martes, 24 de mayo de 2016

El tango y los tungos

El 15 de junio de 1925 fue una noche de gala en “El Bataclán”, el célebre teatro de revistas de calle 25 de Mayo que forjó la imagen mítica de la bataclana. Precisamente, esa noche se presentaba en escena la obra “En la raya lo esperamos”, de Luis Bayón Herrera, musicalizada por Modesto Papávero y con la presencia estelar de Tita Merello. La obra ficcionalizaba una carrera de caballos, con la novedad de que los jockeys eran las chicas vestidas con polleritas cortas y chaquetillas de colores y los caballos unos simples bastones.
Nada del otro mundo en un teatro que convocaba multitudes decididas a apreciar las dotes sensuales de sus estrellas favoritas. Lo sorprendente, en este caso, es que esa tarde Papávero, que en su vida había pisado un hipódromo, fue a Palermo para presenciar una carrera de caballos y encontrar alguna posible inspiración para la obra. El azar o tal vez alguna recomendación, lo acercó al stud de Francisco Maschio y allí le aconsejaron que apostara al jockey Irineo Leguisamo, a quien sólo conocía de nombre. Se dice que Papávero jugó esa siesta seis boletos y se instaló en la popular para presenciar la carrera. Fue allí que vio cortar las cintas y cómo los pingos salían como saetas. Allí vio que el jockey a quien había apostado había quedado atrás y, para su asombro, registró cómo iba ganando posiciones, cómo al doblar el codo se acomodaba para entrar en acción y, en ese momento, comenzó a sentir los gritos de la tribuna: “Leguisamo solo”, un grito que unía a los cajetillas de la oficial con los reos de la popular, como si por un instante mágico las diferencias de clases se hubieran suspendido.
La carrera la ganó Leguisamo, pero no sabemos si Papávero cobró la apuesta porque según sus propias confidencias en ese momento estaba más entretenido en escribir la letra del tango que se le acababa de ocurrir que en ganar dinero. Cuando esa tarde llegó al teatro la letra ya estaba calentita, como recién salida del horno. Tita Merello la aprendió en dos patadas y a la noche la cantó por primera vez en público. Nunca en “El Bataclán” hubo una ovación tan estruendosa. Esa noche, tres veces Tita tuvo que cantar el tango y las últimas dos, el público la acompañaba en el estribillo de pie.
Fue una sensación. La novedad fue registrada al otro día por los columnistas de espectáculos de los diarios. “Leguisamo solo” era el gran tango de la temporada. Carlos Gardel estaba en Europa y, apenas se enteró de que se había escrito un tango en homenaje a su gran amigo, pidió urgente la letra. No era la primera vez que Gardel le cantaba un tango a lo que era su pasión y su vicio: los caballos. Ya en 1917 había interpretado “El moro” y “Pangaré” con Razzano, pero los entendidos aseguran que nunca Gardel cantó un tango con tanta emotividad, al punto que en algún momento se dejó llevar por la pasión y eso se nota cuando exclama “Leguisamo viejo y peludo nomás...”. O con el sugerente y sobrador “Leguisamo al trotecito...”.
Gardel graba este tango en Barcelona el 17 de octubre de 1925 y dos años después en Buenos Aires. No fue el único tango que cantó en homenaje a los caballos, pero fue el que más quiso. Gardel lo había conocido a Leguisamo en el hipódromo de Maronas, en 1920. Era el único que le decía “Mono”, sin que el jockey se molestara por el apodo, aunque, dirá después: “Para cobrarme, yo le decía Romualdo, sabiendo que no le gustaba”.
Se cuenta que una mañana Leguisamo recibió en su casa un enorme paquete con una tarjera de Gardel que decía: “Mono, te mando un postre”. Leguisamo empezó a abrir el paquete y para su sorpresa descubrió que era puro papel y cartón. Sospechando que se trataba de una de las tantas cargadas de su amigo, ya estaba por tirar el resto de los papeles, cuando descubrió, casi de casualidad, un disco que ni siquiera tenía etiqueta. Leguisamo puso el disco en el fonógrafo resignado, esperando una cachada, cuando para su sorpresa escuchó el tango dedicado en su homenaje. Leguisamo, que era un hombre sobrio y parco, no tiene reparo en decir que se le llenaron los ojos de lágrimas por ese distinguido obsequio de su amigo.
Gardel amaba a los caballos y al universo burrero. Tuvo seis caballos que habitualmente los alojaba en el stud de Francisco Maschio, el “viejo Francisco”, que menciona en el último monólogo de “Leguisamo solo”. De todos modos, su caballo preferido, el que adquirió dimensión literaria fue “Lunático”. Curiosamente en homenaje a ese caballo hay un tango compuesto por Guillermo Barbieri y Eugenio Calderón dedicado a Gardel y que nunca se grabó, ni la música ni la letra.
Los músicos de la guardia vieja escribieron memorables composiciones musicales en homenaje a algún sportsman, algún jockey o a algún cuidador. Uno de los más famosos es “La gran muñeca” de Alfredo Bevilacqua, dedicado al jockey Domingo Torterolo. O “Correntino”, de Pedro Maffia, dedicado al “Yacaré” Elías Antúnez. Abundan los tangos en homenaje a los grandes señores del turf: “Marrón glacé” de Eduardo Arolas, está dedicado a Emilio de Alvear; “Espiga de oro” de Juan Maglio a Juárez Celman. El músico Pablo Laise compuso temas como “Viejo pillo”, dedicado al sportsman Enrique Dufour y “Don Santiago”, dedicado al fundador del Hipódromo San Martín, don Santiago Fontanilla. O “Buen Ojo”, de José Luis Visca, dedicado al doctor Benito Villanueva.
Con las composiciones musicales llegaron los poemas, los memorable temas burreros. El mundo del hipódromo, de los stud, de los caballos de carrera, las expectativa de las apuestas, los aprontes y los desencantos por los resultados constituyeron una fuente importante de inspiración tanguera, al punto que un veterano del turf llegó a decir que el tango es el responsable de haber desprestigiado un deporte distinguido, el deporte de los reyes, con su lunfardo y su narración obsesiva acerca de jugadores que perdían el sueldo, la fortuna y el hogar detrás de los caballos de carrera.
Le gustara o no a este caballero, los hipódromos fueron en aquellos años un lugar preferido por la gente. Las veladas domingueras convocaban multitudes, en algunos casos superiores en número a las de las canchas de fútbol. Palermo y, a partir de 1935, San Isidro fueron los grandes estadios donde el tango celebró uno de sus mitos más perdurables. El colorido de las chaquetillas de los jockeys, el sol iluminando la pista, el rumor de las multitudes en las tribunas, el ajetreo de los jugadores en las ventanillas, la estampa de los caballos constituyen un espectáculo inspirado en genuina poesía.
Los tangos relatan las penurias de los jugadores, sus esperanzas, sus hábitos. Es el caso de “Palermo”, “La catedrática”, “Tardecitas estuleras”, muy bien interpretada por Edmundo Rivero, “Preparate pal domingo”, “NP”, un tango de Francisco Loiácono, el apellido real del entrañable Negro Barquina.
Pero los caballos, las apuestas, la pasión de los jugadores dan también lugar a las más inspiradas metáforas del tango. Es el caso del poema de Alfredo Le Pera, “Por una cabeza”, en el que nunca se llega a saber con certeza si el personaje se está quejando por la suerte en el hipódromo o por la suerte en el amor. Es el caso de ese extraordinario tango que pertenece a Francisco García Jiménez, “Lunes” y que Carlos Dante le ha otorgado su sello definitivo. “Un catedrático escarba su bolsillo/ pa ver si un níquel alcanza pa un completo. Ayer qué dulce- la fija del potrillo; hoy qué vinagre- rompiendo los boletos...”.
Al mismo poeta pertenece uno de los grandes tangos burreros, “Bajo Belgrano”, también cantado por Gardel, pero con una muy buena interpretación de Marino, quien entre otras cosas se le animó a los tangos consagrados por Gardel. Había que animársele a “Leguisamo solo”.
Otro tango que no puede estar ausente en la lista es “Canchero”, escrito por Celedonio Flores e interpretado, entre otros, por Gardel y Rivero. O “Pan comido”, de Enrique Dizeo e Ismael Gómez. O “Preparaste pal domingo”, de José Rial y Guillermo Barbieri. Capítulo aparte, merece “Milonga que peina canas”, de Alberto Gómez y ese notable poema que se llama “Uno y uno”, escrito por Lorenzo Juan Traverso.
Alberto Marino, Jorge Vidal, Edmundo Rivero, Alberto Morán, el propio Alberto Echagüe han hecho su aporte a los temas burreros. Particular mención merece Angel Vargas y su tema “El yacaré”, un poema con música de Alfredo Attadía y letra de Mario Emilio Soto -el autor de “Pasional”- en el que le rinde homenaje a ese notable jockey correntino que fue Elías Antúnez. Como en “Leguisamo solo”, el poema narra una carrera donde la muñeca del jockey asegura el triunfo.
Demás está decir que los grandes poemas burreros pertenecen a Gardel por derecho propio, porque le gustaban los burros y porque como dice en la última carta que le escribe unos días antes de su muerte: “Me he gastado una ponchada de mangos en la raza caballar”.

