Algunas ideas, conceptos o sentimientos, calan hondamente en espíritu de los seres humanos; nos hacen creer cosas que, bajo ciertas circunstancias, son ciertas. En otra hipótesis nos crean intuiciones emocionales o intelectuales y, también, nos conducen a la verdad. Sin embargo, no es dable absolutizar, porque todo es relativo, salvo Dios, para el creyente.
¿Qué pensamos del barrio? Las opiniones son diversas y cada uno aporta semillas de verdad.
El barrio tiene una larga historia. Hay quienes están tocados por la canción popular y creen que el barrio sigue siendo el mismo, a través del tiempo, porque la canción, antigua, no ha cambiado y se sigue escuchando tal como se escribió hace un siglo.
Decimos que el barrio presenta un itinerario prolongado en el tiempo porque como institución social vive desde la antigüedad y también la palabra, aunque en numerosos textos se identifica la palabra “barrio” con “arrabal”, con la periferia o la zona suburbana, o sub-rural.
El barrio es una comunidad, una suerte de distrito político-administrativo, y es parte del arrabal, de la periferia o puede serlo del centro de una ciudad; es decir, el barrio puede ser céntrico, o suburbano, o urbano, en las afueras del microcentro o del centro.
Ha servido de circunscripción, con fines electorales; me refiero al sistema de circunscripciones, en el cual la gente elige a los vecinos que conoce, que trata a diario, que es reconocido cara a cara.
Porque el barrio, con sus límites correspondientes, puede ser creado por los órganos públicos, como un concejo deliberante; pero el barrio real, es el que se va formando lentamente por el comportamiento individual y colectivo de sus pobladores; con el trabajo cotidiano, con los sentimientos que se van estableciendo, con los afectos y solidaridades expresadas en los hechos, por los vínculos sociales y familiares que se van creando gradualmente; con ciertos emblemas, como en casos es el club futbolero que nos representa y al que adherimos porque forma parte del barrio, como dije, una comunidad que con los años va ganando cierta personalidad que lo distingue, incluso por valores que son propios u otros valores que son comunes, en casi todos los barrios. Más, todo esto no es rígido o dogmático, por el contrario, es flexible y respeta a la persona humana en sus gustos y sentimientos. Hablo por alguna pequeña experiencia; en el barrio de Boedo uno puede ser boedense leal y consecuente y puede ser hincha de otro club que no sea San Lorenzo; lo mismo en Almagro, porque ambos barrios tienen una historia común; Boedo es algo así como un desprendimiento de Almagro y, sin embargo, hay comunes denominaciones en esos dos barrios. Como en todo barrio, cada uno tienes rasgos propios y otros que no lo son, que son comunes con los de otras barriadas.
Como lo expresé, el arrabal es prevalentemente la periferia, los alrededores, el suburbio –o la suburbia, según también se ha escrito-. Hay estudios, hay historias escritas sobre el arrabal en la antigüedad remota. En la antigüedad argentina, el arrabal se fue formando de a poco con la permanencia en ese sector de aborígenes que eran pacíficos; después llegaron los africanos y sus descendientes, ya libres o no; más tarde los gauchos y paisanos pobres de la campaña, o evasores de líneas de frontera, que evadían pues estaban sometidos a un sistema de vida subhumana; finalmente los inmigrantes, aclarando que las corrientes más importantes de inmigrantes fueron españoles, italianos, árabes, judíos. Aunque muchos volvieron a sus países de orígenes, los que se quedaron se afincaron el barrio, en los barrios, conventillos, ámbitos rurales y en las ciudades del interior, realizando todo tipo de actividades, integrándose a la sociedad argentina.
Se asimiló, un siglo atrás, al barrio con la mala vida. Es verdad que, por excepción, hubo barrios con gente marginal y no siempre delictiva, por cierto, como el llamado “barrio de las latas”, o “barrio de las ranas”, o “la quema”, donde había hampones y prostitutas, o el barrio llamado “Tierra del Fuego”, donde un caudillo manifestó que tenía todo lo que necesitaba para la vida: cárcel, hospital y cementerio.
Finalmente, es obvio, que el barrio sigue siendo una gran institución social, fraterna y solidaria.
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