domingo, 31 de marzo de 2013

Alfredo De Angelis El Colorado de Banfield


Alfredo De Angelis se inscribe dentro del grupo de orquestas que pusieron el acento en el baile. Esto sin embargo no significa que carecieran de valor artístico, por el contrario, eran afiatadas, muy bien orquestadas y contaban con grandes músicos y vocalistas.
Nuestra elite intelectual siempre peyorizó lo popular, lo que prendía rápidamente en el gusto de la gente, porque no valorizaba, ni valoriza, el fenómeno sociocultural que significa la danza.
Siempre escuché decir sobre De Angelis que era una orquesta “calesita”, que sólo servía en el salón, que le faltaba creatividad. Supongo que el adjetivo hacía alusión, a la curiosa modalidad de los bailarines de recorrer el terreno girando ordenadamente alrededor del perímetro de la pista. Desde otra óptica, la crítica podía apuntar a la música fácil, elemental y rutinaria de las calesitas (carruseles).
A estas definiciones las encuentro dasafortunadas.
De Angelis tuvo la belleza de un trabajo armonioso y sincronizado, del que resultaba un tango prolijo y sencillo, logrado con un eficaz manejo del ritmo y muy respetuoso de la melodía y del lucimiento del cantante.
Se dirá que el estilo era simple y la fórmula poco ambiciosa se repetía, pero hoy, a la distancia, me deleito escuchando sus grabaciones algunas de ellas antológicas. "Al pie de la Santa Cruz", "La brisa", "Ya estamos iguales" (con la voz de Carlos Dante), "Marioneta" (a cargo de Floreal Ruiz), "Atenti pebeta", "Un tango y nada más", "De igual a igual" (con Julio Martel).
Nació en la localidad de Adrogué (sur del gran Buenos Aires) y de muy chico comenzó a aprender solfeo y armonía. Sus primeras actuaciones fueron acompañando al cantor Juan Giliberti, que anunciaba sus presentaciones con carteles que afirmaban que el propio Gardel lo había reconocido como su sucesor.
Al poco tiempo pasa a la orquesta de Anselmo Aieta reemplazando al pianista Juan Polito. Como dato curioso, en aquella formación participaba como violinista Juan D'Arienzo.
Conjuntamente con el bandoneonista Ernesto de la Cruz, acompaña al cantor Félix Gutiérrez, exitoso estribillista de varias orquestas de la época. Fugazmente, allá por 1934, pasa por la orquesta de Graciano de Leone. Después arma un binomio con Daniel Álvarez y más tarde, integra la orquesta Los Mendocinos dirigida por Francisco Lauro.

Orquesta Alfredo De Angelis
Es recién a partir de 1940 que forma su propia orquesta, debutando el 20 de marzo de 1941 en el café Marzotto de la calle Corrientes, con los vocalista Héctor Morea, quien es el único de sus cantores que no llega al disco.
Actúa en radio El Mundo, con las voces del referido Morea y de su nueva incorporación, Floreal Ruiz. Así llegamos al “Glostora Tango Club”, mítico programa radial que se emitía diariamente y que estaba un ratito antes del más popular de los radioteatros: “Los Pérez García”.
Así, De Angelis adquirió fama y popularidad y no resultó extraño que el sello Odeon lo incorporara en su elenco artístico, donde grabó 486 temas, desde el 23 de julio de 1943 al 21 de enero de 1977.
De Angelis se caracterizó por haber elegido muy buenos cantores, basten como ejemplo: Floreal Ruiz, Carlos Dante, Julio Martel, Oscar Larroca, Juan Carlos Godoy, Roberto Florio, Roberto Mancini, Lalo Martel, entre otros.
El caso de Carlos Dante es muy especial porque ya había sido un consagrado estribillista y llega a la orquesta en su plenitud, convirtiéndose en su mejor cantor, su sello distintivo.
Alfredo De Angelis fue en el cuarenta el propulsor de los dúos vocales. Recorriendo su discografía se destacan en primer lugar el binomio Dante-Martel con sus “perlas” "Pregonera", "Remolino" y "Pastora", entre otros. Luego el dúo Dante-Larroca, después Juan Carlos Godoy con Lalo Martel y Roberto Mancini.
Es autor de "El taladro", en homenaje al club de fútbol Banfield, de "Pregonera", "Pastora" (ambos con letra de José Rótulo), "Qué lento corre el tren" (letra de Carmelo Volpe) y de esa maravilla melódica que es "Remolino" (también con Rótulo).
De Angelis no tuvo la impronta de Troilo ni de Pugliese, pero fue un director honesto que se refugió en un tango tradicional que llegaba fácilmente al reconocimiento popular. La prueba está en la cantidad de discos que grabó y que tuvieron un impresionante éxito comercial.

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