En 1942, el excelente cantor Alberto Gómez se ganó su lugarcito en el parnaso tanguero - burrero, con su “Milonga que peina canas”, que el mismo estrenó y que ha sido interpretada magistralmente, por Roberto Goyeneche y Raúl Berón, entre otros...
Para tener una idea de su calidad y competencia basta con decir que era el cantor preferido por Enrique Santos Discépolo para cantar sus temas. Como compositor le debemos los tangos "Del tiempo de la morocha", "Tolerancia", "Que nadie se entere" -grabado estupendamente por Francisco Canaro-, "Cansancio" y su gran éxito "Que sea lo que Dios quiera", junto a su tema turfístico "Milonga que peina canas" (1942), su obra más recordada. Aunque todos los burreros la tienen en sus oídos, en su memoria y en su corazón y seguramente también la han tarareado mas de una vez, reproducirla es una obligación:
“Allá en el tiempo del jopo, peinao al agua florida, cuando era linda la vida y era mi escuela un stud, nació mi amor por los pingos con Stiletto y Surplice y ese amor echó raíces al llegar mi juventud.
Las chaquetillas famosas dejaron en mis oídos frufrú de tiempos queridos que ya no pueden volver; y hoy que tengo la cabeza cubierta por tanta nieve, con los hijos de Congreve vuelvo a rejuvenecer.
Milonga que peina canas y llora por San Martín, Amianto, Niobe, Porteño, Cordón Rouge y Pipermint. Milonga que peina canas y ablanda mi corazón como Old Man y Botafogo, Rico, Lombardo y Macón.
Yo vivo con los recuerdos de Floreal y Melgarejo, Mouchette, Omega, Bermejo, Mineral, Cocles o Ix Y cuando llegue la hora de dar el último abrazo, me iré pensando en Payaso para morirme feliz.
Milonga que peina canas y está llorando de pena por que Argentino Gigena se fue sin decirle adiós; nosotros también, milonga, pensando en tiempos remotos, con muchos boletos rotos, tendremos que ver si hay Dios.”
La milonga de Alberto Gómez, escrita en 1942, registra el nombre de los principales cracks hasta ese año, en los que se puede resumir una historia brillante del turf argentino. Stiletto, Surplice, Congreve, San Martín, Amianto, Niobe, Porteño, Cordón Rouge, Pippermint, Old Man, Botafogo, Rico, Lombardo, Macón, Floreal, Melgarejo, Mouchette, Omega, Bermejo, Mineral, Cocles, Ix, Payaso, integran la lista original, a la que en versiones posteriores se agrega, por parte de los intérpretes, el nombre inevitable de Yatasto, el fenomenal pingo del Stud Atenas.
Stiletto fue ganador del Gran Premio Nacional de 1886 y el primero en conquistar el Gran Premio Internacional de 1887, -que luego pasaría a llamarse “Gran Premio Carlos Pellegrini”- y uno de los primeros grandes padrillos, junto a otros no mencionados por Alberto Gómez, como Gay Hermit, (también ganador del Pellegrini) Keir y Gloration, del Haras La Quinua, de Santiago Luro, que luego pasaría a ser, a partir de 1890, el ahora más que conocido Ojo de Agua, donde nacieron mas de veinte ganadores del Gran Premio Nacional, entre ellos el ya mitológico Forli, ganador en 1966 de la cuádruple Corona –Polla, Jockey Club, Nacional y el Gran Premio Internacional, Carlos Pellegrini-.
En 1927 aparece en las pistas, Congreve, hijo de Copyright y Per Noi, fundador de una familia famosa de innumerables ganadores, que debutó entrando segundo de Levantisco, pero que en seguida ganó dos carreras comunes, la Polla de Potrillos y los clásicos J. Zubiaurre y Montevideo. En 1928, repuesto de una fisura que le impidió correr la internacional el año anterior, ganó el G.P. Carlos Pellegrini; en 1929, se impuso en los Clásicos: Gral. Belgrano, Pueyrredón, Chacabuco, V. L. Casares, y Municipal en Maroñas; en 1930, volvió a ganar el Vicente L. Casares.