Miguel Caló y su orquesta de las estrellas

En aquellos lejanos y memorables años de los cuarenta, uno de los lugares habituales frecuentados por el público tanguero fue el cabaret “Singapur”, ubicado en la esquina de Montevideo y Corrientes. En ese reducto de la noche, se podía disfrutar de una buena copa, de excelente y agradable compañía, y del privilegio de apreciar las dotes del Cachafaz, el mítico “bailarín compadrito”, entonces en su momento de máximo esplendor.
Entonces, en ese selecto y exigente ambiente de tango, la figura estelar de la noche era la orquesta de Miguel Caló, integrada por los mejores músicos de la época, una marca en el orillo de este pianista nacido el 28 de octubre de 1907 en el viejo Balvanera. En “Singapur” se iniciaron dos cantores emblemáticos de esta orquesta: Raúl Berón y Alberto Podestá. Al primero, lo recomendó su paisano Armando Pontier; el segundo, fue apadrinado por Roberto Caló, hermano de Miguel y un notable músico y cantor que en algún momento llegó a dirigir su propia orquesta que, según los entendidos, compitió en buena ley con la de su hermano. No está de más saber que Roberto contó en sus diversas formaciones musicales con cantores de la talla de Enrique Campos, Tito Reyes, Oscar Larroca y Roberto Ray. Y fue el compositor de “Soñemos”, el tango escrito por Reynaldo Yiso.
Miguel Caló es una de las figuras más representativas de la década del cuarenta. Su estilo sobrio, depurado, elegante, siempre estuvo atento a las exigencias de la vanguardia y los requerimientos del gran público. Como todos los grandes directores de orquesta de su tiempo, llegó a ese lugar luego de haber recorrido una exigente carrera musical.
Los Caló, como los Fresedo o los De Caro, fueron familias de músicos. Don José Caló y su esposa Natalia Pantano, tuvieron diecisiete hijos, seis de ellos varones y todos dedicados a la música. Los más destacados fueron Miguel y Roberto, pero no se puede dejar de mencionar a Armando, el contrabajista que en su momento integró la orquesta de Miguel. O Juan, que también llegó a dirigir su propia orquesta. La excepción a la regla, a la regla del tango se entiende, fue Salvador, quien se dedicó al jazz y se instaló en Estados Unidos.
Estamos entonces ante músicos de raza que se preocuparon por rendir y aprobar con excelentes calificaciones cada una de las asignaturas que el tango exigía en aquellos tiempos. Miguel se inició siendo un adolescente. La pobreza no le impidió estudiar música. Sus primeras armas las hizo bajo las enseñanzas de José di Nápoli, del famoso Trío Gadeón. Di Nápoli fue quien lo recomendó a Osvaldo Fresedo y el joven, luego de ser sometido a un riguroso examen, pasó a integrar la selecta línea de bandoneones del “Pibe de La Paternal”. Su otro aprendizaje ilustre fue el que realizó al lado de Francisco Pracánico, el compositor de uno de los grandes tangos de la historia: “Corrientes y Esmeralda”. Caló debutó con Pracánico en 1926 en el teatro Astral. A Pracánico lo acompañaban, entre otros, Elvino Vardaro y Azucena Maizani. Como se podrá apreciar, el muchacho desde muy jovencito tuvo el privilegio de jugar en primera y fue apadrinado por los grandes ases del tango.
En 1929 formó su primera orquesta, pero la disolvió para integrarse a la que entonces dirigía Cátulo Castillo, con quien ese año viajará a España acompañado por los hermanos Malerba y el cantor Roberto Maida. No serán sus únicos viajes de aprendizaje. Poco tiempo más tarde -en 1931- estará en Estados Unidos y su guía turístico será Osvaldo Fresedo.
En 1932 realizó sus primeras grabaciones: “Milonga porteña” y “Amarguras”. En 1934 constituyó otra orquesta en la que su personalidad artística ya está mucho más definida. En esa formación, que se mantendrá hasta 1939, se destaca el pianista Miguel Nijenshon. Los cantores son Alberto Morel y su hermano Roberto, pero el que más llama la atención es un jovencito que responde al nombre de Carlos Dante, quien en ese período grabará 18 temas. Las influencias musicales de Osvaldo Fresedo y Carlos Di Sarli son evidentes
En 1940 se inicia lo que sus biógrafos consideran la segunda y definitiva etapa en su aprendizaje musical. En esta orquesta ya están las grandes estrellas del tango y su estilo se ha depurado. Osmar Maderna en el piano; Domingo Federico, Armado Pontier, Eduardo Rovira, Julián Plaza, Carlos Lázari y José Cambareri, en bandoneones. Los violines estarán a cargo de Enrique Francini y Antonio Rodio y en el contrabajo se destacarán Ariel Pedernera, Juan Facio y Nito Farave. Nijenshon en algún momento reemplazará a Di Sarli, pero ahora Caló es reconocido por la calidad de sus músicos y su nombre es sinónimo de buen gusto.
Tres grandes cantantes están presentes con Miguel Caló: Alberto Podestá, Raúl Berón y Raúl Iriarte. La trilogía se amplía con la presencia de Jorge Ortiz, Luis Correa y, en algún momento el gran Roberto Rufino. Podestá le dio su sello particular a la orquesta con temas como “El bazar de los juguetes” o “Bajo un cielo de estrellas”; Raúl Berón -para muchos la escolta insustituible de Gardel- consagró “Late un corazón” y “Azabache”. A Jorge Ortiz siempre se regresa cuando se quiere escuchar “A las siete en el café”, del mismo modo que Raúl Iriarte es imprescindible para interpretar “La vi llegar”.
Para los bailarines y los amigos de la buena música, el tema fetiche de Caló fue “Sans Souci”. Así como a Pugliese se lo recuerda por “La Yumba”, a Di Sarli por “Bahía Blanca”, a Maderna por “Lluvia de estrellas”, a Troilo por “Quejas de bandoneón” y a Piazzolla por “Adiós Nonino”, a Miguel Caló se lo relaciona con “Sans Souci”, compuesto por Enrique Francini y grabado por primera vez en 1944.
En 1961, en un tiempo en que se profetizaba la definitiva decadencia del tango, Caló asume el desafío de convocar a los mejores músicos de su tiempo para formar una orquesta. Allí están entre otros Armando Pontier, Domingo Federico, Enrique Francini, Hugo Baralis y Octavio Trípodi en el piano. Los cantores son, una vez más, Alberto Podestá y Raúl Berón. Esta formación musical será presentada en la radio y los locales nocturnos con el sugestivo título de “Miguel Caló y la orquesta de las estrellas”. Con ese nombre grabarán para el sello Odeón doce temas inolvidables.
Miguel Caló murió el 24 de mayo de 1972. El infarto lo derrumbó casi en la esquina de Corrientes y Montevideo. Magia o destino: en esa misma esquina se había iniciado como profesional hacía más de treinta años, cuando después de las doce de la noche su orquesta iniciaba el rito nocturno del Buenos Aires de entonces.

