Se trata de un legado destacadísimo, teniendo en cuenta que Plaza se las ingenió para crear un estilo personal (centrado en su particular interés por la milonga), justo en tiempos en que parecía inevitable ser contagiados por la potente estética de Astor Piazzolla.
Los temas del músico pampeano han sido registrados por las más grandes orquestas. Pero también pueden escucharse interpretados por él mismo en discos como "Julián Plaza x Julián Plaza", que editó el sello EPSA en 1994, en su CD en vivo durante la gira de Japón 1996, o en el par de CD de los 11 long plays que el mítico Sexteto Tango registró para RCA y que todavía circulan en las disquerías, y que es de esperar que se recuperen en su totalidad.
Pero el arte de este gran músico, nacido en la patriótica fecha del 9 de julio de 1928 en General Campos, La Pampa, lo escuchan los amantes del tango en muchos más discos de los que se pueda imaginar.
Es que Julián Plaza, como sus compinches del Sexteto Tango, Osvaldo Ruggiero, Emilio Balcarce y Víctor Lavallén fueron los artífices de los más célebres arreglos realizados, entre otras, para la orquesta de Pugliese (que integraban hasta que crearon el sexteto, en 1968) o la de Troilo.
En este sentido, Plaza forma parte de la exquisita y rara especie de arregladores "políglotas", porque era capaz de adaptar su oficio al estilo de orquestas tan distintas como las de Pichuco y don Osvaldo.
En ese permanente juego de "ida y vuelta" entre estos míticos músicos y arregladores como Plaza se fueron creando las versiones antológicas de los más famosos temas de ambas orquestas, aunque –injustamente– esto rara vez sea consignado en la históricamente amarreta información que aportan los discos tangueros.
Lo cierto es que en discos clásicos como "Aníbal Troilo for export", editado por RCA, o en la Colección Osvaldo Pugliese, de EMI, el sabio lápiz de Plaza es el responsable de buena parte de los tangos registrados, aunque su característico "bajo perfil" no haya permitido que tuviera la relevancia que la historia ya le otorga.
En el primer caso es bueno recordar la historia del encuentro entre Plaza y Troilo para el arreglo de "Danzarín". "Combinamos encontrarnos en la semana. Yo le había hecho un esbozo del arreglo. Y cuando fui a la casa me dijo: «Lo vamos a empezar de acá»", recordaba Plaza. Pichuco le propuso empezar con el tema B, más dramático que el rítmico motivo inicial ideado por Plaza, algo que aceptó sin problemas. "Es que tenía mucho criterio, cuando cambiaba algo, estaba bien", sostenía.
En el caso de Pugliese, son muchos los temas que arregló, aunque sin duda es "La mariposa"el que mejor simboliza su tarea en la orquesta, que integró desde 1959 hasta 1968. Allí conviven la típica "Yumba", la articulación bien en staccato de las frases y también los cambios bruscos de dinámica y orquestación que luego serían el sello distintivo del Sexteto Tango, del que fue parte hasta 1992, en un todo que suena, por supuesto, a puro estilo pugliesiano. "Es una orquesta muy particular, difícil de tocar. Lo que está escrito no es lo que suena. Se hace distinto por los efectos del rubato, entre otras cosas", comentaba Plaza al respecto.
Legado transmitido
Si bien Plaza no llegó a dejar por escrito toda su experiencia en tantas facetas del quehacer tanguero, al menos queda el consuelo de saber que pudo transmitir parte de esta sabiduría a la nueva generación de tangueros.
Esto ocurrió cuando participó como invitado de la Orquesta Escuela de Tango de Buenos Aires, que capitanea su amigo Emilio Balcarce.
En el CD "De contrapunto", editado en coproducción por el gobierno porteño y EPSA en 2000, jóvenes músicos ya consolidados como el violinista Ramiro Gallo, el bandoneonista Horacio Romo, el pianista Diego Schissi o el contrabajista Ignacio Varchausky grabaron sus arreglos de "Sentimental y canyengue" en estilo "Federico" y el "Danzarín" troileano y además recibieron la transfusión de sangre estilística directa, compartiendo escenarios en Buenos Aires y París. Respetado y querido por sus colegas de todas las generaciones, Plaza siguió escribiendo hasta que la enfermedad que lo aquejaba se lo permitió. Pero lo cierto es que su música, a través de los discos y sus partituras sigue más viva que nunca.
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