"El Pibe" Ernesto Ponzio nació en Buenos Aires el 10 de julio de 1885 en una familia de músicos, aunque al quedar huérfano, se le dio por mostrar en las cantinas lo que estaba aprendiendo en el conservatorio Williams, que era tocar el violín. En 1898, cuando tenía trece años, el furtivo duende de la inspiración lo llevó a componer "Don Juan". Hasta 1911 tocó en varios conjuntos, alternando con músicos como Eusebio Azpiazú, Juan Carlos Bazán, Eduardo Arolas, con quien en 1910 formó el trío Ponzio, Arolas, Thompson. De allí en adelante, en vez de salones o cines, optó por desplegar su arte en arrabales, piringundines y burdeles.
Pasó muchos años en la cárcel. Nos cuenta un estudioso Miguel Angel Lafuente que en la noche del 18 de enero de 1924, en un lenocinio o "firulo" del barrio rosarino de Pichincha, le descerrajó un balazo a Pedro Báez, matándolo en el acto.
Fue condenado 20 años de prisión y, por reincidente, a reclusión por tiempo indeterminado en territorios del sur. Nos sigue contando Lafuente que formó un conjunto musical en la cárcel y que apenas cuatro años después volvía a las calles, favorecido por algún indulto o conmutación de penas.
De carácter arrebatado y criado en el malevaje, simpático y agradable, pero callado y de una astucia malévola, era incapaz de soportar el más mínimo agravio. Expeditivo, no presumía de coraje o valentía y de inmediato apelaba al bufoso.
Gatillo fácil y espíritu amenazador, solía pasar por etapas en las que se le daba "indultar" a la posible víctima. Era temido, evitado y, hasta, a veces, querido. Al Pibe Ponzio se lo puede ver casi de cuerpo presente en la película "Tango".
En 1932, junto a Juan Carlós Bazán, formó una orquesta típica de la Guardia Vieja para ofrecer recitales en el Teatro Nacional en competencia con Roberto Firmo, que alardeaba de "vanguardista". Sin embargo, fue el Pibe el que introdujo el pizzicato en la interpretación tanguera.
La autoría de muchas de sus composiciones será cuestionada, pero de todos modos, además de "Don Juan", nombraremos a "Ataniche", "Quiero papita" y "Culpas ajenas", aunque se pasó la vida reclamando también la paternidad de "El entrerriano", compuesto por Rosendo Mendizábal en 1897.
En sus días finales instaló un boliche y cancha de bochas en Lanús Oeste, reducto muy visitado por los escritores y periodistas María Luisa Carnelli, Carlos de la Púa y Enrique y Raúl González Tuñón. Y será en Lanús donde el ya viejo "Pibe" escribirá los tangos "Monte criollo" (también atribuido a Francisco Pracánico), "Los inmortales", "No te lo puedo decir" con letra de José Antonio Saldías, "Contámela que te escucho", "Pobre tango que naciste de un hachazo", "Avellaneda", con letra de Luis Mario, pseudónimo de la poetisa María Luisa Carnelli, "De quien es eso", "Don Natalio", "Milonga de mi barrio" y el estilo "Tardes pampeanas", con letra de Mario Castro.
Su abnegada compañera Adela Savino, con quien se casó en 1906, permanece a su lado. Allí, en esa esquina de Lavalleja 4810 está anclado el corazón del tango. Un cerco de madreselvas y unas glicinas en flor, perfuman la tardecita de Lanús. El mate y la ginebra son obstinados convidadores. La mano del "Pibe Ernesto" se tiende cordial a las visitas. Igual que a las "milonguitas" la vida lo ha tratado mal, pero él continúa siendo el pibe revoltoso que al son de una habanera recogía chirolas para que su madre parara la olla. Y por eso de que calavera no chilla, ninguna amargura, ningún resentimiento le agrian el carácter. Hasta que, sin una lágrima, sin una queja, se iría para siempre un 21 de octubre de 1934.
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