sábado, 31 de marzo de 2012

Raúl Berón UN EXQUISITO CANTOR


Berón siguió cantando hasta su muerte, a los 62 años, pero su trayectoria más significativa cubre un período de tres lustros; desde 1940, cuando empezó a cantar con la orquesta de Miguel Caló, hasta 1955, cuando dejó de actuar con Aníbal Troilo.

Había nacido en Zárate el 30 de marzo de 1920, en una familia de músicos. El padre —Manuel Berón— tocaba la guitarra y los cinco hermanos ejercitaban sus habilidades musicales en un conjunto titulado Los Porteñitos. A los 19 años Raúl fue presentado a Miguel Caló por Armando Pontier. La anécdota de ese primer encuentro es bastante conocida: "Dígale a su amigo que siga cantando chacareras en Achalay. Yo necesito un cantor de tangos , no un folclorista".

Caló captó inmeditamente una matriz familiar y el profundo lazo de Berón con la música criolla. Efectivamente, en cierta forma Berón cantaba como un folclorista fino por la tersura melódica y por el sentido de la ornamentación: el bordado justo en el momento justo. Enemigo natural de cualquier grandilocuencia, Berón fue uno de los más grandes cantores que dio el tango, sin abrazar completamente la idiosincrasia del género, lo que tal vez explique el bajo perfil que nuestro músico conserva hasta el día de hoy (al menos en las ediciones discográficas, donde el nombre de Raúl Berón, a diferencia de lo que ocurre con Floreal Ruiz o Francisco Fiorentino, invariablemente aparece subordinado al de una orquesta, ya se trate de Caló, Demare, Francini-Pontier o Troilo).

Raúl Berón fue una de las encarnaciones más perfectas del modelo gardeliano. Berón tenía una voz más oscura que Gardel —un barítono alto, que llegaba cómodamente a las regiones de tenor—, aunque el timbre es un aspecto entre otros de un estilo. Ese estilo está históricamente emparentado con las voces de Francisco Fiorentino, Floreal Ruiz y Angel Cárdenas, por citar otros cantores exquisitos de la emblemática orquesta de Troilo. Pero en Berón había una forma única de cantar un poco por encima del tiempo; tal vez ninguna confrontación resultaría más ilustrativa que la audición de De vuelta al bulín por Fiorentino y Berón con la misma orquesta de Troilo: la de Fiorentino es perfectamente rítmica; la de Berón por momentos está en el aire, suspendida.

Está el sentido del tiempo y también está el tono de Berón. Es notable comprobar cómo en esas primeras grabaciones de TrasnochandoAl compás del corazón y El vals soñador con Caló, realizadas con poco más de veinte años, ya está definido el principal registro de Berón. Podrá eventualmente proyectarse con comodidad hacia el agudo, pero el cantor ha dejado su marca intransferible en el tono mate de barítono. Allí se afinca la dulce tristeza de esta voz incomparable.



 

miércoles, 28 de marzo de 2012

BAHIA BLANCA NO OLVIDA:Emotivo homenaje al visionario Enrique Santos Discépolo

DISCEPOLO

En la tarde de ayer se realizó un emotivo homenaje al visionario Enrique Santos Discépolo, autor, compositor, dramaturgo y -quién podría negarlo- gran filósofo del siglo XX.
La cita fue en el auditorio de la Cooperativa Obrera de la ciudad de Bahía Blanca sito en Zelarrayán 560. La propuesta de Dandy Producciones para el Ciclo Bahía Blanca No Olvida versaba sobre música del artista en vivo y la proyección de un documental sobre su vida y obra. “Estoy sorprendido por la respuesta del público y la amplia concurrencia de jóvenes. No imaginé que esta propuesta tuviera tanto éxito y atrajera tan variadas generaciones”, expresó José Valle, productor del evento.
GABY "La voz sensual del tango"
La apertura musical y conducción estuvo a cargo de Gaby, La Voz Sensual del Tango, quien eligió los tangos Secreto, Sin palabras y Mensaje de Discépolo para compartir con los presentes. “Traté de cantar tangos que no se encontraran en el documental y que concordaran con mi estilo. Quizás el más alejado a la temática y estética de mi repertorio sea Sin palabras, estrenado por Libertad Lamarque en la película Romance Musical, por su estilo estridente y agudo, pero quise incluirlo porque era una forma de mostrar distintos tipos de tangos que escribió el poeta. Secreto (historia de un hombre que lamenta haber destruido la vida de su familia por una relación paralela que no puede terminar) lleva música y letra de Discépolo, Sin palabras fue musicalizado por Mariano Mores (tango que trata sobre el dolor por el amor perdido) y Mensaje tiene música de Discépolo pero letra de Cátulo Castillo. Este último en particular es mi preferido, es un mensaje que Enrique dedica a Tania desde el cielo; según el autor de la letra, Discépolo mismo se la dictó en un sueño. Me pareció una linda forma de demostrar su ductilidad para la composición y la poesía, su capacidad de adaptación a los distintas temáticas y contextos. Claro que su faceta social y sensible al dolor ajeno quedó más que bien expuesta en la película exhibida”, dijo la cantante emocionada por la amplia concurrencia y la buena respuesta de la gente frente a la propuesta.
Dentro del show musical hubo un merecido reconocimiento al periodista Roberto Oña, quien además de haberse dedicado al periodismo gráfico, es conductor de un programa radial Folklore Dimensión 2000 en Radio Nacional Bahía Blanca, al aire desde hace más de 10 años, y autor le letras de canciones como Misterios de sur y hielo musicalizado por Eduardo Falú, referido a la Antártida -objeto de gran admiración para Oña. El reconocimiento a la trayectoria fue entregado por José Valle en nombre del Centro de Estudios y Difusión de la Cultura Popular Argentina (CEDICUPO) por la labor realizada en pos de la cultura nacional.
Otro protagonista de la tarde, y asiduo colaborador de Dandy Producciones en sus emprendimientos, fue Eduardo Giorlandini, quien leyó una poesía que dedicó a Discépolo:
DISCEPOLÍN
Fueron días y noches de encierro
En antiguos tiempos de sombras
En el cuarto, tan pequeño y solitario
Tu mundo, sin juegos y sin hondas.

Después, al doblar la esquina, yendo al centro,
Te astiyó el dolor profundo de los otros,
En la misma calle, el mismo espectro,
El mismo café, el sentimiento eterno.

Que anidó en tu cuerpo como Cristo roto.
Sublimaste en letras tu sentir tanguero,
El numen, la hondura de tu estro,
La empatía, la fe desde tu canto bronco.

