domingo, 25 de diciembre de 2011

BAHIA BLANCA NO OLVIDA: homenaje al 109 aniversario del nacimiento de CARLOS DI SARLI

El próximo 07 de enero de 2012 a las 10:30 hs  se colocara una plaqueta en homenaje al 109 aniversario del nacimiento de CARLOS DI SARLI en el monumento a su figura ubicado en la calle Yrigoyen al 600  de esta ciudad, evento este enmarcado en el ciclo “BAHIA BLANCA NO OLVIDA” que lleva adelante la productora Dandy producciones a cargo de JOSE VALLE, dicho homenaje consistirá en la colocación de una imagen del genial pianista con una descripción de su vida y obra.
CARLOS DI SARLI: “NO HABRA NINGUNO IGUAL, NO HABRA NINGUNO”
Pianista, director y compositor (Bahia Blanca 7 de enero de 1903 – Olivos  12 de enero de 1960)
Nacio en  la casa sita en la calle  San Martín 48 y su infancia y juventud la vivío en la casa  de la calle Buenos Aires(Hoy  Irigoyen,) número 511 , de Bahia Blanca.
Nadie como él supo combinar la cadencia rítmica del tango con una estructura armónica, en apariencia sencilla, pero llena de matices y sutilezas, impuso un sello propio, un perfil musical diferente que se mantiene inalterable en toda su prolongada trayectoria.
Dos tangos de su autoría son considerados clásicos del género. El primero es en homenaje a su maestro Osvaldo Fresedo y se llama “Milonguero viejo”; el segundo es un reconocimiento a su ciudad natal, “Bahía Blanca”. No son sus únicas creaciones, pero son las más memorables. Tan memorable como su famosa mano izquierda, “su zurda milonguera” , como dijera un crítico, esa zurda que le otorgaba al sonido del piano un toque distintivo y distinguido, pleno de sutilezas y matices. La mano izquierda de Di Sarli se reconocía por esa manera de decir, de acentuar, de modula
El Señor del Tango fue absolutamente respetuoso de la melodía y el espíritu de los compositores de su repertorio, adornando de matices y sutiles detalles la instrumentación orquestal, apartándose de la falsa contradicción que existía entre el tango evocativo tradicional y la corriente vanguardista.
Los cantores en tiempos del sexteto, fueron por orden de participación: Santiago Devin, Ernesto Famá, Fernando Díaz, Antonio Rodríguez Lesende, Roberto Arrieta e Ignacio Murillo.
El primer cantor de la orquesta fue Roberto Rufino, a quien lo siguieron Antonio Rodríguez Lesende, Agustín Volpe, Carlos Acuña, Alberto Podestá, otra vez Roberto Rufino, nuevamente Alberto Podestá, Osvaldo Cabrera, por tercera vez Roberto Rufino, otra vez Alberto Podestá, Jorge Durán, Raúl Rosales, por cuarta vez Alberto Podestá, Osvaldo Cordó, Oscar Serpa, Mario Pomar, nuevamente Oscar Serpa, Roberto Galé, Roberto Florio, y finalmente Jorge Durán otra vez y Horacio Casares.
La imagen suya, sentado frente al piano con sus lentes ahumados y su leve sonrisa se transformó en un clásico.