lunes, 23 de mayo de 2016

Murió Juan Carlos "Juanchi" Granelli

 Una noticia conmueve al ambiente tanguero el queridísimo Juan Carlos Granelli (Juanchi), falleció ayer domingo debido a una enfermedad terminal que lo aquejaba hacía tiempo.
Había nacido el 17 de Octubre de 1950 a 200 kilómetros de la Capital Federal, en Rojas – Provincia de Buenos Aires. Desde los dieciséis años intentó sostenerse económicamente trabajando en las más diversas tareas. De muy chico comenzó a cantar folclore con un grupo vocal y radicado en Buenos Aires, estudió guitarra y piano en el Instituto Fracassi. La suerte estuvo de su lado el día que lo escucho el maestro Héctor Varela, quien gratamente impresionado, lo presentó en el concurso “Grandes Valores del Tango” que en ese momento se emitía por el Canal 9 de Televisión. Ese concurso fue en el año 1979 y lo ganó, haciendo gala de un fraseo expresivo y varonil que recordaba al de Alfredo Belusi, aunque muchos lo emparenten con el de Julio Sosa. Ca ntaba con garra, buena dicción y su figura aplomada, su pinta, elegancia y humildad dominaba el escenario presagiando un futuro promisorio.
Al año siguiente ganó el concurso nacional de la sociedad de autores y compositores, SADAIC, representando a la Ciudad de Buenos Aires, con dos temas de Juanca Tavera y Osvaldo Tarantino; el tango “Ilustre Desconocido” y la milonga “Me llaman el Negro”. Alejandro Romay, dueño de Canal 9, lo contrata en exclusividad por nueve años, desde entonces, comenzaron sus actuaciones en varios programas de la emisora, entre ellos: “La Botica del Angel” de Eduardo Bergara Leumann.

Entre sus orquestas preferidas estaban las de Anibal Troilo y Osvaldo Pugliese, entre los cantores, admiraba a Roberto Goyeneche, Julio Sosa, Alberto Marino Edmundo Rivero y Floreal Ruiz.. Cantó con las más importantes formaciones de su tiempo; José Basso, Osvaldo Berlingieri, José Colángelo, Osvaldo Piro, Néstor Marconi y Osvaldo Tarantino, entre otras.
Realizó giras por Uruguay, Brasil, Paraguay, Chile y Bolivia. Entre los años 1985 y 1989 estuvo trabajando en Venezuela para la cadena de hoteles Intercontinental, en ese lapso realizó algunas presentaciones en la Argentina en los más importantes locales nocturnos de esos años como “Michelángelo”, “Cambalache”, “El Viejo Almacén”, y “Señor Tango” entre otros. En Venezuela, la compañía Columbia reeditó uno de sus discos. Vivió en la ciudad de Fresno – California, EUA. Actuó en Los Ángeles, San Francisco y Las Vegas y en octubre de 2003 viajó a Europa, para presentarse en Zurich -Suiza.

