A comienzos del siglo XX funcionaba en Montevideo la Federación de Estudiantes del Uruguay,
que tenía su sede instalada en Ituzaingó 1292 de dicha ciudad.
Uno de sus integrantes era un estudiante de arquitectura llamado Gerardo Hernán Matos.
Este joven (a quien apodaban “Becho”) era hijo de Emilio Matos, propietario del cabaret “Moulin
Rouge”, sito en Andes y Colonia, en la capital uruguaya.
“ Becho”, que tenía una especial inclinación por la música (era pianista aficionado), solía asistir al local de su padre, en el cual se ofrecían excelentes números de espectáculos (baste decir que a ese lugar concurrió Pascual Contursi durante sus años de estancia en Montevideo y que fue allí donde dio a conocer los versos de “Mi noche triste”).
Gerardo, a la sazón a punto de cumplir 19 años, pergeñó en dicho lugar las notas de una marchita que pensaba dar a conocer en los carnavales de 1916.
Pero sucedió que el 8 de febrero de ese año debutó en el café “La Giralda” de la capital uruguaya, quien era por entonces una de las máximas figuras del tango, el maestro Roberto Firpo, dirigiendo a su conjunto que completaban David “Tito” Roccatagliata y Agesilao Ferrazano en violines, Juan Bautista “Bachicha” Deambroggio en bandoneón y Alejandro Michetti en flauta.
A “Becho” se le ocurrió la idea de llevarle la marchita al celebrado maestro, pero no tuvo suficiente determinación para hacerlo y en su lugar acudió uno de sus compañeros.
El pianista Alberto Alonso, testigo del hecho, lo relató así en su libro:
“ Entre la barra de “Becho” estaba Manuel Barca, quien le alcanzó una copia mal escrita por Matos
a don Roberto Firpo en el café y confitería “La Giralda” en 18 y Andes (donde hoy se erige el Palacio Salvo). Su ojo clínico percató de la primera ojeada todo el partido que esa obra podía obtener. Conseguida la autorización para adaptarla y concertarla, tocó por primera vez el tango en público” (1).
Firpo arregló esa carnavalesca música, transformándola en un bello tango. Él mismo lo narró:
“ En “La Giralda” se me apersonó alguien apodado “Barquita”, entregándome una música de marcha estudiantil para ver si la podía hacer tango. Esa marcha tenía sólo dos partes y yo le agregué una tercera colocándole cuatro compases de un tango mío poco conocido, “La gaucha Manuela”, y, en la parte final, inspirándome en el “Miserere del Trovador” de Verdi. Y esa marcha, convertida en tango por mí, fue después La cumparsita”(2).
El antes mencionado Alberto Alonso echó a correr, con los años, la versión que La Cumparsita databa de 1917 y que la grabación que el cuarteto que codirigía con Minotto Di Cicco, realizada el 10 de mayo de ese año (Víctor 69579a), fue la primera. Esta afirmación, falsa a todas luces, fue aceptada y oficializada por las autoridades tangueras de ambas márgenes del Río de la Plata sin tener el suficiente conocimiento sobre el tema.
La grabación por el cuarteto Alonso-Minotto no es la primera y ni tan siquiera es la segunda.
Fue Roberto Firpo quien, además de adaptarlo, arreglarlo y estrenarlo, se encargó de ser el primero
en grabarlo. Este histórico registro discográfico tuvo lugar en los estudios de Max Glücksmann en
noviembre de 1916 (Nacional 483b). Así lo demuestran los catálogos de época de la empresa.
Antes de finalizar el año, acaeció la segunda grabación, a cargo de Juan Maglio “Pacho” y su con-
junto, para el sello “Era”.
Durante los dos años subsiguientes a su creación, “La cumparsita” tuvo un efímero período de éxito, en el cual se sucedieron algunas grabaciones de inestimable valor histórico. A las tres ya referidas, cabe agregar la que realizara la Orquesta Típica Criolla Fresedo-Tito-Cobián, que era en realidad un trío que conformaban Osvaldo Fresedo en bandoneón, David “Tito” Roccatagliata en violín y la novedad de Juan Carlos Cobián no en calidad de pianista sino de guitarrista (Telephone 3082).
Pasado este tiempo, la fama de “La cumparsita” comenzó poco a poco a declinar hasta caer prácticamente en el olvido.
Transcurridos algunos años, ocurrió un hecho inesperado. El 6 de junio de 1924, la compañía teatral de Leopoldo Simari sube a escena en el teatro Apolo la pieza “Un programa de cabaret”, original de Pascual Contursi y Enrique P. Maroni. En aquella época se estilaba que en cada obra de teatro se estrenaran tangos compuestos especialmente para ellas. Merced a este procedimiento, vieron la luz famosísimos tangos que traspusieron gallardamente la frontera del tiempo, constituyendo resonantes éxitos aún en nuestros días.
