domingo, 29 de junio de 2014

Anibal Pichuco Troilo ya tiene su monumento en la ciudad de Pigüé


En el marco del homenaje que se viene realizando en todo el país al bandoneonista Aníbal “Pichuco” Troilo con motivo del centenario de su nacimiento, fue inaugurado ayer en Pigüé un monumento que recuerda al inolvidable artista tanguero.

Celso Biondo (izq.), Marisol Merquel, Hugo Corvatta, José Valle, Griselda Fontanazza y Mabel Cerutti, junto al busto.

La obra -que fue emplazada en la esquina de avenida Mitre y Urquiza- muestra al célebre músico con su instrumento. Fue tallada en madera por el escultor Celso Biondo, por iniciativa del promotor José Valle y con el auspicio del municipio de Saavedra-Pigüé.
Gaby
En el acto se remarcó que Pigüé fue elegida como “ciudad troileana”, entre 170 ciudades, por la Comisión Centenario Aníbal Troilo.
“Este no es un hecho fortuito -señaló el intendente Hugo Corvatta-, sino que se debe al trabajo de José (Valle) dentro de la comisión, a (la cantante) Gaby y, por supuesto, a la secretaria de Cultura, Griselda Fontanazza”.
Valle, en tanto, agradeció el apoyo de la actual gestión municipal y destacó que ayer, en Medellín (Colombia), estaba previsto culminar un festival en homenaje a Troilo con un recital del maestro Raúl Garello, quien iba a utilizar el último bandoneón que tocó Pichuco.
A la noche, en el Teatro Español de Pigüé, un espectacular show musical " Mitos tangueros" (en referencia a Juan Carlos Cobian, Carlos Gardel y Aníbal Troilo), con la presencia de Gaby, la Voz Sensual del Tango; Osvaldo Rojas; el dúo de guitarras integrado por Juan Carlos Brigante y Rodrigo Rivero; los bailarines bahienses Natalia y Gustavo; y el historiador Carlos Benítez.

martes, 24 de junio de 2014

CARLOS GARDEL Y LAS MUJERES

NO PODÍA ESTAR SUJETO A UNA SOLA MUJER
Horacio Salas explica muy bien la necesidad de esa actitud ambigua en una estrella universal: “Gardel no debe casarse... está casado con el canto como los sacerdotes con su religión (...) Puede ser amado por todas las mujeres pero no sólo por una (...) Si Gardel tuviera una pareja estable y conocida, el mito podría deteriorarse” (1). Por otra parte, el fuerte machismo de la época veía en la fidelidad a una sola mujer un acto de debilidad, y en las múltiples conquistas amorosas, una demostración de libertad y virilidad ante los muchachos de la barra y del café. Bien decía Scalabrini Ortiz que “el hombre de Corrientes y Esmeralda, aunque millonario en reservas sexuales y apetecedor de ellas, es caballero de amistad y no de amor. El amor es entrega, cesión de destinos y él no confía su vida enteramente a nadie (2). La frustración de no haber podido lograr una pareja estable era motivo de jactancia para una retorcida mentalidad que aún perdura. Por supuesto que a la mujer no le era permitida la misma elasticidad sentimental, y lo que en el hombre era considerado una “picardía” o una “cana al aire”, en la mujer constituía una falta gravísima, penada por la ley en caso de que fuera casada y causante de algunos dramas policiales cuando el hombre tomaba la justicia por su propia mano. No obstante, algunas señoras de clase elevada se permitían ciertas libertades. En ese caso se decía que “habían tirado la zapatilla”.

LAS RESPUESTAS DE GARDEL 

Era la misma imagen que quiso dar en El tango en Broadway, cuando aparecía rodeado por Betty, July, Mary y Peggy en la canción “Rubias de New York”. “Todo hace suponer –comenta Salas- que el supermacho Gardel, como una suerte de propietario de un harén de mujeres tontas, mudas y siempre sonrientes, reparte sus favores entre el rubio cuarteto de manera indiscriminada, incansable y equitativa” (3). Un testigo altamente calificado, Ireneo Leguisamo, amigo de Carlitos desde 1921, subraya esta característica de Gardel, de enamorar sin enamorarse. “La vida galante de Carlos Gardel es larga y profusa. Muchas mujeres pasaron por su existencia sin dejar ninguna huella... Mimado por ellas, Carlos Gardel repartía sonrisas y bromas a las que era muy afecto” (4).