sábado, 24 de diciembre de 2011

LA INMORTAL TITA MERELLO


Tita Merello vivió intensamente cada momento de su vida, fue una gran artista y una consejera. Solitaria, de humor punzante y temperamento fuerte, supo generar odios y amores, opiniones a favor y en contra.
En su cumpleaños número 95 le dejó un mensaje a la gente: “A todos, gracias por creer que yo fui algo más de lo que soy”. Es de suponer que, aún hoy, el agradecimiento a su público sigue tan vigente como está ella en los corazones de todos los argentinos.
Nació el 11 de octubre de 1904 en el barrio de San Telmo, en un conventillo ubicado en la esquina de Balcarce y San Lorenzo. Hija de madre uruguaya y padre argentino, fue bautizada como Ana Laura, pero siempre se la conoció como “Tita”.
A los 4 años fue abandonada en un asilo donde estuvo hasta los 10. Después marchó a Montevideo y más tarde vivió en Magdalena, hasta que volvió a la Capital Federal y se instaló en una pensión de la calle Corrientes.
De sus comienzos dijo: “Llegué al cine y al teatro por unas palabras que me ofendieron. Alguien me dijo ´Me voy a tener que desprender de los caballos o de las queridas´. Entonces yo le respondí: ´Despréndete de mí porque mañana yo me voy´. Y me fui a la Capital, de bataclana. Así empecé”.
A los 20 años entró al mundo del teatro, en coros de revista. Y de allí pasó a la comedia y al drama, con obras como “La mala ley”, de Manuel Linares Rivas, “La propia estimación”, de Jacinto Benavente, “Santa María del Buen Aires”, de Enrique Larreta y “La tigra”, de Florencio Sánchez.
A fines de los años 30, comenzó a compartir los escenarios y las cámaras con figuras como Hugo del Carril, Tito Lusiardo, Pepa Arias, Angel Magaña y Santiago Arrieta.
Vivió su consagración como actriz con las películas “Filomena Marturano”, de Luis Mottura y “Los Isleros”, de Lucas Demare.
En 1933 protagonizó “Tango”, la primera película sonora argentina, junto con Luis Sandrini, Libertad Lamarque y Pepa Arias.
Debutó en televisión en 1962 con “Tangos en mi recuerdo por orden de aparición”, y posteriormente realizó “Vivimos así”, bajo la dirección de David Stivel, programa que debió abandonar por problemas de salud.
Además, escribió las letras de los tangos “Llamarada pasional”, “Decime Dios dónde estás” y “Muchacha rana” y, en 1972, publicó su libro “La calle y yo”, con cuentos relatos y reflexiones.
En 1976, se incorporó al elenco de teatro Astros, en la revista que encabezaba Adolfo Stray y Thelma Tixou. Ese mismo verano participó de la temporada marplatense en un show que contaba con figuras como Mariano Mores, Los Chalchaleros y Héctor Gagliardi. Actuó en varias temporadas en Mar del Plata junto con Hugo del Carril y Enrique Dumas.
Retornó al cine de la mano de Alejandro Doria, en su película “Los miedos” en 1980.
Tita recibió varios premios y menciones, en 1987 fue nombrada “vecina honorable” de la ciudad de Villa Gesell y, algunos meses después, “ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, por ser un “mito viviente de la iconografía porteña”. Además, la Asociación Argentina de Actores le otorga el Premio Pablo Podestá en 1991.
Por otra parte, la actriz también recibió distinciones de parte de los vecinos de la ciudad. En 1993, la Asociación Amigos de la Avenida Corrientes descubrió un monumento construido frente a su antigua casa y, en 1999, la Asociación Vecinal de San Cristóbal inauguró una plaza con su nombre, en la cortada de Jenner y Combate de los Pozos.
Sus amores
Su gran amor fue el actor Luis Sandrini, el hombre que la marcó eternamente y con quien compartió diez años de su vida. A ese amor, que fue público, se comenta que le escribió el tango “Llamarada pasional”. Cuentan sus allegados que en su casa había una silla vacía que pertenecía a Sandrini y que nadie volvió a utilizar después de él.