Para “Un programa de cabaret”, Pascual Contursi escribió una letra a la que llamó “Si supieras”.
Fiel a su costumbre, decidió acoplarla a la música de algún tango ya compuesto con anterioridad y,
como hizo casi siempre, sin autorización del compositor. Para esta letra, eligió al ya entonces olvidado tango “La cumparsita”. El encargado de interpretarlo fue el actor y cantor Juan Ferrari. El tango resultó tan exitoso que decidió a Carlos Gardel a grabarlo de inmediato (Nacional 18118b/2292-1).
El disco grabado por el más importante cantor en la historia de la música popular en el mundo, llevó a “La cumparsita” a transitar triunfalmente los caminos en todo el planeta, considerándose hoy día en todas las naciones como “el himno del tango”.
El más lúcido testigo de este triunfo y quien mejor lo relató fue el maestro Francisco Canaro:
“ En mi primer viaje a París, a los pocos días de mi debut, me encontré con Gerardo Matos Rodríguez…Después del saludo y abrazo de práctica entre viejos amigos, nuestra conversación terció sobre Buenos Aires, de donde yo acababa de llegar y sobre la reactualización del éxito de “La cumparsita” que, entre paréntesis, para Matos Rodríguez ya había pasado a la historia. Le conté cómo había resurgido de nuevo y de qué manera se ejecutaba con verdadero furor por todas las orquestas; que Pascual Contursi y Enrique P. Maroni le habían compuesto una letra muy bonita y adaptada a su ritmo y que Carlitos Gardel la cantaba con extraordinario éxito y hasta la había grabado en discos…” (3).
En este punto, es menester efectuar algunas aclaraciones:
a) que la letra pertenece en su totalidad a Pascual Contursi, quien sin embargo la firma conjuntamente con Maroni, por ser ambos los autores de la obra en la cual se estrenó.
b) que los discos de la época así lo demuestran, como consta en la imagen que acompaña a esta
nota (correspondiente a la segunda grabación de Gardel registrada en Barcelona en 1928).
c) que Maroni tuvo la honestidad intelectual (que, por lo infrecuente, merece ser destacada), de
admitir que el tango no era de él y quien dio fe de esta noble actitud del escritor, fue el irreprochable historiador Horacio Loriente.
d) que, pese a los dichos de Canaro, la letra no se ajustaba exactamente a la melodía de Matos,
razón por la cual, Contursi debió contar con la ayuda del director musical de la obra teatral, Antonio Scatasso, para adaptar la música a la letra de “Si supieras”.
e) que efectivamente, Matos no creía en su tango y por tal motivo lo había vendido a la editorial
Casa Breyer por sólo veinte pesos.
El fabuloso éxito alcanzado por el nuevo tango motivó a éste a escribir otra letra en 1926, la que
fue inmediatamente grabada por Roberto Díaz (Víctor 79702) y posteriormente por otros intérpretes, entre los que se cuenta Tito Schipa.
No conforme con esto, Matos inició una acción judicial tendiente a recuperar los derechos de su
tango, obteniendo un fallo favorable por entender el juez interviniente que la venta debía declararse nula, por haber sido el compositor menor de edad en ocasión de efectuar dicha transacción. Y no satisfecho aún, Matos hizo retirar de la venta los discos grabados por Gardel con la letra escrita por Contursi.
Años después, Maroni y la viuda de Contursi, Hilda Briano, iniciaron un pleito contra el compositor, que quedó zanjado tras la muerte de Matos, el 25 de abril de 1948 y con el arbitraje de Francisco Canaro en los siguientes términos: 80% de lo devengado para la sucesión Matos, el 20% restante para Maroni y la sucesión Contursi y cinco mil pesos para José Razzano en concepto de indemnización por el lucro cesante ocasionado por el retiro en su momento de los discos de Gardel.
Y en tanto el tiempo sigue transcurriendo, La Cumparsita arribó triunfalmente a sus primeros 90
años de vida en 2006 y el mundo del tango aguarda ansiosamente el año 2016 para festejar su centenario como merece el más célebre de todos los tangos.
(*) Alonso, Alberto: “La Cumparsita – Historia del famoso tango y de su autor”.
(2) (Crónica, 26 de diciembre de 1966).
(3) (Francisco Canaro: “Mis Memorias – Mis bodas de oro con el tango”)
No hay comentarios:
Publicar un comentario