Pianista excepcional, de depurada escuela, une Horacio Salgán a su talento interpretativo una auténtica vocación por nuestra música popular (...) y a la que ha aportado fundamentales concepciones renovadoras de contenido y forma. Arreglador con absoluto dominio de la técnica orquestal, ajusta su original inventiva creadora a un esquema de paciente análisis, combinando nota por nota, acorde por acorde, hasta conformar sus severas exigencias estéticas. Ambas facetas se reflejan nítidamente en el director de orquesta, que traduce con sensible ductilidad su propio estilo de tango, y que ha sabido imprimir siempre a sus excelentes conjuntos el sello inconfundible que los distingue." (Luis Adolfo Sierra).
Horacio Adolfo Salgán nació en la Capital Federal el 15 de julio de mil novecientos dieciséis. Desde muy niño sintió gran atracción por la música, y el piano tal vez fue su primer juguete que comenzó a indagar en el conservatorio del barrio. Los primeros conocimientos se los inculcó el maestro Luppo.
Horacio Salgán confesaba:"Desde que yo gateaba, prácticamente, me interesé por la música; mi papá tocaba el piano de oído, era aficionado... pero cuando yo escuchaba ese sonido, iba enseguida a ubicarme a su lado y al lado del instrumento.(...) No lo puedo negar, llevo la música conmigo, desde el mismo momento en que nací."
"Mis maestros fueron Amelia Weygand en armonía, Vicente Scaramuzza, Raúl Spivak y Alejandro Borosky en piano. Puedo nombrar también a Pedro Rubeone, que fue también maestro de Carlitos García, del cual conservamos un emocionado recuerdo. También quiero mencionar al maestro Marcoli con quien estudié contrapunto. Yo he tenido la suerte de estudiar con maestros de primer nivel, si bien no pude estudiar con ellos en la medida de tiempo que lo hubiese querido." (Reportaje en "Club de Tango")
Había cumplidos los catorce años cuando ya, desde el piano, creaba el clima adecuado en la proyección de películas mudas en el Cine Universal, ejecutando solos en las matinée y vermouth. En la sección noche integraba, en el mismo cine, una orquesta.
Actuó en pequeñas orquestas barriales, con el Sexteto de Emilio Vardaro y con la orquesta de Juan Caló.
Paralelamente, continuó sus estudios pianísticos, agregando lecciones de contrabajo, saxofón y órgano. Justamente, cuando se inauguró Radio El Mundo lo convocaron como organista estable de la emisora
Recorrió conjuntos de distintos ritmos, entre otros jazz, folklore, tropical y, por supuesto, tango.
Continúa Salgán: "Por medio de mi hermano (...) me puse en contacto con la orquesta de Julio De Caro. Y su influencia fue invalorable, así como la de Francisco (De Caro), gran pianista de quien todos somos, en alguna medida, ´hijos´... De allí recibí uno de los mayores aportes para mi música..."
En 1936 el maestro Roberto Firpo deja de tocar el piano, para dedicarse a dirigir su orquesta. Los reemplazantes fueron Horacio Salgán y Carlos García.
También, como para obtener algunos pesos extras, tocaba el órgano por la mañana en la Iglesia San Antonio, del barrio de Villa Devoto, y por la noche continuaba su ejecución de música, desde el piano, en el teatro Florida.
Es uno de los más destacados arregladores de tango. La primera ocasión que tuvo como arreglador, por encargo de Miguel Caló fue, en 1936, la obra de Francisco Canaro "Los indios".
"El tango depende de la composición, del arreglador y del orquestador. Se prestará a hacer cualquier cosa dentro de cualquier formación siempre y cuando la obra se preste y el orquestador tenga la capacidad suficiente. No hay limitación de ninguna naturaleza.(...) Orquestación es llevar a la orquesta algo que puede no ser de la orquesta. Por ejemplo una parte de piano se puede orquestar distribuyéndola en las voces de la orquesta sin agregados, sin sacarle ni ponerle ninguna nota. Eso es orquestación.