Hugo del Carril Guapo y varón

A Piero Bruno Hugo Fontana -así lo bautizaron el 30 de noviembre de 1912-, la fama no le resultaba desconocida. Tampoco la desgracia, el dolor, la incomprensión y los sinsabores de una vida asumida intensamente, con sus luces y sus sombras. Se dice que su primera relación con el tango la tejió siendo casi un niño, cuando aprendió de memoria el tango “Carasucia”, que lo cantaba una empleada doméstica mientras barría la vereda de su entrañable barrio de Flores.
Supo de adolescente que el destino le había otorgado el don del canto y de la pinta. Sin embargo, nunca se la creyó y nadie puede decir que alguna vez haya fanfarroneado con sus virtudes o sus talentos que eran evidentes y auténticos. Carlos Gardel fue siempre su ídolo, el modelo a seguir e incluso a imitar. Cuando alguna vez lo calificaron como el más grande de los cantores, interrumpió al locutor para recordar que el más grande había sido Gardel.
Era un pibe cuando entonaba estribillos en la orquesta de Edgardo Donato y en la de Francisco Canaro. No se confió en sus inspiraciones o en el poderoso caudal de su voz y estudió canto durante años con Elvira Colonese. Para inicios de la década del treinta, el cantor Roberto Acuña lo bautizó con su nombre definitivo: Hugo del Carril. Las radios líderes de la década del treinta lo contrataron entre sus artistas preferidos, pero la hora de su definitiva consagración vino no del escenario ni de la radio, sino de la pantalla, del cine.
Esto ocurrió en 1936, cuando Manuel Romero lo convocó para filmar la película “Los muchachos de antes no usaban gomina”. Allí adquirió estado público su pinta brava, su sonrisa, su impecable peinado a la gomina y su voz cálida y viril. En esa película, Hugo del Carril interpreta uno de sus grandes éxitos: “Tiempos viejos”, escrito en 1926 por Manuel Romero y musicalizado por Francisco Canaro.
A partir de allí se sucedieron los éxitos. Las películas a decir verdad no eran buenas, pero la gente iba a verlo a él, a disfrutar con sus tangos o a emocionarse con las tramas algo sensibleras de entonces. Así se sucedieron “La vuelta de Rocha”, “Tres anclados en París”, “La vida es un tango”, “La cabalgata del circo”, donde conoció a Evita cuando aún no era la esposa del general. La película “La vida de Carlos Gardel” convocó multitudes a las salas.
Los directores Manuel Romero, Luis César Amadori, Mario Sóficci y Luis Bayón Herrera, entre otros, coincidían en que el hombre reunía las condiciones ideales para ser el heredero de Carlos Gardel. Se montó para ello todo un dispositivo publicitario que el propio Hugo del Carril después se encargó de desmontar, porque nunca admitió que sobre temas tan delicados alguien decidiera en su nombre. De todos modos, para los inicios de la década del cuarenta, Hugo del Carril y Luis Sandrini eran -por razones diferentes- los grandes ídolos de la pantalla y los más cotizados. Su presencia en las pantallas se matizaba con sus actuaciones en los grandes locales y salas nocturnas de entonces. Para esa época, grabó sus temas acompañado por las glosas de Julián Centeya.
Cuando en 1943 irrumpe el peronismo en la política nacional, él adhiere a la nueva causa. De origen socialista, siempre sostuvo que el peronismo era la versión nacional del socialismo, pero más allá de las interpretaciones, el dato merece destacarse porque su identidad peronista no fue un detalle en su vida. Cuando en 1949 graba la primera versión de la “Marcha peronista”, él mismo reconoce que en el futuro se lo va a recordar más por ese gesto que por toda su labor como cantor, actor y director de cine.
La relación de Hugo del Carril con el peronismo estuvo a la altura de sus valores y de las exigencias éticas de su personalidad. Nunca se valió de su filiación política para obtener beneficios o para perseguir a alguien. Por el contrario, fue solidario con el bolsillo y con el gesto y dio la cara a favor de amigos sin preguntar de qué lado estaban.
Iniciado como director de cine a fines de la década del cuarenta, filmó en esos años una de sus películas centrales: “Las aguas bajan turbias”, sobre la base de una novela del escritor comunista Alfredo Varela que, para más datos, en esa época estaba detenido. Ni la ideología del escritor, ni su trama orientada por el más riguroso realismo socialista, lo atemorizaron a la hora de hacerse cargo de su proyecto.
Por no ser obsecuente debió padecer las discriminaciones y persecuciones de Alejandro Apold, el poderoso y temible secretario de prensa del régimen. Apold no le perdonó que en una oportunidad Del Carril se negara a cumplir con la orden de ir a cantar a un acto público. “Que cante él”, fue su respuesta. Al desplante se lo hicieron pagar, hasta que en su momento intervino el propio Perón para poner las cosas en su lugar.
La trayectoria de Hugo del Carril como director de cine fue tan importante como la de cantor y actor. Su ópera prima fue “Historia del 900”. Después vinieron “Surcos de sangre”, “El negro que tenía el alma blanca” y en 1954 una de sus obras cumbres: “La Quintrala”. Su cine por supuesto que es controvertido, pero no se lo puede desconocer. Las películas de Hugo del Carril se comprometen con el drama social y, en otro registro, con los dramas existenciales. Filmó mucho y la obra es despareja, pero hay una amplia coincidencia en admitir que “Las aguas bajan turbias” y “La Quintrala” fueron sus máximos logros estéticos.
La caída del peronismo en 1955 le representó una temporada en la cárcel y el exilio en México. Volvió en tiempos de Frondizi y le costó mucho recuperar su platea. Filmó, actuó en más de una película olvidable, dirigió programas de TV y retornó al canto. En 1959, se casó con la que siempre dijo que fue el amor de su vida, además de la madre de todos sus hijos. Nos referimos a Violeta Courtois. Ni el casamiento ni los años lograron apartarlo de dos de sus pasiones privadas: el cigarrillo y los caballos de carrera.
En 1988, el intendente de la ciudad de Buenos Aires, Julio César Saguier, lo declaró “Ciudadano ilustre” de la ciudad. Nunca un reconocimiento fue tan merecido. El 8 de septiembre de ese mismo año toda la ciudad, las grandes orquestas de tango y sus mejores cantores le brindaron un homenaje en el Palacio del Deporte. Estaba viejo, algo enfermo y emocionado hasta las lágrimas.
Continuó con el canto, para ganarse la vida y en los últimos meses para olvidar el dolor infinito por la inesperada muerte de su mujer, veinte años más joven que él. El infarto lo atacó en Mar del Plata en 1988, pero murió en Buenos Aires el 30 de agosto de 1989. Dos semanas antes, en una entrevista para el diario Clarín, en donde advertía que el futuro del tango estará relacionado a la inspiración del hombre de la calle de silbarlo mientras camina, dijo a modo de despedida: “Todo lo que hice fue con buena intención. Si las cosas me salieron bien o mal, no lo sé. Pero si sé que siempre me entregue con alma y vida a lo que quería”.

lunes, 9 de mayo de 2016

La Fama Es Pùro Cuento Obtuvo El Premio Fortaleza Protectora Argentina

Gaby, Galo y José Valle
En la sexta edición de los premios Nacionales Fortaleza Protectora Argentina Gaby "la voz sensual del tango", Ana Maria Diez, Galo y José Valle recibieron el premio como mejor programa de música ciudadana por "La fama es puro cuento"que se emite por radio Mitre de Bahía Blanca (FM 100.3), Radio Puntonueve FM100.9 de Balcarce y Radio del Parque 107.7 FM de Casbas.
El evento se realizo en el Salón Héroes de Malvinas de la Municipalidad de Bahía Blanca el pasado sabado 07 de mayo.
También recibieron sendas distinciones el periodista Néstor de la Iglesia y el director del Instituto Cultural, Ricardo Margo, entre otras personalidades del ámbito cultural y periodístico de diversas ciudades del país
La fama es puro cuento, aterrizó hace tres años y medio en Radio Mitre Bahía Blanca, y tiene la firme intención de quedarse allí por largo tiempo, sencillamente porque los oyentes lo aplauden y los premios también.
A los Lanín de Oro de 2012 a mejor programa de música ciudadana, el Quijote 2013 a mejor programa AM y mejor de música ciudadana, que ya tenía, y una nominación que Galo Valle recibió hace tres años en los Lanín al rubro mejor comercial, La fama... recibió un nuevo reconocimiento de la Asociación Patagónica de Arte Cultura y Comunicación.
Durante este año en el mes de febrero recibieron el "faro de oro vip" en Mar del plata.
"Al tango y al folklore, si no se los difunde, se mueren; y si no hacés que los pibes le empiecen a tomar el gusto y le tengan cariño, nunca lo van a querer. Por eso hago campaña y porque Bahía es tango y el bahiense está orgulloso de Di Sarli, Cobián, Achával y Lacava", sostiene.
"El público, acá, es `de paladar negro´: te apunta los aciertos y errores porque conoce. Por eso encontré mi rincón en el mundo, donde vivir con mi mujer y mi hijo, y compartir con amigos y gente agradecida de lo cuidado y que comparte conmigo esta pasión", subraya Valle.

