viernes, 15 de noviembre de 2013

HOMENAJE AL TANGO Y RECONOCIMIENTO A ROBERTO RUFINO EN EL CONGRESO NACIONAL

El próximo 28 de noviembre a las 18 hs el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación será escenario de un merecido homenaje al tango y reconocimiento a Roberto Rufino, evento este en el que se distinguirá por su trayectoria a cantantes, músicos, bailarines y difusores de nuestra música nacional y popular. Se trata de una iniciativa del empresario y productor cultural José A. L. Valle que en conjunto con el Centro de Estudios y Difusión de la Cultura Popular Argentina (CEDICUPO), la Diputada Nacional Virginia Linares y la adhesión del presidente de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, Julián Domínguez, han logrado llevar al tango al recinto mayor de la Democracia y reconocer la trayectoria de importantes personalidades.
Los distinguidos serán MARÍA CONCEPCIÓN CÉSAR, OSCAR LÓPEZ RUÍZ, MARIO VALDEZ, ATILIO STAMPONE, JORGE DRAGONE, OSVALDO PIRO, SUSANA RINALDI, MARIA GARAY, ESTEBAN MORGADO, RICARDO CHIQUI PEREYRA, NESTOR FABIAN, DIEGO SOLIS, FERNANDO SOLER, GUILLERMO GALVE, ROBERTO CHALEÁN, HÉCTOR DE ROSAS, OSVALDO RAMOS, RODOLFO LEMOS, los bailarines JULIO DUPLÁA y JESÚS VELÁZQUEZ, GREGORIO PLOTNICKI (fundador del museo “Mano Blanca”), el artista plástico y fileteador PEDRO ARAYA, COMISIóN CENTENARIO ANíBAL TROILO, NOLO CORREA (conductor del programa televisivo “POR EL TANGO”), CACHO LEMOS (conductor del programa radial “TALENTO CON T DE TANGO”), RICARDO ESPINOSA BELÉN (creador del Sitio web “El portal del tango”) y CRISTINA LEIVA GUTIÉRREZ (creadora de “Tango y Café” en Radio digital File).
Además podrá disfrutarse de breves intervenciones musicales a cargo del Trío “Muñecas Bravas” acompañado por Marcelo Baldonedo, Pablo Ramos, Mirta Uguet, Paula Barrio, Livia Comerci, Carolina Martinez,  y Valeria Cotado junto a Eduardo Rotela. El himno Nacional Argentino será interpretado por la cantante Gaby y la conducción estará a cargo de Juan Imperial.

A PARTIR DE LAS 17.45 SE ABRE LA ENTRADA AL PÚBLICO POR RIVADAVIA 1864.

Horacio Quintana

Nació en la localidad de Teodelina, Provincia de Santa Fe. A los 12 años, comienza a cantar en una orquesta característica de su pueblo, que dirigía Eduardo Soto.
Ya adolescente, sus padres, Ramón y Ana, se trasladaron a Córdoba. Al poco tiempo, conoció a Felix Dardo Palorma y, durante dos años, conformaron un exitoso dúo folclórico que actuó en la provincia de Córdoba y en provincias vecinas. Lamentablemente, Tito fue convocado a cumplir con el servicio militar y se disolvió el dúo.

Después de haber cumplido el año de conscripción, se radicó en Buenos Aires (1942) y forma un conjunto de guitarras con la dirección de Antonio Bassi. Ya estaba definido como cantor de tangos.

Actuaba en distintos espectáculos hasta que, en 1944, Agustín Irusta lo escuchó y lo recomienda a su compañero de toda la vida, Lucio Demare, quien en forma inmediata lo incorporó a su orquesta en reemplazo de Raúl Berón, uno de los más grandes vocalistas del tango.

A partir de ese momento y por una sugerencia del director, Tito Gutiérrez pasó a llamarse Horacio Quintana. Debutó en Radio El Mundo y en el cabaret Casanova.