Madame Jeanne era una mujer de gran porte, autoritaria, de muy buen pasar y muy relacionada con el mundo social y político, que regenteaba un lugar muy exclusivo de la noche porteña. En realidad se llamaba Giovanna Ritana, había llegado al país con la compañía de Caruso y estaba casada con un tal Garesio, un inmigrante corso, que regenteaba una cadena de burdeles. Años más tarde, se convirtieron en dueños del “Chantecler”, el cabaret más famoso del Río de la Plata.
Ubicado en Paraná 440, entre Corrientes y Lavalle, fue sin duda y durante muchos años el más nombrado de los centros nocturnos de diversión. Desde su inauguración contó con los mejores números internacionales de atracciones. Julio De Caro estuvo a cargo de la primera orquesta típica que amenizó sus bailes. Ésta alternaba con orquestas de jazz y con varietés a cargo de magos y “excéntricos”, como se llamaba entonces a toda clase de espectáculos: transformistas, hipnotizadores, bailarines acrobáticos, etc. La sala podría compararse con la de un teatro a la que le hubieran sacado las butacas. Estaba parcialmente ocupada con las mesas de los concurrentes, las barras del bar y el entarimado de la orquesta. Desde luego, se bailaba tango además de otros ritmos.
Como en cualquier teatro, los palcos rodeaban la sala, pero éstos tenían la particularidad de tener pesadas y lujosas cortinas de pana que podían estar abiertas o cerradas si sus ocupantes lo deseaban. La amplitud de los palcos era tal que se podía comer y bailar en absoluta privacidad. Para mayor comodidad, el servicio se encargaba por teléfono. La música, la gente, los colores de los vestidos femeninos, las luces y los espejos daban gran animación al lugar. El detalle exótico era una pileta de natación climatizada e iluminada donde jóvenes bañistas realizaban números acuáticos.
¿ Cómo habían llegado ella y su marido a ser dueños del “Chantecler”? En los papeles, tanto este establecimiento como el “Tabarís”, el “Casino” y varios más eran propiedad de un caballero francés, Charles Seguin. Garesio había llegado al país con un grupo de trapecistas corsos contratados para ese cabaret. De a poco se fue ganando la confianza de Monsieur Seguin, un hombre ya mayor, muy dado a la buena vida y sin herederos. Garesio comenzó colaborando en la administración de estos establecimientos, y terminó disponiéndolo todo.
Estos eran los lugares –especialmente el Chantecler- donde reinaba Madame Jeanne. Años después, Enrique Cadícamo los recordaría con nostalgia en una estrofa del poema “Cita a medianoche”:
Envuelta en una bruma de gasa voluptuosa
Cruza la alegre sala del Chantecler, Ritana,
Mientras Gardel se asoma con su copa espumosa
De Cliquot, en el palco de fina y roja pana.

El “bulín” o “cotorro” era una institución de primera necesidad para los solteros (y algunos casados). Los
había de todas las categorías: desde el “mishio” y compadrito de la calle Ayacucho, donde el “Primus no fallaba y el mate era señor”, hasta el sugerente “pisito que puso Maple” con “gato de porcelana” y “alfombras que no hacen ruido”. El de Gardel debió de ser algo intermedio. Cada tanto se mudaba a causa de sus frecuentes giras y por la gran facilidad que había para alquilar en el centro esos departamentos instalados ad hoc. Existen todavía en Buenos Aires edificios enteros, hoy convertidos en oficinas, que tuvieron ese origen non sancto.

éxito arrollador entre las mujeres. Así lo recuerdan algunos de sus contemporáneos, como el viejo cantor criollo René Ruiz, que, en 1963, confió a Enrique Espina Rawson:
“ Lo que la gente no sabe es que si había cien personas en un teatro, noventa y cinco eran mujeres... Porque Gardel tenía eso. Una alumna mía, hincha furiosa de Gardel, quería saber cómo era. Yo le hice esta comparación: ‘Gardel no andaba detrás de las mujeres porque eran las mujeres las que andaban detrás de él. Es como si me dijeran que vos, joven y bonita, andás detrás de los muchachos’. 
“ Una vuelta, Carlos tenía que cantar en un cine de Flores. Lo acompañé, y cuando llegamos el gentío no nos dejaba bajar del coche. Una viejita parada al lado de Gardel quería pasar. Y no podía porque estaba lleno de mujeres que lo querían tocar, hablar, cualquier cosa... La viejita pregunta a Gardel: ‘¿Pero qué pasa, por Dios, qué es esto?’. Y Gardel, tratando de abrirle camino le dice riéndose: ‘¿Sabe qué pasa, señora?... que están todas locas... locas de remate’”.
Lo mismo sucedía en la otra orilla, a juzgar por el artículo aparecido en la revista Cancionero de Montevideo, de noviembre 1931: “Última noche de Gardel. El ‘Artigas’, atestado a la hora en que canta el más veterano y popular de los ruiseñores del inmenso bosque del folklore nacional (...) Gardel canta una, dos y tres y cae el telón. Parece que la sala entera aplaudiera haciendo chocar el techo con el piso. Sube el telón. Sigue la serie: cuatro, cinco, seis, desciende otra vez la tela. Carlitos, de pie entre los bastidores, se pasa un pañuelo por el cuello. Como una sola y gigantesca persona, la sala aplaude y exige más, y vuelve a cantar Gardel, mientras los y las artistas de la compañía de zarzuela en masa siguen ávidamente la actuación. La Petra está embelesada... quizá demasiado embelesada para que sea solamente admiración la suya hacia Gardel. Y el semblante risueño de la hermosa españolita se entristece cuando una compañera más vieja y más ducha, por tanto, le susurra al oído: ‘¡No hay qué hacerle, chica! ¡es demasiado para nosotras!”. En una de tantas subidas de telón, se oye claramente que esa noche le gritan a Gardel, aún desde la cazuela, entusiasmadas voces femeninas.
“ -¡Ese hombre es único!
“ -¡Carlitos siempre es divino!
“ Y Gardel, curtido pero sensible a tantos halagos, a tan sentidos homenajes, no puede ocultar su emoción a la mujer uruguaya”.
Entre las señoras pudientes también tenía Gardel sus admiradoras. La escritora porteña Haydée Ghio tiene este recuerdo de su adolescencia:
“ Cuando Gardel actuaba, Inés B., una amiga de mamá, la invitaba al teatro para ir a verlo. Siempre estaba en un palco y mi madre hacía las veces de acompañante. Inés era una señora muy hermosa, muy interesante, con una mirada muy profunda. En casa no se hablaba de esto, desde luego, pero sabíamos que entre Gardel y esta amiga había algo muy entrañable, muy sólido. Ella usaba una capelina, la misma que tenía puesta cuando lo conoció, y aunque ya estaba pasada de moda, seguía usándola cada vez que iba a verlo. Sé que se conocieron en el Círculo Italiano, en una fiesta que hubo, porque el marido de Inés era un gran arquitecto, un hombre muy poderoso de la colectividad italiana, tenía grandes obras... Lo gracioso de esto era que Razzano, por solidaridad, por compañerismo quizá, se sentía obligado, a su vez, a conquistar a mi madre y le dirigía miradas apasionadas que mi mamá evitaba como podía...”.
Un testimonio interesante de la fascinación que ejerció Gardel entre las francesas y de la mentalidad “complaciente” de algunos maridos franceses, es el de Madame Billy. Era ésta una especie de “reina de la noche” parisina, que narra en sus memorias la siguiente anécdota:
“ Carlos Gardel era el rey indiscutido de la colonia de América Latina. Este tolosano de origen, que el tango transfiguraba, era más argentino que los argentinos. Yo tuve la suerte de ser su amiga. Lo había conocido por Mattos, autor de ‘La Cumparsita’. No había grandes recepciones sin Gardel. Aun cuando su voz hacía vibrar, no le faltaban elementos de seducción: alto, morocho, robusto, la mirada pesada bajo las pestañas sombrías hubiera podido rivalizar con Rodolvo Valentino en la categoría ‘hidalgo’. Todas las mujeres estaban locas por él. Y él se hacía un deber de satisfacerlas en el mayor número posible. Cantaba en el teatro Empire. Yo iba seguido y luego partíamos en grupo a comer y hacer la ronda de las boites de moda. Una noche, estaba sentada al lado de una pareja. Cuando bajó el telón, la mujer, sin una palabra de explicación, plantó a su marido para ir a los camarines. Éste, viento que yono decía nada, se dirigió a mí:
“ -¿Usted no va a ver a Gardel?
“ -No, señor, no vale la pena...
“ -¡Ah! ¿usted lo conoce?
“ No quise seguir en ese plan.
“ -No, casi nada, no lo he visto más que una vez.
“ -Señora –me dijo-, hace seis días consecutivos que venimos a verlo. Hace seis días que, al finalizar el espectáculo, mi mujer sube a su camarín. ¿Le parece normal? ¿Qué haría en mi lugar?
“ Intenté tranquilizarlo:
“ -Esto no es grave, señor. No hay por qué inquietarse. Carlos Gardel es casado y está muy custodiado... Más que nada, él es muy sensible a los cumplimientos que le brindan por su actuación...
“ Mi interlocutor no parecía muy convencido
“ -Ah, ¿a usted no le parece grave y encuentra normal que seis días seguidos un marido lleve a su mujer a ver a su futuro amante?
“ No escuché la continuación. Preferí perderme en la multitud. ¡Seis días!... Todas las chances indicaban que la esposa ya había sucumbido”. (7)