Congreve corrió 21 carreras y ganó 12, fue segundo en 5 y tercero en 2; su récord de padrillo es más impresionante: tuvo 282 hijos, en trece producciones, de los cuales 177 fueron buenos ganadores. Ganó la Estadística de Padrillos en 1937, 1939, 1940, 1941, 1943, 1944 y 1945; y la Estadística de Abuelos Maternos en 1948, 1949, 1951, 1952 y 1953. Entre sus nietos figura Yatasto, Caballo del Año en 1951, que corrió 22 carreras y ganó 21; ganador de la Cuádruple Corona : en 1951, Yatasto ganó la Polla de Potrillos, el Jockey Club, el Nacional y el Pellegrini, y también los clásicos Miguel Cané, Montevideo. R. y R. Chevallier. Santiago Luro y Guillermo Kemmis. En 1952 ganó el Gran Premio de Honor, el Pueyrredón y el Chacabuco. En 1953 repitió en el Gran Premio de Honor y en 1954, el Municipal en Maroñas. Yatasto (Selim Hassan y Yucca, por Congreve , Haras Las Ortigas) defendió los colores de un stud uruguayo, Atenas, nombre con el que su propietario, el Sr. Sbarbaro, rendía su homenaje de cariño al Club Atenas y a la famosa Troupe Ateniense.
El nombre de Yatasto es introducido por los intérpretes tangueros cuando cantan la “Milonga que peina canas”, en la frase original que dice “cuando llegue la hora de dar el último abrazo, me iré pensando en Payaso para morirme feliz”, en la que sustituyen el nombre de Payaso, por el del crack del Stud Atenas. Pero el fabuloso pingo del Atenas, tiene también por lo menos cuatro tangos o milongas dedicados en exclusividad: -A Yatasto. Luis Fernando Baravaglio -Lucho Arroyo; -Milonga para Yatasto. Rodolfo Lezica - Alberto Ferrari; -Yatasto. Vicente Alfredo Calabro- Pedro Gregorio Gallelli ; -Yatasto, puñado de viento- Luis Mendoza - Juan Sánchez Gorio
Amianto, un alazán propiedad de don Carlos Pellegrini, debutó en 1891, y ganó las seis carreras que corrió, entre ellas, el Jockey Club y el Nacional de ese año; en el Haras engendró en la primera década del siglo XX, un fenómeno de las pistas: el triple coronado Melgarejo, ganador de innumerables clásicos en 1906 frente a Floreal, otro gran pingo ganador clásico en aquel año. Melgarejo fue uno de los caballos que más dinero ganó en la cancha en 1909, título que mantuvo hasta 1926, cuando lo desplazó Macón, -que ganó dos veces el Pellegrini en 1925 y 1926, cuidado por una leyenda del entrenamiento, Naciano Moreno, que convirtió la cuida en un arte mas preciso, lindante con la ciencia. Naciano Moreno era un profundo conocedor y un intuitivo, de las posibilidades físicas que podía otorgar un buen entrenamiento. No solo fue uno de los primeros en aplicar a sus pupilos una dieta especial y un abigarrado cóctel de tonificantes permitidos por los reglamentos, sino que el entrenamiento intensivo al que sometía a sus planteles le confirieron un aura especial que poco a poco fue haciendo escuela hasta que todos terminaron por imitarlo.
