Otro de sus méritos fue haber logrado en poco tiempo varios éxitos con versiones como "Te llaman malevo", "Callejón" y "Chuzas", (de ahí el apodo con diminutivo que se menciona al principio de estas líneas). Incluso se destacó con versiones de temas como "La flor de la canela", clásico peruano que difícilmente esté asociado al repertorio tanguero. Esa etapa de trabajo con Pichuco duró unos pocos años, porque en la década del sesenta volvió a probar suerte como solista. Con los años tomó otros rumbos de trabajo, sobre todo en el hemisferio norte. Arrancó por Perú, Venezuela, Puerto Rico y luego pasó algunas temporadas en Nueva York, con el impulso que le dio Fernando Lamas.
En los Estados Unidos continuó desarrollando su carrera como cantante y en la Argentina matizó su oficio de cantor con incursiones en el cine. Tuvo pequeñas intervenciones en "Juvenilia", "Y mañana serán hombres" y "Sabaleros". En 1960 participó en "Sábado a la noche", bajo las órdenes de Fernando Ayala.
Durante su paso por las pantallas no se conformó con el simple rol de actor, o de cantante que actúa. En 1967 regresó a Buenos Aires con la idea de actuar y dirigir un libro propio que se llamó "Una cabaña en La Pampa". El film se estrenó en 1971. "No sé si será bueno, pero tengo la seguridad de que tendrá autenticidad", decía por aquellos años. Es que lo campero siempre estuvo presente en su trabajo, incluso en la elección de repertorios.
Siempre muy inquieto, en una de las últimas charlas con LA NACION, a fines de 2004, decía que "Los cantores no cumplen años, cumplen ciclos", y hablaba de varios proyectos: un documental, un libro, un nuevo CD, y sus actuaciones en distintos países.
La muerte lo encontró solitario,el 4 diciembre 2005, en su casa, luego de su última presentación en el Bar Tuñón.
Cárdenas fue uno de los mejores intérpretes del género milonga —con un estilo creativo y muy campero—, un gran difusor de la cultura popular y un personaje muy pintoresco de la bohemia tanguera.
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