jueves, 5 de mayo de 2016

TITO RAMOS

Nació en Mechongué, Partido de General Alvarado, Provincia de Buenos Aires, el 25 de mayo de 1947. Cursó estudios en la escuela primaria número 9 de Mechongué. Desempeñó diversos trabajos comenzando por ser dependiente en la fonda “La estrella del Sur”, propiedad de su familia, en el mismo pueblo. En 1968 cursó estudios de enfermería en Mar del Plata. Paralelamente a su profesión de enfermero rural, interviene en certámenes regionales de canto y poesía. En 1973 contrae enlace con Celia Esther Forcades, y del matrimonio nacen Lorena y Gonzalo.
En 1970 debuta como cantor en lka peña “El guardamonte”, de Pico Zavalía, en Mar del Plata, y a partir de allí comienza una trayectoria artística que no reconoce pausas.
En 1979/80 llega a Cosquín defendiendo la canción ganadora del festival, “Un corralito de estrellas”, de Raúl Montachini y Walter Galíndez (de Córdoba)
Su trabajo “Milonga para don Pedro” mereció el primer premio en el certamen nacional “Cantemos Argentina”; ésa canción fue defendida en la oportunidad por Daniel Altamirano.
Entre otras distinciones, le fueron adjudicados al autor el primer premio en la Fiesta Provincial de la Papa (Comandante Nicanor Otamendi, año 1973); primer premio Fiesta del Inmigrante (La Falda, Córdoba, año 1974); primer premio Canción al Inmigrante (Las Breñas, Chaco, 1974); primer premio Fiesta del Gaucho (General Madariaga, Provincia de Buenos Aires, año 1974); primer premio Festival del Canto Argentino (Balcarce, año 1975)=; primer premio Alfonsina Storni (Casa del Folklore, Mar del Plata)
Su obra grabada “El gaucho Martín Fierro” fue reconocida de interés municipal por el Honorable Concejo Deliberante de General Pueyrredón, en 1992, y el mismo año fue declarada de interés provincial por la Honorable Cámara de Senadores de la Provincia de Buenos Aires.
Realizó un total de 26 grabaciones y participado en los festivales más importantes del país, en Paraguay y en Uruguay.
Tito Ramos fallece en la ciudad de Mar del Plata, el 23 de mayo de 1997, a los cincuenta años, tras padecer una enfermedad incurable.
Obra literaria:
Memorias de un pago lindo, Mar del Plata, 1996.
En este libro, Tito Ramos narra diferentes estampas de su pueblo natal, Mechongué. También incluye un cancionero de sus temas m-as reconocidos.
El palomo de Dios, Firmat, 1997.
Se trata de un poema narrativo en el que aborda la temática de los desaparecidos. Dice Tito en su reflexión final del libro:
“Como ser humano y como argentino, narro esta historia sencillamente y sin escapes metafóricos, con palabras que no tengan doble sentido para enredar conceptos.
Hoy que cada uno de nosotros sabe todo lo que tiene y lo que debe y lleva el peso de su propia cruz, si trata de entender realmente el sentido de la libertad y la justicia, comprenderá que se ha quedado a oscuras en el tiempo, en nuestro tiempo.
Ha corrido mucha sangre inútil bajo el puente suspiros que fue nuestro país en los años ‘70; por lo tanto, quienes hemos sido testigos de aquellas miserias pasadas, insistiremos.
Pecho adentro, cada uno de nosostros sabrá lo que calló y lo que otorgó y muy claramente cual será el futuro del Hombre nuevo en Argentina (…)”
Discografía de Tito Ramos:
“Consejos del viejo Adán”. Fonocass. 1981. Temas: Consejos pa’ la amistad, Pa’ los hipócritas, Consejos pa’ la ambición, La crítica, Consejos p’ al matrimonio, Pa’ la pobreza, Palabras del viejo Adán, El chalador de mai, Zamba de amor y mar, Ña Raquel, Vals para un nacimiento, Siempre se aprende, Huella del llano.
“Raíces de mi provincia”. T-N-T. 1982. Temas: La chata de Garbizo, La herrería de Camino, La Madre Eufemia, Mellizas y criollas, Quejas del alma, ‘Ña Raquel, La guitarra de Fleury, Huella nochera, Mi gato montés, Estación de vías muertas.
“¡Ay! Patria mía”. Grabado en vivo en la Peña Salteña de Mar del Plata. 1983. Temas: ¡Ay! Patria mía, Los soberanos de Salta, El chileno monteador, Huella pa’l caminero, Partido de Pueyrredón, No ares de noche, Ciudad armoniosa, Del algarrobo al ombú, La madre, el niño y el cielo, Cantame siempre jilguero, Zamba austral, El rancho de los Vera.
“Quemazón de cinco cerros”. 1983. Temas: Sobre mi sombra, Quemazón de cinco cerros, Carta de un soldado desconocido, Orejano, Décimas de Jacinto Luna, Cuando miran tus ojos”, Noche en calma, Quiero tu voz, Padre amigo mío, El tata está viejo, No alcanza.
“De la patria chica a la patria grande”. M M Producciones. 1984. Volumen 1. Temas: Zamba del Pago Lindo, Milonga para Don Pedro, Huella del desierto, Aquel boyerito, Guitarra, Zamba con vos y noche, Zamba por Necochea, Pa’ un tata gaucho, Huella de cuatro rumbos, Paisaje sureño, José Labriego, Oración marina.
“Martín Fierro”. Base Cero. 1984
“De la patria chica a la patria grande”.Estudio Gismondi. 1985. Volumen 3. Temas: Quemazón de cinco cerros, Provinciana, Cacique Yatel, Obrera del mar, Milonga para Gabriel, Campo afuera, Milonga para don Pedro, Al payador Soccodato, El viejo violinista, la chata de Lobería, Rinahuel, La primavera.
“De la patria chica a la patria grande”. Discos Almalí. 1986. Volumen 4. Coplas del payador perseguido. Atahualpa Yupanqui.
“Venimos de un pueblo”. Grabado en vivo en el Teatro Municipal de Necochea. Almalí. 1986.
Relatos: Jorge Kristiansen. Temas: Estación de vías muertas, El catando, La chata de Lobería,Prohibido transitar porlas vías, El maquinista del tren, Viejo tren, Milonga para don Pedro, Palabras de despedida. Estos temas también aparecen grabados en estudio en el disco “Historias ferroviarias” (1995)
“Bien campero”. Orejano Producciones. 1987. Temas: Estación de vía muerta, El maceta, Páginas de ausencia, Tranquera de ausencia, La chata de Lobería, La muerte de “El Sombra”, Tormenta e’ verano, La primer visita.
“Tito Ramos y Noelia Chialvo”. Guerra Producciones. 1990. Temas: Dolor, Zamba de amor y mar, Si tenés cachorro, Paisaje La Peregrina, Pa’ Eulogio, el entrerriano, Leyenda de la brasita de fuego, Chamamé es mi pueblo, Valeria del Mar y tú, La guitarra.
“De amor y mar”. Tito Ramos y Norma Lafuente. 1992. Temas: Vengo del mar, Poetas junto al mar, Cambiadme a toda España, Estación de vía muerta, Maternidad, Zamba de amor y mar, Romance a una paloma.
“De trigales y palomas”. Tito Ramos, Norma Lafuente y Noelia Chialvo. Orejano Producciones. 1995. Temas: Mis harapos, Don Sandoval, Mamavieja, Lugar para un encuentro, El negro de San Martín, Guitarra, Este es mi oficio, El Colora’o de Firmat, La trilladora, Romance a una paloma, Cambiadme a toda España, Poetas junto al mar.
“Nuestro camino”. Tito Ramos y norma Lafuente. 1996. Temas: Nuestro camino, Chiquilín, Romance de la voz en la sangre, Décimas a Jacinto Luna, Orejano, El violín de Vecho, Stefanie, La golondrina y la piedra, Milonga para una niña, Quiero ser luz.
“Tito Ramos, siempre”. 2003. La leyenda del tordillo, Pa’ doña Margarita, Inmigrantes en el Chaco, Un corralito de estrellas, Un collar de caracolas, Elegía para Aymé, Preludio costero, Chiquilín, Quiero ser luz, Tú, Del algarrobo al ombú, Te evoco peón golondrina, El diploma mayor, Nuestro camino, El violín de Vecho, Stefanie, Milonga para una niña.
Este Cd fue realizado por amigos y familiares del autor, luego de su desaparición física en el año 1997.