A partir de él ya nadie confiaba exclusivamente en las condiciones de un animal sino -sobre todo- en las virtudes de la preparación. El sapiente Naciano, que impuso los caballos flacos, llegó, incluso, a codificar toda una tipología completa del carácter, 1a personalidad y el comportamiento de un caballo en plena carrera. A su cuidado, entre otros campeones, estuvo Rico, ganador de la cuádruple corona de 1922 y otros siete clásicos. Lombardo fue otro excelente pingo que estuvo al cuidado de Francisco Maschio, el cuidador uruguayo que llevo a Irineo Leguisamo a Buenos Aires en 1922. Lombardo, buen ganador clásico en 1924, -Jockey Club, Nacional y Pellegrini, entre otros-, tuvo la distinción de ser montado por Leguisamo y también por Máximo Acosta, el popular “Negro Maximino”, que en 1949 ganó 149 carreras, todo un récord para su tiempo. Sobre Lombardo, Antonio Buglione, violinista y chansonier de la orquesta de Osvaldo Fresedo, cuenta que Carlos Gardel, que ya le había cantado su tango "La Maleva", también iba a grabarle un tango dedicado a ese pingo, que justamente llevaba ese nombre. “Como una estrofa decía "Lombardo querido, que nunca te ha vencido, ningún otro corcel..." y en esos mismos días este caballo perdió el invicto, ya no lo quiso hacer. Insistí diciéndole: "Arreglamos la frase poniendo "Lombardo querido, que sólo te ha vencido, Serio el gran corcel..." (Serio se llamaba el caballo que lo venció). ..A lo que me contestó: "Vos tenés cancha pibe... pero Lombardo me desilusionó". Seguramente un desencanto en la pista y mayor en la ventanilla.
Porteño fue otro pingo memorable de la última década del siglo XIX, ganador de numerosos clásicos, incluidos el Nacional de 1895 y el Internacional de 1896, imponiéndose en ambos “duelos” al uruguayo Imperio. En 1902 apareció en las arenas de Palermo un magnifico potrillo, el primero que ganó la cuádruple corona: Pippermint, un tordillo que, según un cronista “sacó de pobre a mas de uno” y cuya sola presencia llenaba las tribunas del hipódromo. Pippermint es el primer pingo que dio su nombre a un tango. Lo compró luego un magnate sudafricano y se lo llevo a Ciudad del Cabo, donde nunca repitió sus grandes performances. De vuelta en Argentina, tuvo fecunda tarea en el haras, destacándose, entre otros, su nieto Payaso.
En 1908, apareció otro ídolo popular de la pista palermitana, ganador la cuádruple corona y otras 18 carreras. Era hijo de Orbit y Moissoneuse, lucia las sedas de la Petit Ecurie, lo cuidaba Lauro de los Santos y lo montaba Hernán Estévez y se llamaba Old Man, al que las tribuna popular, repleta a su convocatoria, llamaba El Grande. Para tener idea de lo que significó en su tiempo este pingo fabuloso, alcanza con leer la nota previa a su despedida de las pistas, publicada en la revista PBT, -competidora de Caras y Caretas-, el 15 de Setiembre de 1906, bajo el título “Notas de Sport”, porque el turf, es oportuno decirlo, era el único deporte que merecía en aquel tiempo un espacio permanente en las publicaciones de la época.
Decía PBT: “Con la reunión de mañana que tiene por base el gran Premio de Honor, estamos ya en el intermedio de la serie de grandes premios que ofrece anualmente el Jockey Club y que no solo resultan brillantes fiestas hípicas, sino también agradables reuniones sociales, que congregan en el parterre de la tribuna oficial, a todo cuanto tiene de más selecto y distinguido nuestro mundo elegante. “Constituye pues el clou del programa de mañana, la histórica Copa de Oro, carrera que anualmente disputan los mejores racers de nuestras pistas y que generalmente todos los años ha tenido un desenlace previsto, lo que pone de manifiesto que sobre los buenos campeones pueden siempre hacerse apreciaciones que tengan por base la lógica, pues no alternan como animales de otras categorías, que cambian por completo produciendo las más irregulares performances. “Este año, sin embargo no presenciaremos como en otras épocas, uno de esos encuentros excepcionales entre varios especialistas en la distancia, pues con la presencia de Old Man, el caballo mejor dotado que haya existido en nuestro turf, la chance de cualquiera que quisieran enfrentarse sería muy difícil, por no decir imposible. “El hijo de Orbit ha obtenido ya una primer victoria en este clásico y ha conquistado tantos triunfos de mérito con los colores de su ecurie y en forma tal, que ha confirmado plenamente la bondad de su clase y la excepcionalidad de sus medios, pudiendo decirse hoy que Old Man, para gloria de nuestro turf, marcha a la cabeza del selecto lote de racers célebres que han desfilado por nuestras pistas. “En tal sentido no es difícil que la carrera quede librada a un walk over o un paseo triunfal para el representante de la casaca blanca y oro. Creemos, convencidos, que el célebre campeón encontrará en la ultima prueba de su gloriosa campaña, una digna coronación de su paso por las pistas”.