En 1992, Tita se encontró con Malvina Pastorino, el otro amor de Luis Sandrini, frente a las cámaras. Susana Giménez fue quien logró unir en su programa sobre el Día del Amigo a las dos mujeres que amaron al mismo actor.
Merello también se refirió públicamente a otro de sus hombres, cuando, en 1997, llamó sorpresivamente por teléfono al programa de Mirtha Legrand y le aclaró que no tenía nada contra ella y que el amor que existió entre su fallecido esposo y ella había terminado cuando Tinayre conoció a “Chiquita”. “Se enamoró de mí, pero se casó con ella”, aclaró.
Sobre su estado civil, declaró que el único traje blanco que usará “será el que me pondrán cuando muera, pues no tomé la comunión ni me casé”.
En la Fundación Favaloro
Tita Merello pasó los últimos años de su vida en la fundación del Dr. René Favaloro.
Ingresó en abril de 1998, pero cuando le dieron el alta siete meses después, dijo que debía quedarse allí. “Estoy bajo control. No estoy enferma, pero me tienen que controlar esas arterias del corazón. Eso pasa por haber amado tanto”, declaró la actriz.
Tras el trágico suicidio del Dr. Favaloro en septiembre de 2000, Tita se mostró muy conmovida y reflexionó sobre la gran pérdida: “Los hombres y mujeres de la Fundación nos quedamos sin padre. Tengo un retrato de él en mi altar”.
Enseñanzas
Además de haber demostrado que fue una de las mejores artistas argentina de todos los tiempos, “Tita de Buenos Aires” enseñó con sus palabras y reflexiones.
Examen ginecológico. Siempre se preocupó por la salud de los demás y, tras una internación en el servicio de Ginecología del Hospital de Clínicas, comenzó a popularizarse por aconsejar, por televisión, a todas las mujeres que se hicieran el Papanicolau.
Amistad. Sobre los amigos, confesó que cambian con los años. “Hay gente que, hace veinte años, te decía “te quiero”, y hoy no te saluda. No te mira. No sé si es el apuro por vivir o el miedo de tropezar en la calle. Vivimos una apatía por la amistad”, reflexionó.
Economía personal. Cuando se le preguntó si le importaba el dinero, dijo: “Me preocupa tener lo justo para vivir. A mi edad, ¿para qué voy a juntar plata?”
Admiración. Alguna vez confesó que admira y respeta a Victoria Ocampo: “Yo siempre respeto a las mujeres que hacen cosas, no a las superficiales que se quieren a sí mismas.
Actitud positiva. “Lo negativo es tenerle miedo a la muerte y yo estoy contenta de haber vivido, pienso que cada día que pasa para mí es un regalo del cielo. Le doy las gracias a Dios”, confesó Tita, la “Tita del Pueblo”.
Filmografía:
1933 - ¡Tango!, de Luis José Moglia Barth
1934 - Idolos de la Radio, de Eduardo Morera. Noches de Buenos Aires, de Manuel Romero
1936 - Así es el tango, de Eduardo Morera
1937 - La Fuga, de Luis Saslavsky
1942 - Ceniza al viento, de Luis Saslavsky. Pal´otro lao (Chile), de José Bohr
1946 - Cinco rostros de mujer (México), de Gilberto Martínez Solares
1948 - Don Juan Tenorio, de Luis César Amadori
1949 - La historia del tango, de Manuel Romero. Morir en su ley, de Manuel Romero. Filomena Marturano, de Luis Mottura. Arrabalera, de Tulio Demicheli
1950 - Los isleros, de Lucas Demare. Vivir un instante, de Julio Demicheli
1951 - Pasó en mi barrio, de mario Soffici. Deshonra, de Daniel Tinayre
1953 - Gaucho, de Lucas Demare
1954 - Mercado de Abasto, de Lucas Demare. Para vestir santos, de Leopoldo Torre Nilsson
1955 - El amor nunca muere, de Luis César Amadori. La morocha, de Ralph Pappier
1960 - Amorina, de Hugo del Carril
1963 - Los Evadidos, de Enrique Carreras
1964 - Los Hipócritas, de Enrique Carreras. Correo Sentimental, de Enrique Carreras
1965 - Vieja Ola, de Enrique Carreras
1966 - El Andador, de Enrique Carreras. Idolos de entrecasa, de Enrique Carreras
1969 - Viva la vida, de Enrique Carreras
1974 - La madre María, de Lucas Demare
1976 - El canto cuenta su historia, de Fernando Ayala y Héctor Olivera
1980 - Los Miedos, de Alejandro Doria