El arreglo es otra cosa. Ya interviene la composición. (...) El arreglo, en un ejemplo práctico hecho para los alumnos, es similar a un recinto donde se produce el eco. La obra en sí tiene que resonar de la misma manera que en ese recinto donde se produce el eco. Si yo entro y digo: "¡hola!", el eco no me responde: "¡qué tal, como le va!", sino que dice lo mismo que yo dije, pero de acuerdo con las características del recinto. Es decir que en el arreglador se corresponde a su sistema nervioso, su herencia musical, su entorno, a todo lo que él es. Ese es el trabajo del arreglador. La fidelidad a la obra. Porque a veces nos encontramos con que esa fidelidad no existe cuando una obra metódica se hace rítmica o viceversa. El arreglador tiene que tener una idea muy clara del género musical que trata. Si bien cada género tiene una gran amplitud de libertad expresiva, tiene también sus límites. La limitación del arreglador es mantenerse dentro del género y del carácter de la obra, por respeto al compositor. Porque si no le gusta lo que hizo el compositor, que haga una él o tome otra obra para arreglar. (...) Muchas veces el arreglo nada tiene que ver con el clima de la letra y así vemos que mientras el texto trasunta tristezas por ejemplo, la música está llena de alegría. Acompañar es dar marco, dar clima, dar apoyo.(...) Hay que tener en cuenta que en el arreglo interviene la composición, porque hay que agregar contracantos, cambiar armonías y hacer todo aquello que pueda mejorar la obra." (Reportaje en "Club de Tango")
En los años treinta, cuando se materializaban sus primeras actuaciones como pianista de orquestas típicas, Salgán comenzó a componer. Esas obras, que se iniciaron con el tango "Del 1 al 5", seguido por los valses "Motivo de vals" y "A una mujer", la milonga "Cortada de San Ignacio" y el tema brasileño "Choro en fa sostenido", guardan hoy una relevancia y actualidad total.
"Hay mucha gente que se acerca al tango o a otros géneros musicales con la idea de la renovación. Yo no me acerqué al tango a salvarlo, ni nada por el estilo. Lo hice porque tengo amor por la música de mi país –el tango y el foklore–, porque tengo respeto y devoción por la música y por el género, en este caso el tango. Yo, entre otras cosas, practico todos los géneros –clásico, jazz, etc.– pero tengo un respeto cuasi religioso por toda la música en sí, porque la música es un puente hacia Dios. (...) Tengo un gran respeto por los antecesores: Arolas, Bardi, Cobián, los De Caro, y no vine a modificar ni a hacer nada, porque el tango no lo necesita. Vine simplemente con toda modestia, a exponer mi lenguaje musical. Nunca me propuse tener un estilo ni hacer una renovación de nada. Lo que salió, salió porque espontáneamente así lo sentía." (Reportaje en "Club de Tango")
"Yo no hago mucho hincapié en la evolución del tango en el sentido técnico. En los primeros tiempos había gente de gran valía, como Bardi y Arolas. Si tomamos algunos temas de Bardi vamos a encontrar que tienen un vuelo lírico tan extraordinario que últimamente me he puesto a hacer algo que antes me parecía atrevido: Me he puesto a hacer un balance de sus méritos comparados con los grandes genios de la música universal. Y me encuentro con que Arolas, Bardi, Cobián y otros han llegado a una gran altura comparable con los más grandes compositores del mundo. No en el desarrollo o factura sinfónica ni en obras de largo aliento, pero sí en la creación de melodías." (Reportaje en "Club de Tango")
La falta de sonidos bajos más acentuados impulsó a Salgán a incorporar el clarón a su orquesta: "Fue una necesidad dentro de la estructura de la orquesta, porque la orquesta típica, formada por bandoneones, violines, cello, viola, contrabajo y piano, en algunos pasajes de una obra adolece de un bajo mayor. Porque el violoncello, que podía dar un buen bajo, muchas veces está reforzando a los violines que a veces resultan débiles. El cello y la viola les dan cuerpo a las cuerdas y tampoco podemos disponer del cello porque cumple otras funciones. Nos quedan los bandoneones. El bandoneón es un instrumento muy hermoso que está muy equilibrado en sí mismo, los bajos del bandoneón están equilibrados. Pero esos bajos no son lo suficientemente poderosos como para hacer de bajos de una orquesta. Son buenos para el instrumento en sí, pero resultan débiles con relación a la orquesta. El contrabajo da un bajo claro, pero en un momento dado acompaña en un pizzicato y no hay sostén de bajo para la orquesta. Seguimos sin tener bajo. De los instrumentos que nos quedan, que pueden empastarse con los bandoneones y con el resto, el mas apropiado es el clarón, el clarinete bajo que ha cumplido muy buenas funciones en mi orquesta." (Reportaje en "Club de Tango")
La defensa de su manera de respetar y sentir al tango, la lealtad hacia sus principios y a la valoración de su música y sus músicos, le valieron situaciones enojosas, tanto cuando le planteaban que su orquesta sonaba como "bicho raro", como cuando le cuestionaban a sus vocalistas, especialmente la cavernosa vocalización de Edmundo Rivero. Nunca se traicionó: "El hecho de poder tocar como a mí me gusta, de no haber traicionado mis convicciones, lo considero un privilegio. (...) Uno de los errores más grandes que puede sufrir un individuo –y lo digo con convicción– es traicionarse a sí mismo."
