Quizás el entendido medio en el tango no sienta la novedad cuando se diga que los versos de "Mi noche triste", escritos en 1916 por Pascual Contursi, son el molde poético definitivo para el Tango-Canción. Los escribió para la pieza de Samuel Castriota titulada "Lita", tango conocido pero no famoso hasta que se empezó a interpretar con los versos y el nuevo título: "Mi noche triste".
Hay letras anteriores a 1916, porque en esta obra colectiva que es el tango, nada nace sin un rumor en el aire, sin anticipaciones propiciatorias. pero el salto de un estado a otro, de lo que no había a lo que empezó a ser, lo da Pascual Contursi. Medio Payador (cantor que, acompañándose con la guitarra, improvisa coplas sobre diversos asuntos), cantor de bodegones y cabarets, zapatero, etc., nació en buenos Aires, en 1988. Mucho de su vida habrá en sus tangos, siendo un nocheriego, perdedor y perdido por sus amores, un tentador de la fortuna que a los comienzos fuera magra; al fin, uno constata que se escribe mejor de lo que más se conoce.
"Mi noche triste" fue estrenado por Gardel en el teatro Esmeralda, en la temporada de 1917. Al año siguiente se incluyó como pieza cantada en la interpretación de la obra teatral "Los dientes del perro". El éxito estuvo desde entonces asegurado, cuando la gente lo llevaba a sus labios espontáneamente para cantarlo. A partir de allí, por Contursi y otros numerosos letristas, se disparó una notable producción del Tango-Canción.
¿Qué hay en "Mi noche triste"?. En primer lugar, el reencuentro a través de los versos con el magma suburbial del tango, con el escenario de sus puestas más genuinas, en lo que a lenguaje y ámbitos se refiere. "Percanta que me amuraste / en lo mejor de mi vida ...". Antes que el lamento inoperante, el lloro exclamativo y afásico, hay la tristeza de una historia que se fundó con Ella que "era mi alegría y mi sueño abrasador" y que ahora no está porque se ha ido y no vuelve más. En efecto, hay abandono donde antes hubo amor. hay pérdida, nostalgia por lo perdido, desconsuelo, canción. pascual Contursi escribe en octosílabos como cantaron los payadores y mucho antes los autores del romancero español. escribe desde la sencillez de un "cotorro" o un "bulín" que tal vez sea el lugar que más habitó en su vida. Allí transcurre el sentimiento de fatalismo ante el abandono. Emplea un lenguaje cruzado de lunfardías, en esta historia contada en la brevedad de un tango donde están presentes las distintas vicisitudes del protagonista "amurado". obsérvese: "Y si vieras la catrera / cómo se pone cabrera / cuando no nos vé a los dos". Metáfora donde el protagonista al estar solo da vueltas y revueltas en la cama, insomne. las cosas no están como entonces cuando ella con él convivía, están tocadas de muerte: el espejo, los frasquitos, la catrera, la guitarra, ... y la lámpara que finalmente lo deja a oscuras.
Pascual Contursi continúa escribiendo tangos que le grabará Gardel. En 1919 se estrenó como autor teatral en compañía de Ivo Pelay; desde entonces la insistente producción de sainetes llevarán consecutivo un tango glosando el tema central de la obra. resulta de esto un puñado de tangos excelentes y exitosos donde hay sujetos abandonados por la querendona y abrasadora percante. En algunos, el autor puede situarse en el lugar de ella, que es feliz al irse (siempre "con otro bacán mejor ..."), o situarse, incluso, en la posición de la muchacha que, aburrida de la vida que comparte con el protagonista, un día lía sus bártulos, se va y le dice: "Yo quiero una cama que tenga acolchado y quiero una estufa pa' entrar en calor, que venga un mucamo corriendo apurado y diga .. ¡Señora araca está el Ford!".
Se asomaron en sus tangos, pintorescos, los cambios en las costumbres que se afianzaban en la posguerra y en la década de 1920. Si bien el perfil sociológico no supera el escenario de la noche, Pascual Contursi registra aquella independencia que alegre, árdua, resistida, va lográndose en la posición de las mujeres. lo hace con doble sentimiento: la complicidad y la queja por prerrogativas masculinas que pierde.
Evidentemente, lo visita la fortuna: sus obras teatrales suelen tener éxito de taquilla, y el derecho del autor de letras también. ¿Qué hacer con el dinero?. Disfrutó en gastarlo, en noches rioplatenses y en noches parisinas, como se estilaba entonces. Asimismo, perseveró en la continuidad temática, a riesgo de reiterarse. Curiosamente, también escribió la letra mejor lograda para el tango "La Cumparsita". Sin embargo, el nuevo título pergeñado "Si supieras" tuvo que ceder ante el original inobjetable: La Cumparsita, música de Gerardo Matos Rodríguez. de la huella de Pascual Contursi hasta hoy, se escriben los tangos con otros lenguajes, distintos temas y estilos. Es claro que sus modos y maneras, a veces, suenan válidos para los museos de la moda; más, siempre nos conmueve ese aire intemporal que late bajo el esmalte de la época.
En su último viaje a Paris, aunque viviera en hotel acomodado, se nota que, desde algún lugar de su alma, seguía viviendo en el bulín. Allí escribió, en 1928, la obra final de la que tenemos constancia: "Bandoneón Arrabalero", para música de su amigo "Bachicha" Deambroggio. En ella compara al bandoneón-viejo-fuelle desinflado (al que Contursi y el mismísimo tango encontraron en la calle) con un "pebete abandonado". lo lleva para su cuarto donde le dice: "Has querido consolarme con tu voz enronquecida y tus notas doloridas aumento mi berretín".
Después de esta fecha, aparecieron los síntomas del extravío en el hablar inentendible, o presentarse en el nevado invierno parisino vestido de impecable traje de playa. A partir de entonces, sus amigos supieron que, mas que una broma, aquello era una mueca del delirio. lo embarcaron, piadosamente engañado, rumbo a Buenos Aires, donde murió internado en un hospicio de salud mental, en el año 1932.
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