Dejaste, así, precioso testimonio
De utopías, de esperanzas, y tu rostro
Se iluminó como antorcha, como un verso
Que sembró con fervor los ideales locos.
La proyección del documental fue de aproximadamente 50 minutos que fueron disfrutados por el público con sonrisas, curiosidad y algunas lágrimas ya que en el mismo se reflejaron los grandes logros del artista, su amor por el prójimo, su preocupación por los caminos de su país en la primera mitad del siglo y también su gran tristeza padecida en los últimos años de vida, cuando su adhesión al peronismo -abierta y frontal- le legó injustos desprecios y odios no merecidos. “Él no podía soportar que no lo entendieran, que a otros se lo hubieran perdonado y a él lo juzgaran… y un día dejó de comer”, así relató el final del artista su amigo Osvaldo Miranda, quién concluyó  diciendo “No sé cuándo, pero un día lo voy a encontrar, y me va a decir: linda hora de llegar, eh”.
Bahía Blanca realmente no olvida a quienes hicieron grande la cultura popular, y así lo demostró la gente de todas las edades que se hizo presente en este homenaje, para alimentar el recuerdo, como  acompañando las palabras de Homero Manzi: “…Vamos, que todo duele, viejo Discepolín”.



El tango según Juan Carlos Thorry

Mi relación con el tango es antigua, íntima y sentimental. Era muy chico y ya mi viejo, quien tocaba la guitarra, me enseñó algunos acompañamientos (dominante y tono), con los que empecé a canturrear mis primeros "dos por cuatro".
«¿Cuál habrá sido la primera melodía? Me acuerdo, así a lo lejos, de la armonía de "La cumparsita", aquella de: "Si supieras, que aún dentro de mi alma..." Y ya, más grande, aquel "Buenos Aires, la reina del Plata...", o "Rechiflao en mi tristeza...", cuando empecé a conocer a Carlos Gardel.

«Los primeros "largos", el fin del bachillerato, el ingreso a la universidad, van muy unidos con las primeras experiencias en "la milonga". Íbamos a bailar a aquellos "cabarets" de entonces, que luego fueron "boites" y después "night-clubs" y ahora son "boliches". Y allí realizábamos un torneo de firuletes y quebradas con los mejores intérpretes de la época: TroiloD'Arienzo,FresedoPuglieseDonatoDe Angelis, etcétera. Todos arrullaron nuestros sueños adolescentes, con las más populares melodías de entonces.
«Y allí, en el "Florida Club", conocí y me hice amigo de Osvaldo Fresedo, cuya amistad aún hoy tengo el honor de disfrutar, y de los músicos de su orquesta: los inolvidables José María Rizzutti, el tano Muzzi y el violín de oro de Manlio Francia. Fue Rizzutti quien le dio forma en el pentagrama a mi primer balbuceo "de oreja" en el piano. Una dulzona melodía, con letra también almibarada que se llamó "Pensando en ti" y que, para eludir compromisos, dediqué diplomáticamente, en la carátula de la edición de Rivarola: «A Ella». Lo grabó Fresedo. Y a mí me pareció que aquello era el máximo acontecimiento de mi vida.
«Luego vino, al hacer abandono de los estudios y empezar esta bendita carrera, el canturreo profesional, en radio o en teatro, donde mezclé las melodías foráneas tipo jazz o bolero o canciones francesas, con las más famosas expresiones tangueras del momento. En 1934, en el cine teatro Paris de la calle Suipacha, entre Cangallo y Bartolomé Mitre (ya, no existe), trabajé en unos espectáculos radioteatrales que dirigía Claudio Martínez Payva y cuyo elenco encabezaba Fernando Ochoa. Yo presentaba el espectáculo y, además, cantaba jazz con la orquesta de Rudy Ayala. Había un contrapunto de jazz y tango. Las dos orquestas eran la mencionada jazz de Ayala y la tanguera de Juan Canaro. En esta orquesta el pianista eraRodolfo Biagi.

«Fue, consecuentemente, en oportunidad de estos programas que conocí al querido "Manos brujas", con quien nos hicimos amigos y, en un ensayo, me hizo oír un tema que acababa de componer y me pidió que le hiciera letra. Allí, sobre el piano, pergeñé las primeras palabras de "Indifierencia". Algo parecido pasó, años después, con Edgardo Donato, en radio El Mundo, cuando coincidimos en que yo pusiera versos a su tema "Mi serenata". Esos dos temas, junto con "Vida querida", con música del inolvidable Lalo Scalise, son mis más queridas joyitas tangueras.»
De su autoría:
Bulincito estudiantil (tango) letra y música
Hasta cuando (tango) Pedro Maffia
Indiferencia (tango) Rodolfo Biagi
Mamá yo quiero casarme (vals) Julio De Caro/Carlos Marcucci
Mi serenata (tango) Edgardo Donato
Pensando en ti (tango) letra y música
Qué importa (tango) Ricardo Tanturi
Tu amor y mi obsesión (tango) Leo Lipesker "Riel"
Vida querida (tango) Eduardo Scalise

viernes, 23 de marzo de 2012

GABY “LA VOZ SENSUAL DEL TANGO” EN HOMENAJE A DISCEPOLO EN BAHIA BLANCA

Dentro del ciclo "BAHIA BLANCA NO OLVIDA" que produce  Dandy Producciones ,el próximo 27 de marzo a las 18hs en el Auditorium de la Cooperativa Obrera, sito en la calle Zelarrayán 560, se llevará a cabo un emotivo homenaje a Enrique Santos Discépolo al cumplirse el 111º  aniversario de su nacimiento. Allí se proyectará un documental sobre la vida del compositor, actor, director y dramaturgo y la cantante Gaby “la voz sensual del tango” interpretará temas de la autoría de “Discepolin”. Es de destacar que  Discépolo hace 80 años, en marzo de 1932, se presentó en el cine Grand Splendid, de Alsina 129 de la localidad bahiense.
Sus letras se hicieron presente en las conversaciones de las esquinas, en las radios camioneras de la madrugada, en el tarareo del transeunte preocupado y en el silbido compañero del que está solo y espera.
Escribió ensayos filosóficos en tiempo de tango y para todos los tiempos. Es Discépolo el mayor filósofo popular argentino del Siglo XX. Al igual que Homero Manzi, no fue "hombres de letras"... hizo "letras para los hombres".

Discépolo expresó el dolor, la frustración y la protesta de multitudes. Percibió e interpretó las emociones colectivas.

Él mismo dijo alguna vez: "Me di de corazón a un pueblo, porque los pueblos no engañan nunca y devuelven, como la tierra, un millón de flores por una semilla seca. Y mi pueblo me ha devuelto exageradamente la ternura que le di sin esperar su premio. En el largo y penoso diálogo de mi vida, no he tenido más interlocutor que el pueblo. Siempre estuve con él... afortunadamente con él".

Este es el verdadero Discépolo.

Nació en Buenos Aires el 27 de marzo de 1901 y murió en la misma ciudad el 23 de diciembre de 1951. 
Fue actor, dramaturgo y cineasta, aunque se destacó como compositor y letrista de tangos. Huérfano desde los nueve años, lo crío su hermano Armando, un dramaturgo del grotesco rioplatense que le transmitió su pasión por el teatro. Debutó como actor en 1917 y como dramaturgo en 1918 con “Los duendes”. Pese a la oposición de su hermano, en 1925 comienza a componer los tangos cuyas letras angustiadas e irónicas lo convertirían en uno de los grandes renovadores del género.

