Juan Carlos Marambio Catán nació en Bahía Blanca el 30 de julio de 1895 y falleció hace 42 años, el 15 de febrero de 1973. Cantor, letrista, escritor, docente y actor, integra esa clase de personajes cuya diferencia con los grandes íconos de la música popular ha sido una mera cuestión de fortuna publicitaria. De ahí en más, puede seguirse como fuente su propio libro El tango que yo viví: 60 años de tango (Edit. Freeland-1972). Su historia artística establece un paralelo con cantores de su generación, incluyendo el trío de oro: Gardel, Magaldi y Corsini. Al igual que estos, Marambio fue un cantor nacional, formado con experiencia y carácter trashumante.
Corría el año 1915 y se hacía llamar Carlos Núñez, de ahí que su primer dúo vocal fuera Salinas-Núñez, cambiado luego por Salinas-Catán, por sugerencia del payador Gabino Ezeiza. Ese mismo año se separaron y Catán siguió un tiempo como solista. Ejerció como Maestro de Escuela en Mendoza donde tomó contacto con el folclore lugareño.En San Juan actuó junto al celebrado Carlos Montbrun Ocampo. Ya en los años 20 mantuvo fructífera relación con otro cuyano muy popular, Alfredo Pelaia. Compusieron juntos y grabaron varios discos entre 1924/28. Tiempo después, Catán integró un dúo con otro músico regional, nada menos que Hilario Cuadros, el de Los Trovadores de Cuyo. Estas actividades hablan claramente de su fluctuación entre el tango y el folklore. Fue un auténtico difusor del cancionero nativo cuyano-pampeano, acorde al modelo de la época, que alternaba la música ciudadana con la de tierra adentro.
Catán se reveló también como actor de teatro en grandes compañías. Con ellas recorrió buena parte de América Latina, en cuadros de revistas musicales. Pero la disolución teatral llegó de improviso y Marambio siguió solo, recorriendo desde Perú hasta Colombia, para emprender desde allí el regreso. En Buenos Aires se unió a orquestas de tango (Julio de Caro, Eduardo Bianco), para continuar como solista, incursionando por Europa y Egipto. De todas esas inquietudes y espíritu itinerante, es imposible obviar su labor autoral. Por ello es recordado a 40 años de su muerte. Quizás toda su fama se apoya en el recuerdo de obras que siguen vigentes. Entre ellas el tango Acquaforte, su poesía más conocida. Le siguen de cerca las letras que hizo para varios tangos, más frecuentes en versiones instrumentales, como: El monito, Buen amigo (ambos de Julio De Caro) o El choclo (de Ángel Villoldo). Su letra es anterior a la de Discépolo y posterior a una del propio Villoldo.
Pero Catán es autor de muchas letras más, incluyendo temas folclóricos preferentemente con música de Pelaia. Entre los tangos, la mayoría escritos entre 1923/29 y grabados en el sello Víctor con las orquestas de Antonio Scatasso, Augusto P. Berto y Julio De Caro, o con un trío de guitarras encabezado por Francisco Marino (El ciruja). Sobresalen: Servite un amargo, Apocalipsis, Mosaico arrabalero, La bolada, Pobre corazón, La ruleta, Lazos de seda, Perdida, Traiga veneno, garçón, Sueño de amor, Todo corazón, Perjuria, Eras tú, Tengo celos, que no tuvieron la difusión merecída. También dejó valses y otras composiciones que les pertenecen en música y letra.
Por lo apuntado, su labor discográfica no fue menor, como supone su virtual olvido como intérprete. Pero por falta de reediciones, hoy es un artista casi inaccesible. Este hecho, sumado a una probable falta de aggiornamento, le quitó la proyección hacia planos más actuales. Cabe agregar que en 1932 grabó en España con el Trío Buenos Aires, más actuaciones en radios porteñas. Un artista en constante ocupación. Realizó una última tournée por provincias y países de América (con el bandoneonista Carlos Marcucci y números de baile a cargo de El Vasco Casimiro Aín e intervino como actor y cantante en una obra teatral de Samuel Eichelbaum. Después el retiro; sin estridencias, como había sido su carrera. Fue en 1943; la fecha puede parecer prematura, pero no extraña si se tiene en cuenta que para esa época la figura del cantor nacional había declinado, ante el avance arrollador de las grandes orquestas y vocalistas, en la década de oro del tango.