Si Old Man –que hizo también el double event en el Gran Premio Internacional (1904 y 1905- fue un crack en las pistas, como semental alcanzó resultados incomparables: entre sus hijos, figura Botafogo, cuyo solo nombre es la exaltación del turf. Alazán, nacido en el viejo Haras El Moro, el 7 de Noviembre de 1914, su madre fue la yegua inglesa Korea, llegada a la Argentina desde los Estados Unidos algunos años antes. Ganador de la cuádruple corona de 1917, impuso su incomparable calidad en 17 de las 18 carreras corridas. Fue derrotado una sola vez por Grey Fox, un tordillo buen ganador de handicaps, que cuidaba Juan Torterolo y lo corría su hermano menor, Mingo, uruguayos ambos. Pero esa es otra historia, de la que hablaremos más adelante.
Mouchete, (Pietermaritzburg – Rivera) ganó dos años seguidos –1911 y 1912- el Internacional y tres veces el Gran Premio de Honor, y el Premio Gral. Pueyrredón de 1912, en el que Mouchette, montada por el uruguayo Domingo Torterolo, mantuvo en la meta media cabeza sobre Juez de Paz ( V. Fernandez ) luego de luchar ambos rivales - únicos competidores- los 4.000 metros de la carrera, cabeza a cabeza. Torterolo consideró a este triunfo como el más difícil y laborioso de su carrera.
Cocles, ganador de la polla de 1929 y del Gran Premio Internacional en 1930, arrebató a Mouchette el record de los 3.500, establecido por la excepcional hija de Old Man, en 1912. Este alazán hijo de Copyright y Ecilia Metella, fue apodado "el bull-dog" porque no “largaba” cuando se prendía en una lucha. En 1931 gano el Gran Premio Internacional José Pedro Ramírez en Maroñas, con la monta de Irineo Leguisamo. En su momento llegó a ocupar el segundo lugar en la lista de animales ganadores de mayor suma en Sudamérica.
Ix, fue uno de los primeros hijos de Congreve (y Betha). Zaino colorado de hermosa estampa, se impuso en los premios Jockey Club, Nacional y Pellegrini(1935). Mineral, apareció en 1931. Hijo de Leteo y Moderna, era medio petizón, pero “sencillamente hermoso”, según anotaba el celebre periodista uruguayo Last Reason. Era un colorado de pelo brillante, que reverberaba y se tornasolaba en la pista, y, además, malacara de un lado y pampa del otro. Ganador de la cuádruple corona y de otros clásicos en forma aplastante, era uno de esos caballos que concitaba el cariño popular.
El invicto Payaso (Re-Echo – Payasada, zaino colorado) aparece en 1932, al cuidado de Francisco Maschio y con la monta de Irineo Leguisamo, una dupla que ya estaba consagrada en la afición, ganando el Jockey Club, el Nacional y el Carlos Pellegrini y también los clásicos Chevallier y Rivadavia.
Es poco lo que sabemos de Surplice, que se impuso en el Nacional de 1885. De Niobe, se puede decir que gano el Nacional de 1892, de Cordón Rouge que prevaleció en el Jockey Club y el Nacional de 1900, y de Omega que impuso su condición en el Nacional de 1918, todos buenos pingos ganadores clásicos, al igual que San Martín, que ganó Jockey Club y Nacional de 1890 y Floreal, que tuvo buenas performances en una generación de campeones, ganando el Nacional de 1905. Alberto Gómez cierra sus versos con una alusión de Argentino Gijena, jockey promisorio muerto en una rodada en la pista de Palermo en 1911.
Fragmento de “Preparate pal domingo - Tango y Turf, dos pasiones populares” de Romeo Otero Bosque, Ediciones de la Plaza, Montevideo.
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