Entre sus mayores éxitos figuran “Cambalache” (1935), “Uno” (1943), “Martirio” (1940), “Infamia” (1941), “Esta noche me emborracho” (1928), “Yira, yira” (1930), “Sueño de juventud” (1931) y “Cafetín de Buenos Aires” (1948).


DISCEPOLÍN

          Sobre el mármol helado, migas de medialunas,
          y una mujer absurda que come en un rincón;
          tu musa está sangrando y ella se desayuna.
          el alba no perdona, no tiene corazón.
          Al fin, ¿quién es culpable de la vida grotesca
          y del alma manchada con sangre de carmín?
          Mejor es que salgamos antes de que amanezca,
          Antes de que lloremos, ¡viejo Discepolín!
Conozco de tu amargo sufrimiento,
          y comprendo lo que cuesta ser feliz
          Y al son de cada tango te presiento
          con tu talento enorme y tu nariz...
          Con tu lágrima amarga y escondida,
          con tu careta pálida de clown,
          y con esa sonrisa entristecida
          que floreces en verso y en canción.
La gente se te arrima con su montón de penas,
          y tú las acaricias casi con un temblor.
          Te duele como propia la cicatriz ajena,
          aquél no tuvo suerte y ésta no tuvo amor...
          La pista se ha poblado al ruido de la orquesta,
          se abrazan bajo el foco muñecos de aserrín
          ¿No ves que están bailando...? ¿No ves que están de fiesta?
          Vamos, que todo duele, ¡viejo Discepolín!

Homero Manzi


jueves, 15 de marzo de 2012

ALBERTO MORAN

Morán había nacido en Streve (Italia) el 15 de marzo de 1922, pero las calles de Buenos Aires lo vieron crecer desde niño.Su carrera vocal había comenzado en la orquesta de Alberto Las Heras. Se destacó por su voz de tenor y su fina estampa. Dicen que en los años ´50 las muchachas se peleaban bajo el palco de la orquesta para llevarse de recuerdo un botón de su saco.
Alto, flaco, pintón, provocó la admiración de las mujeres desde que pisó por primera vez un escenario porteño. Su poderosa atracción no tenía solamente como centro su seductora figura, sino que también provenía de una voz inconfundible, de impar estilo. En un tiempo en el que el panorama tanguero contaba con voces privilegiadas, que no se parecían entre sí (Alberto Marino, Jorge Casal, Roberto Rufino, Alberto Podestá…), no era poco mérito destacarse con luces propias.
Morán se ubicó con armas nobles en el singular espacio de los triunfadores a punta de sensibilidad y temperamento.
Y si en el contexto de su amplio repertorio fuera necesario rescatar tres títulos significativos, Pasional, San José de Flores y El abrojito no dejarán de ser jamás las canciones de Morán. Aquellas que se indentificaron de manera insoslayable con su peculiar forma de frasear, de decir las letras.
Vida en Pompeya
Nacido como Remo Andrés Domingo Recagno, en la localidad italiana de Steve, desembarcó en Buenos Aires cuando todavía era un chico. Consustanciado con Pompeya -el barrio en el que recaló-, allá por el 45 se unió a la orquesta del inolvidable Osvaldo Pugliese, haciendo dupla con Roberto Chanel, otro cantor personal.
Eran los tiempos, bellos tiempos, de trajinar los escenarios de los clubes de barrio. Verdaderas fiestas populares en las que participaban por igual la orquesta típica, la de jazz y un público que se largaba a la pista a bailar tangos sin el criterio deformante de esa línea for export que suele gambetear la autenticidad.
En ese marco se movió y brilló aquel cantor que no se codeaba seguido con el tango arrabalero y que, por el contrario, prefería letras de tratamiento acaso más pulcro. Sin que se perdiera por eso la arrasadora fuerza que nutría el espíritu de la canción ciudadana. Luego de separarse de Pugliese -con el que compartió nueve años intensos de trabajo-, Morán se largó como solista, secundado por el conjunto de Armando Cupo. El éxito siguió siendo su compañero de ruta.
Cordial, modesto, un italiano que abrazó la porteñidad por pura convicción, Morán esta en el podio de los que son eternos como el Sol, de los que dejan huella. La muerte no acallará su voz, que seguirá viva a través de Pasional, de San José de Flores, o de cualquier otro tango que, en su garganta, continuará haciendo vibrar los cien barrios de Buenos Aires. De este Buenos Aires que, pese a todo, no olvida a quienes supieron convertirse en verdaderos ídolos.

lunes, 12 de marzo de 2012

Gaby en la cuna de su familia

La cantante bahiense Gaby “La voz sensual del tango” participará del cierre de la 46º Fiesta Nacional del Ajo en la localidad de Médanos el próximo domingo 18 de marzo, jornada en la cual actuarán León Gieco y Daniel “El Negro” Ferreyra, ganador de Talento Argentino, y se coronará a la nueva Reina del Ajo.
“Es un orgullo para mí poder participar de esta fiesta, no sólo por el reconocimiento que implica formar parte de los espectáculos de una Fiesta Nacional con la trayectoria que tiene la del Ajo, sino también por ser Médanos y la zona rural del partido de Villarino el sitio donde nacieron y crecieron varias generaciones de mi familia, incluyendo a mi hermana”, expresó emocionada la cantante. “Hace años que quiero estar en este festejo. Mi mamá, Ana María Diez, fue la séptima reina coronada cuando tenía sólo 14 años por lo que Médanos y su fiesta estuvo siempre entre nuestros recuerdos gratos. El lugar de la infancia, ese tiempo feliz, siempre provoca nostalgia… ¡eso marida bien con el tango!”, agrega risueña la morocha.
El festejo será en el predio Parque Ferroviario, con entrada libre y gratuita. El viernes estará destinado a la juventud, con shows musicales entre los que figura el grupo local De Juan y un show de fuegos artificiales. El sábado será folclórico, con Roxana Carabajal como figura destacada, y el domingo habrá bendición de los frutos, desfile, charlas, muestras, elección de la reina y el cierre musical del “Negro” Ferreira, Gaby que se presentará junto a los bailarines Natalia y Gustavo y León Gieco. Habrá patios de comidas, artesanos, stands y una plaza de juegos para chicos.
“Me han dado un lugar destacado en la grilla de espectáculos, por lo que agradezco a Patricia Cobello, Luis Antoniuk y la comisión organizadora, espero cumplir con sus expectativas y las del público. Confieso que siento mucha responsabilidad por esta actuación; he estado en varias fiestas nacionales e internacionales, sin embargo ésta tiene para mí un valor especial por la carga emotiva que guarda Médanos y su gente para mi familia”, concluyó Gaby.