En el año 1944 Salgán formó su primera orquesta típica, cuando ya los grandes maestros de la década estaban consolidados y en carrera. Al respecto, el maestro dice: "La idea de formar la orquesta está integrada, de alguna manera, a la de la composición. Empecé a componer porque quería hacer un tango de una manera determinada. No con la idea de ser compositor (...) sino con la tocar tangos como a mí me gustaba. Lo mismo sucedió con la orquesta."
Aunque la crónica dice que esa orquesta, que se presentaba el Radio El Mundo, fue una sorpresa grata para los diletantes del tango, la ingrata realidad es que tuvo un rechazo generalizado, de gran parte de la crítica y muy especialmente de los sellos grabadores; les resultaba muy avanzada su forma de tocar, y para nada comerciales las voces de Alfredo Bermúdez y Edmundo Rivero. El campo de labor, por lo tanto, no resultó adecuado, y aunque el conjunto animó bailes y se presentó en escenarios tangueros, en menos de dos años quedó disuelta la orquesta.
Horacio Salgán incursionó en otro ritmo musical en la orquesta dirigida por Ángel Riela, en la que cantaba la esposa del director, Lita Landi, excelente intérprete melódica y actriz cómica, en bailes de carnaval.
En actuaciones radiales, acompañó a la cancionista de tango Carmen Duval –que fue su primera esposa– y también junto al folklore, con el dúo de guitarras y voces "Martínez-Ledesma". Este dúo, de gran repercusión, siempre fue acompañado por pianista de fuste como Juan Polito, Juan Carlos Correa, Enrique Villegas, Carlos García y Horacio Salgán.
Sentado al piano, Salgán esperaba a los integrantes del dúo, que ingresaban por un lateral del escenario con la guitarra en una mano y una silla en la otra. Al maestro pianista le resultaba desagradable esta entrada, y recordando sus estudios de saxofón, cuando colgaba de su cuello con un cordón el instrumento, hizo colocar una tira de cuero que pasara por debajo de la guitarra y se enganchara en la boca de ésta. Según la crónica, hasta ese momento no se había usado este accesorio, adoptado posteriormente por todos los acompañantes que ejecutan la guitarra española...
En el año 1973 el poeta Roberto Lambertucci decide juntamente con Horacio Salgán la producción de un álbum discográfico que dibujara los típicos personajes de la ciudad de Buenos Aires. Cuando tuvieron listas la música y la letra, Salgán se dedicó a formar una gran orquesta, eligiendo al tucumano Miguel Montero, que se econtraba en el mejor momento de su carrera como cantor. Los personajes de Buenos Aires, en un disco que se llamó "Los cosos de Buenos Aires" –que pueden ser de cualquier lugar del país, donde existieron y existirán– le prestan sus apodos a títulos como "Garronelli", "El As en la manga", "El Influyente", "El Pibe Corazón" o "El Viejito Mejillón". Una acertada mezcla de porteñismo, con dulzura, inocencia, viveza criolla, desenfado; en fin, un producto concebido a partir del humor y del amor...
Horacio Salgán es una de aquellas figuras que tan bien representan al país, tanto con su don de gentes como por su calidad artística. En 1957 viajó a Montevideo con una gran orquesta y con el cantor Edmundo Rivero, que ya era una figura consagrada dentro del cancionero nacional. Allí por fin pudieron grabar, en el sello "Antar Telefunken", Salgán y Rivero.
Realizaron también actuaciones en el "Philarmonic Hall" del Lincoln Center, en la ciudad de Nueva York.
En marzo de 1974, frente a una gran orquesta, protagonizó un acontecimiento musical en los salones de la Embajada Argentina en Washington, con un show denominado "Retorno al Tango", que fue transmitido por vía satélite para Europa, Centro y Sudamérica. Entre los presentes se encontraba el presidente de los Estados Unidos, Gerald Ford, y todo el cuerpo diplomático. Un hecho similar se produciría en mayo de ese mismo año en Costa Rica, con motivo de la asunción presidencial del Licenciado Daniel Oduber.
