lunes, 1 de octubre de 2012

“Mi Buenos Aires Querido” CHAMUYANDO- Eduardo Giorlandini


El tango canción “Mi Buenos Aires Querido” es infrahistoria, una expresión de individualidad, como así todas las letras tangueras; transpira lirismo, no melodrama; un canto a la esperanza, al reencuentro que extingue penas y olvido.
Dibuja el barrio, con su geografía antigua, con su farolito y la pebeta; el sentimiento amoroso y el amor al barrio y a la ciudad que fue la cuna del tango y el regazo del bandoneón; memoración de la vida de un hombre -cualquier hombre- que atesora recuerdos y querencias.
Y en ese enclave:

“En la cortada más maleva una canción
dice su ruego de coraje y de pasión”.

La película
Con música de Carlos Gardel y letra de Alfredo Le Pera, lo cantó el “Zorzal Criollo” en la película Cuesta abajo, en la que “El Morocho del Abasto” actúa con Mona Maris, Anita del Campillo, Vicente Padula, Manuel Peluffo, Carlos Spaventa, Jaime Devesa y el mismo Alfredo Le Pera, que hace el papel de “Un hombre”.
La cinta se filmó en Long Island (Nueva York), en mayo de 1934 y se estrenó e 5 de septiembre del mismo año, en el cine “Monumental”, ubicado en la calle Lavalle número 780, de la ciudad de Buenos Aires.

Las primeras grabaciones
Con el apoyo de la discografía de Eduardo Romano, anotamos, confirmando algunos datos con las obras de José Gobello, que fue grabado por Carlos Gardel con la orquesta de Terig Tucci, en Nueva York, en el sello “Víctor” (1934); por Francisco Canaro, con la voz de Carlos Galán, en “Odeón”, en el mismo año y con posterioridad al citado sello, que lo realizó en el mes de julio; por Alberto Soiffer, cantando Roberto Quiroga, en “Víctor” (1942); Horacio Deval, con orquesta dirigida por Argentino Galván, en “T.K.” (1953); Héctor Mauré, con guitarras, en “Odeón” (hacia el final de 1968). Después se hicieron otras grabaciones: Guillermo Fernández, con orquesta dirigida por Carlos García, en “Odeón” (marzo de 1979); “Los Cinco Latinos”, con la voz de Estela Raval, acompañada por batería, piano, guitarra y bajo eléctrico, además del coro (“Diapasón Producciones Fonográficas S.A.C.I.”, Buenos Aires, sin fecha).

La letra
Los versos de Le Pera se insertan en cierto contexto, que fue descripto por José Gobello en su libro Crónica del tango. Al referirse a Gardel, luego de que la “Paramount” promovió el encuentro con Le Pera, anota: 

“Ahora debe cantar en un idioma que pueden entender los españoles y los latinoamericanos, pero que, sin embargo, no carezca de color local. La creación de ese idioma se debe a Alfredo Le Pera... El mérito de Le Pera consiste en haber escogido palabras, giros y metáforas que no violaban la asepsia lingüística impuesta por la índole del negocio y, sin embargo, tenían sabor a tango. Olvidémonos de ‘Melodía de Arrabal’ donde todavía hay algún lunfardismo. Veamos las canciones escritas para las películas neoyorquinas, que son aquellas en las que Gardel, ya definitivamente convertido en astro hispanohablante, no puede permitirse utilizar términos de difícil comprensión... Y tuvo también el buen tino de contrabandear algún lunfardismo esporádico, pensando que, de todos modos, el mercado argentino seguiría siendo el más importante para Gardel. 
Así, por ejemplo, en “Golondrinas” hace cantar: ‘Criollita de mi pueblo, pebeta de mi barrio’ “.
  
Mas, en mi opinión, debemos rastrear ligeramente algunos de los vocablos de “Mi Buenos Aires Querido”:

“Mi Buenos Aires querido,
cuando yo te vuelva a ver
no habrá más penas ni olvido.
El farolito de la calle en que nací
fue el centinela de mis promesas de amor.
Bajo tu quieta lucecita yo la vi
a mi pebeta luminosa como un sol.
Hoy que la suerte quiere que te vuelva a ver,
ciudad porteña de mi único querer,
oigo la queja 
de un bandoneón,
dentro del pecho pide rienda al corazón.

Mi Buenos Aires
tierra florida,
donde mi vida
terminaré,
bajo tu amparo
no hay desengaños,
vuelan los años
se olvida el dolor.
En caravana
los recuerdos pasan
como una estela
dulce de emoción...
Quiero que sepas 
que al evocarte,
se van las penas 
del corazón.