CARLOS OLMEDO

Este cantor uruguayo perteneció a la dinastía de las voces varoniles del tango. Sin falsos clichés de guapo, sin una potencia destacable, tuvo la virtud de generar un clima intimista y hasta delicado, con registro de barítono y una voz “ceniza” muy melodiosa. Desgraciadamente, nos dejó el escaso testimonio de muy pocas grabaciones.
Nació en el Departamento de Rivera, pero era un niño cuando su familia se trasladó a Montevideo, al Barrio Sur.
A los 19 años, ganó un concurso de cantores, organizado por el histórico “Café El Ateneo”, de la Avenida 18 de Julio y la Plaza Cagancha. A partir de ese acontecimiento, se inició su etapa de cantor actuando en las principales salas, confiterías, teatros donde el tango y el candombe eran los convocantes.
En 1947, decidió probar suerte en Buenos Aires, junto a otros jóvenes compatriotas que también triunfarían en la capital del tango, me refiero a Julio Sosa y Pablo Moreno; un terceto de entrañables amigos.
Su actividad se desarrolló en importantes escenarios de la calle Corrientes y en Radio Mitre. Recuerdo sus actuaciones en las inolvidables noches de “Tango Bar” y “La Armonía”, donde fue reconocido por el aplauso de un público exigente y conocedor del género. También, cada tanto, cruzaba el río para actuar en Montevideo.
Entre 1952 y 1953, se integró a la orquesta de Ricardo Pedevilla, hasta que en 1954, lo llamó Osvaldo Pugliese para cantar en su formación, en reemplazo de Juan Carlos Cobos que se había desvinculado del maestro. Lamentablemente, su paso con el autor de “La yumba” fue muy breve.
En los primeros meses de 1955, le ocurrió un caso parecido con Aníbal Troilo, quien lo requiere, ante la ida de Jorge Casal que iniciaba su etapa como cantor solista. Debutó el 1º de marzo de 1955, junto a un colega de lujo, el excepcional Raúl Berón. Después, tuvo otro compañero: Pablo Lozano.
Permanece con Troilo hasta el 30 de abril de 1956, dejando en el disco dos temas para el sello T.K., los tangos “Recordándote” y “El cantor de Buenos Aires”.
Luego de Pichuco, en 1957, formó rubro de cantantes con Ruth Durante y Enrique Castel, en su show “Dos Astros y una Estrella”, acompañados por una orquesta dirigida por el bandoneonista Ángel Baya, permaneciendo juntos hasta 1959. Ese año, una vez desvinculado de ese espectáculo, pasó a formar parte de “La Típica Buenos Aires”, de la cual carezco de datos.
En 1966, se unió a un cuarteto de notables músicos: Julio Ahumada(bandoneón), Aquiles Aguilar (violín), Carlos Parodi (piano) y Hamlet Grecco (contrabajo), para grabar en el sello Tini. Por aquellos años también, realizó una serie de registros en Uruguay con el conjunto deAlberto Mastra.
Por último, quiero destacar sus composiciones, verdaderas perlas de nuestra música tanguera. Valgan como ejemplos: “Y no le erré” y “De puro curda”, inolvidables en la voz de Alfredo Belusi, “Lo que vos te merecés” y “Mi luna”, que Roberto Goyeneche llevara al disco en dos excelentes versiones, “Por quererla así” y “No tengo la culpa”.
Lo perdimos muy joven, a los 54 años, a causa de un síncope cardíaco en la ciudad de Mar del Plata.
No cabe la menor duda que es de absoluta justicia, rescatar el recuerdo de este bohemio impenitente, por sus virtudes de cantor, por su inspirada obra musical y por tantas noches de copas y tangos en la mágica Buenos Aires de aquellos tiempos.

jueves, 8 de marzo de 2012

SIMPLEMENTE LUISITO

  El tango es sufrimiento", dijo en una de sus primeras entrevistas este hombre que se presentaba en "La esquina de Arturito" junto con su amigo y compañero de tanguería, el bandoneonista Antonio Pisano. Entre el ruido de las copas y el olor a canelones, Cardei despuntaba su talento de tanguero de antaño cuando, en 1994, los dueños del Foro Gandhi y El Club del Vino le propusieron dejar su adorada "Nacional B" para pasar a jugar en Primera. Tenía 50 años de vida y tango.

Hijo de Luis Cardei, un cantante de tango renombrado de la década de los 40, Luisito, tal como él mismo se presentaba, había crecido con la vitrola y los discos de pasta de Carlos Gardel, su ídolo, a quien honraba con su repertorio de la época gardeliana.
Había nacido en el barrio porteño de Villa Urquiza en julio de 1944 y desde la primera infancia tuvo serios problemas de salud. A los ocho años dejó de jugar al fútbol y a los trece ya andaba con muletas y silla de ruedas. La poliomelitis y la hemofilia no perdonan. El chico que perdió la calle suplanta la pelota de trapo por la radio. Allí descubre el tango y a los primeros cantores. Es apenas un adolescente cuando se inicia en el oficio de la calle por excelencia: levantar quinielas. Canta en su casa, canta para los amigos y en algún momento se presenta a concursos donde nunca gana, siempre sale segundo.
La quiniela y los tangos cantados en piringundines de mala muerte le permiten vivir modestamente. Cuando el show del cabaret desplace al cantor de tangos, se volcará a las cantinas y las parrillas. Los boliches que frecuenta no son los más recomendables. Se trata de comedores populares ubicados en Caballito, Villa del Parque, Parque Patricios, Saavedra y su propio barrio: Villa Urquiza. Se llaman “La guitarrita”, “El rincón de los artistas”, “La esquina de Arturito”, “La Tablita”. Ya para entonces lo acompaña el bandoneonista que lo secundará hasta el fin de sus días: Antonio Pisano.
La historia de esa amistad merece ser contada, porque es en sí misma una letra de tango. Cardei conoce a Pisano en una peña tanguera que funcionaba en el porteñísimo barrio de San Cristóbal. Después de cantar en una parrilla un amigo lo invita a la peña Homero Manzi. Cardei nunca dice que no, porque siempre en esas tenidas aparece algún contrato, alguna invitación que le permite llevar unos pesos a la casa. Para su asombro descubre que la peña funciona en una funeraria. Las visitas pasan por un salón donde abundan los sarcófagos, salen a un patio y atrás de todo, en un improvisado galpón están los integrantes de la peña. El bandoneón que anima esas noches es el de Antonio Pisano. En ese primer encuentro se entendieron para siempre con un tema que luego será un clásico del dúo. “El bulín de la calle Ayacucho”
Importa detenerse en esos detalles, en esa historia de vida, porque cuando Cardei sea descubierto, primero por los intelectuales y después por el gran público, llevaba casi treinta años caminando la noche, cantando en bodegones de mala muerte, acostándose a la madrugada y definiendo un estilo, un estilo casi a media voz, que algunos intentarán sin demasiadas pruebas comparar con el de Angel Vargas,
Este personaje, que a veces no podía estar parado cinco minutos porque le dolía todo el cuerpo, que tenía serias dificultades para subir al escenario, cautivará con su estilo a un público que descubre el tango y descubre una manera de “decir” sus letras. A muchos les llamó la atención que nunca grabara tangos de Discépolo, sobre todo porque su historia trágica parecía salir de la poesía del autor de “Yira yira”. Sin embargo, Cardei daba sus razones para no cantar esos tangos y una de ellas es que él no tenía nada que ver con los héroes discepolianos.
¿Es así? Es así. También en el mundo de los perdedores hay diversidad. El perdedor de Discépolo es el hombre que alguna vez ha creído y los desengaños de la vida lo han llevado a la desilusión y el fracaso. Se trata del hombre que alguna vez fue fuerte, alguna vez fue guapo, alguna vez tuvo una familia y una mujer que lo quiso y de pronto perdió todo. Lo de Cardei es diferente, porque Cardei nunca fue guapo, nunca fue ganador, siempre estuvo asediado por la desgracia y la mala suerte y, por lo tanto, cada pequeña sorpresa que le brindaba la vida lo hacía sentir feliz. Cardei era un perdedor, pero un perdedor agradecido de las mínimas felicidades que le ofrecía el destino.
Curiosamente, este personaje humillado, salido de la pluma de Víctor Hugo o Dostoievski, es llevado de la mano del éxito por los intelectuales. Después el boca a boca, las crónicas de Página 12 de aquellos años, terminan por proyectarlo al estrellato. Cardei será la gran estrella del Club del Vino, situado en el corazón de Palermo. Pino Solanas lo convoca para la película “La nube”. Luego vienen las grabaciones. Su primer disco es “Madrugada”, el título de un formidable tango que en su momento consagrara Miguel Montero y cuya letra pertenece a Fernando Rolón. También en esa placa, Cardei resucita joyas como “Tan sólo por verte”, “Dónde” “Alma de loca”, “Carnaval”, “La novia ausente” y lo que será uno de sus grandes éxitos: “Como dos extraños”. En más de la mitad de los temas lo acompaña Pisano; los otros están a cargo del cuarteto de Luis Borda,
En 1996, y editado por el Club del Vino, graba “Tangos de ayer” con las guitarras de Carlos Peralta y Ernesto Villavicencio. Allí se destacan “El ciruja”, “Siga el corso”, una nueva versión de “Como dos extraños” y otro de sus grandes éxitos: “Ventarrón” un tango de 1933 con música de Pedro Maffia y letra de José Horacio Staffolini.
En 1998 graba “Simplemente Luisito” y en 2000 su último logro “¿Qué te pasa Buenos Aires” En estas dos placas lo vuelve a acompañar Pisano y merecen destacarse creaciones como “Me quedé mirándola” “Trasnochando” , “Bajo Belgrano”, “Tarde gris” y una interpretación extraordinaria de “Ivette”.
La última actuación de Cardei fue en Opera Prima, en pleno corazón de Recoleta. Según Pisano se descompuso en el escenario mientras cantaba “Los cosos de al lao”. Pisano le había dicho que no cantara, que no se esforzara, pero parece que Cardei no podía decirle que no al pedido de una dama. Estuvo internado varios días y muchos pensaron que una vez más saldría del sanatorio, que una vez más le haría una gambeta a la muerte. Esta vez no fue así. El 18 de junio de 2000 días antes del inicio del invierno, Cardei marchó al silencio.