Dice Leguisamo:
“ Mi primera escala en Europa fue en Niza, en la Costa Azul, en una época en que este balneario congregaba a la élite internacional: reyes, príncipes, señores de la industria y de la banca atraídos por la visión del Mediterráneo, el Palais de la Mediterranée, el Casino de Montecarlo y todo el boato de una época fastuosa ante cuyo público nuestro Zorzal lucía su pinta inconfundible y sus excepcionales condiciones de artista. Su cuna del Abasto no había dejado huella alguna en su comportamiento diario frente a las personalidades más famosas de Europa. Llevaba el frac como si lo hubiese llevado toda la vida, pero por sobre todo portaba esa llave que no se compra, la llave de la simpatía, que le abriría las puertas de los públicos más dispares del mundo. Yo, que lo conocía de Buenos Aires y lo vi actuar en ese medio tan brillante, puedo hablar de la transformación maravillosa que lo vio nacer gorrión y cambiar el plumaje y el canto de ese pájaro callejero, por el ropaje de zorzal, adornado por un cantar inigualado que le dio sus firmes perfiles de ídolo” (6).

Sobre Blanquita, recordaba Adolfo Tuñón, primo hermano de Raúl y Enrique González Tuñón:
“ Con Carlitos teníamos amigas en común... y siempre salíamos juntos. A él le gustaba una... Blanquita se llamaba, la de Barcelona. Enloquecido con ella no quería saber nada con otras... Pero, mujeres de la sociedad, de la alta sociedad, mandarle cigarreras de oro... Me acuerdo de una que parecía una esterilla: todo entrelazado el oro con el platino; y un alfiler de corbata con un brillante bárbaro... Y al mandárselo de vuelta me decía: ‘¡Esta gallega está loca...!’. Claro... si era un señor... Pero si hubiera querido ser canfinflero, tenía cuarenta mujeres para que le diesen plata”.