jueves, 22 de diciembre de 2011

Gaby y Roberto Bascoy olivaron el 2011 en la Academia Porteña del Lunfardo

GABY

El viernes 16 de diciembre Gaby “La Voz Sensual del Tango” y el cantor nacional Roberto Bascoy realizaron su última presentación del año en EEUU 1379. Fue en la décimo tercera jornada de la VIII Feria del Libro Lunfardo que se extenderá hasta el 30 del corriente.
Luego de las actividades programadas para esa fecha dentro del cronograma de la feria y apenas pasadas las 20 hs comenzó el show que evocó pasado y presente de ambos artistas.
Gaby interpretó varios temas de su última producción discográfica como “La Copa Rota”, “Una emoción” y “Mi ciudad” y recordó canciones que acompañaron sus primeros pasos sobre los escenarios cuando recorría competencias y concursos para poder mostrar sus inquietudes artísticas. Entre estos últimos pueden mencionarse: “Me han prohibido quererte” y la balada de Joaquín y Lucía Galán (Dúo Pimpinela) “Yo, dueña de la noche”. Además hizo un repaso de su discografía con tangos como “Suerte loca”, “Sin lágrimas”, el tiempo de vals “Cuando estemos viejos” y el candombe “Oro y Plata”.
ROBERTO BASCOY
El público recibió con gran respeto todas las interpretaciones, se emocionó y ovacionó algunos de los momentos más actorales que tuvo la presentación de la cantante. La variedad de ritmos dentro del show, su carácter intimista, descontracturado y familiar y el contrapunto con Bascoy hicieron de la hora musical un grato momento para disfrutar de cabo a rabo.
El intérprete Roberto Bascoy, por su parte, dejó el alma en el escenario como de costumbre. Con tangos que evocaron viejos tiempos y sonidos de la época de oro del 2x4 deleitó al público presente con mucha pasión sobre las tablas y una gran humildad. “Con Roberto compartimos el 1º Festival de Tango de Bahía Blanca Carlos Di Sarli, allí nos conocimos y a José Valle, productor del festival y de esta presentación en la Academia Porteña del Lunfardo, le sorprendió la gran aceptación que tiene Bascoy. Es un tipo que canta bien, expresa muy bien, pero además llega al público, siempre que tuvimos la oportunidad de verlo fue un éxito con la gente y eso no tiene precio. Además, y este quizás es el detalle de mayor peso a la hora de elegir la gente para trabajar, es una excelente persona” expresó Gaby, compañera de escenario del cantor el pasado viernes que se vivió a puro tango en uno de los reductos tangueros más prestigiosos de la ciudad de Buenos Aires.

OSVALDO MIRANDA EL ULTIMO DANDY

Osvaldo Isaías Mathon Miranda nació el 3 de noviembre de 1915 en Buenos Aires, en el barrio de Villa Crespo. Empezó su carrera muy joven, como cantante, aunque él siempre tuvo a la actuación como objetivo.
"Quise ser actor, siempre. Pero empecé cantando tangos melódicos y boleros. Como cantaba, me contrataron para una obra de Canaro y Pelay, Rascacielos, que fue mi debut. Después estuve en teatros de revistas y compañías musicales y luego, poco a poco, como yo lo deseaba, el actor hizo desaparecer al cantante", señaló el actor a LA NACION en 1974.
Después, pisó fuerte en las revistas porteñas, más precisamente en el teatro Maipo. Entre las piezas que participó en su larga carrera se encuentran La pequeña choza, Puedes llamarme papá, Boeing-Boeing, 40 kilates, La jaula de las locas y Hoy ensayo hoy.
En el cine debutó en 1936 con la película Los muchachos de antes no usaban gomina y su romance con la pantalla grande continuó con varias títulos más, entre los que se destacan Cándida millonaria (1941), Navidad de los pobres (1947), Corrientes... calle de ensueños Esposa último modelo (1950), La pícara soñadora (1951), Las pirañas (1967), y Un muchacho como yo (1968), entre otras. Miranda vivió a pleno la etapa de oro del cine y se destacó como un versátil comediante junto a grandes figuras de la época, faceta que también trasladó a la televisión. (1948),
En la pantalla chica su primer trabajo fue en Canal 7 en el programa Comedia de bolsillo. Más tarde participó en Tropicana y Mi marido y mi padrino. Un capítulo aparte merece su rol en La nena, junto a Marilina Ross, un éxito que duró cinco temporadas en Canal 13.
A lo largo de su extensa carrera supo cosechar premios tanto en televisión como en teatro y fue condecorado por su trayectoria en varias oportunidades.
Miranda se formó prácticamene en el escenario y en el cine, junto a artistas a los que siempre consideró sus maestros, como Enrique de Rosas, Enrique Santos Discépolo, o Enrique Muiño.
Una de las primeras piezas teatrales en las que trabajó fue en "Rascacielos" con Amaría Esther Gamas y Mario Fortuna y lo hizo, en 1936, interpretando dos canciones, en el desaparecido teatro Boedo.
Proveniente de una familia de clase obrera, don Osvaldo, como muchos lo llamaban, fue mecánico y tejedor y luego de hacer algunas actuaciones para la radio, desplegó su calidad actoral y humorística en la revista porteña.
Miranda debutó en cine, en la década de 1940, en el filme "Un señor mucamo" junto a Tito Lusiardo. Luego vinieron otros títulos como "Cándida millonaria" con Niní Marshall, hasta que llegó "Blum", en teatro, con Enrique Santos Discépolo.
Con su amigo entrañable, Ernesto Bianco, coincidieron en éxitos teatrales como ""La dama del Maxim", "Plaza Suite" y "Boeing boeing". En tanto que en cine también se desempeñó en "Los muchachos de antes no usaban gomina". En tanto que junto a la mítica Zully Moreno hizo "Profesor cero".
Entre los premios que recibió se destacan el Podestá, el de Argentores, el Konex, al mejor comediante y el San Gabriel.