En sólo 6 años desde su aparición en las tablas "finas", Cardei logró grabar tres discos, tener entre su público a intelectuales y famosos y ser llamado "el rengo fascinante" por la publicación francesa Le Monde Diplomatique.

Con una salud muy frágil marcada por la hemofilia, su renquera también hablaba de otro padecimiento: había tenido polio cuando era un chico. Pero ni con todo ese sufrimiento a cuestas se permitió abandonar la batalla: trajinó distintos trabajos —fue desde levantador de quiniela hasta vendedor— y el tango le dio revancha.

Su repertorio, esquivo de los lugares comunes del tango, estaba armado con canciones de los 40 hacia atrás que marcaban el corte gardeliano que tanto le gustaba. "Después surge el poeta que perfuma el tango, lo intelectualiza y entonces, para sentir la letra ya hay que pensarla. Yo necesito emocionarme con el argumento ya que juego interpretando al personaje", decía de su estilo allá por 1996. Su pequeña figura y su sencilla voz armaban el clima y el show de quien fue bautizado entre 1994 y 1999 como "el cantor del momento" o "la última revelación tanguera" que dio Buenos Aires.

En 1997, cuando ya había grabado dos discos, Pino Solanas lo llamó para cantar en su película "La Nube". Y esa aparición en la pantalla grande ayudó a crear su último gran apodo: el nuevo Goyeneche. Pero Cardei, que el 3 de julio próximo cumpliría 56 años, se tomaba las comparaciones con humor y prefería aclarar que no creía "en las sucesiones" pero, si le dejaban pedir, quería ser Gardel.

Ventarrón, Siga el Corso, Barrio Viejo, Los cosos de al laú o Prisionero son algunos de los tangos más recordados de los shows que hizo en estos años en El Club del Vino, El Paseo La Plaza, el Foro Gandhi u Opera Prima

ALBERTO ECHAGUE UN CANTOR UNICO E IRREPETIBLE

Su verdadero nombre era Juan de Dios Osvaldo Rodríguez Bonfanti. (8 de marzo de 1909 – 22 de febrero 1987) 
Cantor. Compositor. Inició su labor artística en 1934, por ondas de Radio Stentor.
Integró, en 1935, la orquesta de Ángel D'Agostino. Al margen de varias actuaciones como solista y como vocalista de las orquestas de Juan Polito, Rodolfo Biagi y Juan Sánchez Gorio, lo capital de su trayectoria quedó asociado al conjunto de Juan D'Arienzo, del que fue pilar indiscutible a lo largo de quince años, grabando desde el tango Indiferencia (1937), para Victor,ue el cantor más importante de la orquesta, el más taquillero, pero además, un caballero, un hombre de bien al que nunca la fama lo mareó y que, pese a los avatares de su carrera artística, supo formar una familia y ganarse el cariño de todos los que lo conocieron.. La madrugada, fue uno de sus más valiosos trabajos interpretativos y Bien polenta, Chichipía, El tarta, El hipo, dentro de un repertorio irremediablemente chacabano de la década del cincuenta, sus mayores sucesos. Compartió, luego, el cartel con Armando Laborde, con orquesta dirigida por Alberto Di Paulo.
Compositor de los tangos Gladiolo y La tango. En 1968, se reincorporó a la orquesta del maestro Juan D?Arienzo, viajando con ella al Japón