Dice Mona Maris:
“ Era un ser humano como todos, con sus fallas y sus virtudes. Enormemente generoso y muy simple, sencillo como son los verdaderos artistas. Gran amigo de sus amigos. Y cuando cantaba... cantaba; sin sonido estereofónico como ahora. Entonces no había trucos”.
Al preguntarle el periodista si había leído un famoso ensayo, en el que el autor aseguraba la falta de hombría de Gardel, Mona Maris reaccionó con indignación:
“¡ Quien diga que Gardel no es hombre es malintencionado! Está utilizando a la figura de Gardel sucia, criminalmente, para destruir algo que vive en lo profundo del corazón argentino (...) detrás de esto hay una intención destructiva, algo político... les resulta necesario destruir la esencia de Gardel, porque el pueblo se aferra a lo que Gardel canta, a lo que Gardel le ha dado: ilusión, amor, fuerza... Su poesía, que representa a todas las clases sociales, lo representa. Un verdadero artista no tiene clases, es de todas porque posee ese punto sensitivo que une a los pueblos y les da identidad”.
Mona Maris filmó más de cincuenta películas compartiendo cartel con figuras como Humphrey Bogart, Clark Gable, Cary Grant, etc. Hoy sólo se la recuerda por su participación en una modesta película hablada en castellano y filmada en Nueva York en 1934: Cuesta Abajo

“Perlita Greco, novia del gran artista que acaba de morir trágicamente, recuerda sus amores con el rey del tango”. Vale la pena transcribir algunos párrafos que, dentro de su cursilería, dan testimonio del mundo de la farándula de los años 30, tan semejante en Madrid como en Buenos Aires, París o Nueva York.
“ Al camerino de la vedette, largo y estrecho llegaban los compases del número final de la revista. Poco después, apagada la música, se oía por la escalera cercana el brincar apresurado de las vicetiples, que subían a quitarse las galas de escena. E inmediatamente llegaba al cuarto la vedette –plumas, cansancio y sonrisas-. Fina, morena, vivaz, Perlita Greco se quitó el complicado tocado, se descalzó, se sentó al espejo y, distraídamente, mientras comentaba la representación que acababa de dar término, hojeaba los diarios de la noche. De golpe, su rostro se inmutó. Las manos se crisparon sobre la hoja de papel que ella acercó al rostro como queriendo leer mejor. ¿Qué era lo que la impresionaba de aquél modo? Yo me acerqué, buscando en las columnas del diario la razón de aquel dolor repentino. Y en gruesos titulares pude leer: ‘Carlos Gardel muere en Colombia, en una catástrofe aérea’. 
“ -¿Le conoció usted? –pregunté a la artista. Había en los ojos negros un temblor de lágrimas, y la rota voz apenas acertó a decirme:
“ - Fuimos novios, nos quisimos mucho.
“ Un rato después, pasada la primera impresión, la vedette fue evocando, al conjuro de la dramática noticia, aquel noviazgo con el artista trágicamente desaparecido. Como en una confesión, la mujer recordaba los capítulos de aquel amor...
“ - Nos conocimos en Buenos Aires. Nos quisimos muy pronto. Los dos éramos alegres y bohemios. Iban muy bien su espíritu y el mío. Nos gustaba reír y divertirnos, vivir un poco en forma aventurera, sacando a la vida todo su sabor y alegría (...) En la vida del pobre Carlitos soy una de sus grandes pasiones. ¿La mayor acaso? No sé. Desde luego, a mí fue a quien él quiso de veras aquí en España. Tuvo muchas aventuras –es sabido que tenía una gran seducción con las mujeres- pero nunca iba en ellas el corazón-. Admiradoras, chicas del teatro, señoras de la buena sociedad... Las aventuras le surgían a cada momento. Pero él sabía defenderse bien”.

Referencias:

(1) SALAS, HORACIO: El Tango. Ed. Planeta – Bs. As., 1997
(2) SCALABRINI ORTIZ, RAÚL: El hombre que está solo y espera. Manuel Gleizer – Bs. As., 1931
(3) SALAS, HORACIO
(4) LEGUISAMO, IRENEO: DE PUNTA A PUNTA – SESENTA AÑOS EN EL TURF - EMECÉ, BS. AS., 1984
(5) Idem.
(6) Idem.
(7) MADAME BILLY: La maîtresse de la maison. La table ronde, Paris, 1980.