En su vida privada, estuvo casado 55 años, con una mujer con quien renovó los votos. "Cuando cumplimos 50 años de casados, me volví a casar con ella, porque le debía una buena fiesta. Fue muy lindo, todo sorpresa para ella", rememoró en una entrevista con LNR en 2000.
El propio Miranda fue el que acuñó la frase “se fue de gira”.  Luis Brandoni contó  que cuando falleció el actor "Tincho" Zabala, Miranda no podía hacerse la idea de su muerte. “Seguro que está de gira”, expresó Miranda por aquellos años.
ANECDOTA
En un libro de reciente aparición, Osvaldo Miranda, el comediante, de Mario Gallina (Editorial Corregidor), se narra la siguiente anécdota: "La afición de Osvaldo Miranda estuvo a punto de ser plasmada por el cine, pero la rapidez del actor lo impidió. Todo sucedió gracias a una broma que le jugó el realizador José A. Martínez Suárez". Durante el rodaje del filme El complejo de Felipe,éste cuenta que "en una escena Osvaldo Miranda recibía una nota que le tenía que provocar sorpresa. Creo que se trataba de la declaración de amor de una alumna. Se me ocurrió gastarle una broma y preparé un papel que decía: 'Este año, ni Dios lo salva a Atlanta del descenso'. Se lo di, fuimos a la toma y cuando Osvaldo lo leyó, contra lo que yo esperaba, puso la mayor cara de sorpresa que vi en mi vida con una interpretación. El profesional le había ganado al hincha".

