viernes, 24 de febrero de 2012

“la Discépolo con falda”

(Avellaneda, 1931 / Buenos Aires, 2005) 
A Eladia Blázquez la llamaban “la Discépolo con falda” en homenaje a su gran talento para escribir verdades directas y sinceras, como también lo hacía el genial Enrique Santos Discépolo.
Incursionó, como cantante y compositora, en diversos géneros como la canción española y sudamericana, el folklore y el tango. Es autora de canciones fundamentales del repertorio tanguero como “Somos como somos”,“Sueño de barrilete” y “Honrar la vida”.
La poesía de Blázquez tiene entonaciones lunfardescas que se deslizan entre palabras cristalinas y cálidas como una mañana de verano porteño. Poeta popular en toda la extensión del término, dejó una profunda huella en el arte de Buenos Aires. Honró una ciudad con su canto, les hizo justicia a los vecinos, a sus estados de ánimo, a sus alegrías y tristezas, a su identidad.
Fue declarada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, en el año 1992.
En el prólogo del libro Mi ciudad y mi gente, que reunía varias de sus mejores obras, el inolvidable poeta Cátulo Castillo así se refirió a Eladia:
“Crecida debajo de sus mechas rebeldes empieza a prontuariarse en este gran murmullo ciudadano como una revelada manera de “cantar las cuarenta” a la poética porteña, en un “tute” cabrero, para tirarse a más y en un juego de hombres. Pero calza polleras y está esperando el ángelus en un portón de tiempos, enigmática y triste desde que halló la hondura casi abismal del tango, que tentaba en su calle avellanédica vaya a saber qué vate melancólico, y en esos contramanos con que la vida te puede hacer “capote” para siempre”.
Murió en 2005, después de padecer una larga y penosa enfermedad.
DOMINGOS DE BUENOS AIRES 
Hoy no estoy para nadie,
hoy quiero…
colgar el saco y la rutina,
clausurar la oficina,
la memoria,
el tufo a nicotina,
la práctica tenaz en que me extingo;
¡cambiar la triste historia
por la pequeña gloria
del domingo!
Calzarme zapatillas en el ánimo,
Abrirme en desperezo muy tardío,
descubrir que en mi casa hay un geranio,
ganar un tiempo corto
pero mío.
Por hoy no darle cuerda a los relojes,
desenchufar el loco mecanismo,
y  antes que un nuevo lunes me despoje
hoy quiero estar conmigo,
hoy es domingo.

EL CORAZÓN AL SUR
Nací en un barrio donde el lujo fue un albur,
por eso tengo el corazón mirando al sur.
Mi viejo fue una abeja en la colmena,
las manos limpias, el alma buena.
Y en esa infancia, la templanza me forjó,
después la vida mil caminos me tendió
y supe del magnate y  del tahúr,
por eso tengo el corazón mirando al sur.
Mi barrio fue una planta de jazmín,
la sombra de mi vieja en el jardín,
la dulce fiesta de las cosas más sencillas
y la paz en la granilla de cara al sol…
Mi barrio fue mi gente que no está
las cosas que ya nunca volverán
si desde el día que me fui, con la emoción y con la cruz
¡yo sé que tengo el corazón mirando al sur!
La geografía de mi barrio llevo en mí,
será por eso que del todo no me fui:
la esquina, el almacén, el piberío
los reconozco… son algo mío…
Ahora sé que la distancia no es real
y me descubro en ese punto cardinal
volviendo a la niñez desde la luz,
teniendo siempre el corazón mirando al Sur…

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