lunes, 16 de junio de 2014

EN BAHÍA BLANCA INICIAN LAS QUINTAS JORNADAS GARDELIANAS

Dentro del Ciclo “Bahía Blanca NO Olvida”, del 19 al 22 de Junio de 2014 tendrá lugar la Quinta Edición de Jornadas Gardelianas en Bahía Blanca, declaradas de Interés Cultural por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, de Interés Provincial y Cultural por el Instituto Cultural de la Pcia. de Bs. As. y de Interés Municipal por el Honorable Consejo Deliberante de Bahía Blanca.
Continuando la ya tradicional cita a la que Dandy Producciones ha acostumbrado a los tangueros del sur bonaerense en cada mes de junio, se homenajeará al zorzal criollo con imperdibles eventos culturales que comenzarán el jueves 19 a las 11 hs en el Café Miravalles de Avenida Cerri 777, donde con entrada libre y gratuita se dará apertura oficial a la edición 2014. Allí se inaugurará una plaqueta homenaje a CARLOS GARDEL Y SUS GUITARRISTAS. Se harán presentes autoridades, organizadores, amantes del 2x4 y Alberto Mansi aportará el toque musical para terminar la mañana a todo tango.
Por la tarde del mismo jueves 19 y  con la conducción de Mariel Estrada, a las 18 hs en el Auditorio de la Cooperativa Obrera de Bahía Blanca (Zelarrayán 560) Carlos  Benítez  ofrecerá la charla-debate “Gardel y las mujeres”.
Con entrada libre y gratuita, Benítez tocará un tema caro al interés popular, tan versionado por admiradores del zorzal criollo y lenguas ávidas de discordia. Amores, amantes, novia oficial, pretendientes y pretendidas del cantor serán descriptas por este especialista gardeliano con la posible intervención del público.
P. Malanca
Allí mismo, José Valle, Presidente del Centro de Estudios y Difusión de la Cultura Popular Argentina, distinguirá a la trayectoria a personalidades destacadas de la ciudad: París “Chiche” Senesi, Eduardo Montes, Osvaldo Rojas, Juan Carlos Cabirón, Mario Galleani y Carlos Nistal.
Culminará esta primera jornada a las 21,30 hs en el Café Histórico de Bahía Blanca (Av. Colón 602) donde se presentará la excelente intérprete de tangos Patricia Malanca junto al maestro Marcelo Baldonedo al piano. La acompañarán los valores locales: David Roldán y Santiago Pérez, dos cantores que en los últimos meses demostraron gran crecimiento y se ganaron un puesto entre los nombres del tango actual de Bahía Blanca.
Patricia nació en Avellaneda, paisaje que la ligó al tango desde muy pequeña con la postal diaria del tren ante su ventana y la música inconfundible de esos andenes nostalgiosos. Malanca integró formaciones musicales diversas, destacándose luego como cantante solista de gran formación y apasionada interpretación. Su presencia y su voz son imponentes y sus canciones innegablemente sumergen al escucha en un submundo arrabalero, pasional, sentido donde cada palabra es dicha con la fibra que sus autores imprimieron en las páginas del cancionero popular argentino.
En su amplia trayectoria, ha hecho vibrar las fibras tanto de los públicos del mundo en giras internacionales, como del público bohemio de los típicos bares porteños. Ha participado de los típicos circuitos tangueros y ha actuado en todos los programas clásicos de tango en radio y TV de Buenos Aires, así como en festivales de todo el país, ha ganado los concursos representativos del género y ha realizado giras por Europa, Latinoamérica, Oceanía, Asia, y Japón; recientemente su voz se lució en Valparaíso 2014 (Chile). 
Marcelo Baldonedo, quien además de acompañar a Patricia interpretará al piano piezas instrumentales, es un músico que mezcla en su prosapia arrabalera el tango, el fútbol, el micrófono y el placer siempre renovado de la charla amistosa y sin rodeos. Sobrino nieto del crack Emilio Baldonedo y de Carlitos Borzani, bandoneonista de Canaro del cual heredó su amor por la música y por el tango.
 

