Comenzará a las
10 de la mañana en el busto homenaje al maestro bahiense erigido en la
Plazoleta Lebensohn (12 de Octubre e H. Yrigoyen), a pocos metros del que fuera
su hogar. Allí la Academia Nacional del Tango colocará una placa en adhesión al
4to Festival CARLOS DI SARLI. Para la ocasión llegará a la ciudad el Dr. Osvaldo Minian, integrante del Consejo
Directivo de dicha Academia e incondicional colaborador en todos los
emprendimientos que evocan al maestro bahiense.
Por la noche, la
“fiesta del tango bahiense” seguirá en el Café Histórico de la ciudad, con el
espectáculo ofrecido por Osvaldo Rojas junto a los guitarristas Juan Carlos
Brigante y Rodrigo Rivero. Además se presentará el cantante Gastón Peralta,
delicado intérprete de nuestra música nacional argentina.
Osvaldo Rojas
nació en Rosario, provincia de Santa Fe y allí hizo sus primeras armas con el
tango en la Orquesta de Julio Conti. Trasladado a la Base Naval Puerto Belgrano
para realizar el servicio militar, se aquerenció con Bahía Blanca y jamás la
abandonó. Participó inicialmente de la orquesta Típica Buenos Aires de Punta
Alta dirigida por el Sub-Oficial Roberto Morel y luego con la Típica
Martínez-Meloni (donde el querido “Gallego” Martínez oficiaba de bandoneonista,
director y arreglador). Más tarde llegaría a las formaciones de Mario Grossi y
Lucio Passarelli, y sería acompañado por Volpe y las guitarras “Bahía Trío” y
“El Cuerdazo”.
Rojas fue
compañero de escenario de Roberto Achával, cuando éste aún era conocido como
Cacho Randall y se desempeñaba en la orquesta de Luis Bonnat como violinista.
El primer encuentro sucedió en los tradicionales carnavales que se realizaban
en el Salón de los Deportes. La noche forjó entre ellos una sincera relación
que se prolongó hasta la llegada de “Cacho” a Buenos Aires donde compartieron
noches de trabajo y bohemia en ocasiones que Rojas visitaba como invitado los
boliches de tango porteños.
Osvaldo no sólo
se dedicó a cantar sino que ofició de productor de espectáculos tangueros desde
su peña “Mi Botica” (Darregueira y Av. Colón) donde los cantores de Buenos
Aires que recalaban en la ciudad tenían cita incondicional.
Rojas sumerge al
oyente en un repertorio poco “fatigado” donde las imágenes trasladan a un
territorio en el que el aroma de glicinas y malvones y un cielo nocturno
poblado de estrellas invaden el barrio del recuerdo, transido de melancolía.
Paul Gaughin, el gran pintor del post impresionismo francés decía
metafóricamente: "Cierro los ojos para ver". Así puede escucharse a
Rojas y ser transportado a un tiempo adolescente, romántico y dulzón. Su voz no
es especialmente caudalosa, su canto es espontáneo y sin adornos, con la única
pretensión de comunicar los sentimientos más entrañables. Osvaldo supo crear y
perfeccionar un estilo sobrio e intimista, muy personal engalanado por su gran
prestancia frente al micrófono: esbelto, respetuoso y elegante.
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