Tito Reyes, la última voz que grabó con Aníbal Troilo, murió a los 79 años víctima de una infección
pulmonar. Estaba internado en el Hospital Pirovano, donde falleció el 9 de mayo a las 8 de la mañana. Había nacido el 28 de febrero de 1928 en Puente Alsina, hijo de una lavandera napolitana.
"Mi papá construyó la casa de madera y chapa donde vivíamos —evocaba el cantor—, elevada un metro y medio sobre el nivel del suelo, porque en esa época Valentín Alsina se inundaba muy frecuentemente. Cuando Homero Manzi dice: 'Pompeya y más allá la inundación', está nombrando a Puente Alsina, porque Pompeya no se inundaba. Ahí me crié muy pegado a mi mamá y mis hermanos".
Tito Cosme Sconza se hizo cantor en un café —La colmena—, en rondas de copas y guitarra. Tenía 15 años cuando se dio cuenta de que "podía chorear con la gola". Era plena época de oro del tango —1943—-, y la juventud de los suburbios se embriagaba de orquestas y milongas. "Yo en realidad descubrí el tango gracias a Radio Colonia. Bah, el tango: descubrí a Gardel. Había una audición que pasaba sólo temas cantados por él. Así aprendí a cantar. Bien de chiquito. Cada tango de Gardel era una terrible clase de vocalización...".
Antes y después de Aníbal Troilo, Tito Reyes también tuvo vida. Antes, como cantor de serenatas y peregrinando con el guitarrista Héctor Arbello por el interior del país. Después, con Baffa, en Caño 14 y El Viejo Almacén. Tras un largo ostracismo melancólico, a los 68 años grabó un disco con temas que cantaba Gardel y que iban desde los trajinados Volver y Mano a mano hasta bellezas como Una lágrima, Duelo criollo y Silbando. El disco se tituló precisamente Un tributo a Carlos Gardel y, pese a tratarse de un trabajo destacable, Reyes sostenía: "Lo malo de este disco es que va a competir con mis grabaciones con Troilo. Pero está bien. Un tipo que tiene una telaraña en la garganta no canta como canto yo después de tanto tiempo de inactividad".
En los últimos años había vuelto a cantar. "Creo que estoy pasando por mi mejor momento artístico", aseguraba en febrero en su última entrevista con Clarín, en su departamento de Villa Lugano, donde vivía con Laura, su mujer. En esa ocasión deslizó una singular teoría sobre su público: "Soy un triunfador con admiradores desorganizados, repartidos en la Argentina y otras partes del mundo, sin nadie que los convoque. Igual, me siento un hombre de barrio, tengo la cultura de la calle". Estuvo cantando hasta hace un par de meses en el boliche Pigmalión. Y aseguraba que estaba preparando un nuevo disco. No pudo ser. Quedan por ahí grabaciones desperdigadas que ahora más que nunca esperan salir a la luz
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