viernes, 13 de junio de 2014

La Historia De La Orquesta Típica De Aníbal Troilo

Corria el año 1937 cuando , Aníbal Troilo debutó con su orquesta —a días de cumplir los veintitrés años—,
el 1 de julio en el Cabaret Marabú, de la calle Maipú 359. Formación: Troilo, Juan Miguel Rodríguez (Toto) y Alfredo Giannitelli (bandoneones); Reynaldo Nichele, José Stilman y Pedro Sapochnik (violines); Orlando Goñi (piano); Juan Fasio (contrabajo). Cantor Francisco Fiorentino. Durante ese año Nichele es remplazado por Hugo Baralis.
1938/1939. Troilo, Juan Miguel Rodríguez (Toto) y Eduardo Marino (bandoneones); Hugo Baralis, David Díaz, Pedro Sapochnik y Reynaldo Nichele —que retorna y se suma— (violines); Orlando Goñi (piano); Enrique Díaz (Kicho) (contrabajo). Cantor Francisco Fiorentino. Debutó en el disco en el sello Odeon con 2 temas; “Comme il faut” y “Tinta verde” (7/3/38). Actuó en Café Germinal, Radio Splendid y Radio Belgrano (1938). En 1939, se incorporó al elenco estable de Radio El Mundo, donde permanecerá 10 años.
1940/1942. Troilo, Juan Miguel Rodríguez (Toto), Eduardo Marino, Marcos Troilo y Astor Piazzolla (bandoneones); Hugo Baralis, David Díaz, Pedro Sapochnik y Reynaldo Nichele (violines); Orlando Goñi (piano); Enrique Díaz (Kicho) (contrabajo). Cantores: Francisco Fiorentino y Amadeo Mandarino —hasta mediados de 1941—, Fiorentino toma licencia por cuatro meses y es remplazado por Alfredo Lucero Palacios. En marzo de 1941 inició sus grabaciones en RCA-Victor con 4 temas: “Toda mi vida”, “Yo soy el tango”, “Mano brava” y “Cachirulo”; y en agosto, el programa Ronda de Ases por Radio El Mundo. En 1942, actuó en el Tibidabo de la avenida Corrientes.
1943/1944. Troilo, Juan Miguel Rodríguez (Toto), Eduardo Marino, Marcos Troilo y Alberto García (bandoneones); Juan Alzina, David Díaz, Pedro Sapochnik y Reynaldo Nichele (violines); Alfredo Citro (cello); José Basso (piano); Enrique Díaz (Kicho) (contrabajo). Cantores: Francisco Fiorentino y Alberto Marino. A mediados de 1944, Floreal Ruiz remplaza a Fiorentino; ese mismo año, se incorpora Argentino Galván como arreglador.
1945/1946. Troilo, Juan Miguel Rodríguez (Toto), Eduardo Marino, Marcos Troilo y Alberto García (bandoneones); Juan Alzina, David Díaz, Nicolás Alberó y Reynaldo Nichele (violines); Alfredo Citro (cello); José Basso (piano); Enrique Díaz (Kicho) (contrabajo). Cantores, Alberto Marino y Floreal Ruiz.
1947/1948. Troilo, Domingo Mattio, Eduardo Marino, Marcos Troilo y Alberto García (bandoneones); Juan Alzina, David Díaz, Nicolás Alberó y Reynaldo Nichele (violines); Simón Zlotnik (viola); Alfredo Citro (cello); Carlos Figari (piano); Enrique Díaz (Kicho) (contrabajo). Cantores: Floreal Ruiz y Edmundo Rivero.
1949/1950. Troilo, Domingo Mattio, Eduardo Marino, Fernando Tell y Alberto García (bandoneones); Juan Alzina, David Díaz, Nicolás Alberó y Reynaldo Nichele (violines); Simón Zlotnik (viola); Alfredo Citro (cello); Carlos Figari (piano); Enrique Díaz (contrabajo). Cantores: en 1949, Edmundo Rivero y Aldo Calderón. En 1950, Jorge Casal. En noviembre de 1950, comienza sus grabaciones para el sello TK, con 2 temas: “Para lucirse” y “Che bandoneón”.
1951/1953. Troilo, Domingo Mattio, Eduardo Marino, Fernando Tell y Alberto García (bandoneones); Juan Alzina, David Díaz, Nicolás Alberó y Reynaldo Nichele (violines); Cayetano Giana (viola); Alfredo Citro (cello); Carlos Figari (piano); Enrique Díaz (contrabajo). Cantores: Jorge Casal y Raúl Berón.
El día 24 de abril de 1953 se estrenó El patio de la morocha, sainete al estilo tradicional, en el que Troilo presenta una numerosa orquesta. Aníbal Troilo, Alberto García, Eduardo Marino, Domingo Mattío y Fernando Tell (bandoneones); Carlos Figari (piano); Enrique Díaz y Rafael Ferro (contrabajo); David Díaz, Reynaldo Nichele, Juan Alzina, Nicolás Albero, Luis Guerrero, Carmelo Cavallaro, Armando Ziella, Nito Farace y Carmelo Arnaiz (violines); Cayetano Giana, Víctor Casagrande y Raúl Terrés (violas); Alfredo Citro y Adriano Fanelli (cellos); Valentina Filipini (arpa); Domingo Rullo (flauta); Atilio Guerra (clarinete);Pedro C. Herz (oboe); Umberto Lunghi (fagot); Fraancisco Alonso y Salvador Chinicci (trompetas); Francisco Donatucci (tromba); Roque Di Falco (trombón); Manuel Dopazo (percusión).
1954. Troilo, Domingo Mattio, Eduardo Marino, Fernando Tell y Alberto García (bandoneones); Juan Alzina, David Díaz, Nicolás Alberó y Reynaldo Nichele (violines); Cayetano Giana (viola); Alfredo Citro (cello); Osvaldo Manzi (piano); Enrique Díaz (contrabajo). Cantores: Casal y Berón.
1955/1956. Troilo, Domingo Mattio, Eduardo Marino, Fernando Tell y Alberto García (bandoneones); Juan Alzina, David Díaz, Nicolás Alberó y Carmelo Cavallaro (violines); Cayetano Giana (viola); Adriano Fanelli (cello); Carlos Osvaldo Manzi (piano); Enrique Díaz (contrabajo). Cantores: en 1955, Berón y Carlos Olmedo. En 1956, Ángel Cárdenas, Pablo Lozano y Roberto Goyeneche. Sólo para grabaciones, Edmundo Rivero.
1957. Troilo, Domingo Mattio, Eduardo Marino, Fernando Tell y Alberto García (bandoneones); Juan Alzina, David Díaz, José Votti y Carmelo Cavallaro (violines); Cayetano Giana (viola); Adriano Fanelli (cello); Osvaldo Berlingieri (piano); Enrique Díaz (contrabajo). Cantores: Ángel Cárdenas y Roberto Goyeneche.
1958. Troilo, Domingo Mattio, Eduardo Marino, Fernando Tell y Alberto García (bandoneones); Juan Alzina, David Díaz, José Votti y Carlos Piccione (violines); Francisco Sanmartino (viola); Adriano Fanelli (cello); Osvaldo Berlingieri (piano); Enrique Díaz (contrabajo). Cantores: Cárdenas y Goyeneche.
1959. Troilo, Domingo Mattio, Eduardo Marino, Ernesto Baffa y Alberto García (bandoneones); Juan Alzina, David Díaz, José Votti y Carlos Piccione (violines); Francisco Sanmartino (viola); José Bragato (cello); Osvaldo Berlingieri (piano); Alcides Rossi (contrabajo). Cantores: Cárdenas y Goyeneche.
1960. Troilo, Domingo Mattio, Eduardo Marino, Ernesto Baffa y Alberto García (bandoneones); Juan Alzina, David Díaz, José Votti y Carlos Piccione (violines); Cayetano Giana (viola); Adriano Fanelli (cello); Osvaldo Berlingieri (piano); Alcides Rossi (contrabajo). Cantores: Cárdenas y Goyeneche.
1961. Troilo, Domingo Mattio, Eduardo Marino, Ernesto Baffa y Raúl Garello (bandoneones); Juan Alzina, David Díaz, José Votti y Carlos Piccione (violines); Cayetano Giana (viola); Adriano Fanelli (cello); Osvaldo Berlingieri (piano); Alcides Rossi (contrabajo). Cantor: Roberto Goyeneche.
1962. Troilo, Domingo Mattio, Eduardo Marino, Ernesto Baffa y Raúl Garello (bandoneones); Juan Alzina, David Díaz, José Votti y Carlos Piccione (violines); Cayetano Giana (viola); Adriano Fanelli (cello); Osvaldo Berlingieri —remplazado por 45 días por Atilio Stampone— (piano); Rafael Del Bagno (contrabajo). Cantores: Goyeneche y Elba Berón.
1963. Para la grabación del disco Troilo for export - volumen 1, se agregan músicos. El director, Domingo Mattio, Eduardo Marino, Ernesto Baffa y Raúl Garello (bandoneones); Juan Alzina, David Díaz, José Votti, Carlos Piccione, Alberto Del Bagno, Fernando Suárez Paz, Antonio Blanco y Aquiles Aguilar (violines); Cayetano Giana y Abel San Martín (violas); Adriano Fanelli (cello); Osvaldo Berlingieri (piano); Rafael Del Bagno (contrabajo).
A partir de este año la actitud que asume Troilo es distinta, elige donde presentarse y los músicos son citados para cada ocasión. Dando un salto de diez años se advierten contados cambios: José Colángelo sustituye a Osvaldo Berlingieri en octubre de 1968. Y por la misma fecha, temporariamente, se retira Ernesto Baffa, ocupa su lugar Fernando Tell. En 1972 por seis meses se ausenta Raúl Garello y quedan cuatro bandoneones. Cantores: en 1963, Roberto Goyeneche, Roberto Rufino; en 1964 hasta 1966, Nelly Vázquez y Tito Reyes. Desde 1967 en adelante, Tito Reyes y, sólo para grabar, Roberto Goyeneche.
1973/1974. Actuación en el Canal 7 de televisión. El director, Domingo Mattio, Abelardo Alfonsín, Eduardo Marino, Raúl Garello y Fernando Tell (bandoneones); David Díaz, Juan Alzina, Claudio González, Nito Farace y Alberto Del Bagno (violines); Cayetano Giana (viola); Miguel Ariz (cello); José Colángelo (piano); Rafael Del Bagno (contrabajo). Cantores: Tito Reyes y, en 1974/1975, Tito Reyes, remplazado por Roberto Achával, el último cantor de Troilo.
1975. Desde el 3 de abril hasta el 18 de mayo cuando falleció el director, hizo en el Teatro Odeón el espectáculo Simplemente Pichuco, escrito por Horacio Ferrer. El director, Domingo Mattio, Abelardo Alfonsín, Eduardo Marino, Raúl Garello y Fernando Tell (bandoneones); David Díaz, Hugo Baralis, Nito Farace, Claudio González, Alberto Del Bagno, Emilio González, Aquiles Aguilar, y Francisco Oréfice (violines); Simón Slotnik (viola); Miguel Ariz (cello); José Colángelo (piano); Aníbal Arias (guitarra) Rafael Del Bagno (contrabajo). Cantores: Alba Solís y Edmundo Rivero.
Cuarteto Troilo-Grela
1955/1956. Aníbal Troilo (bandoneón), Roberto Grela (guitarra), Edmundo Zaldívar (guitarrón) y Enrique Díaz (contrabajo). Grabaron 12 temas.
1960. Aníbal Troilo (bandoneón), Roberto Grela (guitarra), Ernesto Báez (guitarrón) y Eugenio Pro (contrabajo).
1962/19633. Aníbal Troilo (bandoneón), Roberto Grela y Roberto Láinez (guitarras), Ernesto Báez (guitarrón) y Eugenio Pro (contrabajo). Graban 10 temas.
Cuarteto Troilo
1968. Aníbal Troilo (bandoneón), Ubaldo de Lío (guitarra), Osvaldo Berlingieri —luego José Colángelo— (piano), Rafael Del Bagno (contrabajo). Grabaron 12 temas.
1969. Teatro Dante (barrio de la Boca), en el espectáculo Troilo 69. Aníbal Troilo (bandoneón), Ubaldo de Lío —luego remplazado por Aníbal Arias— (guitarra), José Colángelo (piano), Rafael Del Bagno (contrabajo).
En total fueron 483 registros discográficos incluyendo los 34 con los cuartetos.