El 27 de julio de 1944, llegó al disco, para el sello Odeon registrando el tango "Solamente ella" y, en el acople, "Me están sobrando las penas". Después seguirían: "Corazón no le digas a nadie", de Luis Castiñeiras y Enrique Munné; "Se va una tarde más", de Luis Caruso y Enrique Cantore; el vals "Dos corazones"; "Alhucema", "Torrente", "Oriente", "El aguacero" y la milonga "Señores yo soy del centro".

Ya estamos en 1945. El 3 de enero, Demare registra el único instrumental: "Florcita", de Agustín Bardi y en el reverso, con la voz de Quintana, "Igual que un bandoneón", de Raúl Iglesias y Juan Gatti. Ese mismo año, grabaron: "Me quedé mirándola"; "Lo mismo que un tango", de Julio Albano y Santiago Coppola; y el 11 de junio, la última grabación juntos, "Nos encontramos al pasar", del primer violín de la orquesta, Raúl Kaplún y versos de José María Suñé. Entonces Demare disolvió la orquesta para partir hacia Cuba, contratado para reeditar el otrora famoso, "Trío Argentino", junto a sus amigos Roberto Fugazot y Agustín Irusta.

En su paso por la orquesta, Quintana dejó 14 registros y pudo demostrar toda su jerarquía de cantor, donde exhibe la interesante coloratura de su voz, su gran interpretación, sin exageraciones o dramatismos injustificados, con un fraseo cantable, es decir, con todo lo necesario que se debe tener para cantar bien el tango.

Al poco tiempo, formó un binomio con Raúl Kaplún que debutó en Radio Belgrano y en el café "El Nacional", pero duró muy poco, al finalizar el año Quintana fue convocado por Florindo Sassone para compartir el escenario con Jorge Casal. En marzo de 1947, pasó a la formación de Francisco Rotundo supliendo a Mario Corrales. El otro cantor era el consagrado Enrique Campos. En ninguna de las dos orquestas llegó al disco.

En 1948, inició su nueva etapa como solista, actuando en Radio Belgrano y realizando importantes giras dentro y fuera del país. En 1951 participa en la orquesta de su amigo Oscar Castagniaro junto a Héctor Inzúa.

En su nueva condición de solista, vuelve a grabar en 1957, para el sello Odeon, un disco simple con el tango "Inspiración" y en la otra cara, la milonga "Taquito militar", luego partiría a Uruguay, Chile y Perú.

Mantuvo la actividad hasta 1962, después se dedicó, aprovechando la experiencia adquirida en el mundo del espectáculo, durante tantos años, al manejo de espectáculos, festivales y artistas.

Representó a figuras de la talla de Hugo Del Carril, Atahualpa Yupanqui, Rosita Quintana y Edmundo Rivero.

Al final de la década del 60 su presencia se dividió entre tres ciudades: Buenos Aires, Córdoba y su querida Teodelina. En esta última, se produciría un hecho que marcaría el principio del renacimiento del alicaído tango, cuando vio actuar en su propia peña, a su amigo, el guitarrista Héctor Arbelo, acompañando a un joven intérprete, que además de cantar tocaba el bandoneón. Se trataba de un muchacho cordobés que hacía sus primeras armas: Rubén Juárez.

Inmediatamente, viajó a Buenos Aires con el cantor y lo hizo debutar en "Caño 14", acompañando la cartelera con verdaderos mitos del tango, entre ellos: Aníbal Troilo. Después, la televisión y el primer disco larga duración. Con la guía de Quintana, a partir de 1970, Rubén Juárez se convertiría en una de las figuras más importantes de la música ciudadana.

