó por ser cantor solista, pero también por haber actuado en grandes orquestas como la de Mario De Marco, Enzo Bardero, Mariano Mores y Astor Piazzolla.
Sobral siguió activo estos últimos años, manteniendo intacta su calidad interpretativa, a tal punto que hasta amplió su registro y subió de tonalidad, según había confesado.
Su repertorio incluía un amplio abanico que abarcaba temas como "Con los botines cambiados", "Siempre parí", "Pan", "Paparula" y "En el reino de Dios".
A lo largo de su carrera se desempeñó como cantor en el exitoso ciclo televisivo "Yo soy porteño". En su haber se cuenta la grabación de la "Marcha de la Armada", marcha oficial de la Armada Argentina, creada por Alberto Soifer y M. Romero, que vocalizó junto a la banda dirigida por Martín Darré.
Uno de los momentos más significativos de su carrera fue cuando en 1969 ganó un concurso con el tema "Hasta el último tren" (de Julio Amaro y Julio Camilione), acompañado por la orquesta que dirigía Horacio Salgán.
También demostró su costado actoral -de chico hacía teatro independiente en La Plata- y se desempeñó en una decena de películas, entre las que cuentan "Che, Ovni" (1968), "Ritmo, amor y juventud" (1966) y "Las locas del conventillo (María y la otra)" (1966).

martes, 7 de abril de 2015

Una mágica noche se vivió con “La novia de America” en el Teatro Municipal de Bahía Blanca

El comienzo de los festejos del 187 aniversario de Bahía Blanca comenzaron el pasado sábado 4 de Abril en el principal coliseo de la ciudad, el legendario Teatro Municipal, con el Musical "La Novia de América" interpretado por Gaby La voz sensual del tango acompañada musicalmente por el piano de Víctor Volpe y los bailarines Natalia Gastaminza y Gustavo Rodríguez.
Ante un auditorio colmado, la bella morocha bahiense dueña de la escena y del personaje, brindó un show único e inigualable narrando los momentos más emblemáticos y memorables de la vida y obra de Libertad Lamarque.
La selección musical es fantástica y de exquisito buen gusto, recorre todos los ritmos abordados por la novia de América durante su carrera. Gaby, en absoluto estado de gracia vocal, dio su versión del repertorio de Libertad Lamarque que no se sabe bien si fue una interpretación o una clase práctica para estudiantes de repertorio. Su impactante fraseo y su prestancia escénica hacen que su desempeño sea impecable: pleno dominio de la voz desde el grave al extremo agudo, uso expresivo de una bellísima mezza voce, buen volumen vocal y una entrega dramática total. La sensual morocha bahiense tiene la virtud de bucear en el personaje, descubrirle nuevos matices y no caer en la imitación de la gran Lamarque, sino dar su propia y muy sentida versión.
Picos altísimos de emoción se registraron al ir desgranando la vida privada de Libertad, especialmente la relación con sus padres, su hija y su amor de toda la vida: Alfredo Malerba.
Fue ovacionada de pie por la sala premiando una actuación que uno se sentiría tentado de decir consagratoria si no fuera porque ella ya está consagrada hace mucho.