Bibliografía : libros ROBERTO ACHÁVAL, El último cantor de Pichuco de Gabriela A. Biondo y José Valle,“Aníbal Troilo Pichuco. Conversaciones” de María Esther Giglio), “Toda mi vida” de Oscar del Priore, archivo diarios La Nacion, Clarin, La Nueva Provincia y El Litoral.

viernes, 6 de junio de 2014

La Historia Del Tango “Por una cabeza”

Por una cabeza es uno de los tangos más reconocidos de Gardel, siendo escrito por Alfredo Lepera en el año 1935. Fue grabado en la ciudad de Nueva York y la versión original es una de las piezas más hermosas que dejó como legado el sensacional cantor.
El famoso tango por una cabeza es uno de los clásicos del extraordinario cantante Carlos Gardel, creado en el año 1935 por el escritor Alfredo Lepera al igual que otra gran cantidad de canciones.
Su letra hace referencia a las carreras de caballos y al fanatismo que se crea en torno a estas competencias y sus apuestas, vinculado también a las mujeres y a la vida.
La expresión “por una cabeza” es sumamente usada en la jerga hípica rioplatense, donde los caballos que terminan las carreras de modo reñido se dice que ganan por una cabeza o por más de una, siendo usada como medida de referencia.
Este magnífico tango era interpretado por Gardel acompañado en música por un piano, guitarra y violín básicamente, donde se lucía la voz del cantante de un modo sensacional.
Con el paso de los años se convirtió en uno de los grandes éxitos de Gardel y en una de las canciones clásicas de los amantes del hipismo que se sienten claramente identificados con su letra.
La vigencia de su letras hizo que varios años después sea interpretado por músicos como Astor Piazzola y actualmente hizo su versión el popular cantante Andrés Calamaro y también el grupo “Los Pericos” con un toque de reggae.