La ventanita de mi calle de arrabal
donde sonríe una muchachita en flor.
Quiero de nuevo yo volver a contemplar
aquellos ojos que acarician al mirar.
En la cortada más maleva una canción
dice su ruego de coraje y de pasión,
una promesa
y un suspirar...
Borró una lágrima de pena aquel cantar.

Mi Buenos Aires querido,
cuando yo te vuelva a ver
no habrá más penas ni olvido”.

Como no hay lunfardismos en estado de pureza y además existen argentinismos -en un sentido más amplio y por ahora- y voces criollas y gauchescas, deberíamos deslindar -al solo efecto del análisis- el vocabulario de la letrística tanguera y de la poesía lunfarda, o lunfardesca y de otras fuentes de la literatura popular argentina, para aceptar que en todo ello -y en mucho más- existen también los cimientos de lo que en el futuro puede constituir un idioma nacional argentino, cualquiera sea la denominación que se le ponga o que se imponga espontáneamente, así sea la expresión “lunfardo”. Asimismo, debemos reconocer que los lunfardismos son tales por diversidad de circunstancias, factores y componentes.
El lunfardismo existe venga de donde venga el vocablo, con tal que nuestra gente le haya incorporado algún elemento, cualquiera, a la grafía de la palabra o a su significación, se trate de curda o de afanar, que son de origen español. Recorriendo la letra de “Mi Buenos Aires Querido”, entonces, puntualizamos algunas voces que solamente los argentinos, gracias a dichas fuentes y al uso histórico, conocemos, usamos y sentimos como parte de nuestra propia circunstancia. Tales son farolito, pebeta, bandoneón y las expresiones dentro del pecho pide rienda al corazón (de origen campero) y la ventanita de mi calle de arrabal. Y agrego que, en este maranfio gotanero, la cortada más maleva me cae como postre.

La cortada
La “Real Academia Española” considera que cortada es un argentinismo y que se trata de una “calle corta y generalmente angosta que suele tener un único acceso”. Como se ve, la definición deja muchas puertas abiertas, pues, por excepción, hay cortadas anchas o con doble acceso, uno de los que es un muy angosto pasillo o pasaje.
Para mí, la palabra es un lunfardismo, por muchos motivos: es propia de la gran ciudad argentinda difundida por la literatura popular urbana, la poesía lunfarda y la letrística tanguera. Este tipo de calle existe desde antiguo, en todo el mundo, pero el término fue una creación argentina, con este significado especial, ya aprehendido.
La cortada se une a la familia argentina, a la gente normal, de trabajo, pero también, en otros 
tiempos, en algunos casos, al lugar preferido para cierto comercio , que atrajo malevaje o al compadre producto de la historia para el que el cuchillo era parte de su indumentaria:

“En la cortada más maleva una canción
dice su ruego de coraje y de pasión”.

Los versos tienen relación con las historias de cuchilleros de los que Jorge Luis Borges improntó en las milongas. Algo más de la cortada escribió Enrique González Tuñón:

“Escondida en un recodo del arrabal, la Cortada, como una madre anciana, duerme el cari-
ñoso recuerdo de sus hijos bajo la emocionante mirada de un farol, mientras una original orquesta de ranas y grillos ejecuta las acompasadas piezas de su repertorio.En el regazo de la Cortada corretean los chicos de barrio. Barrio de la gente humilde que frateniza en el puchero cotidiano y se emborracha con el dorado vino del sol.
Embajadores rudos, madres prolíferas exhibiendo sus vientres combados, criaturas anémicas y muchachitas sensibleras que van todas las mañanas caminito de la fábrica y se desayunan conun trozo de tango. Tango que nació en la cortada del suburbio y fue apadrinado por el elemento lunfardo que ‘apoliyaba’ en el viejo depósito de contraventores de la calle 24 de noviembre. Pobres pebetas románticas que gastan sus ratos perdidos leyendo novelitas semanales y alimentando ilusiones que se volatilizaban en la melancolía del suburbio.”  (Buenos Aires, mi ciudad, Eudeba, 1963).

En esta misma obra se lee:

“El porteño le ha dado el nombre de ‘cortada’, pero etimológicamente considerada, no es 
más que un ‘pasaje’, pues éste señala ‘un paso público entre dos calles’. La ‘cortada’ más famosa fue la de Carabelas, por la concurrencia a sus bodegones de noctámbulos de prestigio. La ‘cortada’ es como una gambeta urbana que rubrica su recta a su línea oblicua en más de un barrio porteño: Sargento Cabral; Rauch; La Paz (actual Luis Dellepiane); Sceber; del Carmen; Florencio Balcarce; Cinco de Julio; Gustavo Riccio; etc. La vida de más de una de ellas ha fluctuado entre el misterio y la leyenda, como en el caso de la ya desaparecida del Pecado, en sus últimos años llamada Aroma.”