miércoles, 7 de marzo de 2012

MARIO GROSSI: Que hable el corazón

MARIO GROSSI
Mario Grossi nació en el mitico barrio de Floresta un 28 de octubre de 1933.
Un violín, el de Mario Grossi, mentor del cuarteto "Sur Tango" y La Orquesta de Tango de Bahía Blanca, crea un clima de nostalgias cadeneras, que se explican también en las voces del bandoneón –identificado con un gordo triste-, del piano, el contrabajo y las voces de cantantes que expresan el tango, la milonga, el vals y el candombe como han sido y son, substanciales, afectivos, evocadores y sentimentales, enriquecidos en parte con arreglos de Lucio Passarelli y Oscar Grossi.
Este fanatico del club Velez Sarfield, realizó sus estudios musicales con los maestros Manuel Sitjar, Carlos María Ramos Mejía y Fernando Favero. Actuó en diversos conjuntos de cámara y con las orquestas de tango de Héctor Varela, Miguel Caló y Osvaldo Piro, entre otros.
Formó parte de la Orquesta Sinfónica de Entre Ríos, Chaco y Corrientes. Donde también se desempeñó como docente en el Conservatorio de Música.
En 1981 se radicó en Bahía Blanca y desde entonces es intergante de la Orquesta Sinfónica Provincial de dicha ciudad. En septiembre de 1992 dirigió un concierto de música de Astor Piazzolla en la Sala Auditorium de la Universidad Nacional del Sur, que se repitió en el Teatro Municipal de nuestra ciudad.
Organizó y dirigió el espectáculo "Tributo a Pichuco", que tuvo lugar en 1996 en el Teatro Municipal de Bahía Blanca y en la Base Naval Puerto Belgrano.
Dirigió como invitado la Orquesta Sinfónica Provincial de Bahía Blanca en distintos conciertos que contaron con la participación, entre otros, de Néstor Marconi, José Colángelo, Fernando Suárez Paz y Jorge Dragone.
Temas clásicos, de todos los tiempos y asimismo de los años del 1930 del embalurde componen su repertorio, que no tienen nada de inextricable para el corazón de nuestras gentes, protagonistas de leyendas e historias de barrio, ciudad, instituciones sociales de abolengo suburbano, de esquina y café, igualmente ámbito de milonga payadora.
Parcelas de vida argentina, con personalidad cancionera o instrumental; voces y figuras de santuarios y bailongos de arrabal y centro, con el signo de pasiones ostensibles.
A más, el tema Villa Mitre, donde igualmente se evoca un corazón mirando al sur, desde la Bahía Blanca, en cuyo escenario tuvieron  presencia guapos, canciones porteñas y candombe negro, como sacar chispa a rolete, en una tierra querida, bien criolla y bien argentina, porteña o de aquí, en el otro sur del gotán.
En circunstancias críticas para los emprendimientos culturales que involucren gran cantidad de personas y muchas horas de trabajo por un escaso rédito económico, el Maestro Mario Grossi asumió el propósito y la responsabilidad de una Orquesta de doce componentes de reconocido valimiento, con las aristas propias de una ciudad, Bahía Blanca, cuya evolución cultural, artística, literaria y musical, es ostensible y se halla en alto nivel.
Con el cuarteto” SURTANGO” conformado por el pianista Desmar Roza, el bandoneón de Juan Micik,el contrabajo de Hugo Francisquelo y Grossi en el violin logro a mi criterio su mejor trabajo discográfico “El Corazon al Sur” con los cantantes Susana Matilla y Pablo Gibelli.
Mario Grossi, violinista de óptima trayectoria, asumió la dirección, tal como ya lo hizo de manera óptimamente probada en un extenso itinerario profesional, y pone de manifiesta su rigurosa formación, su motivación raigal inmanente, así como su respeto al público que ama el tango y tiene la pasión de un resultado histórico y cultural que exterioriza tradición- y a la vez innovación- querencias, ternuras y sentimientos que armonizan con un pasado que siempre vuelve, inmarcesiblemente remozado con el espíritu renovador del artista.
La Orquesta de Tango de Bahía Blanca abriga el propósito de volver, siempre, al escenario, como Pichuco al barrio, perdurablemente, como en el poema memorable. Así, es parte de una vida tanguista común, abrazada a los amigos del gotán, que sienten lo que la música expresa de modo auténtico y hondos sentimientos y creen devotamente en el arte popular que posiblemente sea de manera no ostensible, en el caso del tango, en la opinión de Arturo Toscanini, la “música popular más profunda del mundo”.
Discépolo había dicho: “Al tango no le gusta la cárcel” y se refería a las celdillas rígidas del tecnicismo musical y de las estructuras y la literatura de gabinete. El tango deja abierta esta posibilidad. El Maestro Mario Grossi la actúa como es el tango en su grandeza y autenticidad.
¡Que hable el corazón! ¡Que vibre el sentimiento al compás de la Orquesta! ¡Que se engarce en el espíritu de cada uno lo que es fruto de una historia y una leyenda! ¡Levantemos la vista, que alto, muy alto, hay una estrella que tintinea tango y que impronta sus vibraciones en el instante que viene para quedarse aquí, sin importar si es realidad o es sueño!.


domingo, 4 de marzo de 2012

Una milonga que peina canas...

