Se lo definió como, autodidacta, orejero, que utilizó la púa porque en ella encontró la sonoridad buscada. Pero esta no era efectista ni estridente. Horacio Ferrer nos dice: «Artista de sensibilidad exquisita y rara capacidad musical, asimiló a su instrumento el fraseo brillante y ligado de la tradición bandoneonística.»
Su unión con Aníbal Troilo dejó para la historia del tango al Grela más emotivo y al mejor Troilo en su perfil de bandoneonista. Pero es Grela el que conmueve a Troilo para que dé lo mejor de sí. Con el tiempo hace una experiencia similar con Leopoldo Federico y descubrimos que ya no era el mismo, que le faltaba Troilo, pese a la superior técnica de Leopoldo. Evidentemente la conjunción Troilo-Grela fue única e irrepetible, El Gordo también provocaba en el guitarrista un clima profundo y de gran sentimiento. Estaban consustanciados espiritualmente.
Nació en el barrio de San Telmo y desde muy niño comenzó con la música ya que su circulo familiar eran muy aficionados a ella. Su padre y su tío integraron un dúo de guitarras: Los Hermanos Delpaso. A su casa concurría Manuel Parada, que fue quien lo influyó para que se inclinara por la guitarra, en vez del mandolín que era el instrumento que le gustaba.
Para ganarse algún dinero comenzó acompañando a cantores de «corto destino», como diría José Gobello. El primero fue Domingo Gallichio, quien luego integró la orquesta de Antonio Arcieri. (Ignoramos si se trata de un homónimo o del propio crítico y autor teatral uruguayo, amigo de Gardel y Razzano, y autor de la letra del tango “De flor en flor”).
Luego acompaña a Antonio Maida cuando se desvincula de Juan Maglio (Pacho). Más tarde estuvo al frente del conjunto de guitarristas que acompañaban a Charlo y, entre los años 1936 y 1938, cumple la misma función para Fernando Díaz que intentaba continuar como solista luego de registrar mas de 110 estribillos para Francisco Lomuto.
En esta etapa, con Fernando Díaz, se produce un hecho importante. Se hallaban de gira por la provincia de La Pampa y el cantor le manifiesta su preocupación por no tener en su repertorio un tango de impacto para su debut en Radio Belgrano a regreso a Buenos Aires. Grela lo sorprendió sacando de su bolsillo una letra que le había entregado Francisco Gorrindo a la que él acababa de ponerle música. Se trataba de “Las cuarenta”, que con gran éxito estrenaron en 1937.
Inmediatamente el tango integró los repertorios de Antonio Maida y Azucena Maizani, entre otros, convirtiéndose en un clásico del género. Resulta evidente que lo que impactó fue la letra, pero la melodía también es muy buena y, de este modo, el nombre de Grela quedó asociado para siempre a un tango que perdurará a través del tiempo.
Lo curioso del caso es que Fernando Díaz no grabó el tema ni como solista, ni cuando regresa a la orquesta de Lomuto en 1939, cuando registra 58 estribillos más. Sí lo hace el otro cantor de la orquesta, Jorge Omar.
Integra el conjunto folklórico de Abel Fleury, con quien aprendió todos los secretos del instrumento. A tal punto que lo consideraba el padre de los guitarristas de su generación.
Duró poco con el folklore y buscó nuevos rumbos en el jazz, llegando a tener su propia agrupación sincopada, Los American Fire. También se interesó por la música brasileña
Vuelve al tango por invitación de Troilo, quien junto a Cátulo Castillo, autor del guión, estaban a punto de estrenar la comedia musical El Patio de la Morocha, en el entonces teatro Enrique Santos Discépolo, hoy Teatro Alvear. Era 1952 y Troilo que encarnaba a Eduardo Arolas, pensó en Grela para que lo acompañara en la ejecución de “La cachila”. La versión hizo estallar al público que pidió un bis y la volvieron a ejecutar, era el único tema que habían ensayado.
Sin pensarlo, se estaba conformando el cuarteto Troilo-Grela, porque de inmediato el sello TK les propuso grabar. Al dúo se agregó el guitarrón de Edmundo Porteño Zaldivar y el contrabajo de Kicho Díaz. Más adelante Eugenio Pro reemplazó a Díaz y Ernesto Báez a Zaldivar y agregaron la guitarra de Domingo Laine.
El cuarteto actuó un tiempo y luego se juntó únicamente para grabar discos. En 1958, forma un cuarteto de guitarras para actuar en público con Laine, Báez, Ayala y el contrabajo de Pro.
En 1965, se une a Leopoldo Federico y conforman el Cuarteto San Telmo, con la presencia de Báez y el contrabajo Román Arias. Actuaron varios años.
En su larga carrera fue acompañante de una lista interminable de intérpretes: Edmundo Rivero, Nelly Omar, Alberto Marino, Agustín Irusta, Tito Reyes, Osvaldo Cordó, Héctor Mauré, Osvaldo Ribó, Alberto Podestá, Jorge Vidal, entre muchos otros.
En 1980 integra la orquesta estable del canal once de televisión, dirigida por Osvaldo Requena.
También compuso “Viejo baldío” (letra de Víctor Lamanna), “Callejón” (letra de Héctor Marcó) y “A San Telmo” (en colaboración con Héctor Ayala).
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