Fotos: Diego Pitiot

lunes, 6 de abril de 2015

Osmar Maderna

El café Marzotto de calle Corrientes fue el escenario de grandes orquestas y cantores de los años cuarenta.
 En el palco ubicado al fondo del salón, actuaron Troilo, Caló y debutó Floreal Ruiz. Fue allí donde se presentó por primera vez Osmar Maderna con su flamante orquesta constituida poco tiempo después de que se separara de Miguel Caló, con quien había conformado la célebre “orquesta de las estrellas” a la que había ingresado en 1939 en reemplazo de Héctor Stamponi.
Para 1946 Maderna ya era una personalidad artística reconocida por los mejores músicos de su tiempo. El fraseo de su piano, sus clásicas notas agudas en los acordes finales, sus fantaseos solos, fueron la marca distintiva de un estilo elegante, sugestivo y discreto, un estilo ubicado en las antípodas del de Juan D’Arienzo o Alfredo De Angelis, pero también ajeno a cualquier aspiración sinfónica .
Osmar Maderna nació en la localidad bonaerense de Pehuajó en 1918. Su padre tocaba el acordeón y siempre apoyó las aspiraciones musicales de su hijo. Se dice que a los once años ya integraba una orquesta local. Su profesora de piano, la que lo inició en el arte del teclado se llamaba Leonilda Lugones de Azcona. “Todo lo que sé se lo debo a ella”, declaró años después en una revista de moda. A los quince años se recibió de profesor de piano y a los dieciocho viajó a Buenos Aires acompañado por dos amigos, los violinistas Aquiles Roggero y Antonio Cipolla.
En la gran ciudad deambuló durante algunos meses en bares y cafetines de mala muerte. En algún momento entró a trabajar como solista en Radio Callao y meses más tarde integró la orquesta de Lolo Fernández gracias a una recomendación del cantor Armando Moreno. El milagro, como el mismo lo calificara, se produjo cuando ingresó a la orquesta de Miguel Caló. Allí se inició de hecho la carrera profesional de uno de los músico más singulares de la década del cuarenta.
En esa orquesta Maderna alternó con Domingo Federico, Eduardo Rovira, Enrique Mario Francini y Armando Pontier, es decir se pone a prueba al lado de los mejores músicos de su tiempo. En ese ambiente pronto se destaca por su talento y por la originalidad de sus interpretaciones y composiciones. En la célebre “Orquesta de las estrellas” graba alrededor de 80 temas, algunos de su autoría y otros en compañía de estos grandes músicos. “Sans Soucí” e “Inspiración” fueron los más notables.
Su relación con los músicos se extiende luego a los grandes poetas del tango de la década: Enrique Cadícamo, José María Contursi, Cátulo Castillo, Homero Expósito y Julio Jorge Nelson, a quien musicaliza su poema “Margarita Gauthier” inspirado en la novela de Alejandro Dumas o, para ser más preciso, en la película que se proyectó en Buenos Aires en 1931.
En 1946 Maderna se desvincula de Caló y constituye su propia orquesta Sus actuaciones iniciales en el café Marzotto continúan luego en la Confitería Rucca. El escenario nocturno lo comparte con la “Santa Paula Serenades” dirigida por Raúl Sánchez Reynoso. Para esa misma época graba en el sello “Sandor” de Montevideo temas como “Margó”, “Viejo calavera” y “Chiqué” Ya para entonces lo acompaña uno de los cantores distintivos de su orquesta: Orlando Verri. No será el único. Más adelante se sumarán Luis Tolosa, Pedro Dátila, Mario Corrales, Adolfo Rivas, Carlos Aguirre, Carlos Aldao y el gran Héctor de Rosas, quien después será el cantor de la primera orquesta de Astor Piazzolla.
Del estilo de Maderna se suele decir que es algo así como un anticipo de Piazzolla. Si en algo se parecen es en el esfuerzo por renovar al tango. Piazzolla como Maderna son vanguardistas, pero allí empieza y termina la semejanza. En realidad, Maderna está más cerca del mejor Mariano Mores que de Piazzolla. Como todos ellos se esforzó por fusionar el tango con la música clásica. No en vano llegó a ser calificado el Chopin del tango, aunque además de las influencias del célebre autor de tantos valses, Maderna estuvo interesado por Listz y Rimsky Korsakoff, a quien homenajeó interpretando en 1946 “El vuelo del moscardón” en clave de tango.
Maderna, Mario Pomar, taqueando y Pedro Dátila

Maderna dirigió su propia orquesta durante cinco años. Grabó 56 temas y allí está lo más representativo y original de su obra. Entre esos temas merecen destacarse entre otros: “Fantasías en tiempo de tango”, “Lluvia de estrellas”, “Concierto a la luna”, “El elegante”, “Loca bohemia”, “Qué noche”, “En tus ojos el cielo”, “Escalas en azul”, “La noche que te fuiste”, “Volvió a llover”, “Rincón de París”, “Cuento azul”, “Lirio”, “Amor sin adiós” y “Rouge”. El primer tema grabado por la flamante orquesta es “Margó”, el poema de Homero Expósito interpretado por Verri. También de Expósito es “Te llaman pequeña” su tema fetiche, con el que iniciaba y concluía sus presentaciones. Otro de los temas destacados es “Tarde gris”, un tango que Gardel había interpretado en 1930 y que Maderna graba en 1946 acompañado por la voz afinada de Pedro Dátila.
Como todo vanguardista, Maderna no fue un músico de multitudes, pero fue muy respetado por sus colegas y muy considerado por la crítica especializada. Los temas que impuso adquirieron fama internacional. “Te llaman pequeña” fue cantado, entre otros, por Pedro Vargas. “Lluvia de estrellas”, figuró en una película de Walt Disney. Y “Concierto a la luna” fue interpretado, entre otros, por Paul Whiteman.
Maderna murió a los 33 años en un accidente de avión. Como Gardel, ganó la inmortalidad en una tragedia aérea. En marzo de 1951 había obtenido el brevet de aviador. Un mes después se mató junto con su acompañante Ernesto Rodríguez en el límite de Lomas de Zamora. Ya se retiraba del aeródromo cuando un amigo lo desafió para hacer unas pruebas en el aire. Su esposa -Olga Mazzei- intentó disuadirlo, pero fue en vano.
Osmar Maderna murió en su hora de esplendor, cuando el futuro se abría generoso a su talento e inspiración. Especular sobre su destino artístico es innecesario. Basta con prestar atención a lo que hizo en esos pocos años para concluir que más allá de los avatares de la suerte, su proyecto estético estaba cumplido. Muchos años después el “Sexteto mayor” rendirá homenaje al maestro incorporando a su repertorio “Lluvia de estrellas”.
Su amigo Aquiles Roggero, reconstituyó la orquesta que se mantuvo fiel a su estilo. Se llamó la “Orquesta Símbolo Osmar Maderna”. Roggero compuso en su homenaje “Notas en el cielo”, un título digno de Maderna, porque sus composiciones insistían con las estrellas, la luna, el cielo y sus diferentes tonos de azul. Era la suya una música que parecía llover del cielo, como dijo un crítico, aunque nadie imaginaba que esa obsesión poética por las alturas iban a ser el anticipo de la tragedia real.