Por último, quiero destacar su obra como compositor: "Para vos canilla", su creación más importante, que grabó Juárez en julio de 1969; "Volver a Chaplin", "Milonga del corralón", "Carta de Rosaura", "Es tuyo mi corazón", entre otros temas.

lunes, 11 de noviembre de 2013

EN EL ANIVERSARIO 83 DE SU NACIMIENTO ROBERTO ACHAVAL VOLVIO A SU QUERIDA BAHIA BLANCA

Después de 17 años del fallecimiento en Buenos Aires del cantor whitense Roberto Achával, esta mañana sus restos fueron despedidos por su viuda, Juana “Negra” Dodero, y amigos en el cementerio de Bahía Blanca. La breve y emotiva ceremonia fue conducida por Mariel Estrada, quien refirió a la vida artística y personal de “Cacho” e invitó a Monseñor Horacio Fuhr a realizar el Responso religioso para su letargo final.

En una parcela donada por el Municipio de Bahía Blanca gracias a la gestión de José Valle y el Instituto Cultural de esa ciudad, sobre el ataúd que fue traído desde Chacarita por la empresa Bonacorsi, se levanta un monolito con imagen del cantor -donada por Dandy Producciones- para cumplir el sueño de muchos que querían ver a Oscar Aníbal Crudeli en la tierra que jamás pudo despedir. La obra fue descubierta por la Sra de Crudelli, Sergio Raimondi, Dir. del IC de B. Bca, y José Valle, mentor del emprendimiento, frente a allegados de la familia, Héctor Quiroga (Director del Cementerio), el Concejal Roberto Ursino, Maximiliano Cenizo (Sec. De Prensa de la Municipalidad de B. Bca.) y numerosos medios que llegaron hasta el lugar para transmitir el acontecimiento a toda la comunidad bahiense.

Allí quedará para la eternidad, aguardando la visita de quienes lo llevan en el recuerdo y el corazón o supieron apreciar su talento. "Lo cierto es que Roberto Achával merece permanecer en la memoria de bahienses y argentinos porque su talento lo amerita. Es indiscutible la importancia de Achával como cantor porque lo eligió Troilo y cantar con el gordo era jugar en primera. Sin profundizar en la calidad o gusto de las orquestas, los cantantes de Pichuco fueron los mejores: todos son buenos, no puede discutirse la calidad de ninguno de sus vocalistas", confirma Valle.
La viuda de Achával, Juana Dodero, con mucha emoción, confiesa que creía que era más fuerte, que podría superar cada vez mejor la ausencia del que fuera y sigue siendo el amor de su vida, pero cada día lo extraña más.
"Fue maravilloso y un padre ejemplar. Si tuviera que volver a elegir, nuevamente me casaría con Cacho", expresa.
Juana se enamoró de Roberto a los 15 años y vivió a su lado cada momento de su carrera, lo apoyó y acompañó incondicionalmente, inclusive cuando eso significara trasladarse a la gran urbe porteña alejando a sus hijos del entorno que les era familiar.
Es una mujer que a pesar del dolor y los años conserva una vitalidad y memoria envidiables. Lamenta que la reivindicación haya llegado un tanto tarde para su galán.
"El reconocimiento merecido llegó con Valle, quien desde su programa radial y sus producciones lo recuerda permanentemente; le debemos mucho".

Nació en Ingeniero White, puerto de Bahía Blanca. Desde los ocho años de edad estudió teoría, solfeo y violín con su tío Aliveo Crudelli. integró la orquesta de Aníbal Troncoso, y ya en Bahía Blanca la que dirigía Luis Bonnat, quien le enseñó a tocar bandoneón, perfeccionándose con Antonio Ríos. Debutó como vocalista en dicha orquesta bahiense. Y corría 1967 cuando obtuvo el segundo lugar entre los intérpretes vocales en el certamen del Festival de La Falda.