JUAN CARLOS THORRY El hombre del espectáculo

Juan Carlos Thorry, el actor, animador y cantante, murió  a los 91 años en San Antonio de Padua. No fue médico como hubieran querido sus tías María, Emilia, Balbina, Pepita y Eugenia y su tío José, las mujeres y el hombre que lo criaron. Pero de ser cierto que la sonrisa restablece el espíritu, contribuyó a curar a varias generaciones.Es que mencionar a Juan Carlos Thorry (o José Antonio Torrongueti, como figura en su partida de nacimiento), es dar cuenta de la historia del espectáculo argentino. Nacido en 1908 en Coronel Pringles, Thorry fue una de las figuras centrales de la radio que animaba Niní Marshall; de la primera televisión, que lo rescató en 1994 para que ejerciera de abuelo en Aprender a volar; del cine de los años cuarenta, junto a Mirtha Lengrand; del teatro que lo contó en sus filas hasta (casi) último momento: como profesor en su casa de San Antonio de Padua y como cultor de las comedias familiares.Sólo un Parkinson que lo afectaba desde hacía tres años lo separó de las clases que daba desde 1985 junto a su séptima mujer, Alma Vélez. Su amigo Osvaldo Miranda afirmó, al enterarse de su muerte: No me puse contento pero sí dije por fin, porque hacía mucho tiempo que sufría. Así y todo, se las ingeniaba para, de tanto en tanto, ir a ver cómo seguían trabajando sus 140 alumnos. El teatro es la verdad, todos los demás son productos de laboratorio, decía para definir su género preferido. Un género que, también, fue el primero. Yo solía ir con mis amigos a la Richmond porque ahí se reunía todo el elenco del Maipo. Un día viene Enrique Santos Discépolo y nos dice: Muchachos, voy a estrenar una obra mía en el Monumental y quiero que actúen ustedes. Y bueno, ahí fuimos, contaba cuando trataba de rearmar los orígenes, la década del treinta.Desde entonces, la popularidad no lo abandonó nunca. Y las mujeres tampoco. Hijo de padres que se separaron y lo abandonaron cuando él tenía 4 años, tuvo que suplir el amor que no le dieron sus padres con el cuidado que le prodigaron sus cinco tías solteras. Es que a su padre lo volvió a ver recién 10 años después; y a su madre la creyó muerta hasta que tuvo 40 años.Durante años me mintieron. Yo tenía 40 años y conducía Grandes Valores del Tango. Un día llega una señora muy viejita y me dice: Vengo de parte de su madre, que está en Mendoza. La saqué corriendo. Pero mi primo, que era mi abogado, me terminó confesando que era cierto. Entonces, viajé a Mendoza donde la conocí. Mi madre se llamaba Rosita Kappa y cuando abrió la puerta sólo dijo: Soy tu madre y me abrazó. Fue muy extraño. Porque, a pesar de verla seguido, nunca pude sentirla como mi mamá, confesó años más tarde.La falta de amor materno la compensó en matrimonios: tuvo seis esposas antes de que llegara la última, Alma: María Elisa Spoti, María Zubarriain (hermana de Olga Zubarry), Analía Gadé (con quien vivió 7 años en España), Susana Dasso, Regina Fernández y Dinka. Su fama de mujeriego y su éxito como actor lo llevaron a ser el preferido de todos los hogares por décadas: el hombre que cada madre quería para su hija y para ella también.Desde joven, fue una especie de bon vivant. Y ya en 1935 tenía un auto para pasear de día y otro para pasear de noche. Fui un niño bien, pretencioso y engrupido, como dice el tango, de esos que se daban dique manejando una voiturée convertible por el centro, de los jovencitos que frecuentaban el cabaret. Jugador de rugby en CUBA, ex alumno del Colegio San José, el entonces joven Thorry sufrió un accidente que lo dejó estéril a los 18 años. Nunca me preocupó. Incluso, en una época era un buen recurso para conquistar a algunas mujeres, decía sin pizca de aire trágico. Evidentemente lo suyo era la comedia. Y ese espíritu hizo que la fortuna llamara otra vez: el hijo de su última mujer, Marcelo Gallo, fue el médico que lo quiso como un padre y que lo atendió hasta la madrugada de ayer.Ni el abandono de sus padres, ni los engaños de sus tías, ni la temprana esterilidad pudieron con su ánimo. La falta de sentido trágico lo asemejaba en mucho con su personaje más famoso, Cándido Pérez. Una candidez que estaba muy lejana de la ironía metafísica de Macedonio Fernández. Sin embargo, cierta pizca macedoniana habitaba sus palabras cuando debía hablar del final: No me gusta ir a los velorios. Si pudiera, tampoco iría al mío. Ojalá le hubiera sido posible.