José Tinelli


Pianista, director y compositor, se lo menciona a menudo por un tango suyo que tiene más de 80 años y sigue vigente: Por la vuelta. Profuso compositor, sus melodías se orientaron a un estilo apropiado para poetas y letristas que priorizaban el romanticismo.
José Tinelli nació en Buenos Aires, el 13 de abril de 1911 y falleció relativamente joven, el 27 de julio de 1960. Como la gran mayoría de los músicos colegas, experimentó y se hizo conocer en el ambiente tanguero al participar en diversas formaciones, en su caso conducidas por nombres relevantes de la guardia vieja, hasta llegar a dirigir su propio conjunto, ya en la Década de Oro. En esa escalada integró orquestas de renombre, como la del célebre Juan Maglio (Pacho), Juan Canaro, Carlos Marcucci, Minotto Di Cicco, con las cuales participó en grabaciones. Acompañó a la Diva del tango, Ada Falcón; a Ernesto Famá, El Príncipe Azul, Tania, Roberto Maida, Amanda Ledesma y otros destacados vocalistas. En su propio conjunto cantaba su esposa, Chola Bosch. De su obra autoral sobresalen los tangos Por la vuelta y Será una noche.
 De formación académica, Tinelli realizó sus estudios de piano y armonía con el reconocido maestro Vicente Scaramuzza y desde muy joven se vislumbraba a un gran músico en potencia. Es así que a los 16 años ya fue contratado por la compañía Odeón para integrar las orquestas de dicho sello. En 1932 formó su primera orquesta para participar en los bailes de carnaval en el Teatro Solís de Montevideo y luego en Radio Stentor de Buenos Aires. Integró con Cayetano Puglisi y Minotto un trío para actuar en Radio Belgrano. Realizó la música de dos películas taquilleras de 1938: Virgencita de Madera y El sobretodo de Céspedes. Grabó los temas de estos filmes para Odeón: el tango El embrujo de tu violín, (de M. Marrano y A. Tagini) con el dúo Chola Bosch y Luis Bottini (aquel uruguayo que años después fuera exitoso cantor con la orquesta de Juan Sánchez Gorio utilizando el nombre artístico de Luis Mendoza) y el otro tema grabado fue la milonga de Tinelli y Carlos Marín, Milonga nueva. Más adelante Tinelli, ya como director, integró la cotizada cartelera de Radio Belgrano, siendo pianista de la orquesta Miguel Nijensohn. En 1941, luego de tres años en Belgrano, pasó a Radio Mitre, emisoras del grupo empresario de Jaime Yankelevich, siendo el rubro vocal: Chola Bosch y Horacio Acosta.
 José Tinelli grabó sus dos últimos discos simples. Es difícil explicarse que un conjunto tan bien aflatado y de éxito radial (fundamental en esos tiempos), integrado por notables ejecutantes, hayan grabado solamente seis temas. Los cuatro que cerraron esa producción, fueron: Serenata mía (de Tito Ribero y Julián Centeya), Amor que se hace llanto (de Tinelli y José María Contursi), Bandoneón amigo (de Fresedo y Manzi) y el vals Muñequita rubia (de Basso y Suñé), todos con la voz de Horacio Acosta. Como se aprecia, obra de compositores y letristas de primer nivel.
Posteriormente, en discos no comerciales, grabó con la vocalización de Chola Bosch los siguientes temas: A media luz, Esta noche de luna, Bien criolla y bien porteña y Si usted quisiera. En la década del ‘40 las actuaciones de Tinelli eran con pequeños conjuntos. Volvió en 1943 con su orquesta a Radio Belgrano y en 1944 compuso la música de la película Un muchacho de Buenos Aires, dirigida por Julio Irigoyen, con la participación del cantor Héctor Palacios. Actuó todo el año 1945 en el Uruguay, contratado por Radio Carve y en varios teatros y escenarios de Montevideo.
Al año siguiente compuso con Contursi La lluvia y yo, tango de buena repercusión y, posteriormente, actuó en las temporadas del Teatro Apolo, con la compañía Poker de Ases encabezada por Gregorio Cicarelli, Leonor Rinaldi, Tito Lusiardo y Juan Darthés, junto a sus vocalistas Chola Bosch y Horacio Acosta.
 Se fue reduciendo la actividad de Tinelli, más que nada por problemas de salud. En 1949 y ’50 dirigió el conjunto que acompañó al cantor Rubén Cané. Dos años después, la compañía RCA Victor lo invitó a grabar a dúo de piano, junto a su colega uruguayo César Zagnoli. En 1958, el cantor oriental Mario Ponce De León, secundado por la orquesta de Héctor Stamponi, grabó cuatro temas para el sello Odeón, entre los cuales interpretó el último tango compuesto por Tinelli: Yo quería ser feliz, con versos de Alejandro Romay. Promediando el año 1960, a los 49 años de edad, en su domicilio porteño de la calle Venezuela, víctima de un síncope cardíaco, falleció esta importante figura que tanto hizo para jerarquizar a nuestra música ciudadana, ya sea como intérprete del piano, compositor y director.
Es importante recordar otras composiciones de exquisita melodía producidas por este notable músico, que se agregan a otros títulos ya mencionados: Música de ensueños, Cigarra, Mi vida por tu alma, Yo soy aquel que soñaba, Si llegaras a olvidarme, Todavía. Respecto de su esposa Chola Bosch (nombre artístico de Irene Beretta Moriondo), murió a los 93 años, en 2008. Sobre esta poco recordada cantante, el biógrafo Oscar Palermo ha escrito: “Fue sin duda otra de las estrellas de nuestro tango que hoy permanecen escondidas en el rincón de los recuerdos. Nos pareció de absoluta justicia, rescatar esta bella y dulce vocalista, que tantos gratos momentos generó a una juventud deleitada por su voz, a través de las emisiones radiales allá por finales de los años treinta, extendiéndose su labor hasta entrados los sesenta”.
En 1938, José Tinelli compuso con letra de Enrique Cadícamo su tango que alcanzó mayor fama: Por la vuelta. Obra que 18 años después sería un fabuloso éxito por la orquesta de José Basso (fue pianista de Tinelli) con la voz de Floreal Ruiz. Según narra Cadícamo en sus memorias, los versos fueron el sentimental epílogo de una aventura de juventud. Lo estrenó Tinelli en Radio Belgrano con su orquesta, cantando su esposa, Chola Bosch, ese mismo año 1938. Luego fue grabado por la orquesta de Francisco Lomuto con la voz de Jorge Omar y también, por la cancionista Tita Galatro acompañada de guitarras.
Tras el extraordinario suceso de José Basso con Floreal Ruiz (llevado al disco en 1956), se sucedieron otras grabaciones de Por la vuelta, que no llegaron a tener la misma repercusión popular. Osvaldo Fresedo lo registró con la voz Héctor Pacheco (1956); Juan D’Arienzo con Jorge Valdez (1959); el cantor Héctor de Rosas con el Quinteto Nuevo Tango de Astor Piazzolla (1962). En carácter de solistas, lo grabaron: Roberto Rufino, Susy Leiva (1964), Susana Rinaldi (1977), Rubén Juárez, Emilio Tuero (ambos en 2008) y Claudio Bergé (2009); la Orquesta Típica Buenos Aires y María Graña con Juanjo Domínguez (ambos en febrero de 2011), entre otros.
¿Quién no recuerda este inicio melancólico del gran poeta Cadícamo?: ¡Afuera es noche y llueve tanto...! / Ven a mi lado, me dijiste, / hoy tu palabra es como un manto…, / un manto grato de amistad… Y este remate muy bien logrado de Floreal acentuando el término central: …simplemente fue un adiós inteligente de los dos…