Dos años después llegó a Buenos Aires, participando en el concurso del programa Grandes Valores del Tango: dadas sus condiciones, fue separado de la competencia ofreciéndole Canal 9 un contrato por tres años. Actuó luego en El Bulín de la Calle Ayacucho,.Fue figura en Malena al Sur y El Viejo Almacén: allí, pudo estimarlo el público más exigente, fue un barítono que imprimía gran fuerza y dramatismo en sus interpretaciones, sin caer en ningún exceso. Además, cuando lo escucha con atención y detenimiento, descubre que no le faltaba ductilidad y que muchas veces, su dramatismo era un lamento romántico En 1977 fue figura central en la boite Mimo's. Cantó, también, en los recitales de Radio Municipal, en los programas de Canal 7, y como artista invitado con la orquesta de Osvaldo Piro, con la que registró sus interpretaciones para el disco.

Canto con la orquesta de Carlos Garcia y fue nada mas y nada menos que el ultimo cantor del bandoneón mayor de Buenos Aires: Anibal Troilo.

Su versión del tango “Te llaman Malevo” (Troilo y Expósito) fue la cortina musical de la novela Malevo que emitiera canal 9 con rotundo éxito entre los años 1972 y 1974 escrita por Abel Santa Cruz y protagonizada por Rodolfo Beban y Gabriela Gilli.