MARIO BUSTOS UN CANTOR TEMPERAMENTAL



A ver, Lázzari, probalo!» exclamó Curi, el representante de D'Arienzo. «¿Y para qué? ¿Yo, una prueba?... ¡No! A mí me vinieron a buscar, no vine a pedir trabajo. Yo no hago pruebas. Quiero hablar con D'Arienzo.»
Tenía su carácter, por momentos soberbio. Finalmente vino D'Arienzo: «Quisiera hablar sólo un minuto con usted», le dijo en tono imperativo, pero D'Arienzo aceptó. Caminaron hasta un rincón del estudio donde había un piano, pero nadie se sentó al piano. Entonces le dijo: «Mire maestro... -y se lanzó-: "hace cinco días, loco de contento"...» Así se mandó la primera parte de "Justo el 31". D'Arienzo llamó a Curi y le ordenó que Lázzari lo escuchara y despidiera a los demás postulantes, que eran como cuarenta. Después se dirigió a Eduardo del Piano que lo había llevado y le dijo: «Eduardo, ya está, era lo que estaba buscando.»
Así comenzó el segundo y último dúo exitoso que tuvo la orquesta en su larga trayectoria, el primero Echagüe-Laborde, y ahora Jorge Valdez y Mario Bustos.
El hecho ocurrió en Radio El Mundo y fue una idea de Eduardo del Piano, amigo de D'Arienzo y de Bustos, en el momento que se enteraron que el dúo famoso estaba en retirada. Por aquel entonces, el joven vocalista actuaba en el Palacio con una orquesta propia que dirigía Osvaldo Piro.
Nació a metros de la esquina de Yatay y Díaz Vélez, barrio de Almagro. Fue el mayor de cinco hermanos traídos al mundo por el español Casimiro Álvarez y la italiana Mercedes Grazioti. Recién llegado el padre se estableció en el barrio de La Paternal, con un pequeño negocio de peluquería. Un día, en la trastienda, apareció un piano y desde entonces fue habitual que en un sector de la tapa, prolijamente protegido se ubicara un calentador "primus" donde casi todos los días se preparaban papas fritas al pimentón: "cachelos". Y como correspondía, el pequeño espacio se convirtió en tertulia de amigos, casi todos músicos, casi todos guitarreros, como el propio Don Casimiro, que tuvo el gusto de acompañar varias veces al mismísimo Magaldi, que era tan tartamudo comentaban, que no podían entender como hacía para cantar.
De pibe andaba canturreando por la casa, aparte de cumplir con el colegio y jugar al fútbol en la calle. De muchachito se inclina por el billar y cuando se aparecía por el café Cervantes de Méjico y Entre Ríos, ya es "el Duque", por su tendencia a mostrarse atildado, cuidando la pinta.
El secundario lo hizo en el industrial Otto Krause y entre sus compañeros surgen dos compinches: León Zuckerman, luego el cantor Leoncito Beltrán y Mauricio Borenstein, más tarde el actor Tato Bores. Ambos lo entusiasman para que se dedique al tango. El hermano de su madre, el actor de radio y teatro Tito Grassi lo conecta con el guitarrista José Canet, quien desenfundó la "viola", hizo un arpegio y le dijo: «¡Dale, cantá!». Y luego de escucharlo se lo llevó con él. Así comenzó su carrera de cantor.
Los dos compañeros y Canet lo presentan, a su vez, a Domingo Federico que buscaba reemplazar a Oscar Larroca. Gustó y el primero de agosto de 1948 debuta en Radio Splendid. Federico lo bautiza Mario Bustos, hasta entonces había cantado como Mario Escudero. Una curiosidad, tres cantores en una orquesta, porque junto a Mario se alineaban Enzo Valentino y Hugo Rocca. Debutó en el disco el 14 de octubre de 1949, cantando " Justo el 31".
Luego de dieciocho meses llegó la desvinculación. Ocurrió que Eduardo Del Piano decidió formar orquesta propia y le propuso ser su vocalista junto a Héctor de Rosas. El 17 de septiembre de 1951 comienza grabando "Margot", es su primer título registrado.
La relación laboral se prolongó hasta fines de 1954. Mucho trabajo y pocas grabaciones, un detalle nada grato que también persiguió a Del Piano, una orquesta de sonido limpio, claro, ideal para escuchar, con Mario, un barítono con un timbre de voz -excepción hecha de Rivero- a la que aún los productores discográficos no estaban acostumbrados. Tuvieron temporadas de seis meses en la confitería "Adlón", en un primer piso de la calle Florida, y en muchos otros locales. Su interpretación de "Tiburón" de Julio Pollero, Luis D'Abracio y letra de Enrique Dizeo, se constituyó en un gran éxito.