En 1942, el excelente cantor Alberto Gómez se ganó su lugarcito en el parnaso tanguero - burrero, con su “Milonga que peina canas”, que el mismo estrenó y que ha sido interpretada magistralmente, por Roberto Goyeneche y Raúl Berón, entre otros...
Alberto Gómez, (1904 - 1973), apodado Nico y El Cabezón y a quien el propio Carlos Gardel, bautizó cariñosamente como “El Pingo de Lomas”, ( por Lomas de Zamora, su ciudad natal, en la región suburbana del Gran Buenos Aires ), se llamaba en realidad Egidio Alberto Aducci.
Para tener una idea de su calidad y competencia basta con decir que era el cantor preferido por Enrique Santos Discépolo para cantar sus temas. Como compositor le debemos los tangos "Del tiempo de la morocha", "Tolerancia", "Que nadie se entere" -grabado estupendamente por Francisco Canaro-, "Cansancio" y su gran éxito "Que sea lo que Dios quiera", junto a su tema turfístico "Milonga que peina canas" (1942), su obra más recordada. Aunque todos los burreros la tienen en sus oídos, en su memoria y en su corazón y seguramente también la han tarareado mas de una vez, reproducirla es una obligación:
“Allá en el tiempo del jopo, peinao al agua florida, cuando era linda la vida y era mi escuela un stud, nació mi amor por los pingos con Stiletto y Surplice y ese amor echó raíces al llegar mi juventud.
Las chaquetillas famosas dejaron en mis oídos frufrú de tiempos queridos que ya no pueden volver; y hoy que tengo la cabeza cubierta por tanta nieve, con los hijos de Congreve vuelvo a rejuvenecer.
Milonga que peina canas y llora por San Martín, Amianto, Niobe, Porteño, Cordón Rouge y Pipermint. Milonga que peina canas y ablanda mi corazón como Old Man y Botafogo, Rico, Lombardo y Macón.
Yo vivo con los recuerdos de Floreal y Melgarejo, Mouchette, Omega, Bermejo, Mineral, Cocles o Ix Y cuando llegue la hora de dar el último abrazo, me iré pensando en Payaso para morirme feliz.
Milonga que peina canas y está llorando de pena por que Argentino Gigena se fue sin decirle adiós; nosotros también, milonga, pensando en tiempos remotos, con muchos boletos rotos, tendremos que ver si hay Dios.”
La milonga de Alberto Gómez, escrita en 1942, registra el nombre de los principales cracks hasta ese año, en los que se puede resumir una historia brillante del turf argentino. Stiletto, Surplice, Congreve, San Martín, Amianto, Niobe, Porteño, Cordón Rouge, Pippermint, Old Man, Botafogo, Rico, Lombardo, Macón, Floreal, Melgarejo, Mouchette, Omega, Bermejo, Mineral, Cocles, Ix, Payaso, integran la lista original, a la que en versiones posteriores se agrega, por parte de los intérpretes, el nombre inevitable de Yatasto, el fenomenal pingo del Stud Atenas.
Stiletto fue ganador del Gran Premio Nacional de 1886 y el primero en conquistar el Gran Premio Internacional de 1887, -que luego pasaría a llamarse “Gran Premio Carlos Pellegrini”- y uno de los primeros grandes padrillos, junto a otros no mencionados por Alberto Gómez, como Gay Hermit, (también ganador del Pellegrini) Keir y Gloration, del Haras La Quinua, de Santiago Luro, que luego pasaría a ser, a partir de 1890, el ahora más que conocido Ojo de Agua, donde nacieron mas de veinte ganadores del Gran Premio Nacional, entre ellos el ya mitológico Forli, ganador en 1966 de la cuádruple Corona –Polla, Jockey Club, Nacional y el Gran Premio Internacional, Carlos Pellegrini-.
En 1927 aparece en las pistas, Congreve, hijo de Copyright y Per Noi, fundador de una familia famosa de innumerables ganadores, que debutó entrando segundo de Levantisco, pero que en seguida ganó dos carreras comunes, la Polla de Potrillos y los clásicos J. Zubiaurre y Montevideo.                          En 1928, repuesto de una fisura que le impidió correr la internacional el año anterior, ganó el G.P. Carlos Pellegrini; en 1929, se impuso en los Clásicos: Gral. Belgrano, Pueyrredón, Chacabuco, V. L. Casares, y Municipal en Maroñas; en 1930, volvió a ganar el Vicente L. Casares.
Congreve corrió 21 carreras y ganó 12, fue segundo en 5 y tercero en 2; su récord de padrillo es más impresionante: tuvo 282 hijos, en trece producciones, de los cuales 177 fueron buenos ganadores. Ganó la Estadística de Padrillos en 1937, 1939, 1940, 1941, 1943, 1944 y 1945; y la Estadística de Abuelos Maternos en 1948, 1949, 1951, 1952 y 1953. Entre sus nietos figura Yatasto, Caballo del Año en 1951, que corrió 22 carreras y ganó 21; ganador de la Cuádruple Corona : en 1951, Yatasto ganó la Polla de Potrillos, el Jockey Club, el Nacional y el Pellegrini, y también los clásicos Miguel Cané, Montevideo. R. y R. Chevallier. Santiago Luro y Guillermo Kemmis.       En 1952 ganó el Gran Premio de Honor, el Pueyrredón y el Chacabuco. En 1953 repitió en el Gran Premio de Honor y en 1954, el Municipal en Maroñas. Yatasto (Selim Hassan y Yucca, por Congreve , Haras Las Ortigas) defendió los colores de un stud uruguayo, Atenas, nombre con el que su propietario, el Sr. Sbarbaro, rendía su homenaje de cariño al Club Atenas y a la famosa Troupe Ateniense.
El nombre de Yatasto es introducido por los intérpretes tangueros cuando cantan la “Milonga que peina canas”, en la frase original que dice “cuando llegue la hora de dar el último abrazo, me iré pensando en Payaso para morirme feliz”, en la que sustituyen el nombre de Payaso, por el del crack del Stud Atenas.    Pero el fabuloso pingo del Atenas, tiene también por lo menos cuatro tangos o milongas dedicados en exclusividad: -A Yatasto. Luis Fernando Baravaglio -Lucho Arroyo; -Milonga para Yatasto. Rodolfo Lezica - Alberto Ferrari; -Yatasto. Vicente Alfredo Calabro- Pedro Gregorio Gallelli ; -Yatasto, puñado de viento- Luis Mendoza - Juan Sánchez Gorio
Amianto, un alazán propiedad de don Carlos Pellegrini, debutó en 1891, y ganó las seis carreras que corrió, entre ellas, el Jockey Club y el Nacional de ese año; en el Haras engendró en la primera década del siglo XX, un fenómeno de las pistas: el triple coronado Melgarejo, ganador de innumerables clásicos en 1906 frente a Floreal, otro gran pingo ganador clásico en aquel año.                                          Melgarejo fue uno de los caballos que más dinero ganó en la cancha en 1909, título que mantuvo hasta 1926, cuando lo desplazó Macón, -que ganó dos veces el Pellegrini en 1925 y 1926, cuidado por una leyenda del entrenamiento, Naciano Moreno, que convirtió la cuida en un arte mas preciso, lindante con la ciencia. Naciano Moreno era un profundo conocedor y un intuitivo, de las posibilidades físicas que podía otorgar un buen entrenamiento. No solo fue uno de los primeros en aplicar a sus pupilos una dieta especial y un abigarrado cóctel de tonificantes permitidos por los reglamentos, sino que el entrenamiento intensivo al que sometía a sus planteles le confirieron un aura especial que poco a poco fue haciendo escuela hasta que todos terminaron por imitarlo.