Salgán realizó también frecuentes viajes a Japón, donde año tras año es requerida la actuación de su reconocida orquesta.
Es, en una palabra, "un embajador de lujo", un hombre que siente lo que hace, un trabajador sensitivo, un profesional que ama el arte que Dios puso en su corazón y en sus manos..
"EL ORATORIO DE CARLOS GARDEL"
Obra de Horacio Salgán en música y Horacio Ferrer en argumento y poemas, está concebido para orquesta sinfónica, coro mixto y solistas (el autor Horacio Ferrer fue el recitante, en bandoneón participó Juan José Mosalini, en guitarra Ubaldo De Lío y en el piano Horacio Salgán). Su estreno fue en la ciudad de Mar del Plata, y tuvo posteriores presentaciones en diversos puntos del país y en la ciudad de Montevideo. Al llegar el año 1990, recién fue grabado en discos y casetes con la técnica más avanzada en la materia. Además fue televisado por ATC un año después. En esta versión televisiva ejecutó el bandoneón Leopoldo Federico.
LA ORQUESTA PEQUEÑA
La resistencia que debía afrontar Horacio Salgán provocó varias frustraciones de sucesivos conjuntos, formados y, a poco de andar, disueltos, y en otros casos con escasa actividad. Esto llevó al pianista director a constituir pequeños grupos como cuartetos o dúos, e incluso presentándose como solista en locales nocturnos y en televisión. En distintos momentos derrochó talento codo a codo con Ciriaco Ortiz, pero quien más lo secundó, con su guitarra, fue Ubaldo Aquiles De Lío, quien a partir de 1958 fue el primer colaborador de Horacio Salgán. Ese dúo de piano y guitarra recorrió todos los clubes nocturnos, y dejó grabados temas para el sello Philips que son testimonio de esa mínima gran orquesta.
Los mismos apellidos, Ubaldo De Lío y el hijo de Horacio, César Salgán, siguen recorriendo los senderos de la música, revalidando en todo el país y fuera de nuestras fronteras la calidad del dúo Salgán-De Lío.
EL QUINTETO REAL
La semilla fue el dueto Salgán-De Lío, que en 1960 amenizaba reuniones en el restaurante "Amerio" del Automóvil Club Argentino. Se fueron incorporando el violín de Enrique Mario Francini y el contrabajo de Rafael Ferro. Luego el bandoneón de Pedro Láurenz. Y surge el "Quinteto Real"...
Su estilo interpretativo se apoyó en un efecto de contratiempo producido en relación con el segundo y el tercer tiempo de cada compás, complementado por una fuerte acentuación del cuarto tiempo resuelta en el primero del compás siguiente.
El contrabajo fue ejecutado en distintos períodos por Kicho Díaz y Omar Murtagh. Durante un breve tiempo, por ausencia de Salgán, su sitio fue ocupado por Juan José Paz.
Realizó innumerables viajes a Japón desde el año 1964, ofreciendo recitales en los principales teatros de las ciudades de mayor importancia. Se presentó en Radio El Mundo, en Radio Splendid y ante las cámaras de todos los canales abiertos de la Capital Federal, hasta su paulatina disolución. Dejó grabaciones para los sellos Columbia y Philips, llegando a actuar en cine en la película "Detrás de la mentira".
En la década del ´90 Salgán reactivó al recordado Quinteto, ahora con el bandoneón de Néstor Marconi, el violín de Antonio Agri y el bajo de Julio Rodolfi, junto a la guitarra de Ubaldo De Lío –reemplazado algunas veces por Horacio Malvicino– y con el piano a cargo del maestro director.
EL TEATRO
En 1963 Salgán fue figura en una temporada teatral de gran trascendencia, junto a Aníbal Troilo al frente de su orquesta, con Edmundo Rivero, Roberto Grela, Nelly Vázquez, Roberto Rufino, Ciriaco Ortiz y algunos más, en la obra "Tango" que se presentó en el Teatro Odeón sobre la base de un libro de Cátulo Castillo y Jorge Montes. Salgán realizó, para la orquesta de Troilo, un arreglo antológico del tango de Delfino y Linnig "Milonguita", que fue cantado por Nelly Vázquez.
SUS CANTORES
Enumerar los cantores que pasaron por sus conjuntos es una tarea sencilla, ya que varios de los mejores fueron acompañados por su prodigioso piano, desde Alfredo Bermúdez, siguiendo con Edmundo Rivero, Héctor Ortiz, Ángel "Paya" Díaz, Horacio Deval, Roberto Goyeneche, Jorge Durán, Oscar Serpa y Miguel Montero, entre los más notorios.