Ya como profesional, con Domingo Federico, tuvo un maestro de canto y éste fue quien le descubrió una serie de problemas en sus cuerdas vocales que se fueron acentuando de tal manera, que luego de Del Piano decidió alejarse de la actividad. Entró al diario La Prensa como corrector de pruebas y cada tanto hacía un "bolo", nada que lo esforzara mucho porque la voz no le daba, debía controlarse mucho.
Julio Sosa le aconsejó visitar al Dr. León Elkin. Operaciones de por medio, un tiempo de espera y la rehabilitación final. Pero no fue fácil el retorno, tenía ganas pero también sus dudas.
Fue su hermano Nenín y las circunstancias las que determinaron su regreso. Se encontró con uno de los socios de "El Palacio del Baile" que preguntó por su hermano y manifestó su deseo de contratarlo. Pidió una semana para contestar. Había que encontrar el acompañamiento y hacer el repertorio.
Convencieron a Osvaldo Piro, luego a unos músicos que estaban con Ricardo Pedevilla. Faltaba un pianista y apareció Oscar Palermo que solamente se dedicaba a la música clásica. Juntaron un dinero para imprimir afiches que rezaron "Mario Bustos y su orquesta dirigida por Osvaldo Piro". Ensayos, casi ninguno, todo a la parrilla.
El debut fue aceptable y más tarde bueno, porque la inmensa pista del Palacio -101 metros por 50 de ancho- se llenaba en cada reunión. Se quedaron tres meses, también actuaba la jazz de Rubén Granata. El conjunto continuó por otros escenarios de la ciudad hasta que llegó D'Arienzo que era un tipo sagaz, sabía lo que quería y supo explotar el estilo y el desenfado de Mario Bustos.
El debut fue en el "Marabú", enseguida comenzaron las grabaciones. Es posible que supiera poco de música, pero D'Arienzo tenía un ángel. En los ensayos, a su manera, daba las indicaciones y estaba en lo cierto, las partes salían mejor. Y en los locales, donde era costumbre hacer tres vueltas, él nunca aparecía en la primera y la orquesta nunca sonaba igual a cuando el maestro estaba al frente, su presencia la hacía crecer.
La relación entre ellos nunca fue buena y no terminó bien. Juan decía sus cosas de manera chocante y a Mario no le gustaba, él era difícil también. Hubo celos, pequeños enfrentamientos, un malestar permanente a cambio del buen trabajo y la popularidad. D'Arienzo gustaba de tener cámara y cuando estaban en la televisión se acercaba a los cantores y los dirigía con el dedo. Mario le dijo que no lo hiciera, no le gustaba. Hasta que un día se lo mordió. Todos lo tomaron como parte del show, pero en la intimidad se sabía que fue de bronca. Lo mismo cuando cantaba «no te quiero más ...» y Juan se acercaba al micrófono y decía el verso siguiente «ni te puedo ver».
Luego, la etapa como solista que comenzó acompañado por el trío de Carlos Galván, donde solían estar Jorge Dragone, a veces Julio Pane, también Marcheto... después Requena, Lacava, Ferri... En 1966 se va a Japón con Florindo Sassone pero como artista invitado. De regreso hicieron un mes en Radio El Mundo.
En 1978 fue a su hermano Nenín, entonces presentador en el "Marabú", que se le ocurrió festejar los 30 años de Mario con el tango y también fue una prueba, pués el "Marabú" no abría los domingos y el festival se hizo un domingo y fue exitoso, a tal punto que las funciones continuaron varios meses con un promedio de 700 personas por presentación.
Y llegó el final. Terminaba el año 1979 y su hermano piensa para el día treinta de diciembre juntar nuevamente al dúo Bustos-Valdez, pero no pudo ser. El día 26 por la mañana estaba hablando por teléfono con Jorge Dragone, ya que esa noche se presentan en "El Viejo Almacén", cuando no se siente bien. El mismo tomó un taxi y se fue al Hospital Italiano. Tenía un infarto. Fueron unos días de incertidumbre hasta el 2 de enero que falleció.