Su nombre quedará asociado para siempre al de la Orquesta de Tango
de la Ciudad de Buenos Aires,formación que dirigió junto a Raúl Garello
desde que fue fundada, en 1980, hasta su muerte, sin faltar nunca, cuentan, a
un ensayo o una función.
Los porteños pudieron admirar la labor del
maestro García, junto a una larga lista de directores invitados, en aquellos
conciertos gratuitos de la Orquesta de la Ciudad en el Alvear, que se volvieron
una suerte de cita ritual de los días martes. Y también en innumerables
escenarios de festivales y teatros. La última grabación de la orquesta fue un
concierto en el Colón del año 2000. Hay otra grabación inédita de la formación
dirigida por García, aunque la última es más casera y entrañable: “Grabamos un
CD para los muchachos de la barra del restaurante Pepitito, donde íbamos a
comer siempre después del Alvear”, cuenta el bandoneonista Osvaldo “Marinero”
Montes, quien integra las filas de la orquesta desde hace 25 años. “Ahí
Carlitos, cuando tenía ganas, tocaba. Fue un CD casero, para los muchachos de
la barra, pero vinieron unos japoneses y compraron mil”, recuerda.
Puesto a recordar su labor al frente de la
orquesta, Montes rescata “la tranquilidad” con la que lo hacía. Julio Pane,
otro bandoneón de la orquesta, destaca “su tesón y su capacidad de trabajo
indeclinable”: “Tenía más de 90 años y no faltó jamás a una función o un
ensayo. Lo he visto pararse delante de todos nosotros cuando estaba con
problemas importantes de salud. Nunca se rindió ante nada, solamente la muerte
lo frenó”. Pane alaba otras facetas de García: “Dejó un gran legado para los
pianistas que vienen. Fue un ejemplo no sólo desde el punto de vista técnico,
sino como uno de los propulsores de la vanguardia pianística después de los
’50. También fue un arreglador y compositor exquisito”.
Carlos Juan Pedro García nació el 21 de
abril de 1914 y se inició en la música siendo un niño, a los 6 años. Su debut
profesional también fue de muy chico, a los 12 años. Hacia 1932 se sumó a la
orquesta de Roberto Firpo, con quien se formó musicalmente, y también integró
el conjunto que acompañaba a la cantante Mercedes Simone. Entre 1938 y 1945
animó bailes con la orquesta Hawaian Serenaders, que interpretaba música de
todos los estilos, y se sumó al dúo Martínez-Ledesma, muy popular en la época.
Realizó numerosas actuaciones como solista y acompañante de cantantes como
Ramona Galarza, Alberto Marino, Rubén Juárez, Héctor Pacheco, Francisco Llanos
y Guillermo Fernández, y llegó a grabar un disco de orquesta y guitarra con
Roberto Grela. A partir de 1960 se desempeñó como asesor musical de LS1 Radio
Municipal y más tarde en Discos Emi Odeón. En 1969 fue uno de los primeros
tangueros que tocó en el recién inaugurado Viejo Almacén, al frente de un
sexteto.
Autor de un puñado de obras entre las que
se cuentan “Racconto”, “Ayúdame Buenos Aires”, “Mi estrella azul” y “Al maestro
con nostalgia” dedicada a Carlos Di Sarli , su labor tanguera fue reconocida
oficialmente en 1980, cuando se creó la Orquesta del Tango de la Ciudad de
Buenos Aires y fue designado como director, junto a Garello. Más tarde
llegarían otros reconocimientos: en 2000 la Legislatura porteña le otorgó la
Batuta de Oro y en 2003 fue declarado Ciudadano Ilustre de la ciudad de Buenos
Aires. Tanguero de ley, dejó también su marca en otras expresiones de la música
argentina, como en sus arreglos de discos de Ramona Galarza y Nacha Roldán o en
la grabación de dos volúmenes de Folklore al piano, en la década del 90.
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