SUS GRABACIONES
Sus centenares de placas discográficas se realizaron en los principales sellos grabadores: "RCA Víctor", "CBS Columbia", "Antar-Telefunken", "Philips", "Odeón", "Phonogram" y, de los Estados Unidos, "Verve".
SALGÁN COMPOSITOR
Compuso alrededor de cincuenta temas entre tangos, milongas y valses, con el aporte de las letras escritas por Carlos Bahr, Carmelo Volpe y José Otero (un tema cada uno de ellos), y la mayoría restante debidas al poeta Roberto Lambertucci. Entre sus temas instrumentales –la mitad aproximadamente de su producción–, también participaron en tres de ellos M. Massuh, José De Angelis y Ubaldo De Lío(también un tema cada uno de ellos).
Compuso varios temas del folklore argentino y de ritmos sudamericanos, principalmente del Brasil, en colaboración con Dante Amicarelli.
Compuso también la música de obras teatrales, y participó en las bandas sonoras de las películas "Los de la mesa 10", "Detrás de la mentira" y " Buenos días, Buenos Aires"
"A FUEGO LENTO"
Hay tangos instrumentales que han marcado hitos en la historia y se han transformado en sinónimos de sus autores. Recordemos algunos: "La yumba", de Osvaldo Pugliese; "Saludos", de Domingo Federico; "Responso", de Aníbal Troilo.
Indudablemente "A fuego lento" es la marca en el orillo de Horacio Salgán. "Esta obra, de notable fuerza rítmica, comienza desarrollándose dentro de un clima musical al que podríamos llamar ´obsesivo´, siempre dentro de los cánones de lo milonguero.Después de una parte melódica, vuelve, hasta el final, a marcar ese ritmo avasallante y atrapador que lo distingue entre todos los tangos de corte semejante..." ("Los Grandes del Tango")
Fue estrenado por Horacio Salgán en 1953, y resultó un verdadero impacto, a pesar de la concepción ultramoderna. La primera grabación se realizó en el sello "T.K." en 1955, y en "CBS Columbia", con el Quinteto Real, en 1959. Otra vez con la orquesta, en "Philips", en 1966.
Fue grabado también por Aníbal Troilo, por el "Octeto de Buenos Aires" dirigido por Ástor Piazzolla; por el "Trío de Eduardo Rovira", por el "Sexteto Tango" y por el "Trío Federico-Berlinghieri-Cabarcos", entre los más destacados.
HOMENAJE DE SUS PARES
Las composiciones con que distintos músicos dejaron muestras de su admiración por Horacio Salgán, son: de Julio De Caro, " El gran Horacio"; de Roberto Pansera, "A don Horacio Salgán"; de Mito García, "A Horacio Salgán"; de Oscar Alemán, "Al gran Horacio Salgán"; de Norberto Samonta, "Al gran Horacio"; de Leopoldo Federico, "Es para Horacio Salgán"; de Jorge Dragone, "Horacio Salgán"; de Enrique Villegas, "A Horacio Salgán", y de Raúl Parentela, "A Horacio Salgán, músico de Buenos Aires".
DISTINCIONES
En el mes de octubre de 1976 Horacio Salgán se hizo acreedor al "Diapasón de Plata" otorgado por el Festival de Coros de San Jorge, Pcia. de Santa Fe, por su labor meritoria en la jerarquización de nuestra música.
Los legendarios hermanos Ábalos le otorgaron, por su trayectoria, la medalla de oro de "Caballero del Bombo Legüero".
En ese mismo año recibió el trofeo "Carlos Gardel", por su excelente condición de intérprete.
En el teatro Presidente Alvear, el 5 de octubre de 1980 se realizó un homenaje al cumplir cincuenta años de ininterrumpida actuación profesional, en el que le fueron entregados el "Disco de Oro de Philips", el "Obelisco de Plata" de Mariano Marcolla, una plaqueta de la Editorial Julio Korn, otra de "Castello Vecchio" y el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (SADAIC). que es la más alta distinción que otorga esa entidad. En 1980 recibió también el "Premio al Mérito" del SODRA, en la ciudad de Montevideo.En el año 2014 en el Salón de los Pasos Perdidos del Honorable Congreso de la Nación recibió la distinción a la trayectoria del Centro de Estudios y Difusión de la Cultura Popular Argentina
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