miércoles, 26 de junio de 2013

JUAN CARLOS TAVERA

Nació en la localidad de Beccar, del partido de San Isidro en la provincia de Buenos Aires. Ojos
inmensamente claros, pelo trigueño aunque ya un poco escaso, dibuja la estampa de un gringo pero con alma tanguera.

En los años 60, formó un conjunto de jazz para tocar durante los carnavales en los clubes del barrio, junto a las importantes orquestas típicas. Por entonces, comenzó a estudiar música pero confesó que le costaba ceñirse a una lectura. El oído pudo más y le obedeció.

Tras una charla informal expresó lo siguiente: «Con la música estuve siempre, desde que comencé a comprender escuchaba cantar a mi viejo, un italiano del Véneto que tenía una oreja privilegiada. Cantaba todo tratando de imitar a los cantores porteños con su italiano enrevesado, como una escena de sainete. Fijate que enganchaba sin esfuerzo la tercera voz de cualquier cosa que se estuviera cantando. Fue un aglutinador de afectos y tenía pasta de líder. Él me inspiró para la letra de un tango: “Qué me querés vender” y mi vieja con lo suyo me inspiró para otro: “Vamos, Doña Rosario”. Hace poco tiempo, me encontré con un compañero del primario y me recordó que yo en los recreos me la pasaba cantando tangos. Para la barra del barrio tocaba el acordeón, pero pensando en un bandoneón, admiraba a Aníbal Troilo primero, luego a Carlos Di Sarli, a Alfredo Gobbi y a Horacio Salgán.»

Sus comienzos como letrista profesional arrancaron desde el año 1972, pero escribiendo temas folklóricos, grabando zambas y chacareras con los Huanca Huá. Pero supo decir: «Mi vena de siempre, desde pibe, fue la tanguera».

Un año más tarde se decidió a escribir para el tango. Una de las primeras, titulada “Dos ilusos”, fue llevada al disco con buen éxito, por Nestor Fabián, acompañado por la formación de Osvaldo Tarantino. Después, con los mismos intérpretes: “Vamos todavía”, con música de Tarantino.

«Fue Fabián el que me abrió las puertas del tango, más o menos por 1974, él ya era un gran estrenador de tangos nuevos, de los que no tienen voz».

Después fue requerido por Leopoldo Federico, Osvaldo Pugliese, Héctor Stamponi, Edmundo Rivero, Rubén Juárez, María Garay y otros. De casi cincuenta temas editados, encontramos: “La última esquina”, “Qué me querés vender”, “Se llama tango”, “Vamos Buenos Aires”, “Vientos del ochenta”, “El segundo violín”, “Después del ensayo”, “Tiempo de madurez”.

En una oportunidad dijo: «Generalmente escribo de noche porque los duendes son distintos. Pero cuando leo lo escrito a la luz del día, es otra cosa y comienzo con los retoques».

Sus temas llegaron a varios países de Latinoamérica e incluso al Japón. Un long play titulado “Cosas de barrio”, lleva la voz del actor Alberto de Mendoza que, entre tango y tango, lee textos suyos que son como un racconto del barrio.

También pensando en sus hijas, cuando pequeñas, hizo unas cien canciones infantiles. Siempre creó usando algunas teclas del piano pues confesó que lo toca como un boxeador.

Publicado en el diario Clarín en los años 80.

Nota de dirección:
Su primer tango fue “Sueño de hollín”, luego le siguieron “Pastillas de dormir”, “Mordiendo el puño” y el ya mencionado “Dos ilusos”. En 1970, para los Huanca Huá, escribió la zamba “Aroma del cerro”. Sus tangos con más grabaciones fueron: “Quinto año”, registrado por Adrián Guida con Pugliese dos veces (1981 y 1986) y Roberto Goyeneche con Raúl Garello (1990); “Vamos todavía”, por Rubén Juárez (1979) y “Vientos del ochenta”, por Juárez (1987) y Patricia Barone (1990), entre otras versiones. También, escribió canciones de otros géneros

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