¿Estás loco? ¿Una novela en un taxi?" Así reaccionó Alejandro Romay cuando Alberto Migré le habló por primera vez de Rolando Rivas. En el libro de entrevistas con Nora Mazziotti ( Soy como de la familia ) que en 1993 publicó Sudamericana, Migré contó que cada vez que volvía a trabajar, lo hacía por Canal 9. Pero Romay no confió en la idea. "No lo vio -cuenta allí Migré-. Sin embargo, tiempo después, al concretarlo en Canal 13, recibí una llamada al terminar un capítulo. Era Romay con fervor, con emoción, diciéndome: «¿Cómo pude perderme esto? ¿Cómo no me convenciste? Debías haber insistido».
Lo que el Zar dejó pasar en su momento se convirtió, nada menos, en uno de los grandes hitos de la historia de la televisión. Casi una revolución en el siempre rígido, estricto y fiel a sí mismo mundo de la telenovela. Si en el lejano 1972 Rolando Rivas, taxista marcó un antes y un después, y todavía se recuerda es por una suma de razones que incluso exceden al género con el que se identifica.
"Lo primero que recupera Rolando Rivas es la novela argentina -recordaba Migré en las páginas del libro Estamos en el aire -. Ocurre en San Juan y Boedo, la callecita de su casa era Oruro y la gente lo reconocía. Las puertas, la numeración del barrio, los olores, las comidas, el patio, la familia, todo eso que había desaparecido de las novelas, vuelve. Antes eran más sofisticadas, con ambientes abstractos; podían ocurrir en París o Indochina. Acá se recupera un lenguaje popular, el café, los cines que la gente conocía y, fundamentalmente, un personaje de todos los días, como el taxista."
Además, fue la primera vez en que la telenovela argentina recurrió a imágenes tomadas en exteriores, entre otras innovaciones. " Rolando Rivas rompió estructuras, fue un programa sumamente visionario y argumentalmente muy rico.
"Yira que te yira/a través de la ciudad/Este taxi mío/es un mundo en libertad", TAXI MIO por GABY "LA VOZ SENSUAL DEL TANGO" dice el tema original compuesto especialmente para el ciclo -otra curiosidad para la época-, que pinta de cuerpo entero al protagonista, interpretado por Claudio García Satur, que se enamora de la acaudalada estudiante secundaria Mónica Helguera Paz (Soledad Silveyra), tras conocerla en un viaje. Pero no sólo personajes de ficción se subían al taxi manejado por Rolando Rivas. En cada capítulo, por iniciativa de Migré, también lo hacían figuras famosas: Eduardo Falú, Atahualpa Yupanqui, Nélida Lobato y destacados deportistas de la época son algunos ejemplos.
Si la pareja protagónica contribuyó con fuerza al éxito de esta producción, con puesta en escena de Diana Alvarez y dirección de cámaras del recordado Roberto Denis, también lo hicieron algunos de los integrantes de un elenco armado por el propio Migré. En el recuerdo de muchos están la taxista Magoya (Beba Bidart), el Cortito (Carlos Artigas), aquella malvada de antología llamada Matilde con la que se lució Leonor Benedetto, y una serie de personajes de genuina estirpe porteña que, a la vez, respondían a los códigos precisos de la telenovela: Guillermo Rico, María Elena Sagrera, Elsa Piuselli, Antuco Telesca, Mabel Landó, Lalo Hartich, Marta González, Pablo Codevilla y Dorys del Valle, a quienes se sumó Nora Cárpena como figura femenina en la segunda temporada, en reemplazo de Silveyra.
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