martes, 5 de noviembre de 2013

Sofía Bozán, la reina de la Noche Porteña

De las grandes salas de teatro de revista que supo tener la noche porteña, el Maipo fue la más representativa, la que contó con la adhesión leal de un público que colmaba sus instalaciones para divertirse y vibrar con espectáculos donde desfilaban las principales luminarias de la noche porteña. Si el Maipo de calle Esmeralda fue el escenario de un tiempo mítico, Sofía Bozán fue su protagonista distinguida y lo fue durante veinte años, desde 1934 a 1954.
Para 1934, el Maipo y la Bozán ya habían tejido sus propias historias. El teatro, que antes se había llamado Scala y después Esmeralda, a partir de 1922 adquirió su nombre definitivo y, seis años después, le aportó su exclusivo tono trágico, cuando las llamas redujeron a cenizas su principal salón. No fue su único incendio; hubo otro en la década del cuarenta, pero eso ya es otra historia.
La Negra, mientras tanto, ya había lucido sus atributos en los teatros de Buenos Aires, San Martín y Sarmiento, imponiendo un repertorio que con el tiempo será su sello distintivo, tan distintivo como su sonrisa y ese singular tono de voz que, según el momento, podía ser cálido, burlón, insinuante o canyengue.
En un tiempo en que el tango empezaba a ser un exclusivo pensamiento triste que se baila, ella le otorgó picardía, sonrisa y una cuota de felicidad. Lo hacía con talento, discreción y de-senfado. Su tono arrabalero, sus sarcasmos e ironías, nunca atravesaban la línea demarcada por el buen gusto. Delgada, elegante, el brillo de sus ojos competía con la luz de su sonrisa. Dominaba el escenario como una reina, una reina de la noche y el arrabal. Salía a escena y los hombres suspiraban y las mujeres hacían silencio. Después llegaban las risas y los aplausos.
Muchos años más tarde, María Elena Walsh la recordará en un tema célebre, “El viejo varieté”, evocando esos modestos palacios de la noche tanguera que se perdieron a la vuelta del camino y del tiempo y que la Walsh los recupera con nostalgia para probar que está hablando de un tiempo perdido, un tiempo en el que ya nunca volverán... “ni Fidel Pintos ni la Negra Bozán”.
En sus años de esplendor, ella se presentaba con una milonga escrita en su homenaje y que definía en pocas palabras su estilo. “Yo soy la Negra Bozán, yo canto porque lo siento, mi pelo lo peina el viento y me gusta el bataclán. Si quieren verle la hilacha a mi estirpe de tanguera, no me vengan con guarachas, a mí me gusta el gotán”.
La Negra Bozán era popular, no guaranga; desenfadada, no obscena; atrevida, no irrespetuosa. Fue una maestra en el arte de la insinuación, la mirada pícara, el mohín presumido, el gesto travieso. En una oportunidad, los periodistas le preguntaron en una conferencia de prensa, acerca de sus relaciones con los hombres. Su respuesta fue una marca de estilo: “A ustedes, no les voy a contestar esas preguntas, pero si fueran mujeres les diría: los hombres me gustan una barbaridad”.
Sus presentaciones eran esperadas y celebradas por un público que la quería y la respetaba. Nunca fue -ni pretendió serlo- una cantante de primer nivel. Desafinaba, no mucho, pero se le notaba, su voz no era muy potente pero tenía el don de la simpatía, de trabajar algunos registros que establecían en el acto una relación afectiva con su amplia platea.
Su estilo prefigura a Tita Merello, pero es menos patética, siempre más cerca de la comedia que de la tragedia, de la risa que de las lágrimas. A su vez, tenía algo de Niní Marshall y Rosita Quiroga. O al revés, ellas incorporaban cosas suyas, porque la Negra en todas las circunstancias era siempre ella misma, personal, única, irrepetible.
Unos años después de su muerte, Pablo Hechín escribió un poema en su homenaje que le hace justicia. “Llevabas en tu alma bondadosa y noble, gracia y picardía del tango canción, tu estampa tanguera paseó por el mundo y Francia, la eterna, tu arte aplaudió. Muchacha criolla, quedó tu recuerdo, tu Buenos Aires no te ha de olvidar, negrita querida con toda tristeza te brinda este tango responso final”.
Su repertorio musical fue singular y exclusivo. Los tangos y milongas que interpretaba eran un retrato, una postal de la vida de la gran ciudad. Por allí desfilaban el guapo, el cafisho, el vago de la esquina, el niño bien engominado, el amarrete, el mufa y el cuentero. Tangos como “Un tropezón”, “Yira yira”, “Esta noche me emborracho”, “Las vueltas de la vida”, “Carro viejo”, “Engominado”, “Cobarde”, “Amarrete”, llevan su marca registrada.
El teatro de revista fue su gran escenario y, de alguna manera, su exclusivo recurso artístico. Grabó poco, sus actuaciones por la radio no pasaron de discretas y no puede decirse que ha sido una excelente actriz, aunque en su momento se dio el lujo de filmar con los mejores y ser dirigida por los grandes directores de su tiempo. No cantaba bien, pero el público la adoraba, el público porteño y el europeo, porque la Negra se dio el gusto de ser aclamada en el Teatro de la Zarzuela de Madrid y en los grandes teatros de París.
Por si ello fuera poco, en esa gira conoció a Carlos Gardel. Corría el año 1931 y entonces en París se citaban los mejores. Fue para esa época que filmó con el “Morocho del Abasto” la película “Luces de Buenos Aires”. Los acompañaban, entre otros, Julio de Caro y Pedro Quartucci.
Se llamaba Sofía Isabel Bergero, pero por razones de marketing artístico eligió el apellido de su prima por parte de madre, la actriz Olinda Bozán. Algunos dicen que nació en Buenos Aires el 5 de noviembre de 1904, pero otros datan su nacimiento en Montevideo y en 1898, es decir, seis años antes. Coqueterías de entonces. Su formación musical fue absolutamente improvisada. Fue una autodidacta a tiempo completo, cuyo único estudio, más o menos sistemático, fue el de maestra de corte y confección, título adquirido cuando tenía apenas doce años.
Según los biógrafos, se inició en los tablados como integrante del coro de la compañía teatral Vittone-Pomar, pero su debut decisivo lo hizo en 1926, bajo la dirección de dos grandes: Elías Alippi y Enrique Muiño. Allí se lució con el tango de Tomás de Bassi y Antonio Botta, “Canillita”. Al año siguiente actuó en la obra escrita por Pascual Contursi “Saltó la bola”. Allí estrenó “Un tropezón”, el tango de Raúl de los Hoyos y Luis Bayón Herrera. A partir de 1929, inició sus grabaciones con el sello Electra de Alfredo Améndola. Para entonces la acompañaba la orquesta de Francisco Pracánico. Un año después acordó con el sello Odeón y transformó al tango de Enrique Santos Discépolo, “Yira yira”, en el gran suceso del año.
En el cine también hizo lo suyo. Con Luis Sandrini filmó “Loco lindo”; con Pepe Arias y Charlo, “Puerto Nuevo”. También lo acompañó a Charlo en “Los muchachos se divierten” y “Carnaval de antaño”. En 1942, protagonizó junto a Paula Singerman una de las películas más taquilleras de aquellos tiempos: “Elvira Fernández, vendedora de tienda”. En 1943, participó en “Calle Corrientes” y, en 1950, se destacó en “Patio de la morocha”.
Sofía Bozán murió el 9 de julio de 1958. Dicen que el cáncer fue inmisericordioso con su cuerpo. Para esa época estaba casada con Federico Hesse. Su muerte fue tapa de diarios y revistas de su tiempo. Los principales matutinos porteños abrieron sus páginas para rendirle los homenajes que se merecía. Un tanguero, que también era periodista y nochero, la recordó con las siguientes palabras: “Los bandoneones porteños enlutados, rezongan en este día triste un responso a su memoria. Y como si escucháramos su voz perdiéndose en la eternidad y el recuerdo, Sofía Bozán ha hecho su último y definitivo mutis”.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Samuel Castriota

