Sofía Isabel Bergero nació el 5 de noviembre de 1905 en el barrio de Balvanera, en una casa ubicada en Junín al 400 Allí vivió toda su vida. Falleció el 9 de julio de 1958.
A los 12 años se recibió de profesora de corte y confección, el único estudio sistemático que hizo en su vida. Lo suyo fue el arte. Sofía se inició en el teatro en la década del 20 formando parte del coro de la compañía Vittone-Pomar, en la revista de Manuel Romero Los pronósticos de 1922 en el Teatro Opera, donde trabajaba su prima hermana Olinda Bozán, que ya era una actriz conocida y la ayudó en sus comienzos. Entonces Sofía adoptó el apellido artístico de su prima.
La jovencita pasó luego a la compañía Muiño-Alippi, trabajando en algunos sainetes como actriz realizando pequeños papeles, y en la Revista como bailarina hasta que le llegó su oportunidad como cancionista. El primer tango que estrenó fue Canillita en la Revista Sí... que vamos bien... Luego llegaron éxitos como Qué calamidad, Un tropezón, Yira Yira y Cambalache en la Revista Esmeralda al cuatrocientos en el Teatro Maipo.
A partir de 1929 comenzó a grabar discos. Hizo Un tropezón, Canillita, Nicanora, Gabino, Carro viejo, Cobarde, Esta noche me emborracho, Engominado y Yira yira, todos éxitos que se convirtieron en clásicos del cancionero popular. Tangos reos, cómicos y arrabaleros, hechos a su medida. Grabó además algunas piezas criollas, el estilo Mis quejas y la zamba Traicionera.
La "Negra" Bozán, como se la conocía, representó un verdadero fenómeno popular. Actriz teatral y cinematográfica, cantante y muy buena bailarina de tango y milonga, triunfó en el teatro de Buenos Aires, realizando también una gira por España y Francia a comienzos del año 1931. En mayo de ese año debutó en el cine junto a Carlos Gardel para la Paramount francesa filmando la película Luces de Buenos Aires. Al regresar a Buenos Aires se vinculó para siempre al Teatro Maipo, siendo bautizada por el público como El alma del Maipo".
Desde la década del treinta y hasta 1950 participó en varias películas filmadas en el país: Loco Lindo, Puerto Nuevo, Los muchachos se divierten y Carnaval de antaño. Hizo Elvira Fernández, vendedora de tienda junto a Paulina Singerman y actuó en Calle Corrientes y El Patio de la morocha. Trabajó junto a los grandes capocómicos de la Argentina: Pepe Arias, Luis Sandrini, Alberto Anchart, Carlos Castro, Dringue Farías, Marcos Caplán, Vicente Rubino y Gogo Andreu.
Alrededor de 1930 su figura era tan popular que llegó a rivalizar con éxito con su amigo Carlos Gardel, quién en su momento llego a definirla como "mi equivalente en mujer".
Al decir de Manuel Adet, la Negra Bozán era popular, no guaranga; desenfadada, no obscena; atrevida, no irrespetuosa. Fue una maestra en el arte de la insinuación, la mirada pícara, el mohín presumido, el gesto travieso. Era comunicativa y divertida. Se encargó de quitarle la tristeza al tango. Se desenvolvía en el escenario con total soltura. Sus presentaciones eran esperadas y celebradas por un público que la quería y la respetaba. Nunca fue -ni pretendió serlo- una cantante de primer nivel. Desafinaba, no mucho, pero se le notaba, su voz no era muy potente pero tenía el don de la simpatía, de trabajar algunos registros que establecían en el acto una relación afectiva con su amplia platea.
En sus años de esplendor, se presentaba con una milonga escrita en su homenaje:
Yo soy la Negra Bozán
yo canto porque lo siento
mi pelo lo peina el viento
y me gusta el bataclán.
Si quieren verle la hilacha
a mi estirpe de tanguera
no me vengan con guarachas,
a mí me gusta el gotán.
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