. Juan Carlos Marambio Catán tuvo para la historia de la música argentina algunos privilegios accidentales: autor de una de las letras de El choclo; constante presencia en partituras; estrenó el primer tango de Discépolo, Bizcochito (1924) y fue centro de una polémica sobre quién interpretó una popular publicidad de Geniol. Superando estos detalles, queda un artista digno de ser considerado, que va desde el poeta descriptivo (Acquaforte) hasta el cantor experimentado y solvente, según lo atestiguan crónicas y grabaciones. Falleció en Mendoza. Llegó para ver cómo componían su nombre en la tapa de su autobiografía, prologada por Raúl González Tuñón. No vivió, sin embargo, para el redescubrimiento que aún espera.
Acquaforte
Tango - 1932
Es media noche, el cabaret despierta.
Muchas mujeres, flores y champán.
Va a comenzar la eterna y triste fiesta
de los que viven al ritmo de un gotán.
Cuarenta años de vida me encadenan,
blanca la testa, viejo el corazón:
hoy puedo ya mirar con mucha pena
lo que otros tiempos miré con ilusión.
Las pobres milongas,
dopadas de besos,
me miran extrañas,
con curiosidad.
Ya no me conocen:
estoy solo y viejo,
no hay luz en mis ojos...
La vida se va...
Un viejo verde que gasta su dinero
emborrachando a Lulú con el champán,
hoy le negó el aumento a un pobre obrero
que le pidió un pedazo más de pan.
Aquella pobre mujer que vende flores
y fue en mi tiempo la reina de Montmartre
me ofrece, con sonrisa, unas violetas
para que alegren, tal vez, mi soledad.
Y pienso en la vida:
las madres que sufren,
los hijos que vagan
sin techo ni pan,
vendiendo La Prensa,
ganando dos guitas...
¡Qué triste es todo esto!
¡Quisiera llorar!
Letra: Juan Carlos Marambio Catán.
Música: Horacio Pettorossi.
Grabaciones: Agustín Magaldi (sello Brunswick-1932); Carlos Gardel (Odeón-1933) con sus guitarristas, entre ellos Pettorossi; Miguel Montero con Osvaldo Pugliese (Odeón -1958), entre otros.
Homenaje a bahienses
Eduardo Giorlandini (abogado bahiense, miembro de la Academia Porteña del Lunfardo y académico nacional e internacional del tango, autor de 46 libros, etc; condujo una charla debate en octubre de 2012, dentro de las actividades del 2º Festival Nacional de Tango ‘Carlos Di Sarli’ de Bahía Blanca. Allí se evocó a grandes del tango bahiense como Armando Lacava, Juan Carlos Marambio Catán y Juan Carlos Cobián (quien nació en Pigüe pero vivió en Bahía Blanca). Frente al busto que perpetúa la memoria de El Señor del Tango, se descubrieron plaquetas con imágenes del genial pianista, al tiempo que Giorlandini trazó una semblanza de Di Sarli, evocación extensiva a los nombrados bahienses del tango.
HISTORIA. Gracias al libro de Marambio Catán antes mencionado, puede reconstruirse la historia del tango Acquaforte, inspirado en un cabaret italiano (Excelsior, de Milán). Allí estaban Catán y Horacio Pettorossi en una noche de 1930, cuando la atmósfera decadente del sitio les sugirió el tema. El dictador Benito Mussolini objetó la letra, entendiendo que el fascismo había eliminado las diferencias sociales. Para obviar esa situación, ordenó aclarar expresamente que se trataba de un “tango argentino”. No obstante, el tema consiguió estrenarse en la voz del tenor local Gino Franci. Según la misma fuente “Acquaforte es aguafuerte, lámina obtenida por una técnica de grabado que emplea el ácido nítrico disuelto en agua para morder las planchas, empleada en estampas costumbristas”. El escritor Roberto Arlt llamaba así a sus artículos periodísticos que describían aspectos de la vida cotidiana.
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