¡Sí...hay muchas cortadas! Algunas famosas... Pero ¿cuál es la más representativa?
La antigua Calle del Pecado, luego llamada Aroma, hacia el sur, que no debe ser confundida con otra llamada Aromo, en Villa Urquiza, al nordeste de la ciudad de Buenos Aires. Esta calle, la del Pecado, tiene que ver con el tango y sus antecedentes propios de los hombres de ébano y el candombe; también con la muerte y la prostitución, en un clima de danza, entrevero y fulería.
Otra cortada, más ligada al tango, es la cortada Carabelas, cuyo nombre alude a las embarcaciones con las que Colón inició el viaje histórico. Entre las calles Presidente Perón, Sarmiento, Pellegrini y Suipacha. No se puede hablar de la calle Corrientes, capital del tango, sin hablar de la cortada Carabelas, representativa de la noche porteña, del arte popular, la bohemia, los bodegones y el morfilai. En cierto sentido, es la cortada mistonga. En el restaurante “El Americano”, de José Luis Roncallo (pianista y ahijado de Santo Discépolo, padre de Enrique Santos), en la calle entonces denominada Cangallo, frente a la cortada, Angel Gregorio Villoldo estrenó “El Choclo”, pero tocado por el mismo Roncallo; el título está referido al choclo del puchero que se hacía en ese restaurante. Según Francisco García Jiménez, el tango fue compuesto en 1903 y completado en una noche de fines de octubre del mismo año, en “El Americano”. El diálogo entre Villoldo y Roncallo, es transcripto por García Jiménez en el libro Así nacieron los tangos:

“-Vení -le dice Villoldo, tras el saludo, y se lo lleva a la trastienda-. Escuchá esto. -Y le hace oir en la guitarra el tango que acaba de componer-. ¿Qué te parece?
-¡De lo mejor que has hecho! Hay que escribirlo en seguida.
-¿Vos lo estrenás?
Roncallo da una espantada:
-¿Yo?... ¿Estás loco? ¿Con la orquesta clásica, y en el Americano, donde va toda la ‘crema’ de Buenos Aires? Viejo... Un tango... ¡Allí es mala palabra! -Pero entre tanto Villoldo está rasgueando otra vez su composición y Roncallo, ganado por la musiquita tan entradora, cambia su expresión iluminado por una idea-: Esperá... ¿Y quién me obliga a descubrir que es un tango?... ¡Anuncio la pieza como ‘danza criolla’! ¿Cómo se llama, che?
-Le puse “El choclo”. Me gustó de alma desde la primera nota. Y como pa’ mí el choclo es lo más rico del puchero...
-El nombre pega bien pa’ tocarlo en un restaurante”.

Esta digresión me parece necesaria por los conceptos que incluye, con los que se pueden esclarecer varios de los temas de la historia del tango que merecen atención, para conocerla un poco más.
Pero cuando Le Pera escribe en “Mi Buenos Aires Querido” los versos citados a lo mejor se refería a la cortada hoy denominado Carlos Gardel, en el Abasto, frente al ex Mercado, entre Jean Jaurés y Anchorena, Lavalle y Corrientes, a pocos metros de la casa donde vivió en los últimos tiempos “El Mudo”, en Jean Jaurés 735. con todo lo que se ha escrito acerca del Barrio del Abasto -considerado real y sociológicamente- no puede dudarse que esta cortada sea la más representativa, por su geografía, su gente, sus santuarios populares y tangueros y por ser la cuna del muchacho Gardel y también del hombre, que no lo abandonó nunca, ni siquiera en el momento más elevado de su itinerario artístico y que seguramente -con bastante espíritu callejero y caminante- la transitó incansablemente. Ese barrio fue, seguramente, la historia de “Melodía de Arrabal”, y la cortada la arteria que lo representa; ese barrio fue el corazón de Buenos Aires / Tango.
Me parece verdadero el concepto: “Todo está en todo”. Pero ha de resaltarse otra verdad, más particular: el tango está prendido como abrojo a la cortada y esto, en cierto modo, lo dibujó Roberto Juan Beraldi en su poesía “Hermano Tango”:

“Cuando en el firulete de una quebrada
se fundían a fuego dos corazones,
o cuando defendían, bravos varones,
su prestigio en las sombras de una cortada”.

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