Alfredo Dalton


Era un barítono afinado de fraseo delicado, disciplinado al modo que el director imponía a su orquesta, igual que sus colegas del período anterior.
El tango todavía gozaba de la inercia de épocas exitosas y la radio seguía dispensándole grandes espacios en su programación.
Así ocurre que este muchacho, nacido en el porteño barrio de Flores, que había comenzado a cantar junto a su padre en fiestas y serenatas, es contratado por un par de meses en Radio Belgrano.
Su actuación atrae al guitarrista Ubaldo De Lío quien lo estimula para inscribirse en un concurso auspiciado por Radio Splendid y una empresa de golosinas. Transcurría el año 1953 y el joven cantor gana el primer premio con el tango “Una canción” de Troilo yCátulo Castillo.
Al año siguiente integra el elenco de esa emisora, acompañado por guitarras y graba su primer disco para el sello TK. Su promisorio triunfo y su estampa agradable le brindan la oportunidad de actuar en el Teatro Comedia y de participar en la película Adiós Muchachos, junto al actor Pepe Soriano y el pianista Juancito Díaz. En este film interpreta varios tangos: “No me pregunten por qué”, “Rencor” y el vals “Nelly [b]” entre otros.
Pero será en 1956 que se consolida definitivamente al grabar un nuevo disco, junto a las guitarras de Ubaldo De Lío y después ingresar a la orquesta del maestro Miguel Caló, con quien también llega al disco en cuatro oportunidades. Actúa en Radio El Mundo y en diversos escenarios con la compañía vocal de la cantante Chola Luna.
Luego de Caló, Dalton se incorpora a la orquesta del bandoneonistaErnesto Rossi (Tití) actuando en radio y giras por el interior del país.
Luego de una gira por Brasil donde actúa como solista, en 1961 se integra a la orquesta de Francisco Rotundo con quien está muy poco tiempo. Después hace dos giras como solista, la primera a la Patagonia, acompañado por el quinteto del legendario Minotto Di Cicco; la segunda a las provincias de Córdoba y San Juan, con las guitarras de José Canet.
Su pinta de galán y su voz le abren las puerta de la televisión. Actúa por canal 13 en el ciclo Yo Soy Porteño junto a las actrices Bárbara Mujica y Marilina Ross y su viejo conocido Pepe Soriano.
En 1968, hace una nueva visita al Brasil y a su regreso continúa sus actuaciones en los más importantes locales de tango: El Rincón de los Artistas y Vos Tango entre otros.
Es autor de varios temas entre los que se destacan: “Andate con ella” con música de Norberto Ramos, “A seguirla bandoneón” conVíctor D'Amario, “No habrá otra como ella” con Ernesto Baffa, “Y dicen que no es amor” música y letra del propio Dalton.
Alfredo Dalton fue un luchador que tuvo que enfrentarse a los tiempos más difíciles del tango, desplazado del gusto de la juventud por los cambios culturales que impusieron otras costumbres y otro tipo de música.

domingo, 1 de mayo de 2016

El Ciclo “Bahía Blanca NO Olvida” Rinde Homenaje a Homero Manzi

El martes 3 de mayo a las 16hs en el el mitico Bar-Café Miravalles de avenida Cerri 777 se colocará una plaqueta homenaje y a las 18hs en el Auditorio de la Cooperativa Obrera, Zelarrayán 560, se proyectará un documental que cuenta la vida y obra de Homero Manzi y expondrá José Valle sobre Homero Manzi en el cine y la cultura popular
Homero Nicolás Manzione nació el 1° de noviembre de 1907 en Añatuya, Santiago del Estero. Fue el sexto de los ocho hijos de Luis Manzione y Angela Prestera, su madre era uruguaya y su padre argentino, éste fue un pequeño hacendado en aquella provincia mediterránea.
Hay en la poesía de Manzi un elemento profundamente musical, que funciona como un encastre perfecto, indivisible. Como señaló el periodista Julio Nudler en un artículo publicado en el portal Todotango: "Manzi encarna, más que ningún otro, la presencia de la poesía en la letra del tango. Fue un poeta que no publicó ningún libro de poesías". Su dupla con Troilo significó uno de los hitos del tango. Es uno de los binomios históricos del género, de esos que se citan rapidito al estilo Troilo-y-Grela, Gardel-y-Le Pera, y sin embargo no colaboraron juntos en más de seis ocasiones. Cuando Manzi murió de cáncer, a los 43 años, Troilo le dedicó su tango instrumental "Responso".
En su brillante análisis, Nudler destaca dos características centrales de la obra de Manzi: el primero, el aporte que hizo a la modernización y la jerarquización de la milonga. Para llevar a cabo esta reinvención de la milonga tuvo un compañero fundamental, el pianista Sebastián Piana, con quien escribió grandes clásicos como "Milonga sentimental", "Milonga del 900" y "Milonga triste". Salas recuerda en su biografía que el mismo Piana declaró que su mayor aporte a la música argentina fue "haber renovado la milonga, haber creado una milonga suburbana, de la ciudad, diferente a la campera". A partir del éxito de sus colaboraciones con Piana (entre las que también figuran tangos como "El pescante", valses como "Paisaje" o "Esquinas porteñas") Manzi se convirtió en un autor reconocido.
El otro aspecto de la obra de Manzi analizado por Nudler es "su mimetización con la fiebre romántica que contrajo el tango en los años ’40". Aquí aparecen tangos imperecederos como "Fruta amarga", "Torrente", "Después", "Ninguna" o "Fuimos", esos que Nelly Omar (ver aparte) asegura que fueron escritos para ella. Y si hubo desencuentros en aquel gran amor prohibido, que perduró hasta la prematura muerte del poeta, a los 43 años, basta revisar los versos de "Fuimos", escrito con el bandoneonista José Dames ("Fui como una lluvia de cenizas y fatiga / en las horas resignadas de tu vida...") para acercarse al desgarramiento de aquella relación

