Y su casa -que era casa de músicos, con un tío que cantaba antiguos estilos y milongas no menos-, recibía a menudo, reseros, cantores, payadores y verseadores, portadores de una expresión criolla que lo marcó, llevándolo -andando el tiempo-, a iniciarse en la composición de sus criollos versos.
Preocupado por hablar con fundamento, se nutrió en la lectura de buenos autores, y su profesión de cantor criollo que lo llevó a recorrer toda la provincia, le brindó el paisaje y el contacto con gente campera, completando así su aprendizaje.
La consistencia rítmica de su guitarra la trasladó a sus versos, y así, con un lenguaje popular mechado con expresiones camperas, le escribió a ranchos, pingos, pilchas, personajes, parejeros, tareas, boliches, por decir algo, pero su continua afición por la lectura de temas históricos, terminó por volverlo un entendido en la historia fronteriza de fortines y tolderías, y en estos temas, siempre al modo criollo, abordó la composición de su poesía, con asuntos e historias nunca antes referidas.
Del Valle es un buen poeta, conciso, claro en su expresión y original en su creación, y si durante mucho tiempo privilegió su condición de cantor relegando su realidad de poeta, finalmente le abrió las tranqueras, floreciendo así las siguientes publicaciones: “Hablando en Criollo”, “Entre los Talas”, “Cantando lo Mío”, “Bordoneando”; y con condición de revista publica en 2001 “Héctor del Valle con la historia Argentina”, que sería, de alguna manera, un anticipo de su más preciado libro aparecido en 04/2004, “Cosas de la Historia Chica”, de importante formato y con 422 páginas.
Preocupado por hablar con fundamento, se nutrió en la lectura de buenos autores, y su profesión de cantor criollo que lo llevó a recorrer toda la provincia, le brindó el paisaje y el contacto con gente campera, completando así su aprendizaje.
La consistencia rítmica de su guitarra la trasladó a sus versos, y así, con un lenguaje popular mechado con expresiones camperas, le escribió a ranchos, pingos, pilchas, personajes, parejeros, tareas, boliches, por decir algo, pero su continua afición por la lectura de temas históricos, terminó por volverlo un entendido en la historia fronteriza de fortines y tolderías, y en estos temas, siempre al modo criollo, abordó la composición de su poesía, con asuntos e historias nunca antes referidas.
Del Valle es un buen poeta, conciso, claro en su expresión y original en su creación, y si durante mucho tiempo privilegió su condición de cantor relegando su realidad de poeta, finalmente le abrió las tranqueras, floreciendo así las siguientes publicaciones: “Hablando en Criollo”, “Entre los Talas”, “Cantando lo Mío”, “Bordoneando”; y con condición de revista publica en 2001 “Héctor del Valle con la historia Argentina”, que sería, de alguna manera, un anticipo de su más preciado libro aparecido en 04/2004, “Cosas de la Historia Chica”, de importante formato y con 422 páginas.
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