A los 86 años se apagó la voz de Virginia Luque

Nacida como Violeta Mabel Domí­nguez el 4 de octubre de 1927 en Buenos Aires, tuvo una precoz relación con la escena y de niña actuó en teatro tras una iniciativa de uno de los dueños de la sastrerí­a Casa Muñoz, donde trabajaba su padre, que le comentó la necesidad de una nena para una pieza teatral a presentarse en el teatro Liceo.

Luego, a los 15 años hizo teatro con la Compañí­a Española de Comedia de Josefina Dí­az y Manuel Collado y apenas un año después llegó al cine bajo las órdenes de Francisco Mugica en "La guerra la gano yo", donde actuaba Pepe Arias.

Formada como cantante por Julián Viñas, ostentó una voz pequeña pero bien timbrada y un ángel que la catapultó como la "Estrella de Buenos Aires", tal como se lo conoció en sus épocas de apogeo.

Con esas dotes vocales, inicialmente cantaba piezas de diversos géneros: tango, bolero, español e incluso protagonizó la pelí­cula "Del cuplé al tango" en la que asumió obras de esos dos géneros.

Pero además de su prolí­fica labor cinematográfica y teatral, Luque fue actriz de radioteatros ("Narcisa Garay, mujer para llorar", de Juan Carlos Ghiano) y de televisión ("Las veinticuatro horas" y "Hombres en mi vida").

Los ojos de Virginia Luque están unidos a los mejores momentos de la televisión argentina, en ciclos como "El show de Antonio Prieto", "Tropicana Club" y "La familia Gesa" y "La familia Gesa se divierte".

Su filmografí­a incluye unas 30 pelí­culas, muchas de ellas en el exterior, tal el caso de la exitosa "La balandra Isabel llegó esta tarde", en pareja con el mexicano Arturo de Córdova, pelí­cula de Carlos Hugo Christensen que se filmó en Venezuela y participó en el Festival de Cannes de 1951.

También protagonizó "El hombre del sábado" (1947), de Leopoldo Torres Rí­os; "Un tropezón cualquiera da en la vida" (1949), de Manuel Romero; "Don Juan Tenorio" (1949), de Luis César Amadori; "La historia del tango" (1949), de Manuel Romero; "La vida color de rosa" (1951), de León Klimovsky; "Arriba el telón" (1951), de Manuel Romero, y "Sangre y acero" (1956), de Lucas Demare.

También son de ese grupo "Del cuplé al tango" (1959), de Julio Saraceni; "Buenas noches, Buenos Aires" (1964), de Hugo del Carril; "Vivir es formidable" (1966), de Leo Fleider y "Los chicos crecen" (1976), de Enrique Carreras.
Virginia Luque y Gaby "la voz sensual del tango"

En 1995 ganó el premio Cóndor de Plata a su trayectoria, otorgado por la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina, y también el premio Konex, como cantante femenina de tango.

En octubre de 2011 actuó en el Teatro Enrique Carreras, de Mar del Plata, en el marco del ciclo "Milongueando en el 40" y fue la única estrella femenina durante la presentación de "Café de los maestros" en el Teatro Colón y participó en el filme del mismo nombre de 2008, al igual que aquellas presentaciones, respaldado por Gustavo Santaolalla.

En el 2012  sufrió una caí­da accidental que le provocó una infección en la piel llamada Erisipela, enfermedad que costó tratar debido a su alergia a la penicilina.


En el mes de agosto del año 2012 en el Salon de los Pasos Perdidos del Congreso Nacional recibio una distincion a la trayectoria otorgada por el Centro de Estudios de Los Intereses Nacionales(CEIN)

El año pasado, a modo de recorrida por su vida y balance de la larga y laureada trayectoria en escenarios y sets, el actor, autor y crí­tico Mario Gallina publicó el libro "Virginia Luque. La estrella de Buenos Aires".

"Me gusta definirme como una actriz que canta. Nunca he dejado de lado a la actriz que fui en un comienzo, por eso para mí­ los personajes de las canciones son siempre diferentes. Cada obra necesita ser estudiada, investigada, ensayada. Cada canción³n es un personaje, o si se quiere un monólogo, y los he encarado a partir de que se trata, sin duda, de un texto teatral y de la actriz que soy", se definió Virginia en un pasaje del texto.

Acerca de su ligazón con el tango, que recién se plasmó acabadamente en los 70, reveló que fue Azucena Maizani, una de las pioneras del tango, quien le dijo "vos sos tango".

Y para Luque, según explicó, "ser tango implicó sentir lo propio, lo que es nuestro. Sentir como siento yo, una tremenda emoción cuando interpreto nuestra música, aquí­ y afuera. Y concluir en la certeza de que soy -no sé si cabe- más porteña y más argentina".

A lo largo del libro, la artista consignó que "hice todo, cine, radio, televisión -que me gusta mucho-. Pero no creo que haya nada como el teatro. También tengo predilección por el café-concert, se logran muy lindos climas en ese hábitat".


Para la presentación del volumen, en abril de 2013 en el teatro Empire, a la que Luque asistió, se proyectó el cortometraje "Virginia Luque. La luz de una estrella", de Diego Fernán.