A 32 años de la muerte de Nito Mores

Estaba en un momento ascendente de su carrera, pero se fue y muy joven. Hijo de un grande de la música, referente absoluto en su rubro. De carácter alegre, brindando simpatía en cada lugar donde concurría, haciéndose de amigos, con una aureola de éxitos en su haber debido a sus actividades como cantante de tangos y boleros. Una vez comentó en una entrevista: “Mi padre no deseaba que cantara, tampoco quería que me dedicara a la música popular. Hasta que un buen día comenzó a tomar con agrado mi vocación, yo estaba estudiando, y en 1966 decidió incluirme en su orquesta para realizar giras por el interior cuando allí estaban nada menos que Susy Leiva y Hugo Marcel…”. Así, se refería Nito Mores haciendo relación a su padre el popular compositor y director Mariano Mores. Nito, de particular voz, afinada y bien llevada, con matices, dejó de existir el 1º. de mayo de 1984, a las 0.30 hrs., a poco de cumplir sus cuarenta años, después de una corta y prometedora carrera, víctima de un cruel cáncer que se lo llevó en nueve meses, luego de tener todos los cuidados en su propio domicilio, bajo la total atención de su esposa Claudia Mores –Mercedes Beatriz Bayo, su nombre real- también cantante con quien se casó el 16 de abril de 1968 hasta su muerte. Con ella tuvo tres hijos, las mellizas Marcela y Silvia, el 8 de octubre de 1969, y Gabriel, el 3 de octubre de 1972, ahora también cantante, continuando el legado de su padre. Tanto el casamiento con su mujer en la Basílica de Nuestra Señora de la Merced, como la fiesta que se realizara en el Club Hípico, fueron emitidos por Canal 9 Libertad de la vecina orilla, llegando a obtener 60 puntos de rating de teleaudiencia. Su luna de miel fue a todas luces en Estados Unidos. En junio de 1971, su hija Silvia falleció de un tumor cerebral. El duro golpe que tuvo la pareja lo lograron superar solamente dedicándose con entereza a su otra hija y a su trabajo profesional. Nito Mores se presentó en un escenario por última vez el 4 de noviembre de 1983 en Miquelángelo vocalizando tres tangos por absoluta prescripción médica.
Mariano Alberto Martínez Moragues, de nombre artístico Nito Mores nació en Villa del Parque, Buenos Aires, en la tarde del 11 de agosto de 1944. Hijo de la actriz Myrna –Guillermina Moragues, fallecida el 14 de marzo de 2014, a los 94 años- y de Marianito, como se le llama a su padre, afectuosamente, de nombre real Mariano Alberto Martínez, llegado a éste mundo el 18 de febrero de 1918, contando en la actualidad con 96 años. Nito fue sobrino de Margot Mores, actriz y cantante, y tío de la conductora de televisión Mariana Fabbiani, hija de su única hermana Silvia Mores. En 1952 Nito inició estudios de piano de la mano de la hija del maestro Athos Palma, siguiéndolos durante seis años con el Sr. Castronovo. Cursó más tarde armonía y contrapunto con Juan Elhert, completando su aprendizaje en 1965 recibiendo lecciones de solfeo cantado con Mariacha Trinchero. Debutó en Teatro Avenida de Mendoza, haciendo el tango “El ciruja”. Paralelamente le toca conocer gente importante a través de su actividad, como Violeta Rivas, Néstor Fabián, y al locutor y compositor Silvio Soldán, quien primero lo presenta en los espacios televisivos, le escribe la letra de algún tango y se hace amigo personal: “Nito era un muchacho bárbaro, de buen carácter, llevable, humilde, con el cual tenía un trato cordial. Siempre nos encontrábamos en el canal o en otro lado para contarme sus cosas y tratar de superarse. Su carrera, lamentablemente se cortó, pero estaba logrando un ascenso tremendo”. Rápidamente participa en el primer megashow realizado en Argentina, denominado “Buenos Aires canta al mundo”, estrenada en el Teatro Presidente Alvear. La obra escrita por Cacho Carcavallo, Martín Darré y Mariano Mores, contaba con guiones humorísticos realizados por los hermanos Gerardo y Hugo Sofovich. El elenco musical estaba dirigido por el propio Marianito e integrado por Eddie Pequenino, Lorenzo Alessandría, Los Arribeños, Daniel Cicaré, Oscar Ferro, Dayna Fridman, Osvaldo Guerrero, Alberto Irízar, Mario Jordán, Noemí Kazán, Los Mac Ke Mac’s, Ubaldo Martínez, Javier Portales, Violeta Rivas, Alba Solís, los bailarines Mayoral y María Elena, José Luis Paz y Víctor Valli. Enseguida, integra el elenco de “Buenos Aires en primavera”, con Adolfo Stray, Roberto García Gómez, Mariano Mores y Gogó Andreu.

En mayo de 1967 conoce a su futura esposa, Claudia, una adolescente que entonaba temas juveniles de la época, estrella del programa “Escala Musical”. Cuando comienza a dialogar con ella, en primera instancia le pide el número de teléfono, lo cual Claudia accede. Así, da comienzo una relación que duraría hasta los últimos de sus días. Junto a ella, encararía una vida nueva familiar y artística. Se unirían al renombrado “Clan Mores”, donde Mariano era amo y señor, y con su batuta y su orquesta espectacular, realizarían todo tipo de shows, en teatros, tv, y presentaciones personales en distintos reductos, con un gran éxito. En 1978 el “Clan” efectúa una extensa gira por varios países latinoamericanos, incluyendo Estados Unidos. En 1980 Claudia y Nito, acompañados por Marianito y su orquesta, cantan a dúo “Adiós Pampa Mía” en la película “Sucedió en el fantástico Circo Tihany”, dirigidos por Don Enrique Carreras. En 1982 hicieron su última tourné mundial y en el verano de 1983 arrasan con la temporada estival de Mar del Plata, con récords de localidades vendidas. A fines de ese año se le descubre un tumor a Nito y su salud se deteriora rápidamente, tal es así que Mariano Mores debe interrumpir urgentemente una gira por Japón debido al estado de su hijo. Lo velaron en el barrio de Colegiales y sus restos descansan en el cementerio de Olivos. Quedó trunca su carrera de cantante, y la de continuar con su labor de difusor del tango entre los jóvenes. Bajo la firma de su famoso padre, “Uno”, “La calesita” y “Oro y gris”, fueron sus mejores interpretaciones, grabadas y lanzadas a la venta por diferentes fonográficas.