A partir de él ya nadie confiaba exclusivamente en las condiciones de un animal sino -sobre todo- en las virtudes de la preparación. El sapiente Naciano, que impuso los caballos flacos, llegó, incluso, a codificar toda una tipología completa del carácter, 1a personalidad y el comportamiento de un caballo en plena carrera. A su cuidado, entre otros campeones, estuvo Rico, ganador de la cuádruple corona de 1922 y otros siete clásicos. Lombardo fue otro excelente pingo que estuvo al cuidado de Francisco Maschio, el cuidador uruguayo que llevo a Irineo Leguisamo a Buenos Aires en 1922. Lombardo, buen ganador clásico en 1924, -Jockey Club, Nacional y Pellegrini, entre otros-, tuvo la distinción de ser montado por Leguisamo y también por Máximo Acosta, el popular “Negro Maximino”, que en 1949 ganó 149 carreras, todo un récord para su tiempo. Sobre Lombardo, Antonio Buglione, violinista y chansonier de la orquesta de Osvaldo Fresedo, cuenta que Carlos Gardel, que ya le había cantado su tango "La Maleva", también iba a grabarle un tango dedicado a ese pingo, que justamente llevaba ese nombre. “Como una estrofa decía "Lombardo querido, que nunca te ha vencido, ningún otro corcel..." y en esos mismos días este caballo perdió el invicto, ya no lo quiso hacer. Insistí diciéndole: "Arreglamos la frase poniendo "Lombardo querido, que sólo te ha vencido, Serio el gran corcel..." (Serio se llamaba el caballo que lo venció). ..A lo que me contestó: "Vos tenés cancha pibe... pero Lombardo me desilusionó". Seguramente un desencanto en la pista y mayor en la ventanilla.
Porteño fue otro pingo memorable de la última década del siglo XIX, ganador de numerosos clásicos, incluidos el Nacional de 1895 y el Internacional de 1896, imponiéndose en ambos “duelos” al uruguayo Imperio. En 1902 apareció en las arenas de Palermo un magnifico potrillo, el primero que ganó la cuádruple corona: Pippermint, un tordillo que, según un cronista “sacó de pobre a mas de uno” y cuya sola presencia llenaba las tribunas del hipódromo. Pippermint es el primer pingo que dio su nombre a un tango. Lo compró luego un magnate sudafricano y se lo llevo a Ciudad del Cabo, donde nunca repitió sus grandes performances.      De vuelta en Argentina, tuvo fecunda tarea en el haras, destacándose, entre otros, su nieto Payaso.
En 1908, apareció otro ídolo popular de la pista palermitana, ganador la cuádruple corona y otras 18 carreras. Era hijo de Orbit y Moissoneuse, lucia las sedas de la Petit Ecurie, lo cuidaba Lauro de los Santos y lo montaba Hernán Estévez y se llamaba Old Man, al que las tribuna popular, repleta a su convocatoria, llamaba El Grande. Para tener idea de lo que significó en su tiempo este pingo fabuloso, alcanza con leer la nota previa a su despedida de las pistas, publicada en la revista PBT, -competidora de Caras y Caretas-, el 15 de Setiembre de 1906, bajo el título “Notas de Sport”, porque el turf, es oportuno decirlo, era el único deporte que merecía en aquel tiempo un espacio permanente en las publicaciones de la época.
Decía PBT: “Con la reunión de mañana que tiene por base el gran Premio de Honor, estamos ya en el intermedio de la serie de grandes premios que ofrece anualmente el Jockey Club y que no solo resultan brillantes fiestas hípicas, sino también agradables reuniones sociales, que congregan en el parterre de la tribuna oficial, a todo cuanto tiene de más selecto y distinguido nuestro mundo elegante. “Constituye pues el clou del programa de mañana, la histórica Copa de Oro, carrera que anualmente disputan los mejores racers de nuestras pistas y que generalmente todos los años ha tenido un desenlace previsto, lo que pone de manifiesto que sobre los buenos campeones pueden siempre hacerse apreciaciones que tengan por base la lógica, pues no alternan como animales de otras categorías, que cambian por completo produciendo las más irregulares performances. “Este año, sin embargo no presenciaremos como en otras épocas, uno de esos encuentros excepcionales entre varios especialistas en la distancia, pues con la presencia de Old Man, el caballo mejor dotado que haya existido en nuestro turf, la chance de cualquiera que quisieran enfrentarse sería muy difícil, por no decir imposible. “El hijo de Orbit ha obtenido ya una primer victoria en este clásico y ha conquistado tantos triunfos de mérito con los colores de su ecurie y en forma tal, que ha confirmado plenamente la bondad de su clase y la excepcionalidad de sus medios, pudiendo decirse hoy que Old Man, para gloria de nuestro turf, marcha a la cabeza del selecto lote de racers célebres que han desfilado por nuestras pistas. “En tal sentido no es difícil que la carrera quede librada a un walk over o un paseo triunfal para el representante de la casaca blanca y oro. Creemos, convencidos, que el célebre campeón encontrará en la ultima prueba de su gloriosa campaña, una digna coronación de su paso por las pistas”.
Si Old Man –que hizo también el double event en el Gran Premio Internacional (1904 y 1905- fue un crack en las pistas, como semental alcanzó resultados incomparables: entre sus hijos, figura Botafogo, cuyo solo nombre es la exaltación del turf. Alazán, nacido en el viejo Haras El Moro, el 7 de Noviembre de 1914, su madre fue la yegua inglesa Korea, llegada a la Argentina desde los Estados Unidos algunos años antes. Ganador de la cuádruple corona de 1917, impuso su incomparable calidad en 17 de las 18 carreras corridas.           Fue derrotado una sola vez por Grey Fox, un tordillo buen ganador de handicaps, que cuidaba Juan Torterolo y lo corría su hermano menor, Mingo, uruguayos ambos. Pero esa es otra historia, de la que hablaremos más adelante.
Mouchete, (Pietermaritzburg – Rivera) ganó dos años seguidos –1911 y 1912- el Internacional y tres veces el Gran Premio de Honor, y el Premio Gral. Pueyrredón de 1912, en el que Mouchette, montada por el uruguayo Domingo Torterolo, mantuvo en la meta media cabeza sobre Juez de Paz ( V. Fernandez ) luego de luchar ambos rivales - únicos competidores- los 4.000 metros de la carrera, cabeza a cabeza.                 Torterolo consideró a este triunfo como el más difícil y laborioso de su carrera.
Cocles, ganador de la polla de 1929 y del Gran Premio Internacional en 1930, arrebató a Mouchette el record de los 3.500, establecido por la excepcional hija de Old Man, en 1912. Este alazán hijo de Copyright y Ecilia Metella, fue apodado "el bull-dog" porque no “largaba” cuando se prendía en una lucha. En 1931 gano el Gran Premio Internacional José Pedro Ramírez en Maroñas, con la monta de Irineo Leguisamo. En su momento llegó a ocupar el segundo lugar en la lista de animales ganadores de mayor suma en Sudamérica.
Ix, fue uno de los primeros hijos de Congreve (y Betha). Zaino colorado de hermosa estampa, se impuso en los premios Jockey Club, Nacional y Pellegrini(1935). Mineral, apareció en 1931. Hijo de Leteo y Moderna, era medio petizón, pero “sencillamente hermoso”, según anotaba el celebre periodista uruguayo Last Reason.  Era un colorado de pelo brillante, que reverberaba y se tornasolaba en la pista, y, además, malacara de un lado y pampa del otro. Ganador de la cuádruple corona y de otros clásicos en forma aplastante, era uno de esos caballos que concitaba el cariño popular.
El invicto Payaso (Re-Echo – Payasada, zaino colorado) aparece en 1932, al cuidado de Francisco Maschio y con la monta de Irineo Leguisamo, una dupla que ya estaba consagrada en la afición, ganando el Jockey Club, el Nacional y el Carlos Pellegrini y también los clásicos Chevallier y Rivadavia.
Es poco lo que sabemos de Surplice, que se impuso en el Nacional de 1885. De Niobe, se puede decir que gano el Nacional de 1892, de Cordón Rouge que prevaleció en el Jockey Club y el Nacional de 1900, y de Omega que impuso su condición en el Nacional de 1918, todos buenos pingos ganadores clásicos, al igual que San Martín, que ganó Jockey Club y Nacional de 1890 y Floreal, que tuvo buenas performances en una generación de campeones, ganando el Nacional de 1905. Alberto Gómez cierra sus versos con una alusión de Argentino Gijena, jockey promisorio muerto en una rodada en la pista de Palermo en 1911.
Fragmento de “Preparate pal domingo - Tango y Turf, dos pasiones populares” de Romeo Otero Bosque, Ediciones de la Plaza, Montevideo.