Fue un pianista, guitarrista, director de orquesta y compositor de tango argentino que nació en Buenos Aires, el 2 de noviembre de 1885 y murió en la misma ciudad el 8 de julio de 1932. Se le recuerda especialmente porque fue el autor de la música del tango Lita que sería luego ampliamente conocido y difundido como Mi noche triste, con letra de Pascual Contursi.No obstante haber nacido en Buenos Aires, Samuel Castriota pasó su infancia en la localidad cercana de San Miguel donde además del oficio de peluquero aprendió a tocar la guitarra "de oído" esto es sin leer la música. Volvió a Buenos Aires a los 16 años y comenzó a actuar en pequeños conjuntos al mismo tiempo que, también de oído, aprendía a tocar el piano.
Un día ganó un premio importante en la lotería y se alejó de la música para instalar un negocio de peluquería. Al tiempo, sin embargo, volvió a su afición e integró como pianista un trío que completaban Vicente Loduca en bandoneón y Francisco Canaro en violín, que actuó algún tiempo por el barrio de la Boca, finalizando cuando decidió formar su propio conjunto.
A mediados de la primera década del siglo XX Castriota estrenó su tango instrumental Lita en el café El Protegido, de la Avenida San Juan y Pasco, con un conjunto que dirigía desde el piano. Contursi lo escuchó en Buenos Aires y luego lo ejecutaba con la letra que le había adosado, convertido en lo que se considera el primer tango canción, esto es el primero que narraba una historia a través de su letra. Su inclusión en el sainete Los dientes del perro así como su posterior grabación por Gardel lanzó el nombre de sus autores al conocimiento del público pero también provocó entre ellos roces por motivos económicos, no obstante lo cual volvieron a colaborar, pero sin éxito, en el tango Sentate hermano (subtitulado Bebé conmigo).
Contursi había incorporado letra a otros tangos de la guardia vieja sin que tuvieran la trascendencia de La noche triste, lo que viene a confirmar que no puede obviarse el mérito de Castriota en su éxito ya que fue su música, diferente de la de esos otros tangos, su contenido melódico, su apropiada disposición para aceptar la propuesta literaria, lo que permitió el ensamble con la acertada letra de Contursi.
Castriota siguió dirigiendo su orquesta, alternando como pianista en otras y componiendo nuevas piezas que, sin embargo, nunca estuvieron ni cerca de tener la repercusión que alcanzó aquella afortunada obra. Falleció tempranamente en Buenos Aires, el 8 de julio de 1932.