sábado, 11 de junio de 2011

Alberto Podestá: el último mosquetero de la generación dorada del 40


Maestro de cantores, actuó en Alemania, en Italia, en Colombia, en Costa Rica, en Estados Unidos. En las orquestas típicas más reconocidas de los ‘40 y los ‘50. Lo elogió Hugo del Carril. Lo eligieron los grandes. Y, sin embargo, cuando mete mano en su memoria, se queda con la imagen de “cuando era pibe, agarraba la escoba como guitarra y le cantaba tangos a mi vieja. Hacía, por ejemplo, ése que dice ‘ Al pie de un rosal florido, me hiciste tu juramento’ . Y mi mamá se volvía loca. Cantaba debajo de la higuera que teníamos en el patio de nuestra casita. Ella me alentó siempre. Sin mi viejita, no sé qué hubiera sido de mí”, se sincera, con el alma blanda y esa voz que el tiempo no pudo lastimar, Alberto Podestá, el ‘Gardelito’ de San Juan. O de buena parte del mundo.
“Me llamaban así porque cantaba todo su repertorio. Todos me conocían por el apodo y así, con 8 años, entré a trabajar a LV 5, una radio muy importante de mi provincia. Me pagaban 50 pesos por mes y con eso ayudaba mucho a la familia... Eramos cinco hermanos sin padre, que se murió muy joven. Pero yo me ganaba el mango desde mucho antes. A los 7 vendía caramelos y chocolatines en el cine. Ahí fue que descubrí las películas de Gardel”, recuerda el hombre que no olvida títulos como Melodía de arrabal , Luces de Buenos Aires o Espérame .
Ahora, a los 86 años, con la camisa cerrada hasta la garganta “para no chupar frío”, se anima a repasar viejos tiempos en un espacio que invita a la evocación emotiva. “Cuidador” del museo de SADAIC, abre las puertas de ese maravilloso arcón de los instrumentos, donde brillan, por caso, un violón corneta de Julio De Caro, o un bandoneón alemán de Eduardo Arolas o una mandolina de Mario Batistella. Hay un retrato de Francisco Canaro, fotos de Homero Manzi, de Paquita Bernardo -la primera bandoneonista argentina-, una foto suya con su hija.
“Hace tres meses que me dieron esta responsabilidad y me hace bien”, confiesa, mientras sigue llenando espacios de su agenda. El miércoles se presentará con Luis Filipelli en ‘Los 36 billares’, con el espectáculo Dos amigos siempre fuimos, el mismo que harán el viernes en ‘Ave tango’, un nuevo espacio de La Boca. Protagonizará “Recordando a Carlos Gardel” Junto a Filipelli y Gaby “La voz sensual del tango” en  Bahía Blanca el 24 de junio y en Mar del Plata, el 28 con producción de José Valle, eventos que tendrán como particularidad que en ambas ciudades se le rendirá un merecido homenaje a Carlos Gardel, que comenzará por la mañana con el descubrimiento de una escultura del Zorzal criollo sentado en un banco de plaza junto a la cual la gente pueda sentarse. Las mismas se ubicarán en la semipeatonal de la calle O´Higgins frente al centenario hotel Muñiz, en la urbe bahiense y en diagonal Pueyrredon e/ H.Yrigoyen y La Rioja, en la ciudad marplatense.
Desde esa vida atravesada por el tango, cuenta que “una vez fue a San Juan Hugo del Carril y los muchachos del cine le pidieron que me escuchara cantar. Y le gusté. Lo mismo pasó con el famoso dúo (cómico) Buono-Striano, que también estuvo por allá. Y tanto Hugo como ellos me ofrecieron ayuda si venía algún día a Buenos Aires”.
Y en el ‘39, sin haber cumplido todavía los 15, viajó con su hermano mayor: “Juntamos 900 pesos, que era un montón de guita , y paramos en la pensión de Piedras 180: dormíamos cuatro en una pieza, con otros dos sanjuaninos. Enseguida fui a buscar a (Salvador) Striano al teatro Empire y a Hugo lo esperé a la salida de la audición Palmolive . Y los dos me ayudaron mucho”. Siente que el camino comenzó a abrirse cuando “una señora y un matrimonio me llevaron a la confitería bailable Paradise para que Roberto Caló me escuchara. Canté, le gusté también a él y me dijo ‘Mañana a las 12 te llamo a la pensión. Quiero que hagas una prueba y te vea mi hermano, Miguel, al que se le va el cantor’.
Al día siguiente fui y me hizo cantar de 4 a 6 de la tarde. Y me citó para la función vermouth del cabaret Singapur, a las 7. Me fui volando a cambiarme, me puse un traje marrón a rayitas y desde ese día Miguel Caló me dejó para su orquesta”.
No se olvida que eso ocurrió el 13 de diciembre del ‘39. Como no se olvida de nombrar a las orquestas de Di Sarli, de Francini y Pontier o la de Pedro Laurenz, algunas de las típicas con las que supo hacerse oír. No olvida tampoco nombrar a Colombia, “el país que me recibió con los brazos abiertos, cuando me fui porque no me sentía muy valorado por algunos artistas. No sé, Mariano Mores, por ejemplo, era muy amigo mío, pero no me llamaba para cantar. Me sentía a un lado y entonces me fui”.

 


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